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Cassirer: Excertos da «Tragédia da Cultura»
quarta-feira 23 de março de 2022, por
La verdadera razón de esta "tragedia de la cultura" reside, según Simmel, en que la aparente interiorización que la cultura nos promete lleva siempre aparejada, en realidad, una especie de autoenajenación. Media entre el "alma" y el "mundo" un conflicto constante, una relación constantemente tensa, que amenaza convertirse, a la postre, en una relación sencillamente antitética. El hombre no puede tampoco conquistar el mundo espiritual sin infligir con ello un daño a su alma. La vida espiritual consiste en un progreso constante; la vida anímica en un retroceso cada vez más profundo sobre sí mismo. Por eso, los caminos y las metas del "espíritu objetivo" no pueden ser nunca los mismos que los de la vida subjetiva. Para el alma individual, todo aquello que no puede llenarse con ella misma se convierte necesariamente en áspera corteza. Y esta corteza va cubriéndola con una capa cada vez más espesa y menos frágil.
"A la vida vibrátil, incansable, desarrollada hasta el infinito, del alma que crea en un sentido cualquiera, se enfrenta su producto fijo, idealmente inconmovible, con el penoso efecto retroactivo de estancar y fosilizar aquella vivacidad; no pocas veces, parece como si la movilidad creadora del alma muriese al alumbrar su propio fruto. Al paso que la lógica de las formaciones y las conexiones impersonales esté cargada de dinámica, surgen entre éstas y los impulsos y normas interiores de la personalidad duras fricciones, que adoptan bajo la forma de la cultura en cuanto tal una peculiar condensación. Desde que el hombre se dice a sí mismo yo, desde que se ha convertido en objeto, por encima de sí y frente a si; desde que, a través de esta forma de nuestra alma sus contenidos desembocan todos en un centro; desde entonces, tenía necesariamente que ir creciendo, a base de esa forma, el ideal de que lo que aparece unido con el centro sea también una unidad armónica y cerrada y, por tanto, un todo capaz de bastarse a si mismo. Sin embargo, los contenidos sobre los que el yo ha de llevar a cabo esta organización de un universo propio y unitario no le pertenecen exclusivamente a él; estos elementos le vienen dados desde afuera, desde alguna exterioridad espacial, temporal o ideal, y constituyen al mismo tiempo los contenidos de otros mundos, sociales, metafísicos, conceptuales y éticos, en los que adoptan formas y conexiones recíprocas que no coinciden con las del yo... En esto consiste, propiamente, la tragedia de la cultura. Podemos, en efecto, considerar como un destino trágico -a diferencia de un acaecimiento simplemente triste o que descarga desde fuera sus efectos destructores- el que las fuerzas aniquiladoras dirigidas contra un ser emerjan de las más profundas capas de este ser mismo; y el que esta destrucción venga a realizar un destino que el propio ser de que se trata lleva en su entraña y que constituye, por decirlo así, el desarrollo lógico de aquella misma estructura con que ese ser ha construido su propia positividad." [Simmel, Philosophische Kultur, Leipzig, 1911, pp. 251 ss., 265 ss.]
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