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Coomaraswamy (ASM:148-151) – Lila (jogo divino)
sexta-feira 5 de agosto de 2022, por
español
La palabra del sánscrito tardío lila, como es bien sabido, describe cualquier tipo de juego, y puede compararse en significado al griego paidia. Aquí nos interesaremos principalmente en la referencia de lila a la manifestación y actividad divina considerada como un «juego», una «recreación» o un «divertimiento».
En una concepción tal no hay nada extrano o únicamente indio. El Maestro Eckhart , por ejemplo, dice: «Siempre ha habido este juego en la Naturaleza del Padre, del abrazo del Padre a su propia naturaleza viene este eterno juego del Hijo [1]. Este juego fue jugado eternamente antes de todas las criaturas ... El juego de los dos es el Espíritu Santo, en quien ambos se recrean, y que él mismo se recrea en ambos. Juego y jugadores son lo mismo» (ed. Evans, p. 148). Boehme agrega «no que este primer gozo comenzara con la creación, no, pues era por toda eternidad ... La creación es el mismo juego de sí mismo» (Signatura rerum XVI.2-3).
Que Platón consideraba la actividad divina como un juego se muestra por su llamarnos «juguetes» de Dios — «y en lo que concierne a lo mejor en nosotros, eso es lo que nosotros somos realmente»; de aquí que prosiga diciendo que nosotros debemos danzar en consecuencia, obedeciendo solo a esa única cuerda de oro de la Ley, por la cual la marioneta está suspendida desde arriba, y pasar así la vida, sin tomar en serio los asuntos humanos, solo «jugando a los mejores juegos»; no como juegan esos jugadores cuyas vidas están entregadas a los juegos, sino siendo «de otra mente» que esos cuyos actos están motivados por su propio interés o placer (Leyes 644, 803, 804). El «filósofo de otra mente» de Platón que, habiendo hecho el ascenso y visto la luz, retorna a la Caverna para tomar parte en la vida del mundo (República VII) es en realidad un avatara («el que ha descendido de nuevo»), uno que podría decir con Krishna: «No hay nada en los Tres Mundos que yo tenga necesidad de hacer, ni nada que yo no haya obtenido y que pudiera obtener, y sin embargo participo en la acción. Lo mismo que el ignorante, por apego a las acciones, actúa, así el Comprehensor, aunque desapegado, debe actuar también, con miras al mantenimiento del orden en el mundo» (Bhagavad Gita III.22-25; v. Fazer). La palabra lila aparece por primera vez, en conexión con estas mismas ideas, en el Brahma Sutra , II. 1.32, 33, na [...], «La actividad creativa de Brahma no se lleva a cabo debido a una necesidad por su parte, sino simplemente a modo de juego, en el sentido común de la palabra».
Entendemos que el énfasis está siempre sobre la idea de una actividad «pura», que puede describirse propiamente como «juego», debido a que el juego no se juega, como se hace ordinariamente un «trabajo», con miras a asegurar algún fin esencial al bienestar del trabajador, sino exuberantemente; el trabajador trabaja por lo que necesita, el jugador juega debido a lo que él es. El trabajo es laborioso, el juego aplicado; el trabajo agota, el juego recrea. La manera de vivir mejor y más a semejanza de Dios es «jugar el juego». Y antes de que dejemos estas consideraciones generales, debe entenderse que, en las sociedades tradicionales, todos esos juegos y representaciones que nosotros consideramos ahora como «deportes» y «espectáculos» meramente seculares son, hablando estrictamente, ritos, en los que solo participan iniciados; y que, bajo estas condiciones, la pericia (kausalam) nunca es una habilidad meramente física , sino también una «sabiduría» (sophia, cuyo sentido básico es precisamente «la cualidad de ser experto»). Y así los extremos se tocan, el trabajo deviene un juego y el juego un trabajo; vivir, por lo tanto, es haber visto «la acción en la inacción y la inacción en la acción» (Bhagavad Gita IV.18), es estar por encima de la batalla, y permanecer así inafectado por las consecuencias de la acción (Brhadaranyaka Upanishad IV.4.23, Isavasya Upanishad 5, Bhagavad Gita V.7, etc.), pues las acciones ya no son «mías» sino del Senor (Jaiminiya Upanishad Brahmana 1.5.2, Bhagavad Gita III.15, etc.), a quien ellas «no atan» (Katha Upanishad V.11, Maitri Upanishad III.2, Bhagavad Gita IV.14, etc.).
