Enéada IV, 4 (28)

Míguez
12. Podrá decirse tal vez que ésta es la manera de actuar de la naturaleza, pero que, si hablamos de la sabiduría universal, hemos de atribuirle necesariamente los razonamientos y los recuerdos. He aquí, sin embargo, una manera de razonar propia de hombres que toman la sabiduría por lo que no es, y que consideran lo mismo tanto el pensar como el tratar de pensar. Porque, ¿qué otra cosa es razonar sino procurar descubrir la razón y el pensamiento verdaderos que alcanzan los dominios (…)

Questions About the Soul.
(Second Part.)
SPEECH OF SOUL IN THE INTELLIGIBLE WORLD.
1. When the soul will have risen to the intelligible world, what will she say, and what will she remember? She will contemplate the beings to which she will be united and she will apply her whole attention thereto; otherwise, she would not be in the intelligible world.
MEMORY OF SOUL IN THE INTELLIGIBLE WORLD.
Will she have no memory of things here below? Will she not, for instance, remember that she (…)

Tractate 28 Fourth Ennead. Fourth tractate. Problems of the soul (2).
1. What, then, will be the Soul’s discourse, what its memories in the Intellectual Realm, when at last it has won its way to that Essence?
Obviously from what we have been saying, it will be in contemplation of that order, and have its Act upon the things among which it now is; failing such Contemplation and Act, its being is not there. Of things of earth it will know nothing; it will not, for example, remember an act (…)

Míguez
45. De todo lo que hemos dicho una cosa resulta clara, a saber, que cada una de las partes del universo, según su naturaleza y su disposición, colabora con el todo y sufre y actúa, no de otro modo que en un animal cada una de sus partes, de acuerdo con su naturaleza y su constitución, colabora con el todo y le presta sus servicios, siempre a tenor de la ordenación y utilidad mas justas. Cada parte da de sí misma, y recibe a la vez de las demás todo lo que la naturaleza le permita (…)

Míguez
44. Únicamente la contemplación escapa al encantamiento, porque nadie ejercita el encantamiento consigo mismo. Se trata aquí de un solo ser, ya que es también él mismo el objeto que contempla. Y es claro que su razón no puede sufrir engaño, porque ella hace lo que debe hacer y realiza asimismo su vida y su actividad propia. En ésta no son su libertad ni su razón las que le dan el impulso, sino la parte irracional, instituida como principio. Son así, pues, las pasiones las que actúan (…)

Míguez
43. Pero, ¿cómo influyen sobre el hombre sabio la magia y los brebajes? A su alma, desde luego, no llegan los efectos de la magia, puesto que su razón es impasible y no cambia en modo alguno de opinión. Sufrirá, no obstante, por medio de esa alma irracional que le viene del universo; o mejor aún, será esa alma la que sufra en él. Mas de los brebajes no se originará en él el amor, dado que el amor sólo tiene lugar si el alma racional aprueba la pasión del alma irracional. Y en el (…)

Míguez
42. En consecuencia, los astros no tienen necesidad de memoria — con tal objeto hemos tratado de todas estas cuestiones — , ni de las sensaciones provenientes de los seres. No se da en ellos, como piensan algunos, una aquiesencia a nuestras súplicas, porque, con nuestras súplicas o sin ellas, siempre recibimos de los astros alguna influencia, como partes que ellos son, al igual que nosotros mismos, de un solo y único universo. En éste se ejercen, ciertamente, muchos poderes (…)

Míguez
41. Pueden explicarse los efectos de la súplica por la simpatía de unas partes con otras, al igual que en una cuerda tendida la vibración que viene de abajo se propaga en seguida hasta lo alto. E incluso, con mucha frecuencia, cuando una cuerda (de la lira) vibra, otra siente esta misma vibración por su ajuste a un acuerdo y a una armonía única. Aun llevando las vibraciones de una lira a otra, puede observarse esta simpatía.
También en el universo se da una armonía, aunque en ella (…)

Míguez
40. Pero, ¿cómo explicar las artes del encantamiento? Sin duda, por la simpatía, ya que hay un acuerdo natural entre las cosas semejantes, así como hostilidad entre las cosas diferentes, colaborando verdaderamente muchas y variadas potencias a la unidad del ser universal. Por otra parte, se siguen y se producen muchos encantamientos sin intervención de las artes de la magia; la verdadera magia ha de atribuirse a la Amistad y a la Discordia que enseñorean el universo. El primer mago (…)

Míguez
39. He aquí, por tanto, que las cosas del universo no dependen de razones seminales sino de razones todavía más comprensivas, pertenecientes a seres anteriores a las razones seminales. Porque no se encuentra en las razones seminales la causa de los hechos que son contrarios a ellas, y ni siquiera la de los hechos que provienen de la materia y colaboran con el universo, o la de las acciones que ejercen, unos sobre otros, los seres que han sido engendrados. Más semejaría la razón del (…)