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Chenique Mistérios

sexta-feira 29 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

François Chenique   — MISTÉRIOS
Excertos em versão em espanhol de «Le Culte de la Vierge ou La Métaphysique au féminin»

El Rosario es a la vez oración, invocación y meditación. En nuestros días, la meditación y la oración son ejercicios separados, hechos a menudo sin orden y sin progresión metódica. La meditación se pierde en la raciocinación y no es más que una discusión de la mente consigo misma; la oración se pierde en las efusiones sentimentales y se sofoca en busca de «piadosas afecciones», sin tomar apoyo en la doctrina. La vida espiritual se vuelve subjetiva; el «yo» se vuelve la principal de las consideraciones, y el pecado sería casi la materia primera de la vida espiritual.

El Rosario no tiene estos inconvenientes: está centrado en los misterios crísticos y los misterios mariales; es «objetivo» y el «yo» debe desaparecer ante lo que contempla. Pero sobretodo el Rosario es metódico: la invocación es facilitada por la meditación, y la meditación se hace fecunda por la invocación; además los misterios describen el ciclo espiritual que debe recorrer el alma y constituyen una potente síntesis doctrinal que se trata de realizar en la vida espiritual. La meditación sola no es fecunda; la invocación sola corre el riesgo de perderse, sobretodo al comienzo de la vida espiritual; cuando se invoca un Nombre divino en el misterio que se medita, se permite que ese Nombre realice en nosotros el contenido del misterio.

La naturaleza humana es dispersión, debilidad y pobreza. Para ir a Dios, el hombre tiene necesidad de concentrarse y de unificarse. Por el ritmo, el cuerpo participa en la plegaria, pero el hombre es también «pensamiento»; si debe ir a Dios con todo lo que él es, le es necesario ir a Dios con su pensamiento.

Meditando los misterios del Rosario, el hombre utiliza en la medida de lo posible su mente para ir a Dios. Pero la mente es débil y se dispersa con facilidad: la invocación por medio de las fórmulas del Rosario facilita la meditación operando la concentración del ser y pone en valor esta meditación. A su vez, la meditación facilita la invocación.

Pero es necesario insistir aquí: la meditación no tiene ningún poder por si misma ya que la raciocinación no lleva a nada: es la gracia —por el soporte del Nombre divino en su materialidad— la que realiza el contenido del misterio que se medita. El hombre es incapaz de concentrase: solo el Nombre divino unifica al ser, pero la mente tiene como función despejar los obstáculos.

Meditando los misterios del Rosario, el alma realiza —o más bien el Nombre divino realiza en ella— los misterios de su existencia.

Cada mistério contém uma "virtude" que a alma realiza de uma maneira imediata. A palavra "virtude" pode então só ser tomada no sentido moral, mas é também, e bem mais, uma "virtude espiritual", reflexo de uma "qualidade divina", logo algo que ultrapassa o domínio moral e opera a transformação da alma [1]..

A alma realiza o conteúdo do mistério, mas esta realização está além do domínio psicológico. Queremos dizer por aí que as representações imaginativas ou emocionais podem por vezes ser úteis mas por vezes também prejudiciais. Elas podem ser um modo de conformidade secundária, mas a graça está alem de seu domínio. O homem é incapaz de se "concentrar", pois a concentração que é o reflexo da Unidade divina, é graça. O homem não tem ainda mais de se agitar mentalmente, pois o mental é dispersão. O que o homem pode fazer, é "retificar" sua "intenção" (no sentido etimológico: in-tendre, tender para). O homem tem a intenção de se concentrar no mistério: ele o olha e o examina sob todas suas facetas; sobretudo ele se esforça por eliminar os obstáculos, mas a graça opera o resto, a condição que se conheça a significação do mistério, donde a importância de um certo conhecimento teórico de base.

Eis algumas reflexões breves sobre os mistérios, reflexões que desenvolveremos a seguir:

  • Nos "mistérios jubilosos", a alma a alma se abre ao divino. Na Anunciação, a alma virgem recebe o Verbo e dá à luz o Cristo. Na Visitação, ela se concentra alegremente na presença divina e age em conformidade com esta presença. Na Natividade, a alma exprime Deus pelo Nome divino que ela invoca. Na Apresentação, ela se submete, apesar da embriaguez da graça, à lei exterior. Na Recuperação, ela encontra toda sua alegria na Realidade de Deus presente nela.
  • Os "mistérios dolorosos" retraçam as tribulações do Verbo encarnado. Se o "eu" que evitar estas tribulações ao Verbo divino, deve tomá-los sobre ele. Para que Deus se expanda na alma, a ressuscite e a transforme, é preciso a princípio que o "eu" seja "flagelado", "coroado de espinhos" e "posto à morte", se não é Deus que morre na alma e esta permanece estéril.
  • Os "mistérios gloriosos" retraçam a "transformação" da alma e seu retorno em Deus. Na "Ressurreição", Deus só é real; a alma reencontra em Deus o que tinha perdido anteriormente por sua renúncia ou "extinção". A "Ascensão" é a elevação da alma através dos estados superiores do Ser; a alma deixa todas as coisas criadas para se unir à natureza divina. Em Pentecostes, a alma deificada é cheia da graça do Espírito Santo. Na "Assunção", a alma, semelhante à Virgem, "se extingue" perdendo seu "eu"; ela se "desperta" em seguida no "Coroamento", mas em Deus, onde ela se torna o que ela é de toda eternidade.

Cada mistério do Homem-Deus é um símbolo eficaz, um "sacramental" cuja meditação acompanhada da Invocação" realiza a "virtude" inerente a este mistério. O "Homem Universal" e a "Mãe Universal" realizam em seus mistérios, o "ciclo" tipo do caminho da alma para a perfeição, e estas são as etapas deste caminho que a alma medita e se esforça de realizar. Toda situação humana pode ser resumida a um "protótipo" divino vivido pelo Cristo e sua Mãe; eis porque os mistérios não devem somente ser "meditados", mas ainda ser "vividos" ou "realizados" nas situações mais concretas da vida.


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[1Las virtudes morales son la traducción de las cualidades divinas en el ámbito de la acción. Estas virtudes pueden por lo tanto ser tomadas como símbolos de las cualidades divinas a realizar. La realización de las cualidades divinas supone a priori esta conformidad síquica secundaria, pero sin embargo indispensable, que es la perfección moral. La Sabiduría está muy por encima de la moral, pero el Sabio es «moral» por excelencia. Es vano querer reflejar la esencia divina y dejar errar los elementos inferiores del yo sin darles una guía que asegure su conformidad esencial con lo divino. Ver F. SCHUON, EL OJO DEL CORAZÓN, capítulo De la oración y de la Integración de los elementos síquicos.