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Coomaraswamy Arte Ganho

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Ananda Coomaraswamy   — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA
Ganhos com Arte
Se ha preguntado a veces si el «artista» puede sobrevivir bajo las condiciones modernas. En el sentido en el que la palabra se usa por aquellos que hacen la pregunta, uno no ve cómo podría ser esto, o porqué debería sobrevivir el artista. Pues, de la misma manera que el artista moderno no es un miembro útil o significante de la sociedad, sino sólo un miembro ornamental, así el trabajador moderno no es nada sino un miembro útil y no es significante ni ornamental. Es cierto que tendremos que seguir trabajando, pero no es tan cierto que nosotros no podamos vivir, y muy apropiadamente, sin los exhibicionistas de nuestros estudios, galerías y campos de juego. Nosotros no podemos prescindir del arte, debido a que el arte es el conocimiento de cómo deben hacerse las cosas; el arte es el principio de la manufactura (recta ratio factibilium), y aunque un juego sin arte puede ser inocente, una manufactura sin arte es meramente trabajo embrutecedor y un pecado contra la integralidad de la naturaleza humana; nosotros podemos prescindir de los artistas «finos», cuyo arte no se «aplica» a algo, y cuya manufactura del arte organizado en estudios es la inversa de la manufactura sin arte del obrero en las factorías; y debemos ser capaces de prescindir de los obreros de base «cuyas almas están agobiadas y mutiladas por sus ocupaciones vulgares como sus cuerpos están desfigurados por sus artes mecánicas» [1].

En conexión con todas las artes, ya sea la del alfarero, la del pintor, la del poeta, o la del «artesano de la libertad cívica», Platón mismo examina la relación entre la práctica de un arte y el ganarse una manutención [2]. Señala que la práctica de un arte y la capacidad de ganarse la vida son dos cosas diferentes; que el artista (en el sentido de Platón y de las filosofías sociales Cristiana y Oriental) no gana salarios con su arte. El artista trabaja por su arte, y, sólo accidentalmente, es un comerciante si vende lo que hace. Puesto que su arte es una vocación, es íntimamente suyo y pertenece a su naturaleza propia, y la delectación que obtiene de él perfecciona la operación. No hay nada en lo que él querría trabajar (o «jugar») que no sea su trabajo; para él, el estado de ocio sería una abominación hecha de aburrimiento. Esta situación, en la que cada hombre hace lo que es naturalmente (kata physin = sánscrito svabhavatas) suyo hacer (to eautou prattein = sánscrito svadharma, svakarma), no es sólo el tipo de la Justicia [3], sino que, además, bajo estas condiciones (es decir, cuando el hacedor ama trabajar), «se hace más, y mejor hecho, y con más facilidad, que de ninguna otra manera» [4]. Los artistas no son comerciantes. «Saben como hacer, pero no como atesorar» [5]. Bajo estas condiciones el trabajador y hacedor no es un alquilado, sino alguien cuyo salario le permite seguir trabajando y haciendo. Como cualquier otro miembro de una sociedad feudal, en la que los hombres no son «alquilados», sino que todos son enfeudados y todos poseídos de una herencia vigente, su situación es la de un profesional cuya recompensa es por donación o dotación y no «por tanto la hora».

La separación entre el motivo creativo y el motivo de provecho no sólo deja al artista libre para poner el bien de la obra por encima de su propio bien, sino que, al mismo tiempo, abstrae de la manufactura la mancha de la simonía, o el «tráfico en las cosas sagradas»; y esta conclusión, que suena tan extraña en nuestros oídos, para quienes el trabajo y el juego son actividades igualmente seculares, está completamente de acuerdo con el orden tradicional, en el que la operación del artista no es una labor insignificante, sino, literalmente, un rito significante y sagrado, y, en la misma medida que el producto mismo, un símbolo adecuado de una realidad espiritual. Por consiguiente, la operación del artista es una vía, o más bien la vía, por la que el artista, ya sea alfarero o pintor, poeta o rey, puede erigirse o edificarse (exorthon) inmejorablemente a sí mismo, al mismo tiempo que «verifica» o «co-rectifica» (orthon) su obra [6]. Ciertamente, la obra «verdadera» sólo puede hacerla el trabajador «verdadero»; lo igual engendra lo igual.



[1República 495E; cf. 522B, 611D, Teeteto 173AB Que «la industria sin arte sea brutalidad», es difícilmente halagador para aquellos cuya admiración del sistema industrial es igual a su interés en él. Aristóteles define como «esclavos» a aquellos que no tienen nada que ofrecer excepto sus cuerpos (Política I.5.1254b 18). El sistema industrial de producción para el provecho, se apoya finalmente en el trabajo de tales «esclavos», o literalmente «prostitutas». Su libertad política, no hace de los trabajadores de la cadena de montaje y demás «mecánicos bajos» lo que Platón entiende por «hombres libres».

[2República 395B, 500D, Cf. Filón, De opificio mundi 78.

[3República 433B, 443C.

[4República 370C; cf. 347E, 374BC, 406C. Paul Shorey tuvo la ingenuidad de ver en la concepción de la sociedad vocacional de Platón una anticipación de la división del trabajo de Adam_Smith; ver The Republic, tr. and ed. P. Shorey (LCL, 1935), I, 150-151, nota b. En realidad, las dos concepciones no podrían ser más contrarias. En la división del trabajo de Platón se da por establecido, no que el artista sea un tipo especial de hombre, sino que cada hombre es un tipo especial de artista; su especialización es para el bien de todos los concernidos, el productor y el consumidor igualmente. La división del trabajo de Adam_Smith no beneficia a nadie excepto al empresario y al vendedor. Platón, que detestaba todo «fraccionamiento de la facultad humana» (República 395B), difícilmente podría haber visto en nuestra división del trabajo un tipo de justicia. La investigación moderna ha redescubierto que los «trabajadores no están gobernados primariamente por motivos económicos» (ver Stuart Chase, «What Makes the Worker Like to Work?», Reader’s Digest, Febrero de 1941, p. 19).

[5Chuang-tzu, según lo cita Arthur Waley, Three Ways of Thought in Ancient China (Londres, 1939), p. 62. No es verdadero decir que «el artista es un mercenario que vive por la venta de sus propias obras» (F. J. Mather, Concerning Beauty, Princeton, 1935, p. 240). El artista no está trabajando para hacer dinero sino que acepta dinero (o su equivalente) para poder continuar trabajando en su vida —y digo «trabajando en su vida» debido a que el hombre es lo que él hace.

[6«Un hombre alcanza la perfección por la devoción a su trabajo propio ... alabando con su trabajo propio a Quien tejió este todo... Quienquiera que hace el trabajo asignado por su propia naturaleza no incurre en ningún pecado» (Bhagavad Gita XVIII.45-46).