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Obras: cristiana

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

La literatura metafísica subyacente en las exposiciones de Shankara   consiste esencialmente en los Cuatro Vedas junto con los Brâhmanas y sus Upanishads  , considerados todos como revelados, eternos, datables (en cuanto a su recensión) antes del siglo V a. C., junto con la Bhagavad Gîtâ y el Brahma Sutra   (datables antes del comienzo de la era cristiana). De estos libros, los Vedas son litúrgicos, los Brâhmanas son explicativos del ritual, y las Upanishads están dedicadas a la doctrina de Brahma o Theologia? Mystica, la cual se da por supuesta en la liturgia y en el ritual. El Brahma Sutra es un compendio muy condensado de la doctrina de las Upanishads, y la Bhagavad Gîtâ es una exposición adaptada a la comprensión de aquellos cuya ocupación primaria está en relación más bien? con la vida? activa que con la vida contemplativa. 21 METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Por otra parte, el hombre educado de hoy día está completamente fuera de contacto con esos modos del pensamiento europeo y con esos aspectos intelectuales de la doctrina cristiana que más se acercan a los de las tradiciones Védicas. Un conocimiento del cristianismo moderno? ser?á de escasa utilidad a causa de que la sentimentalidad fundamental de nuestros tiempos ha reducido lo que una vez fuera una doctrina intelectual? a una mera moralidad que apenas puede distinguirse de un humanismo? pragmático. De un europeo difícilmente puede decirse que esté adecuadamente preparado para el estudio del Vedânta a menos de que haya adquirido algún conocimiento y comprensión como mínimo de Platón  , Filón  , Hermes, Plotino  , los Evangelios (especialmente el de San Juan), San Dionisio y finalmente del Maestro Eckhart   quien, con la posible excepción de Dante  , puede ser considerado desde un punto de vista indio como el más grande de todos los europeos. 29 METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

El filósofo espera probar sus puntos. Para el metafísico es suficiente mostrar que una doctrina supuestamente falsa implica una contradicción de los principios primeros. Por ejemplo, un filósofo que argumenta por una inmortalidad del alma? se esfuerza en descubrir las pruebas de la supervivencia de la personalidad; para el metafísico es suficiente recordar que «el primer comienzo debe ser el mismo que el fin último» - de lo cual se sigue que un alma, entendida como habiendo sido creada en el tiempo, no puede sino tener su fin en el tiempo. El metafísico no puede ser convencido por ninguna supuesta «prueba de la supervivencia de la personalidad», en mayor medida? de lo que podría ser convencido un físico por una supuesta prueba de la posibilidad de una máquina de moción perpetua. Además, la metafísica trata en su mayor parte con materias que no pueden ser probadas públicamente, sino que solamente pueden ser demostradas, es decir, hechas inteligibles por analogía y que, aunque verificadas en la experiencia personal, solo pueden ser expresadas en los términos del símbolo y del mito?. Al mismo tiempo, la fe se hace relativamente fácil por la lógica infalible de los textos mismos - lo cual es su belleza y su poder? atractivo. Recordemos la definición cristiana de la fe: «el asentimiento a una proposición creíble». Uno? debe creer en orden a comprender, y comprender en orden a creer. Sin embargo, estos no son actos sucesivos, sino actos simultáneos de la mente. En otras palabras, no puede haber conocimiento de algo a lo cual la voluntad niega su consentimiento, o amor? de algo que no ha sido conocido. 39 METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Volviendo a nuestro autómata, consideremos lo que tiene lugar a su muerte. El ser compuesto se deshace en el cosmos; no hay nada? que pueda sobrevivir como una consciencia de ser Fulano. Los elementos? de la entidad psicofísica se desintegran y pasan a otros como un legado?. Esto es, en verdad, un proceso que ha estado? teniendo lugar a todo lo largo de la vida de nuestro Fulano, y es un proceso que puede seguirse muy claramente en la propagación, repetidamente descrita en la tradición india como el «renacimiento del padre en y como el hijo». Fulano vive en sus descendientes directos e indirectos. Esta es la supuesta doctrina india de la «reencarnación»; es la misma que la doctrina griega de la metasomatosis y la metempsicosis; es la doctrina cristiana de nuestra preexistencia en Adán «según la substancia corporal y la virtud seminal»; y es la doctrina moderna de la «repetición de los caracteres ancestrales». Solamente el hecho de una transmisión tal de caracteres psicofísicos puede hacer inteligible lo que se llama en religión nuestra herencia del pecado? original, en metafísica nuestra herencia de la ignorancia, y por el filósofo nuestra capacidad congénita para conocer en términos de sujeto y objeto?. Solamente cuando estamos convencidos de que nada acontece por azar deviene inteligible la idea? de una Providencia. 75 METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Tales son la vida y la muerte del animal? racional? y mortal Fulano. Pero cuando Boecio   confiesa que él es este animal, la Sabiduría le responde que este hombre, Fulano, ha olvidado quien es. Es en este punto donde nosotros nos separamos del «positivista», o «materialista» y «sentimentalista» (pongo entre comillas estas dos palabras a causa de que «materia» es lo que es «sentido?»). Tengamos presente? la definición cristiana del hombre como «cuerpo, alma y espíritu». El Vedânta afirma que el único ser verdadero del hombre es espiritual, y que este ser suyo no está «en» Fulano ni en ninguna «parte» de él sino que solamente se refleja en él. Afirma, en otras palabras, que este ser no está en el plano de Fulano ni está en modo? alguno limitado por el campo? de Fulano, sino que se extiende desde este campo hasta su centro, independientemente de los recintos que penetra. Lo que tiene lugar a la muerte, entonces, por encima de la desintegración de Fulano, es una retirada del espíritu del vehículo fenoménico del cual él había sido la «vida». Por consiguiente, nosotros hablamos con la exactitud más estricta cuando nos referimos a la muerte como una «entrega del espíritu» o cuando decimos que Fulano «expira». Es necesario recordar, solamente entre paréntesis, que este «espíritu» no es un espíritu en el sentido del espiritista, ni una «personalidad superviviente», sino un principio puramente intelectual tal como ese del cual están hechas las ideas; es «espíritu» en el sentido en que es espíritu el Espíritu Santo. Así pues, a la muerte, el polvo retorna al polvo y el espíritu a su fuente. 81 METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

De esta manera, por una sucesión de muertes y de renacimientos, todos los recintos pueden ser cruzados. La vía que sigamos será la del rayo o radio espiritual que nos ata con el Sol? central. Es el puente único que cruza el río de la vida que separa la orilla de aquí de la orilla de allí. La palabra «puente» se usa aquí deliberadamente, pues este es la «senda más afilada que el filo de una navaja», el puente de Cinvat del Avesta, el «puente del horror», familiar al folklorista, el cual nadie sino un héroe solar puede pasar; es un puente de luz? consubstancial con su fuente. El Veda lo expresa «Él mismo es el Puente» - una descripción que corresponde a la cristiana «Yo soy la Vía». Se habrá adivinado ya que el paso de este puente constituye, por etapas que son definidas por sus puntos de intersección con nuestras veintiuna circunferencias, lo que se llama propiamente una transmigración o regeneración progresiva. Cada paso de esta vía ha estado marcado por una muerte a un «sí mismo» anterior y por un «renacimiento» consecuente e inmediato como «otro hombre». Debo interpolar aquí que esta exposición ha sido inevitablemente simplificada. Se han distinguido dos direcciones de moción, una circular y determinada, otra centrípeta y libre; pero lo que no he dejado claro es que su resultante puede indicarse propiamente sólo por una espiral. 87 METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Enunciemos la doctrina cristiana primero en orden a comprender mejor la india. Las palabras de Cristo son estas: «Yo soy la puerta; si algún hombre entra en mí, será salvado, y entrará y saldrá». No es suficiente haber alcanzado la puerta; debemos ser admitidos. Pero hay un precio de admisión. «El que quiera salvar su alma, que la pierda». De los dos «sí mismos» del hombre, los dos Âtmans de nuestros textos indios, el sí mismo que fue conocido por nombre como Fulano debe haberse entregado a la muerte si el otro ha de ser liberado de todas las cadenas - si ha de ser «libre como la Divinidad en su no existencia». 97 METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

