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Obras: herméticos

sexta-feira 2 de fevereiro de 2024

  

Lo que es menester sobre todo retener de este pasaje, es que el grado de que se trata, como casi todos los que se vinculan a la misma serie, presenta una significación claramente hermética (Un alto Masón que parece más versado en esa ciencia enteramente moderna y profana que se llama «historia de las religiones» que en el verdadero conocimiento iniciático, el conde de Goblet d’Alviella, ha creído poder? dar de este grado puramente hermético y cristiano una interpretación búdica, bajo el pretexto de que hay una cierta semejanza entre el título de Príncipe de Gracia y el de Señor de Compasión.); y lo que conviene observar más particularmente a este respecto, es la conexión del hermetismo? con las Órdenes de caballería. Éste no es el lugar de buscar el origen   histórico de los altos grados del Escocismo, ni de discutir la teoría tan controvertida de su descendencia templaria; pero, ya sea que haya habido una filiación real? y directa o solo una reconstitución, por ello no es menos cierto que la mayoría de estos grados, y también algunos de los que se encuentran en otros ritos, aparecen como los vestigios de organizaciones que tenían antiguamente una existencia independiente (Es así como hubo efectivamente una Orden de los Trinitarios u Orden de Gracia, que tenía como meta, al menos exteriormente, el rescate de los prisioneros de guerra.), y concretamente de esas antiguas Órdenes de caballería cuya fundación está ligada a la historia de las Cruzadas, es decir, a una época donde no hubo solo relaciones hostiles, como lo creen aquellos que se atienen a las apariencias, sino también activos intercambios intelectuales entre Oriente y Occidente, intercambios que se operaron sobre todo por la mediación de las Órdenes en cuestión. ¿Es menester admitir que es en Oriente donde estas Órdenes tomaron los datos herméticos que asimilaron, o no se debe pensar? más bien? que poseyeron desde su origen un esoterismo de este género, y que es su propia iniciación la que las hizo aptas para entrar en relaciones sobre este terreno con los orientales? Esa es todavía una cuestión que no pretendemos resolver, pero la segunda hipótesis, aunque menos frecuentemente considerada que la primera (Algunos han llegado hasta atribuir al blasón, cuyas relaciones con el simbolismo? hermético son bastante estrechas, un origen exclusivamente persa, mientras que, en realidad, el blasón existía desde la antigüedad en un gran número de pueblos, tanto occidentales como orientales, y concretamente entre los pueblos célticos.), no tiene nada? de inverosímil para quien reconoce la existencia, durante toda la edad media, de una tradición iniciática propiamente occidental; y lo que llevaría también a admitirlo, es que Órdenes fundadas más tarde, y que no tuvieron nunca relaciones con Oriente, estuvieron provistas igualmente de un simbolismo hermético, como la Orden del Toisón de Oro, cuyo nombre mismo es una alusión tan clara como es posible a este simbolismo. Sea como sea, en la época de Dante  , el hermetismo existía ciertamente en la Orden del Temple, lo mismo que el conocimiento de algunas doctrinas de origen más ciertamente árabe, doctrinas que Dante mismo parece no haber ignorado tampoco, y que le fueron transmitidas sin duda también por esta vía; nos explicaremos más adelante sobre este último punto. 1486 EL ESOTERISMO DE DANTE CAPÍTULO III

Abramos ahora un paréntesis para señalar otra curiosa aproximación: esquematizando estas figuras se obtiene un símbolo hermético conocido (figura? 22), que no es sino la posición invertida del símbolo del azufre? alquímico (fig. 23). Reencontramos así el triángulo invertido cuya equivalencia con el corazón y la copa ya hemos indicado en nuestro precedente artículo. Aislado, este triángulo sólo es el signo alquímico del agua, mientras que el triángulo con el vértice hacia arriba, lo es del fuego. Ahora bien, entre los diversos significados constantes del agua, en las más antiguas tradiciones, hay uno? que es más particularmente interesante destacar aquí: se trata del símbolo de la Gracia, y de la regeneración que provoca en el ser? que la recibe. Recordemos el agua bautismal, las cuatro fuentes de agua viva del Paraíso terrenal, así como el agua vertida por el Corazón de Cristo, manantial inagotable de la Gracia. Finalmente y como refuerzo de la explicación, el símbolo invertido del azufre significa el descenso de las influencias espirituales en el "mundo? de aquí abajo", vale decir, en el mundo terrestre y humano?; en otras palabras, se trata del "rocío celeste" del cual ya hemos hablado. Estos son los símbolos herméticos antes aludidos, y se convendrá que su verdadero significado ¡está muy alejado de aquellas interpretaciones falsificadas que pretenden asignarle ciertas sectas contemporáneas!. 1976 EMS II: EL CRISMÓN Y EL CORAZÓN EN LAS ANTIGUAS MARCAS CORPORATIVAS

