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Obras: servidumbre

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Ahora, ¿cuáles son las tendencias fundamentales de la naturaleza humana a las que se refieren las castas más o menos directamente? Podríamos definir estas tendencias como otros tantos modos de considerar? una «realidad» empírica; en otros términos, la tendencia fundamental del hombre está en conexión con su «sentimiento» - o su «conciencia» - de una «realidad». Para el brâhmana - el tipo puramente intelectual?, contemplativo y «sacerdotal» -, lo «real?» es lo inmutable, lo trascendente; no cree, en su fuero interno, ni en la «vida?» ni en la «tierra»; hay algo en él que permanece ajeno al cambio y la materia; ésa es, grosso modo?, su disposición íntima, su «vida imaginativa», si puede decirse, sean cuales puedan ser? las flaquezas que la oscurecen. El kshatriya - el tipo «caballeresco» - tiene una inteligencia aguda, pero vuelta hacia la acción y el análisis   más que a la contemplación y la síntesis; su fuerza reside, sobre todo, en su carácter; compensa la agresividad de su energía por su generosidad, y su naturaleza pasional por su nobleza, su dominio de sí mismo, su grandeza? de espíritu; para este tipo humano?, lo «real» es el acto, pues es el acto lo que determina, modifica y ordena las cosas; sin el acto, no hay virtud, ni honor, ni gloria. Dicho de otro modo, el kshatriya «cree» más bien? en la eficacia del acto que en la fatalidad de una situación dada: menosprecia la servidumbre de los hechos y sólo piensa en determinar el orden de éstos, en clarificar un caos, en cortar nudos gordianos. Es decir, así como para el brâhmana todo es «inestable» e «irreal», salvo lo Eterno y lo que a éste se vincula - la verdad, el conocimiento, la contemplación, el rito?, la vía -, así para el kshatriya todo es incierto y periférico, salvo las constantes de su dharma?: el acto, el honor, la virtud, la gloria, la nobleza, de las que dependerán todos los demás valores. Esta perspectiva puede transferirse al plano religioso sin cambiar esencialmente de cualidad psicológica. 1740 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO? DE LAS CASTAS

En lo que concierne a la atribución, al ser humano, de un carácter exclusivamente «obediente» - en un grado que equivale a desposeerlo prácticamente de su prerrogativa de hombre -, diremos en primer lugar que el hombre debe obedecer cuando debe aceptar un destino?, o un dogma a priori? incomprensible - pero siempre garantizado por otros dogmas, comprensibles y fundamentales éstos -, o cuando debe someterse a una ley o a una regla; pero no obedece cuando distingue una cosa de otra o cuando ve que dos y dos son cuatro. Como quiera que sea, el argumento decisivo en esta cuestión es el siguiente: el hecho de que el hombre pueda concebir el Sobre-Ser prueba que no pude ser un «servidor» (NA: abd) desde todos puntos de vista, y que hay algo en él - ya sea en principio tan sólo, ya sea también de hecho - que le permite no reducir su actividad espiritual a la obediencia pura y simple; esto es lo que expresa el título de «vicario» (NA: khalîfah) dado? al hombre por el Cor?án, y esto es lo que expresa igualmente el hecho de que, siempre según el Corán, Dios insufló al hombre «algo de su espíritu» (NA: min Rûhihi), concediéndole así una participación real en el Espíritu divino?, lo cual, como el fenómeno general de la deiformidad humana, excluye una naturaleza capaz únicamente de sumisión, luego de servidumbre (NA: Otro ejemplo de lo que se puede llamar con razón y sin abuso de lenguaje la «dignidad humana» es el título de «amigo de Dios» (NA: khalîl Allâh) conferido por el Islam a Abraham. Y cuando Jesús habla de «nuestro Padre que estás en los Cielos» es precisamente para indicar que, si el hombre es «servidor» en cierto aspecto, es «hijo» o «heredero» en otro.). En otros términos, el espíritu humano está esencialmente dotado de objetividad; el hombre es capaz - mal? que les pese a los relativistas - de salir de su subjetividad, y esto está en relación con su capacidad de concebir el Sobre-Ser, luego de trascender el régimen del Ser creador, revelador y legislador: de trascender intelectual y contemplativamente el «Yo» divino, la autodeterminación del supremo Sí. 5375 TRAS LAS HUELLAS DE LA RELIGION PERENNE: ESPECULACIÓN CONFESIONAL: INTENCIONES Y DIFICULTADES LA VÍA DE LA UNIDAD