Original
The late Sanskrit word lila, as is well known, describes any kind of playing, and may be compared in meaning to Gr. παιδιά. Here we shall be chiefly concerned with the reference of lila to the divine manifestation and activity thought of as a “sport,” “playing,” or “dalliance.”
In such a conception there is nothing strange or uniquely Indian. Meister Eckhart, for example, says: “There has always been this play going on in the Father-nature . . . from the Father’s embrace of his own nature there comes this eternal playing of the Son. This play was played eternally before all creatures... The playing of the twain is the Holy Ghost in whom they both disport themselves and he disports himself in both. Sport and players are the same” (Evans ed., p. 148); Boehme adds “not that this joy first began with the creation, no, for it was from eternity. .. . The creation is the same sport out of himself” (Signatura rerum xvi.2-3).
That Plato thought of the divine activity as a game is shown by his calling us God’s “toys”—“and as regards the best in us, that is what we really are”; whence he goes on to say that we ought to dance accordingly, obeying only that one golden cord of the Law by which the puppet is suspended from above, and so pass through life not taking human affairs to heart but “playing at the finest games”; not as those playboys play whose lives are devoted to sports, but being “otherwise minded” than those whose acts are motivated by their own interest or pleasure (Laws 644, 803, 804). Plato’s otherwise-minded “philosopher” who, having made the ascent and seen the light, returns to the Cave to take part in the life of the world (Republic VII) is really an avatar a (“one who has gone down again”), one who could say with Krishna: “There is naught in the Three Worlds I have need to do, nor anything I have not gotten that I might get, yet I participate in action. . . . Just as the ignorant, being attached to actions, act, even so should the Comprehensor, being unattached, also act, with a view to the maintenance of order in the world” (Bhagavad Gita III.22-25). It is in the same connection of ideas that the word lila appears for the first time in the Brahma Sutra, II.I.32, 33, na [...], “Brahma’s creative activity is not under taken by way of any need on his part, but simply by way of sport, in the common sense of the word.”
The emphasis is, we realize, always upon the idea of a “pure” activity that can properly be described as “playful” because the game is played, not as “work” is ordinarily performed, with a view to secure some end essential to the worker’s well-being, but exuberantly; the worker works for what he needs, the player plays because of what he is. The work is laborious, the playing hard; the work exhausting, but the game a recreation. The best and most God-like way of living is to “play the game.” And before we relinquish these general considerations, it should be realized that in traditional societies all those actual games and performances that we now regard as merely secular “sports” and “shows” are, strictly speaking, rites, to be participated in only by initiates; and that under these conditions proficiency (kausalam) is never a merely physical skill, but also a “wisdom” (σοφία, of which the basic sense is precisely “expertise”). And so extremes meet, work becoming play, and play work; to live accordingly is to have seen “action in inaction, and inaction in action” (Bhagavad Gita iv.18), to have risen above the battle, and so to remain unaffected by the consequences of action (BU iv.4.23, Isa. Up. 5, Bhagavad Gita v.7, etc.), the actions being no longer “mine” but the Lord’s (Jaiminiya Upanishad Brahmana I.5.2, Bhagavad Gita III.15, etc.), to whom they “do not cling” (Katha Upanishad V.11, Maitri Upanishad III.2, Bhagavad Gita iv.14, etc.).
[1] Cf. Brhadaranyaka Upanishad IV.1.6, donde la beatitud (ananda) de Brahma se explica por el hecho de que «por medio de su Intelecto (manas) consorta con la Mujer», es decir, Vac. Por así decir, la beatitud divina se ocasiona por la reunión eterna de esencia y naturaleza in divinis; «ese mismo misterio de la generación eterna, en la que ha habido una perfección eterna» (Jacob Boehme, Signatura rerum XVI.1).