En primer lugar, desde aquel entonces nos ha sido aportada una confirmación a lo que decíamos al final del artículo, a propósito de los signos de los albañiles y canteros y de los símbolos herméticos a los cuales ellos parecen vincularse directamente. La información de que hablamos proviene de un artículo relativo? al "Compañerazgo", que, por una extraña coincidencia, se publicaba precisamente al mismo tiempo que el nuestro. De allí tomamos este pasaje: "El Cristianismo, llegado a su apogeo, persiguió un estilo? que resumiera su pensamiento, y a las cúpulas, al arco de medio punto, a las torres macizas, sustituyó las agujas esbeltas y la ojiva que, progresivamente, fueron difundiéndose. Fue entonces cuando el Papado fundó en Roma la Universidad de las Artes, hacia donde los monasterios de todos los países enviaron sus estudiantes y sus constructores laicos. De este modo?, estas élites fundaron la Maestría universal, donde canteros, escultores, carpinteros y otros oficios del Arte? recibieron aquella concepción constructiva que ellos llamaban la Gran Obra. La reunión de todos los Maestros de Obra extranjeros formó la asociación simbólica, la paleta rematada por la cruz; y de los brazos de la cruz colgaban la escuadra y el compás. Las marcas emblemáticas crearon los símbolos de la Gran Maestría universal. 2013 EMS V: A PROPÓSITO DE LOS SIGNOS CORPORATIVOS Y DE SU SENTIDO? ORIGINAL

Otro punto que no es menos interesante es éste: en la Tradición islámica, Seyidna Idris es identificado a la vez a Hermes y a Henoch; esta doble asimilación parece indicar una continuidad de Tradición que se remontaría más allá del sacerdocio egipcio, habiendo debido éste solamente recoger la herencia de lo que represente Henoch, que se refiere manifiestamente a una época anterior (¿Sería menester concluir de esta asimilación que el Libro de Henoch, o al menos lo que es conocido bajo este título, debe ser considerado como formando parte integrante del conjunto de los «libros herméticos»?.- Por otra parte, algunos dicen además que el profeta Idris es el mismo que Buddha; lo que ha sido indicado más atrás muestra suficientemente en qué sentido debe entenderse esta aserción, que se refiere en realidad a Budha, el equivalente hindú de Hermes. No podría en efecto tratarse del Buddha histórico, cuya muerte es un hecho conocido, mientras que de Idris es dicho expresamente haber sido transportado vivo al cielo, lo que responde bien al Henoch bíblico.). Al mismo tiempo, las ciencias atribuidas a Seyidna Idris colocadas bajo su influencia especial no son las ciencias puramente espirituales, que son atribuidas a Seyidna Aissa, es decir, a Cristo; son las ciencias que pueden calificarse de «intermediarias», entre las cuales figuran en el primer rango la alquimia y la astrología; y son éstas, en efecto, las ciencias que pueden decirse propiamente «herméticas». Pero aquí se coloca otra consideración que podría considerarse, a primera vista al menos, como una bastante extraña interversión en relación a las correspondencias habituales: Entre los principales profetas, uno hay, como lo veremos en un próximo estudio, que preside a cada uno de los siete cielos planetarios, el cielo del cual es el «Polo» (El-Qutb); ahora bien, no es Seyidna Idris quien preside así en el cielo de Mercurio, sino Seyidna Aissa, y es en el cielo del Sol? donde preside Seyidna Idris; y, naturalmente, esto entraña la misma transposición en las correspondencias astrológicas de las ciencias que les son respectivamente atribuidas. Esto levanta una cuestión muy completa, que no podríamos tener la pretensión de tratar enteramente aquí; puede que tengamos la ocasión de volver a ella, pero por el momento?, nos limitaremos a algunas precisiones que permitirán quizás entrever la solución de la misma, y que, en todo caso, mostrarán al menos que hay ahí muy otra cosa que una simple confusión, y que lo que se arriesgaría a pasar por tal a los ojos de un observador superficial y «exterior?» reposa antes al contrario sobre razones muy profundas en realidad. 2583 Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos HERMES