La relación, en la identidad, del «Eso» y el «tú» en el dicho «Eso eres tú» se afirma en el Vedânta por designaciones tales como «Rayo del Sol» (implicando filiación), o en la fórmula bhedâbheda (cuya significación literal es «distinción sin diferencia»). La relación se expresa por el símil de los amantes, tan estrechamente abrazados que ya no hay consciencia de «un adentro o un afuera», y por la correspondiente ecuación Vaishnava, «cada uno es ambos». Puede verse también en la concepción de Platón de la unificación del hombre interior y del hombre exterior?; en la doctrina cristiana de los miembros en el cuerpo místico de Cristo; en el «quienquiera que está unido al Señor es un único espíritu» de San Pablo  ; y en la fórmula admirable del Maestro Eckhart «fundidos pero no confundidos». 109 METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Toda nuestra tradición metafísica, cristiana u otra, mantiene que «hay dos en nosotros», este hombre y el Hombre en este hombre; y, que esto es así, es todavía una parte esencial de nuestro lenguaje hablado en el cual, por ejemplo, la expresión «control de sí mismo» implica que hay uno que controla y otro sujeto a control, pues nosotros sabemos que «nada actúa sobre sí mismo», aunque lo olvidamos cuando hablamos sobre el «gobierno de sí mismo». De estos dos «sí mismos», el hombre interior y el hombre exterior, la «personalidad» psicofísica y la Persona? verdadera, está construido el compuesto humano? de cuerpo, alma y espíritu. De estos dos, por una parte el cuerpo-y-alma (o mente), y por otra el espíritu, uno es mutable y mortal, el otro constante e inmortal; uno «deviene», el otro «es», y la existencia del que no es, sino que solo deviene, es precisamente una «personificación» o «postulación», puesto que nosotros no podemos decir de algo que nunca permanece lo mismo que «ello es». Y por necesario que pueda ser decir «yo» y «mío» para los propósitos prácticos de la vida cotidiana, nuestro Ego? no es, de hecho, nada más que un nombre para lo que es realmente solo una secuencia de comportamientos. 143 METAFÍSICA: ¿Quién es «Satán» Y «Dónde Está El Infierno»?

Una tal comprensión es todavía más rara, y se puede decir anormal para el tipo de humanidad occidental. Si el cristiano moderno no refrenda enteramente la conducta de los héroes de Carlomagno en Zaragoza -«Entraron en las sinagogas y en las mezquitas, cuyas paredes las derribaron todas con mazos y con hachas: hicieron añicos los ídolos... Las gentes paganas eran conducidas en multitudes a la fuente bautismal, para uncirles el yugo de Cristo... Así, de la obscuridad pagana han sido redimidos cinco mil, y son ahora verdaderos cristianos», es al menos completamente cierto que por cada hombre que ha muerto por persecución religiosa en la India, diez mil han muerto en Europa, y es igualmente cierto que la actividad de las misiones cristianas todavía suscriben con todo descaro un programa de conversión por la fuerza - la fuerza del dinero, no ciertamente pagado en efectivo, sino gastado en educación y ayuda médica ofrecidas con motivaciones ulteriores. La «fuerza», como escribió Lafcadio Hearn en una ocasión, «el instrumento? principal del propagandismo cristiano en el pasado, es todavía la fuerza que hay detrás de nuestras misiones». No se encontrarán ofensores más grandes que los misioneros contra el mandamiento, «No darás falso testimonio contra tu prójimo». Sin embargo, no quiero insistir en absoluto? sobre este punto de vista, sino señalar más bien que aunque la tolerancia religiosa jamás se ha fundado en Europa, como en Asia, en la creencia de que todas las religiones son verdaderas, sino más bien en una indiferencia creciente a todas las doctrinas religiosas, no por ello falta en el cristianismo una base intelectual para una tolerancia expresa de otras formas de creencia. San Juan, ciertamente, habla de la «Verdadera Luz que ilumina a todos los hombres». Incluso Santo Tomás admite que algunos de los Gentiles que vivieron antes del nacimiento temporal de Cristo pueden haberse salvado. Pues como dijo Clemente de Alejandría   mucho tiempo antes, «Siempre ha habido una manifestación natural? del único Dios Todopoderoso, entre todos los hombres de pensamiento recto». El Maestro Eckhart habla de «Uno de nuestros más antiguos filósofos que encontró la verdad mucho, mucho antes del nacimiento de Dios, antes de que hubiera fe cristiana como ella es ahora», y de nuevo mucho más osadamente, «Aquel para quien Dios es diferente en una cosa diferente de otra y para quien Dios es más querido en una cosa que en otra, ese hombre es un bárbaro, todavía sin cultivar, un niño». 203 METAFÍSICA: Shrî Ramakrishna Y La Tolerancia Religiosa

Nótese que «Merlín hizo la tabla redonda como prueba de la redondez del mundo? pues la tabla redonda significa por derecho el mundo. Pues todo el mundo cristiano y pagano se restaura en la tabla redonda... ( a fin de que) por aquellos que son fieles de la tabla redonda la verdad del Santo Grial sea bien conocida» (Malory, Morte? Darthur, XIV.2). La verdad está con Blake cuando dice, «Las religiones de todas las naciones se derivan de la diferente recepción del genio poético (el védico «kavitva») por cada nación, el cual es llamado por todas partes el espíritu de profecía... Al igual que todos los hombres son semejantes (aunque infinitamente diversos), así todas las religiones, y todos sus similares tienen una única fuente». Las tradiciones védica y cristiana nunca se cansan de emplear «Verdad», «Ser» y «Belleza», como nombres esenciales y preeminentemente adecuados de Dios. No obstante, somos bien conscientes de que en este mundo humano no puede haber un conocimiento o expresión conceptual de la verdad excepto en algún modo; justamente como no puede haber una belleza perceptible excepto de algún tipo. Lo que es verdadero en todas las verdades, o lo que es bello en todas las bellezas, no puede ser ello mismo una de estas verdades o bellezas. Como dice Dionisio, «Si alguien viendo a Dios comprendiera lo que vio, no vio a Dios mismo, sino a una de esas cosas que son Suyas». La creencia en la Revelación o Audición no significa que las palabras mismas en las que la verdad se expresa contengan en ningún caso la verdad, sino más bien que apuntan a ella, pues como dice Santo Tomás de Aquino  , «Toda cosa tiene verdad por naturaleza según el grado en el que imita el conocimiento de Dios»; «nuestro intelecto? considera a Dios según el modo derivado de las criaturas»; y finalmente, «la cosa conocida está en el conocedor según el modo del conocedor». Todos los conceptos de Dios, aún los más íntimamente adecuados, son así hechos según el hombre; como decimos en la India, «Él toma las formas que son imaginadas por Sus adoradores». Muy ciertamente, no ha de ser concebido como confinado, o plenamente expresado, por ninguna de estas formas, Quien es Él mismo la única forma? de todas las formas, y transcendente con respecto a todas y cada una de las formas; es desde este punto de vista como más de un maestro cristiano ha afirmado que «Nada verdadero puede decirse de Dios». El valor? de los conceptos, de toda expresión verbal o visible, per verbum? in intellectu conceptum, es un valor de uso; el concepto tiene valor no como una cosa en sí mismo, sino como dispositivo hacia una visión esencial, no en una semejanza. La belleza de la fórmula, del icono verbal o visual, por conmovedora que sea en el evangelio cristiano o en la liturgia védica, no es un fin en sí misma sino que, referida a quien la usa, es una invitación. El propósito de todo arte?, y en no menor grado el de este arte supremo de la teología, en el que todas las demás artes, bien sean literarias o plásticas, subsisten per excellentiam, es enseñar, deleitar y sobre todo mover (el docere, delectare, movere de San Agustín). Una adhesión exclusiva a un solo dogma, a un solo grupo de símbolos verbales o visuales, por muy pertinente que sea, es un acto de idolatría; la Verdad misma es inexpresable. 205 METAFÍSICA: Shrî Ramakrishna Y La Tolerancia Religiosa

