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Coomaraswamy Daimon

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Ananda Coomaraswamy   — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA

SOBRE A PSICOLOGIA TRADICIONAL E HINDU, OU MELHOR PNEUMATOLOGIA (cont.)
DAIMON
Todo este problema puede formularse también en los términos del dominio del Fatum y la transcendencia de la Necesidad. Aquí debemos volver a lo que se ha dicho más atrás concerniente a los Siete Rsis; pues la concepción de nuestra constitución y consecuente Destino, que estaba implícita allí, no es en modo alguno únicamente india sino, por ejemplo, idéntica a la doctrina platónica expresada por Hermes Trismegisto (Lib. I.9.16, XVI.13 sig, Excerpt XII, y en otras partes). Aquí la Mente creativa solar (demiourgos) «hizo de Fuego y de Espíritu Siete Gobernadores, que envuelven en sus órbitas el universo sensible, y su Gobierno (gr. dioikesis, literalmente cuidado doméstico, economía) se llama «Destino» (heimarmene)». Estos Gobernadores son los Planetas (gr. astera, estrellas, luces) y actúan sobre nosotros, o más bien en nosotros, a través de los correspondientes Daimones [1] que se hacen cargo de nosotros al nacimiento, entrando en las dos partes irracionales del alma y penetrando el cuerpo, donde, asentados en sus vasos [2], tiran de nosotros hacia sí mismos (anthelkousi ... eis eautos), gobernando así nuestra vida terrenal, usando nuestros cuerpos como sus instrumentos. La mayor parte de nosotros somos conducidos y arrastrados por estos Daimones, debido a nuestro gusto de las actividades en las que, como dice Hermes, consiste su ser. Pero «ni los dioses (los anteriormente dichos Governadores Planetarios) ni los Daimones tienen ningún poder contra el Rayo de Luz Único que es el de Dios» [3] y «hay unos pocos [4], en la [5] de cuya alma, brilla este Divino que viene de Dios por la vía del Sol (la anteriormente dicha )», y en éstos la operación de los Daimones (es decir, los impulsos de los poderes sensitivos en persecución de sus objetos naturales) se reduce a nada. Y así Dios gobierna a los dioses, y ellos a los Daimones, sus representantes en nosotros; él opera a través de ambos, y hace así todas las cosas para sí mismo; y todas las cosas son miembros (mória) [6] de sí mismo.



[1De hecho, nuestro tratamiento de la psicología india como una bhuta-vidya equivale a tratarla como una «demonología». Por supuesto, debemos despojarnos de las connotaciones peyorativas con las que el cristianismo ha investido a la palabra «daimon», la cual, como su equivalente indio, Yaksha y Bhuta, se refiere a Dios o a seres de origen divino, aunque pueden ser buenos (obedientes) o malos (desobedientes). La demonología tradicional es a la vez una angelología y una psicología. Hoy en día nosotros consideramos todas estas cosas como «supersticiones», y ciertamente son tales, en el sentido literal de «supervivencias»; pero el que ahora llamemos a los demonios dentro de nosotros «instintos», no cambia nada en la naturaleza de las «pasiones dominantes», a las que nosotros estamos sometidos, hasta que hemos aprendido a dominarlas y a usarlas por nosotros mismos. Un instinto es un impulso (instinguere, instigación), y nosotros todavía hablamos acertadamente de nuestros instintos como tendencias (a causa de que tiran de nosotros) y del pensamiento tenido de deseo como tendencioso. La psicología es fundamentalmente una patología, como anuncia el "pathe en emin" de Platón, y «toda pasión es una posesión epiléptica» (epilepton, ser cautivado, ser hecho preso), Filón, Legum allegoriae IV.79. «Comportarse» según nuestros gustos y disgustos no es una libertad, ni un acto, sino una esclavitud y una pasión. La enfermedad del alma es su propia auto-volición. Sea cual sea el nombre con el que llamemos a los «caballos» el problema permanece el mismo, conducirlos o ser conducido por ellos.
No podemos tratar aquí la etimología de «daimon», pero queremos relacionarla con la √ sánscrita day o da y con daitya y danava; y probablemente es significativo que se diga que Indra vence a los Daityas y Danavas en siete grupos de siete en sus respectivas estaciones (yathasthanam, Brhaddevata VII.51, 52), lo cual parece referirse a una «victoria sobre los poderes de percepción y de acción»; y a esto, en Arthasastra I.6, se le llama «toda la ciencia del gobierno».

[2Las susodichas Nadi_(yoga), stenopoi, etc. (ver Coomaraswamy Sopros Canais), y que han de considerarse como las «líneas de fuerza» por las que nuestro ser es penetrado.

[3La «cadena de oro» de Platón (Leyes 645) y el «raggio dell’alta luce, che da se e vera» de Alighieri (Paradiso XXXIII.53).

[4«Pues, como ellos dicen con referencia a los misterios, "Muchos son los portadores del tirso, pero pocos los Bacchoi"; y éstos, sostengo, son los únicos filósofos verdaderos» (Fedón 69CD). «A vosotros os ha sido dado conocer los secretos del Reino del Cielo, pero a ellos no les ha sido dado. Viendo no ven, y oyendo no oyen, ni comprenden. a menos que ellos perciban. y oigan. y comprendan. y se vuelvan a mí para que les cure», San Mateo 13:11-15. La última cosa que el «hombre moderno en busca de un alma» desea es ser curado —«En los últimos días los hombres serán amantes solo de sí mismos», II Timoteo 3:1, 2.

[5Aunque es casi inevitable traducir logos, logismos, logistikos por «Razón» y «racional», lo que está realmente implícito es la noción de un Cálculo infalible, y debe comprenderse claramente que la «Razón» platónica no es en modo alguno nuestra «racionalidad», sino más bien la «Mente de la mente» de Aristóteles, la Mente que es «siempre recta» (De anima III.10, 33a.27), y la Synteresis, Intellectus vel Spiritus escolástica, en vez de nuestra «mente» o «» que forma opiniones y actúa en consecuencia. Ya para Boecio, la razón es una facultad mortal, y cuando él se llama a sí mismo un «animal racional y mortal», la Filosofía le replica que él ha olvidado Quien es. La mayor parte de lo que hoy día se llama «conocimiento» no se basa en nada mejor que estadísticas, y sus «hechos» son solo lo que nosotros «hacemos» de estas; por consiguiente, la mayor parte de la educación moderna, tiene poco o nada que ver con el fin último del hombre, s’eternar.

[6Estrechamente relacionado con moîra, «porción, parte», y así «fatum», como se trata abajo.