En primer lugar, no se trata ahí de un caso aislado en el conjunto de las doctrinas Tradicionales, ya que puede encontrarse algo enteramente similar en la angeleología hebraica: En general, Mikael es el ángel del Sol y Rafael el ángel de Mercurio, pero sucede a veces que estas funciones están invertidas. Por otra parte, si Mikael, en tanto que represente el Metatron solar, se asimila esotéricamente a Cristo (Ver El Rey del Mundo, cap. III. ), Rafael es, según la significación de su nombre, el «sanador divino?», y Cristo aparece también como «sanador espiritual» y como «reparador»; por lo demás, podríanse encontrar todavía otras relaciones entre Cristo y el principio representado por Mercurio entre las esferas planetarias (Quizás es menester ver ahí el origen de la equivocación que cometen algunos al considerar? al Buddha como el noveno avatâra de Vishnu; se trataría en realidad de una manifestación en relación con el principio designado como el Budha planetario; en este caso, el Cristo solar sería propiamente Cristo glorioso, es decir, el décimo avatâra, el que debe venir al fin del ciclo.- Recordaremos, a título de curiosidad, que el mes de mayo saca su nombre de Maia, madre de Mercurio (que se dice que es una de las Pléyades), a la cual el citado mes estaba antiguamente consagrado; ahora bien, en el cristianismo ha devenido el «mes de María», por una asimilación, que no es sin duda únicamente fonética entre María y Maia.). Verdad es que, entre los griegos, la medicina? era atribuida a Apolo?, es decir, al principio solar, y a su hijo Asklêpios (de quien los latinos hicieron Esculapio); pero, en los «libros herméticos», Asklêpios deviene hijo de Hermes, y es también de destacar que el bastón que es su atributo tiene estrechas relaciones simbólicas con el caduceo (Alrededor del bastón de Esculapio está enrollada una sola serpiente, la que representa la fuerza benéfica, ya que la fuerza mal?éfica debe desaparecer por lo mismo de que se trata del genio de la medicina. Anotamos igualmente la relación de este mismo bastón de Esculapio, en tanto que signo de curación, con el símbolo bíblico de la «serpiente de bronce» (ver a este sujeto nuestro estudio sobre Sheth, capítulo XX de los Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada) ). Este ejemplo de la medicina permite por lo demás comprender como una misma ciencia puede tener aspectos que se refieren en realidad a órdenes diferentes, de donde unas correspondencias igualmente diferentes, incluso si los efectos exteriores que de la misma se obtienen son aparentemente semejantes, ya que hay la medicina puramente o «teúrgica», y hay también la medicina hermética o «espagírica»; esto está en relación directa con la cuestión que consideramos al presente?; y quizás explicaremos algún día por qué la medicina, bajo el punto de vista Tradicional, era considerada esencialmente como una ciencia sacerdotal. 2584 Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos HERMES