Además, puede afirmarse positivamente que toda doctrina cristiana notable está propuesta también explícitamente en todo otro dialecto de la tradición primordial: me refiero a doctrinas tales como las de los nacimientos eterno y temporal, la de la única esencia y las dos naturalezas, la de la impasibilidad del Padre, la de la significación del sacrificio, la de la transubstanciación, la de la naturaleza de la distinción entre las vidas contemplativa y activa y entre ambas y la vida de placer, la de la distinción entre eternidad y aeviternidad y tiempo, y así sucesivamente. Podrían citarse literalmente cientos de textos de las escrituras cristianas e islámicas, védicas, taoístas y otras, y de sus exposiciones patrísticas, que muestran un acuerdo estrecho y a veces una coincidencia literalmente verbal. Para citar un trío de ejemplos al azar, mientras San Gregorio Damasceno dice que «El Que Es, es el principal de todos los nombres aplicados a Dios», en la Katha Upanishad   tenemos «Él es, por eso sólo Él ha de ser aprehendido»: mientras Santo Tomás de Aquino dice, «Se dice que están bajo el sol estas cosas que son generadas y corruptas», el «Shatapatha Brâhmana» afirma que «Todo bajo el sol está en el poder de la muerte»; y mientras San Dionisio habla de Eso «a lo cual no ver ni conocer es realmente ver y conocer», la Jaiminîya Upanishad Brâhmana tiene que «El pensamiento de Dios es de aquel por quien no es pensado, o si piensa el pensamiento él no comprende». Toda enseñanza tradicional emplea juntas la via affirmativa y la via remotíonís, y en este sentido está de acuerdo con Boecio en que «La fe es un medio entre herejías contrarias». El pecado es definido por el tomista y en la India de uno y el mismo modo como una «desviación del orden hacia el fin». Todas las tradiciones están de acuerdo en que el fin último del hombre es la felicidad. 209 METAFÍSICA: Shrî Ramakrishna Y La Tolerancia Religiosa

Es perfectamente legítimo sentir que una religión dada es más adecuadamente verdadera que otra; sostener, por ejemplo, que el catolicismo es más adecuadamente verdadero que el protestantismo, o el hinduismo que el budismo. Se pueden trazar distinciones reales: el cristianismo mantiene, por ejemplo, que la metafísica, aunque la más elevada de las otras ciencias, es inferior a la ciencia sagrada de la teología; el hinduismo es primariamente metafísico, y solo secundariamente religioso, de aquí las controversias en cuanto al verdadero significado de la «deificación», y de aquí que por mucho que un hindú pueda encontrarse en concordia entusiasta con los doctores angélico y celestial (Santo Tomás y San Buenaventura  ), está mucho más cómodo con algunos gigantes del pensamiento cristiano cuya ortodoxia es sospechosa, quiero decir Eriugena, Eckhart, Boehme  , Blake, y más cómodo con Plotino que con los representantes de la ortodoxia exotérica cristiana; más cómodo con San Juan que con Santiago, más en simpatía con el platonismo cristiano que con el aristotelismo cristiano, escasamente en simpatía con las teologías protestantes, y mucho más en simpatía con las interpretaciones qabbalísticas del Génesis y del Éxodo que con cualesquiera otras aproximaciones históricas. De modo que no tenemos la intención de mantener la impropiedad de todas las controversias dogmáticas. Debemos tener presente que inclusive dentro del marco de una fe presumiblemente homogénea se da por establecido que las mismas verdades deben presentarse de maneras diferentes adecuadas a la audiencia, y que esto no es una cuestión de afirmaciones contradictorias, sino de «medios convenientes». Lo que mantenemos es que todas las vías convergen; que el Viajero, habiendo recorrido ya una vía dada, bajo todas las circunstancias normales, alcanzará más pronto ese punto en el cual todo progreso acaba -«Al alcanzar a Dios, todo progreso acaba»- que si rehace sus pasos y comienza de nuevo. 213 METAFÍSICA: Shrî Ramakrishna Y La Tolerancia Religiosa

A muchos cristianos, sin duda, la adhesión principal de Shrî Ramakrishna al culto? de la Gran Madre les ofende. Ciertamente, nada es más habitual que considerar? que el cristianismo, para bien o para mal?, se adhiere a interpretaciones puramente masculinas del ser divino?; el cristiano habla de un Padre, pero no de una Madre en el Cielo, mientras que en la India, el antiguo amor de la Magna Mater, se mantiene hasta hoy en iguales términos que el del Propator. Y sin embargo, la doctrina de la maternidad de la naturaleza divina se afirma repetidamente, por muy reservadamente que sea, en la teología cristiana, fundamentalmente en la de las «dos naturalezas», más explícitamente en la de las natividades temporal y eterna, y en la de la Generación del Hijo como una operación vital de principios conjuntos -«Processio Verbi in divinis dicitur generatio... quae est operatio vitae... et propter hoc proprie dicitur genitum et Filius» (Summa Theologica I.27.2; cf. I.98.2C, «En todo acto de generación hay un principio activo y un principio pasivo»). Es en tanto que la «filiación eterna no depende de una madre temporal» (ídem III.35.5 ad 2) como el Maestro Eckhart puede hablar del «acto de fecundación latente en la eternidad», y decir que «es Dios quien tiene el tesoro y la esposa en Él», y que la «Divinidad retoza con la Palabra», y que «Su nacimiento en María Espiritual fue para Dios más gozoso que Su natividad de ella en la carne?». Se ve que cuando Santo Tomás habla de «esa Naturaleza por la cual el Padre engendra» (Summa Theologica I.41.5), la referencia es realmente a la Magna Mater, la Aditi védica, para no mencionar otros nombres de la Única Madonna, y se ve también lo que se entiende realmente por la aserción, de otro modo obscura, de que aunque la materia prima? «recede de la semejanza a Dios, no obstante... retíene una cierta semejanza con el ser divino» (ídem I.14.11 ad 3).Ciertamente, la Natura? Naturata «retiene» una cierta semejanza con la «Natura Naturans, Creatrix, Deus?»: La Madre Tierra con la Madre Naturaleza, María en la carne con María espiritual. Solo se necesita considerar el Génesis I:27, «A la imagen de Dios Él le creó; macho y hembra Él los creó», en conexión con Gálatas 3:28, «según la imagen de Aquel que le creó, donde no hay macho ni hembra», para darse cuenta de que si bien Esencia y Naturaleza son in divinis una única substancia simple sin composición, el hecho mismo de que los principios conjuntos puedan ejemplificarse por separado es prueba de que de la Identidad Suprema puede hablarse verídicamente como Padre o como Madre, o como Padre-Madre, de la misma manera que en los Vedas los «Progenitores» Divinos son indiferentemente «Padres» (pitarâ) o «Madres» (mâtarâ), o como «Ese Uno, espirado, despirado» (tad ekam ânît avâtam, Rig Veda Samhitâ X.129.2, donde ningún género está implícito; cf. el «Donde estos dos abismos penden, igualmente espirado, despirado, allí está el Ser Supremo» del Maestro Eckhart). 223 METAFÍSICA: Shrî Ramakrishna Y La Tolerancia Religiosa