Añadiremos todavía otra precisión: se dice que Idris o Henoch escribió numerosos libros inspirados, según lo que Adam mismo y Seth ya habían escrito en otros (Los números indicados para estos libros varían, y, en muchos casos, pueden ser únicamente números simbólicos; este punto por lo demás no tiene más que una importancia bastante secundaria. ); esos libros fueron los prototipos de los libros sagrados de los egipcios, y los «Libros herméticos» más recientes no representan en cierto modo más que una «readaptación», del mismo modo también que los diversos «Libros de Henoch» que han llegado bajo este nombre hasta nosotros. Por otra parte, los Libros de Adam, de Seth y de Henoch debían naturalmente expresar respectivamente aspectos diferentes del conocimiento Tradicional, implicando una relación más especial con tales o cuales ciencias sagradas, así como la cosa es siempre para la enseñanza transmitida por los diversos Profetas. Podría ser interesante pues, en estas condiciones, preguntarse si no habría algo que corresponda de una cierta manera a estas diferencias, en lo que concierne a Henoch y a Seth, en la estructura de las dos Pirámides de las cuales hemos hablado, e incluso también quizás, si la tercera Pirámide no podría entonces tener del mismo modo alguna relación con Adam, dado? que, aunque no hayamos encontrado en ninguna parte ninguna alusión explícita a esto, sería, en suma, bastante lógico suponer que la misma deba completar el ternario de los grandes Profetas antediluvianos (Va de suyo que esto no quiere decir en punto ninguno que la construcción de las Pirámides deba serles literalmente atribuida, sino solo que la misma ha podido constituir una «fijación» de las ciencias Tradicionales que les son atribuidas respectivamente. ). Entiéndase bien que no pensamos de ningún modo que estas cuestiones sean susceptibles de ser resueltas actualmente; por lo demás, todos los «buscadores» modernos, por así decir, se han «hipnotizado» casi exclusivamente sobre la Gran Pirámide, aunque, después de todo, la misma no sea de tal modo mayor que las otras dos, en realidad, y aunque la diferencia entre ellas no sea muy notable; y, cuando aseguran, para justificar la importancia excepcional que ellos la atribuyen, que es la única que está exactamente orientada, quizás cometen la sinrazón de no reflexionar en que algunas variaciones en la orientación podrían en efecto no ser debidas a ninguna negligencia de los constructores, sino reflejar precisamente algo que se refiere a diferentes «épocas» Tradicionales; pero, ¿cómo podría esperarse que haya occidentales modernos que tengan, para dirigirles en sus búsquedas, nociones al menos un poco justas y precisas sobre las cosas de este género? (La idea? de que la Gran Pirámide difiere esencialmente de las otras dos parece ser muy reciente; se dice que el Khalifa El-Mamûn, queriendo darse cuenta de lo que contenían las Pirámides, decidió abrir una de ellas; se encontró que ésta fue la Gran Pirámide, pero no parece que haya pensado que la misma debía tener un carácter absolutamente especial. ). 2594 Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos LA TUMBA DE HERMES

La consideración del ternario del espíritu, del alma? y del cuerpo nos conduce bastante naturalmente a la del ternario alquímico del Azufre, del Mercurio y de la Sal (NA: Apenas hay necesidad de decir que aquí no se trata de ningún modo de los cuerpos que llevan los mismos nombres en la química vulgar, ni tampoco, por lo demás, de cuerpos cualesquiera, sino más bien de principios.), ya que éste le es comparable en muchos aspectos, aunque procede no obstante de un punto de vista algo diferente, lo que aparece concretamente en el hecho de que el complementarismo de los dos primeros términos está en él mucho más acentuado, de donde una simetría que, como ya lo hemos visto, no existe verdaderamente en el caso del espíritu y del alma. Lo que constituye una de las grandes dificultades de la comprehensión de los escritos alquímicos o herméticos en general, es que los mismos términos se toman en ellos muy frecuentemente en múltiples acepciones, que corresponden a puntos de vista diversos; pero, si ello es así en particular? para el Azufre y el Mercurio, por ello no es menos verdad que el primero se considera constantemente como un principio activo o masculino, y el segundo como un principio pasivo o femenino; en cuanto a la Sal, es neutra en cierto modo, así como conviene al producto de los dos complementarios, en el cual se equilibran las tendencias inversas inherentes a sus naturalezas respectivas. 2775 LA GRAN TRÍADA EL AZUFRE, EL MERCURIO Y LA SAL

Por añadidura, la mayor parte de las ciencias profanas no deben realmente su origen más que a fragmentos o, se podría decir, a residuos de ciencias tradicionales incomprendidas: hemos citado en otro lugar, como particularmente característico, el ejemplo de la química, surgida, no de la alquimia verdadera, sino de su desnaturalización por los "sopladores", es decir por profanos que, ignorando el verdadero sentido de los símbolos herméticos, los tomaron en una acepción torpemente literal. Hemos citado también el caso de la astronomía aislada de todo lo que constituía el "espíritu" de esta ciencia, y que se ha perdido irremediablemente para los modernos, los cuales van repitiendo tontamente que la astronomía fue descubierta de manera totalmente "empírica", por "pastores caldeos", ¡sin darse cuenta de que el nombre de Caldeos era en realidad la designación de una casta sacerdotal! Podrían multiplicarse los ejemplos del mismo género, establecerse una comparación entre las cosmogonías sagradas y la teoría de la "nebulosa" y otras hipótesis similares, o aún, en otro orden de ideas, mostrar la degeneración de la medicina a partir de su antigua dignidad de "arte sacerdotal", y así continuamente. La conclusión sería siempre la misma: unos profanos se han apoderado ilegítimamente de fragmentos de conocimientos de los cuales no podían aprehender ni el alcance ni el significado, y de ellos han formado unas ciencias que se dicen independientes, las cuales valen simplemente lo que valían ellos mismos; la ciencia moderna que ha surgido de ahí, no es por tanto, propiamente mas que la ciencia de los ignorantes (Por una curiosa ironía de las cosas el "cientifismo" de nuestra época mantiene por encima de todo el proclamarse "laico", sin percibir que eso es, simplemente, la confesión explícita de esta ignorancia.). 4920 MISCELÁNEA DEL PRETENDIDO "EMPIRISMO?" DE LOS ANTIGUOS