Hemos indicado también, más brevemente, la homologia de las tradiciones india y platónica, y hemos aludido a los paralelos islámicos: más bien para hacer la doctrina más comprensible que para implicar una derivación cualquiera. Desde el mismo punto de vista tenemos que referirnos todavía a las doctrinas judaica y cristiana. En el Antiguo Testamento encontramos que cuando nosotros morimos y entregamos el espíritu, «Entonces el polvo retorna al polvo como él era: y el espíritu (ruah?) retorna a Dios que lo dio» (Eclesiastés 12:7). De esto, observa D. B. Macdonald, el Predicador «se regocija de todo corazón, pues ello significa un escape final para el hombre». «Regocijarse» por esto puede pensarse solamente en el caso del que ha conocido quién es él y en cuál sí mismo él espera partir de aquí. Para los judíos, que no anticipaban una «inmortalidad personal», el alma (nefesh) implica siempre «la naturaleza física   más baja, los apetitos, la psique de San Pablo - todo lo que en términos budistas «no es mi Sí mismo»- y deben haber creído, por lo tanto, como Filón ciertamente creía, en un «alma del alma», el pneuma? de San Pablo. 405 METAFÍSICA: Sobre El Único Y Solo Transmigrante

La «pacificación» de Soma? es su quietus en tanto que un principio Varunya. Cf. Taittirîya Samhitâ II.1.9.2, donde por medio de Mitra el sacerdote «pacifica» (samayati) a Varuna, y así libra al sacrificador del lazo de Varuna; y Taittirîya Samhitâ V.5.10.5, donde las deidades peligrosas podrían tragar (dhyâyeyuh) al sacrificador y él las «aplaca» (samayati) con las oblaciones. El matador ritual es un samitr, el que da el quietus (Rig Veda Samhitâ V.43.4, Shatapatha Brâhmana III.8.3.4, etc.). De la misma manera, el sacrificio de la víctima cristiana es por expiación, para hacer la paz con el Padre encolerizado. Y mientras que el aplacamiento implica una satisfacción o gratificación de la persona aplacada, nunca debe pasarse por alto que la paz (sânti) jamás puede hacerse con un enemigo; de una manera u otra debe ser matado como enemigo (aunque «es su mal, no él mismo lo que ellos matan») antes de que pueda ser hecho amigo. Así pues, cuando la voluntad es pacificada (upasâmyate, Maitri Upanishad   VI.34) es «aquietada», y cuando el sí mismo psicofísico es «conquistado y pacificado» (jita... prasântah, Bhagavad Gîtâ VI.7) por el Sí mismo Supremo, ha sido sacrificado. El deseo no puede sobrevivir al logro de su objeto; solo los «muertos», que no desean, debido a que su deseo está realizado, están en paz, y de aquí la frecuente asociación de las palabras akâma (sin deseo) y âptakâma (con el deseo cumplido), por ejemplo, Brhadâranyaka Upanishad IV.3.21 y IV.4.6. 613 METAFÍSICA: Apéndice 1: Sobre La Paz

Se verá por las citas de arriba que los textos Brâhmana, y los ritos a los que se refieren, son no solo absolutamente auto-consistentes sino que están en completo acuerdo con los valores implícitos en el texto de Rig Veda Samhitâ II.43.3; ciertamente, las explicaciones son de validez universal y podrían aplicarse tanto a las Orationes Secretae de la Misa cristiana (que es también un sacrificio) como a la repetición inarticulada de las fórmulas de Yajus indias. La consistencia aporta al mismo tiempo una excelente ilustración del principio general de que lo que se encuentra en los Brâhmanas y Upanishads no representa nada nuevo en principio sino solo una expansión de lo que se toma por establecido y por más «eminentemente» enunciado? en los textos litúrgicos «más antiguos». Aquellos que asumen que en los Brâhmanas y Upanishads se enseñan «doctrinas enteramente nuevas» están poniendo simplemente dificultades innecesarias en la vía de su propia comprensión de los Samhitâs. 921 METAFÍSICA: LA DOCTRINA VÉDICA DEL «SILENCIO?»?

Así pues, al insistir en la necesidad de la «Fe» (sraddhâ), toda la tradición védica (y la cristiana igualmente) no carece de razón. Asumimos la definición escolástica de Fides? como un «consentimiento del intelecto a una proposición creíble, para la que no hay ninguna prueba empírica». Si uno no tiene tanta con-fianza en los textos como para creer que detrás de las palabras hay más de lo que puede decirse en palabras; si uno no está convencido, por la consistencia técnica de los versos, de que sus «autores» no podían haber hablado así sin poseer ellos mismos una comprensión clara y una experiencia efectiva de lo que estaban hablando; si uno no confía tanto en los textos como para darse cuenta de que no están meramente construidos, en el sentido literario, sino que son, hablando estrictamente, «in-formados», ¿cómo puede uno pretender haber aprehendido o aspirar a aprehender su verdadera intención, la vera sentenzia de Dante? Como lo expresan tan a menudo los textos budistas, la preocupación del nominalista por las superficies estéticas, y el descuido de su contenido, solo puede compararse al caso del hombre que, cuando se señala la luna, no ve nada más que el dedo que apunta; nos referimos a la condición que un escritor europeo moderno ha diagnosticado tan acertadamente como de «miopía intelectual». 971 METAFÍSICA: Manas?

Kha, cf. el griego chaos, es generalmente «cavidad»; y en el Rig Veda, particularmente, es «el agujero en el cubo de una rueda a cuyo través pasa el eje» (Monier-Williams). A. N. Singh   ha mostrado concluyentemente que en el uso matemático indio, vigente durante los primeros siglos de la era cristiana, kha significa «cero»; Suryadeva, en su comentario sobre Âryabhata, dice que «los khas se refieren a vacíos (khâni sunyâ upa lakshitâni)... de manera que khadvinake significa los dieciocho lugares denotados por ceros». Entre otras palabras que denotan cero están sunya?, âkâsa, vyoma, antariksha, nabha, ananta y purna. Inmediatamente nos sorprende el hecho de que las palabras sunya, «vacío», y purna, «plenum», tengan una referencia común; puesto que la implicación es que todos los números están virtual o potencialmente presentes en eso que es sin número; si expresamos esto como una ecuación, 0 = x - x, es evidente que cero es al número lo que la posibilidad es a la actualidad. Además, el empleo del término ananta, con la misma referencia, implica una identificación del cero con la infinitud; en cuyo caso, el comienzo de toda la serie es el mismo que su fin. Podemos observar que esta última idea la encontramos ya en la literatura metafísica más antigua, por ejemplo Rig Veda Samhitâ IV.1.11, donde se describe a Agni como «ocultando sus dos puntas (guhamâno antâ)»; Aitareya Brâhmana III.43, «el Agnishtoma es como una rueda de carro, sin fin (ananta)»; Jaiminîya Upanishad Brâhmana I.35, «el Año es sin fin (ananta), sus dos puntas (antâ) son el Invierno y la Primavera?... y así es el canto sin fin (anantam sâman)». Estas citas sugieren que quizás sea posible explicar la selección posterior de los términos técnicos de los matemáticos, haciendo referencia a un uso más antiguo de los mismos términos, o de términos equivalentes, en un contexto? puramente metafísico. 989 METAFÍSICA: Kha y Otras Palabras Que Denotan «Zero», en Conexión con la Metafísica India del Espacio

Puede observarse también que, si bien en el Rig Veda «no encontramos el uso de nombres de cosas para denotar números, sí encontramos ejemplos de números que denotan cosas». En VII.103.1, por ejemplo, el número «doce» denota el «año»; en X.71.3, «siete» significa los «ríos de la vida» o los «estados del ser». Así, cuando los matemáticos emplean nombres de cosas para denotar números, ello es meramente hacer un uso inverso de las palabras; para tomar los ejemplos más obvios, ello es justamente lo que debe esperarse, cuando encontramos que 1 se expresa con palabras tales como adi, indu abja, prthvî; 2 con palabras tales como yama, asvinâ; 3 con palabras tales como agni, vaisvânara, haranetra, bhuvana; 4 con veda, dis, yuga, samudra, etc.; 5 con prâna; 6 con rtu; y así sucesivamente. Por supuesto, no ha de comprenderse que las palabras-número son todas de origen   védico; muchas sugieren más bien un vocabulario épico, por ejemplo, pândava para 5, mientras que otras, tales como netra para 2, tienen una fuente obvia y secular. En algunos casos surge una ambigüedad, por ejemplo, loka en tanto que representa ya sea 3 o ya sea 14; dis que representa 4 ó 10, pero esto puede comprenderse fácilmente; en el último caso mencionado, por ejemplo, los cuadrantes se han considerado en una y la misma cosmología, ya sea como cuatro, o si contamos ocho cuadrantes y semicuadrantes, agregando el cenit y el nadir, como diez. Tomado en su integridad, como lo cita Singh, el vocabulario numérico apenas puede ser anterior en fecha al comienzo de la era cristiana (encontramos que 10 es representado, entre otras palabras, por avatâra; y 6 por râga). 1009 METAFÍSICA: Kha y Otras Palabras Que Denotan «Zero», en Conexión con la Metafísica India del Espacio

Sin embargo, está fuera de duda que muchos de los símbolos verbales - el caso de kha para «cero» es evidente - usados por los matemáticos indios se habían empleado anteriormente, es decir, antes de un desarrollo de la ciencia matemática como tal, en un contexto metafísico más universal. Que una terminología científica se haya formulado así sobre la base de una terminología metafísica, y en modo alguno sin una plena consciencia de lo que se estaba haciendo (como la cita de Bhâskara lo muestra claramente), no solo está de acuerdo con todo lo que sabemos del curso natural del pensamiento indio, que toma lo universal por establecido y desde ahí procede a lo particular?, sino que ilustra también admirablemente lo que, desde un punto de vista tradicional ortodoxo, se consideraría constitutivo del parentesco natural y justo? de una ciencia especial con el trasfondo metafísico de todas las ciencias. Recuérdense las palabras de la Encíclica de Papa León XIII, fechada en 1879, sobre la «Restauración de la Filosofía Cristiana»: «De aquí, también, que las ciencias físicas, que ahora se tienen en tanta reputación, y que por todas partes se atraen una singular admiración, debido a los descubrimientos maravillosos hechos en ellas, no solo no sufrirían ningún daño proveniente de una restauración de la filosofía de los antiguos, sino que obtendrían una gran protección de ella. Para el ejercicio y crecimiento fructífero de estas ciencias no es suficiente con que consideremos los hechos y contemplemos la Naturaleza. Cuando los hechos son bien conocidos debemos subir más alto y dar nuestros pensamientos con gran cuidado a comprender la naturaleza de las cosas corporales, tanto como a la investigación de las leyes que obedecen y de los principios de los cuales brota su orden, su unidad en la variedad y su común semejanza en la diversidad. Es maravilloso cuánto poder y luz y ayuda se aportan a estas investigaciones por la filosofía Escolástica, con solo que se use sabiamente... no hay ninguna contradicción, verdaderamente dicha, entre las conclusiones ciertas y probadas de la física reciente y los principios filosóficos de las Escuelas». Estas palabras no representan en modo alguno una apologética meramente cristiana, sino que enuncian más bien un procedimiento generalmente válido, en el que la teoría de lo universal actúa al mismo tiempo con fuerza sugestiva y normativamente con respecto a las aplicaciones más específicas. Podemos reflexionar, por una parte, que el sistema? decimal, con el que el concepto «cero» está inseparablemente conectado, fue desarrollado por los estudiosos indios que, muy ciertamente, como sus propias palabras lo prueban, estaban profundamente versados en, y dependían profundamente de, una interpretación metafísica, mucho más antigua y tradicional, del significado del mundo; y por otra parte, que si no hubiera sido por su jactanciosa y sostenida independencia de la metafísica tradicional (en la que, si no son explícitos los hechos de la relatividad, sí lo son sus principios), el pensamiento científico moderno podría haber alcanzado, mucho más pronto de lo que efectivamente ha sido el caso, una formulación y una prueba científicamente válidas de nociones tan características como las de un universo? en expansión y la finitud del espacio físico. Lo que se ha esbozado arriba con respecto a la ciencia especial de las matemáticas representa un principio no menos válido en el caso de las artes, como podría demostrarse fácilmente con gran detalle. Por ejemplo, lo que está implícito en la afirmación en Aitareya Brâhmana VI.27, de que «es en imitación de las obras de arte angélicas como toda obra de arte, tal como un indumento o un carro, se hace aquí», ha de verse efectivamente en las artes hieráticas de todas las culturas tradicionales y en los motivos característicos de las artes folklóricas supervivientes por todas partes. O en el caso de la literatura: la épica (el Volsunga Saga, el Beowulf, los ciclos de Cuchullain y artúrico, el Mahâbhârata, el Buddhacarita, etc.) y los cuentos de hadas (notablemente, por ejemplo, Jack and the Beanstalk) repiten, con un color local indefinidamente variado, la historia única de la jâtavidyâ, del Génesis. Ciertamente, todo el punto de vista puede reconocerse en la clasificación india de la literatura tradicional, en la que los tratados (sâstras) sobre las ciencias auxiliares, tales como la gramática, la astronomía, las leyes, la medicina?, la arquitectura, etc., se clasifican como Vedânga, «miembros o poderes del Veda», o como «Upaveda», «accesorios con respecto al Veda»; como lo expresa René Guénon, «toda ciencia aparecía así como un prolongamiento de la doctrina tradicional misma, como una de sus aplicaciones... un conocimiento inferior, sí se quiere, pero no obstante todavía un conocimiento verdadero», mientras que, per contra, «Las falsas síntesis, que se esfuerzan en sacar lo superior? de lo inferior... no pueden jamás ser más que hipotéticas... En suma, la ciencia, al desconocer los principios y al negarse a vincularse a ellos, se priva a la vez de la más alta garantía que pueda recibir y de la más segura dirección que pueda serle dada... ella deviene dudosa y vacilante... estos son caracteres generales del pensamiento propiamente moderno; he aquí hasta qué grado de hundimiento intelectual ha llegado Occidente, desde que ha salido de las vías que son normales al resto de la humanidad». 1013 METAFÍSICA: Kha y Otras Palabras Que Denotan «Zero», en Conexión con la Metafísica India del Espacio