Tula? es llamada también la «isla blanca», y ya hemos dicho que este color es el que representa a la autoridad espiritual; en las tradiciones americanas, Aztlan tiene por símbolo una montaña blanca, pero esta figuración se aplicaba primero a la Tula hyperbórea y a la «montaña polar». En la India, la «isla blanca» (Shwêta-dwîpa), a la que se coloca generalmente en las lejanas regiones del Norte (El Shwêta-dwîpa es una de las dieciocho subdivisiones del Jambu-dwîpa.), se considera como la «morada de los Bienaventurados», lo que la identifica claramente a la «Tierra de los Vivos» (Esto recuerda igualmente las «Islas afortunadas» de la antigüedad occidental; pero estas islas estaban situadas al Oeste (el «jardín de las Hespérides»: hesper en griego, vesper en latín, son la tarde, es decir, el Occidente), lo que indica una tradición de origen atlante, y lo que, por otra parte, puede hacer pensar también en el «Cielo Occidental» de la tradición tibetana.). No obstante, hay una excepción notable: las tradiciones célticas hablan sobre todo de la «isla verde» como la «isla de los Santos» o la «isla de los Bienaventurados» (El nombre de «isla de los Santos», así como el de «isla verde», ha sido aplicado ulteriormente a Irlanda, e incluso a Inglaterra. — Señalamos igualmente el nombre de isla de Heligoland, que tiene la misma significación.); pero en el centro de esa isla se eleva la «montaña blanca», que no ha sido, se dice, sumergida por ningún diluvio (Ya hemos señalado las tradiciones similares que conciernen al Paraíso terrestre. — En el esoterismo islámico, la «isla verde» (el-jezirah el-khadrah) y la «montaña blanca» (el-jabal el-abiod) también se conocen, aunque se habla muy poco de ellas en el exterior.), y cuya cima es de color púrpura (Se reencuentran aquí los tres colores herméticos: verde, blanco y rojo, de los que hemos hablado en El Esoterismo de Dante.). Esta «montaña del Sol», como también se llama, es lo mismo que el Mêru: éste, que es también la «montaña blanca», ésta rodeado de un cinturón verde por el hecho de que está situado en medio del mar (Por otra parte, a veces se trata de un cinturón con los colores del arcoiris, que puede ser aproximado al echarpe de Iris; Saint-Yves hace alusión a él en su Mission de l’Inde, y la misma cosa se encuentra en las visiones de Anne-Catherine Emmerich. — A este respecto, uno se remitirá a lo que hemos dicho precedentemente sobre el simbolismo del arcoiris, así como sobre los siete dwîpas.), y en su cima brilla el triángulo de la luz?. 5939 EL REY DEL MUNDO CAPÍTULO X

La interpretación más habitual de las dos caras de Jano es la que las considera como representación, respectivamente, del pasado y el porvenir; esta interpretación, bien que incompleta, no deja de ser exacta desde cierto punto de vista. Por eso, en un número considerable de figuraciones, las dos caras son las de un hombre provecto y de un joven; pero no es éste el caso en el emblema de Luchon, donde un examen atento no permite dudar que se trate del Jano andrógino, Ianus-Iana (El nombre de Diana, la diosa lunar, no es sino otra forma? de Iana, el aspecto femenino de Ianus); y apenas será necesario señalar la relación estrecha de esta forma de Jano con ciertos símbolos herméticos como el Rebis (La única diferencia está en que estos símbolos son generalmente Sol-Luna, en formas diversas, mientras que al parecer Ianus-Iana es más bien Lunus-Luna, pues su cabeza se halla a menudo coronada por una media luna). 6836 SFCS   ALGUNOS ASPECTOS DEL SIMBOLISMO DE JANO