La noción de una polaridad bisexual en la Deidad, sugerida arriba, se ha considerado a veces como una peculiaridad de los sistemas tántricos medievales de la India, tanto hindúes como budistas, en los que se enuncia así claramente y se hace de ella la base de un simbolismo? visual y ritual: y se ha considerado así, especialmente por aquellos que repudian el uso de todo simbolismo sexual, y que, por lo tanto, no quieren reconocerlo en otras partes. Dentro de los límites del presente artículo sería imposible demostrar la verdadera universalidad de la doctrina de una biunidad divina; por ejemplo, no intentaremos examinar el yin y yang Chinos, y sólo aludiremos a las sicigias gnósticas. Lo que nos proponemos mostrar, tan brevemente como sea posible, es que un simbolismo de este tipo penetra, no solo la tradición india antigua, de la que el tantrismo posterior es, de hecho, una adaptación perfectamente ortodoxa, sino también la ontología cristiana en su totalidad. 1035 METAFÍSICA: LA DOCTRINA TÁNTRICA DE LA BIUNIDAD DIVINA

Apenas sería una exageración decir que toda la ontología de la tradición védica, igualmente en los Samhitâs y en los Brâhmanas y Upanishads, se expresa típicamente, más que incidentalmente, en los términos del simbolismo sexual. Nosotros no hemos agotado en modo alguno el material?, parte del cual es mucho más expresivo que los textos que se han examinado; pero pensamos que se ha dicho suficiente para demostrar la perfecta ortodoxia de los Tantras en estos respectos. Queda considerar la polaridad y bisexualidad divina en la escritura y exégesis cristiana. 1051 METAFÍSICA: LA DOCTRINA TÁNTRICA DE LA BIUNIDAD DIVINA

Puede citarse una autoridad mayor en Génesis 1:26, 27, «Y Dios dijo, Hagamos al hombre en nuestra propia imagen, según nuestra semejanza... Así pues, creó Dios al hombre en su propia imagen, en la imagen de Dios le creó; macho y hembra los creó». La semejanza es ejemplar. La forma de la humanidad creada no es la de este hombre en tanto que se distingue de la de esta mujer, sino la de su humanidad común: «Él llamó a su nombre (de ellos) Adán», Génesis 5:2. Este hombre (Adán) es, de hecho, una sicigia, hasta que la Deidad saca a la mujer de él, a fin de que él no esté solo: «Ella será llamada Mujer debido a que fue sacada del Hombre», Génesis 2:23. Así pues, nunca podría haberse dicho «En esta semejanza» si no hubiera habido ya un arquetipo de esta polaridad en Dios - es decir, por supuesto, in principio, pues nosotros no estamos hablando de una composición in divinis . Además, la doctrina cristiana, como la india, considera una reunión última de los principios divididos, allí donde «no hay macho ni hembra: pues vosotros sois todos uno (sánscrito ekî-bhuta) en Cristo Jesús» (Gálatas 3:28). Es decir, donde ya no se trata de este hombre o esta mujer, sino sólo de ese Hombre Universal de quien dice Boehme que «este campeón o león no es hombre o mujer, sino ambos» (Signatura Rerum XI.43). 1063 METAFÍSICA: LA DOCTRINA TÁNTRICA DE LA BIUNIDAD DIVINA

Si se objeta, finalmente, que toda esta fraseología sexual es una suerte de retórica y que no ha de tomarse literalmente, diremos que no se trata de retórica en ningún sentido «literario», sino de analogía y de simbolismo: como es explícito en ambos pasajes de la Brhadâranyaka Upanishad, citados arriba, no se trata de un hombre y de una mujer de hecho, ni de ninguna existencia, sino de la forma del ser que es «por así decir (yathâ) la de un hombre y mujer estrechamente abrazados». Toda nuestra intención ha sido indicar que un adecuado simbolismo de este tipo se ha empleado universalmente en la tradición ortodoxa y unánime y, más específicamente, dentro de los límites del presente artículo, mostrar de qué manera se ha empleado en las formas hindú y cristiana de la revelación transmitida. 1065 METAFÍSICA: LA DOCTRINA TÁNTRICA DE LA BIUNIDAD DIVINA

Por ejemplo, en conexión con la doctrina ortodoxa de los dos nacimientos de Cristo, el eterno y el temporal, encontramos dicho que «por parte del hijo hay una única filiación en realidad, aunque hay dos en aspecto» (Summa Theologica III.35.5 ad 3); cf. «Su nacimiento en María espiritual fue para Dios más gozoso que su natividad de ella en la carne» (Maestro Eckhart, ed. Evans, I, 418). Y puesto que la filiación de Cristo es en cualquier caso una «operación vital de un principio conjunto (a principio conjunctivo)», y la «filiación eterna no depende de una madre temporal» (Summa Theologica I.27.2C y III.35.5 ad 2), se sigue que Cristo es maternizado en la eternidad no menos que en el tiempo; y que, evidentemente la madre en la eternidad, la «María espiritual» del Maestro Eckhart, es «esa naturaleza divina con la que engendra el Padre» (Summa Theologica I.41.5C), «Es decir, esa naturaleza que creó todas las otras» (San Agustín, De trinítate XIV.9) -Natura naturans, Creatrix universalis, Deus, puesto que esencia y naturaleza son uno en Él, en la Identidad Suprema, que es la unidad de los principios conjuntos. Finalmente, puesto que la vida divina es inaconteciente, no hay, evidentemente, sino un único acto de generación, aunque hay «dos en aspecto, correspondientes a las dos relaciones en los padres, cuando se consideran con el intelecto» (Summa Theologica III.35.5 ad 3). Es, entonces, doctrina cristiana latina que hay una única generación, pero dos madres distinguibles lógicamente. El equivalente exacto de esto, en el menor número de palabras posible, aparece en el Gopatha Brâhmana I.33, «dos matrices, un único acto de generación (dve yonî ekam mithunam)». Este breve texto resume, por una parte, la doctrina védica familiar de la bimaternización de Agni, que es dvimâtâ - como, por ejemplo, en Rig Veda Samhitâ III.2.2 y 11, «Él devino el hijo de dos madres... fue encendido en matrices diferentes», y Rig Veda Samhitâ I.113.1-3, donde la Noche, «cuando ha concebido el encendido del Sol, cede la matriz? a (su hermana) la Aurora»- y, por otra, el dogma derivado de la maternidad dual (o alternativamente maternidad y maternidad de leche) por la que el Avatar eterno se manifiesta en el vaishnavismo, el budismo y el jainismo, donde, por una formulación algo materializada, el niño divino es transferido efectivamente de la matriz del poder espiritual a la del poder temporal, representados respectivamente por las reinas Devânandâ y Tisalâ. 1085 METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

No solo podrían citarse otros paralelos doctrinales y verbales de este tipo, casi ad infínítum - por ejemplo, en conexión con temas tales como el Ejemplarismo, la Transubstanciación y la Infalibilidad - sino que podrían demostrarse, aún más fácilmente, equivalencias similares en el dominio del simbolismo visual, un modo de comunicación que, aún más que el simbolismo verbal, es el idioma característico de la metafísica tradicional. Por ejemplo, se ha señalado a menudo la valencia común de la rosa cristiana y el loto indio como representaciones del terreno de toda manifestación, el soporte del ser cuando procede o parece proceder desde el ser al devenir. El caso de la forma musical es el mismo: «Un ejemplo de la tenacidad con la que sobrevive la música de un culto lo proporciona Occidente con la música de la Iglesia Católica, que, derivando del canto del templo judío, se mantiene como un bloque errático aparte de la música clásica completamente diferente de hoy día. En Oriente hay ejemplos similares, tales como los de las melodías del Sâmaveda indio, y en el Japón el canto de los dramas No, que, incluso en el reciente entorno cortesano y profano en el que nosotros lo escuchamos, ha preservado su significación litúrgica original» (Robert Lachmann, Musik des Orients Breslau, 1929, pp. 9-10). De hecho, el caso es que incluso la música «secular» de la India, donde nada, ciertamente, puede definirse como enteramente secular, ha preservado esa cualidad de sinfinitud que se predica del canto litúrgico en un pasaje del Aitareya Brâhmana citado arriba, y que se reconoce igualmente en el canto llano cristiano. 1105 METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

En lo que concierne al alcance de todos estos paralelos sobre la validez de la doctrina y exégesis cristiana: desde el punto de vista hindú, la consecuencia natural de la comparación será evocar la consideración, «La doctrina cristiana, juzgada por los modelos védicos, es también ortodoxa». Podría esperarse, y a priori? debería esperarse, el reconocimiento inverso, de que «la doctrina védica, juzgada por las normas cristianas, es también ortodoxa», pero dada la asumición cristiana, no solo de un conocimiento de la verdad (lo cual puede concederse libremente), sino también de una posesión exclusiva de este conocimiento (tal como los hindúes ni pretenden para sí mismos ni conceden a ningún otro), todo lo que puede predicarse, por el momento?, es una aceptación de los datos védicos en tanto que «argumentos extrínsecos y probables» (Summa Theologica I.1.8 ad 2), de la misma manera que Santo Tomás mismo hizo uso, de hecho, de Aristóteles, y de la misma manera que San Jerónimo, al tratar de la superioridad del estado de virginidad al estado de casado (Adversus Jovinianum I.42), invocó efectivamente la doctrina de los «Gimnosofistas de la India, entre quienes se transmite el dogma de que el Buddha, el cabeza de su enseñanza, nació de una virgen por su costado». 1109 METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

En la medida en que están en cuestión las extensas comparaciones que se han hecho entre el cristianismo y el budismo (en cuyo campo San Jerónimo parece haber sido el pionero, aunque el caso de Jehoshaphat = Bodhisattva? también debe tenerse presente), o entre el neoplatonismo? y el budismo, debe recordarse que, aunque los paralelos son reales, no obstante, las deducciones en cuanto a la derivación o a la influencia no están firmemente fundadas, puesto que las doctrinas budistas son ellas mismas derivadas, y puesto que pueden presentarse analogías cristianas y neoplatónicas con textos pre-budistas, en mayor número y con mayor consistencia. Por ejemplo, todos los detalles de la natividad del Buddha, sin excluir el detalle del nacimiento costal, son, de hecho, rastreables ya en las natividades védicas de Indra y de Agni, respectivamente los tipos de los poderes temporal y espiritual, a menudo combinados en el dual Indrâgnî, rey-y-sacerdote. En otras palabras, nosotros mantenemos la independencia relativa de la tradición cristiana, ya sea la de San Dionisio o la de Dante, al mismo tiempo que, por otra, remitimos toda enseñanza ortodoxa, de la que la expresión védica misma es meramente una expresión reciente, a una única fuente común y (como puede agregarse, aunque esto no es esencial al argumento presentemente restringido) finalmente suprahumana. Los problemas no son esencialmente, sino solo accidentalmente, problemas de historia literaria. 1111 METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

Hemos presentado la tradición referente a la Aurora con algún detalle para recordar al lector cuán peligroso es, en conexión con escritores de este calibre, y con preocupaciones tales como las de Dante y el Maestro Eckhart, que no son escritores de bellas letras, aunque cada uno sea el «padre» de un lenguaje, atribuir a la invención o a la pericia poética individual lo que son realmente fórmulas y símbolos técnicos con connotaciones conocidas. Como mínimo, nuestras citas védicas bastan para dar un significado consistente a las palabras de Dante y el Maestro Eckhart. Ambos son conscientes siempre de mucho más de lo que dicen; como Dante mismo advierte al lector, «mirate la dottrina, che s’asconde sotto il velame degli versi strani» (Inferno IX.61). También debe recordarse que la ilustración de la doctrina cristiana, por medio de símbolos paganos, no solo era completamente legítima desde el punto de vista medieval, sino que persistió en la práctica permitida hasta tiempos comparativamente modernos, de lo cual puede citarse un ejemplo en la obra de Calderón. No es irrazonable suponer, entonces, que ambos, tanto el Maestro Eckhart como Dante, estuvieran familiarizados con doctrinas tradicionales - quizás iniciatorias y transmitidas solo oralmente, o quizás solo todavía no rastreadas en los documentos existentes - tales como han sido citadas arriba a propósito de il somma sol y de bella figlia. 1125 METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

Así pues, ahora podemos ver fácilmente como puede ser que mientras que en Udâna 70 se rechaza la noción de que «yo soy el hacedor» (ver ahamkâra), en Udâna 45 se condena igualmente al hombre «que cuando actúa dice que "yo no soy el agente?"» (yo câpi? katvâ na karomîti câha). Como en la doctrina cristiana, las virtudes morales no pertenecen esencialmente a la vida contemplativa, sino solo dispositivamente, mientras que sí pertenecen esencialmente a la vida activa. 1229 METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

La doctrina tradicional predica una Causa Primera que es directamente la causa de nuestro Ser (por participación), pero solo indirectamente, a través de la operación de las causas segundas o mediatas, en las que nunca interfiere, la causa de nuestro ser lo que nosotros somos. Por consiguiente, en nuestra idiosincrasia, nosotros somos, precisamente, los herederos de cosas hechas (karma?). Esta fuerza «invisible» (adrshta) de «nuestro karma», aunque es una parca que debe ser temida, no es nada impuesto sobre nosotros, sino la ley de nuestra propia naturaleza. Dios, desde el punto de vista indio, no es un arbitrario asignador de destinos, sino simplemente el «presenciador del karma». En otras palabras, como dice también Platón, todo lo que hace el Jugador de Damas cósmico, y que «es una tarea maravillosamente fácil», es «mover el carácter que mejora a un lugar superior, y el que empeora a uno peor, según lo que pertenece a cada uno de ellos, proporcionando así un destino? (moira?) apropiado... Pues según la inclinación de nuestros deseos, y la naturaleza de nuestras almas, cada uno de nosotros deviene usualmente de igual carácter... el divinamente virtuoso es transportado por una vía sagrada a un lugar diferente y mejor» (Leyes 903, 904). Similarmente en la doctrina cristiana, «El Fatum? es la ordenación de las causas segundas hacia los efectos previstos por Dios» (Summa Theologica I.116.4), «sin las cuales el mundo habría sido privado de la perfección de la causalidad» (Summa Theologica I.103.7 ad 2). 1635 METAFÍSICA: Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

La batalla se habrá ganado, en el sentido indio y en la terminología cristiana, cuando podamos decir con San Pablo, «Vivo, pero no yo, sino Cristo en mí» (Gálatas 2:20), es decir, cuando «yo» estoy muerto, y no hay nadie para partir, sino el Dios inmanente, cuando el cuerpo y el alma se desintegran. Así pues, la filosofía es el arte de morir. «Los filósofos verdaderos son practicantes del morir, y la muerte es menos terrible para ellos que para todo los demás hombres... y puesto que están siempre muy anhelantes de liberar el Alma, la liberación y separación del alma y el cuerpo es su principal cuidado» (Fedón   67DE). De aquí el mandato «Morid antes de morir» (Mathnawî VI.723 sig., y Angelus Silesius  , IV.77). Pues nosotros debemos «nacer de nuevo»; y un nacimiento al que no precede una muerte es inconcebible (Fedón 77C; Bhagavad Gîtâ II.27, etc.). Este morir es a sí mismo. Se trata a la vez de una voluntad y de un método. 1649 METAFÍSICA: Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

En este punto será necesaria una disgresión, para hablar de las dos vías diferentes por las que se ha buscado un conocimiento de la naturaleza divina. Las Upanishads emplean estas dos vías, la via analogia? (la técnica del simbolismo) y la via remotíonís (la técnica de la abstracción) precisamente de la misma manera que el cristianismo, que heredó los métodos positivo? (kataphatiche) y negativo (apophatiche) del neoplatonismo a través de Pseudo Dionisio, que los empleó en el De divinis nominibus. El método positivo consiste en atribuir a Dios, de una manera superlativa y absoluta, todas las perfecciones y bellezas concebibles en las cosas existentes; en Él, estas perfecciones absolutas, aunque se distinguen lógicamente, se consideran como inexplicables, y como idénticas con Su esencia. Cada una de estas atribuciones constituye un «nombre esencial», de manera que tales nombres esenciales son tantos como las perfecciones que puedan enumerarse. Ejemplos de este método pueden citarse en la designación de Dios como Luz, Amor, Sabiduría, Ser, etc., y en el sac-cid-ânanda de los Brâhmanas. Por otra parte, el método negativo procede a la definición de la naturaleza divina por la vía de la abstracción y de la afirmación de la transcendencia con respecto a las antítesis. Desde este punto de vista, la comprensión más alta que podemos tener de Dios se expresa por una negación, en Él, de todos aquellos atributos cuya noción se deriva de cosas externas a Su unidad superesencial. Según este método, de Dios puede hablarse como No-Ser, Nada u Obscuridad; o, como en las Upanishads, por la famosa expresión netí, netí, «Ni, ni», o como Eso «de lo que, al no encontrar-Lo, las palabras, junto con el intelecto, retroceden» (Taittirîya Upanishad II.4), y «donde la más alta fantasía carece de poder» (Dante, Paradiso XXXIII.142). El Maestro Eckhart sigue este método cuando dice que «Nada verdadero puede decirse de Dios». Tales ejemplos podrían multiplicarse indefinidamente, procedentes de todo tipo de fuentes, cristianas, sufîs, hindúes, taoístas y otras. En la metafísica upanishádica, no menos que en la teología cristiana, «Es la vía negativa la que tiene la primacía sobre la otra, Dios no es un objeto. Él está más allá de todo lo que es, y, por consiguiente, más allá de lo cognoscible, puesto que el conocimiento tiene el ser por límite. Desde este punto de vista sobreeminente, Dios no está sólo por encima de las afirmaciones y de las negaciones contradictorias, sino que su naturaleza sobresubstancial está envuelta de tinieblas» (M. de Wulf, Histoire de la philosophie médiévale, 6a ed., París, 1934, p. 107). «Él no sabe lo que Él mismo es, debido a que Él no es una cosa... Por lo tanto, se dice que Dios es Esencia, pero más verdaderamente que Él no es Esencia» («Deus itaque nescit se quid est, quia non est quid. ...Essentia ergo dicitur Deus, sed proprie essentia non est»), Erígena  , De div. naturae, II.13 y I.14; o poniendo esto en términos indios, «El Brahman? se llama âtman, pero más propiamente anâtmya». Estas reflexiones pueden prepararnos para considerar la naturaleza del Purusha en mayor detalle, según las formulaciones védicas y upanishádicas, que solo pueden parecer extrañas a aquellos que no están familiarizados con la metodología de la teología y de la metafísica universales. Ciertamente, el punto principal que hay que entender es que si Su naturaleza transciende todas las antítesis lógicas, Él no puede ser encontrado, como Él es en sí mismo, por el buscador que considera solo Su ser, es decir, Su «Faz» o Su «Luz», sino solo por el Comprehensor que ve también Su «Espalda» o Su «Obscuridad». Él, la Persona (purusha) omnipresente (vyâpaka) e incaracterizada (alinga), «con Cuyo nacimiento un hombre se libera y alcanza la eternidad (amrtatvam)», no es solo Amor y Vida, sino también Temor y Muerte. 1689 METAFÍSICA: Mahâ Purusha: «LA IDENTIDAD SUPREMA»

Otro punto de importancia en conexión con esto: aunque el punto de vista védico presume necesariamente una inmortalidad, es decir, una atemporalidad de todas las potencialidades del ser que subsisten tipalmente en el Sí mismo (y esto, desde el punto de vista del Sí mismo, puede considerarse como una existencia eterna en la imagen del mundo, no meramente de cada individuo, sino de cada acto de cada individuo sobre cualquier plano del ser), una inmortalidad de este tipo no ha de considerarse en modo alguno como una inmortalidad desde el punto de vista de una consciencia individual. Se afirma con suficiente claridad que tanto la inmortalidad relativa de los Ángeles, como la inmortalidad absoluta de la Realización son condiciones que dependen enteramente del esfuerzo individual; o, como se expresa desde un punto de vista más limitado en la tradición cristiana, cada individuo debe trabajar por su propia salvación. Por así decir, no puede haber ninguna «inmortalidad» para la mónada individual que no ha adquirido un «alma» por el debido cumplimiento de las Obras, o realizado el Sí mismo ya sea parcialmente como un Viajero o completamente como un Comprehensor. En cuanto a los seres infrahumanos, «las pequeñas criaturas, que retornan continuamente», de quienes se dice «Nace y muere», el suyo es un «tercer estado»; su curso es efímero, y no es por el devayâna ni por el pitryâna, aunque no se excluye la posibilidad de que incluso un animal, bajo circunstancias especiales, pueda desarrollar una consciencia con un valor superviviente. Y en cuanto a esos seres humanos en la forma, pero en absoluto menschlich (= humanos) en la naturaleza, que no cumplen siquiera una virtuosidad (kâusalya) en las Obras, se dice que su Psique renace en matrices animales, o alternativamente que se pierde. De aquí (por supuesto solo desde el punto de vista humano, puesto que no hay ninguna superioridad de un estado sobre otro a los ojos del Sí mismo) la suma importancia del nacimiento en la forma humana; pues aquí y ahora se determina si el individuo heredará o no la Vida Eterna, o al menos una posibilidad renovada de ganar la Vida Eterna. Además, el Veda es el cuerpo de la Verdad en el que está establecida la vía de la vida; y esta Verdad, eterna en la consciencia del Sí mismo (sin distinción entre «conocimiento» y «ser»), se transmite como ha sido «escuchada», por una sucesión de Profetas (rshayah) de manvantara en manvantara. 1775 METAFÍSICA: El Diluvio en la Tradición Hindú