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jogo etc

  

paidia / παιδιά / paignion / παίγνιον / jogo / brinquedo / παίζω / paizo / jogar / παίζομαι / paizomai / ser jogado / marionete / joguete / fantoche / krta / lila

AKC (peças)

Nosotros somos las «piezas» que el Jugador de damas mueve, no arbitrariamente sino de acuerdo con nuestros propios merecimientos; «una tarea maravillosamente fácil» porque, aunque Él es el autor de nuestro ser, somos nosotros mismos los responsables de ser lo que nosotros somos, y todo lo que el juego requiere es mover cada pieza a una posición mejor o peor de acuerdo con su propio carácter (Leyes 904, cf. Heráclito  , fr. 79). Esto es esencialmente una enunciación de la ley del karma y la doctrina de que «El Fatum [Destino] está en las causas creadas mismas». [Sobre el juego de ajedrez de Dios, cf. Rumi  , Diwan, Oda X, «Cuán dichoso el rey a quien da jaque mate tu torre», y Mathnawi I.600, II.2645, 3213, IV.1555, sobre la pelota en el campo de polo, que solo se mueve como debe «cuando la hace danzar la mano del Rey».

D. B. Macdonald, sobre la base de Proverbios 8:30, 31, señala que los Hebreos «llegaron a considerar al hombre como parte de un juguete animado desplegado ante los ojos de Jehová para proporcionar-Le gozo» (The Hebrew Philosophical Genius, Princenton, 1936, pp. 50, 134, 136)]. [AKCMeta  :Nota]


Cf. Brhadaranyaka Upanishad   III.7.1, donde (combinando el texto y el comentario de Sayana): «¿Conoces tú ese Hilo con el que, y ese Controlador Interno con el que y por quien, este mundo y el otro y todos los seres están encordados juntos y controlados desde adentro, de modo que ellos se mueven como una marioneta, cumpliendo sus respectivas funciones?». Que Platón tenía conocimiento de una doctrina del «hilo del espíritu» (sutratman), está implícito en el pasaje citado de Leyes y es confirmado por el hecho de que, en Teeteto   153, conecta la cuerda de oro de la Ilíada   VIII. 18 sig. con el Sol, a quien todas las cosas están atadas por ella, de la misma manera que en Shatapatha Brahmana VI.7.1.17; cf. Atharva Veda Sarhhita X.8.39 y Bhagavad Gita VII.7. [No podemos tratar aquí en toda su extensión la doctrina de la «cuerda de oro», pero podemos señalar que el pensamiento de Ilíada VIII.23 erysaimi (teniendo presente que en este verbo, especialmente en las formas media y pasiva, el sentido de «tirar» apenas puede separarse del de «rescatar») subyace en San Juan 12:32 pantas elkyson pros emauton, en Hermes, Lib. XVI.5 eis auton ta panta elkon y XVI.7 anadesas eis eauton, y en Dante  , Paradiso I.117, «Questi la terra in sè stringe ed aduna»].

Las dos notables referencias budistas a la marioneta humana (Samyutta Nikaya 1.134, Therigatha, II.390 sig.) ignoran al Marionetero, pues su único propósito es mostrar que la marioneta es un producto compuesto y evanescente de la concatenación causal, que no ha de ser considerado como el Sí mismo de uno. Rumi   apostrofa, «Oh ridícula marioneta, que saltas fuera de tu agujero (caja), como clamando a voz en grito “yo soy el señor de la tierra”, ¿cuánto durara tu salto? Abátete a ti mismo, o ellos te doblarán, como se dobla un arco» (Rumi, Diwan, Oda XXXVI); ridícula, porque «Quien no ha escapado de la (auto-) voluntad, no tiene voluntad» (ídem, Oda XIII). Aquí «ellos» se refiere a los impulsos contrarios de las afecciones, instintos, gustos y disgustos por los que el animal hombre, que no es movedor de sí mismo, «es arrastrado a esta vía o aquella», al bien o al mal según pueda ser el caso (Platón, Leyes 644D, cotejado en Hermes, Lib. XVI. 14). Cf. Aristóteles  , De anima III.10 (433a), «El apetito produce movimientos inexplicables (para ton logismon): pues epithymia es un tipo de apetito, y la razón (noûs) nunca yerra».

De hecho, a nosotros nos ofende la interpretación mecanicista de nuestra individualidad solo porque identificamos nuestro ser con el «pequeño sí mismo» de la marioneta y no con el del Gran Sí mismo del Marionetero. ¡El hombre, Per sua diffalta... ed in affanno cambió onesto ríso e dolce gioco (Dante, Purgatorio XXVIII.95, 96)!. Lo que realmente se entiende por ser el juguete de Dios, y danzar en consecuencia, es haber hecho nuestra Su Voluntad; es jugar con Él, en vez de con nosotros mismos, en la escena; y al mismo tiempo compartir su punto de vista que contempla desde arriba, o desde el patio de butacas [stalls], o desde los palcos [sidelines] (según sea la metáfora); es haber devenido no más las víctimas, sino los espectadores de nuestro propio fatum.

[D. B. Macdonald, Hebrew Philosophical Genius, p. 135, observa que «las marionetas son conscientes de sí mismas y tienen una cierta elección en cuanto a cuál cuerda permitirán que les arrastre». La elección está entre la vida del instinto y la vida «racional» (kata logon); pero al decir esto debemos recordar que cuando Platón dice «guiado por la Razón» entiende «haciendo la voluntad de Dios» y no un sentido meramente común o un «comportamiento» pragmático; por «razón» nosotros entendemos lo que él llama «opinión»]. [Ibid.]

AKC (dados)

Quanto à associação de ideias implícita no nosso texto [“lançamento de dados”], veja Atharva Veda Samhita IV.17.7: “Do mesmo modo que a derrota no jogo de dados, a morte pela fome . . . apagamos tudo isso”. Quando os Devas e Asuras jogam, as apostas são a vida e a morte. Veja Jeremy Taylor citado em Oxford N.E.Digha-Nikaya, s.v., lançar os dados, II.5: “Eles ... lançam um dado ... do maior interesse para o mundo: é a penúltima jogada para a eternidade”.

Muito próximo do pensamento do nosso texto está o do Chandogya   Upanixade IV. 1.6: “Mesmo quando os lances mais baixos dos dados são consumados na jogada mais alta (krtam samyanti), no caso do homem tudo é consumado nele, qualquer que seja o tipo de bem praticado pelos seres”. [AKCcivi:Nota]

Stutley

Krta I. O nome do lado de um dado marcado com quatro pontos e considerado o dado de sorte ou vencedor. É também o nome coletivo dos quatro dados em oposição ao quinto dado chamado kali.

II. Nome da primeira das quatro eras do mundo [yuga]; também chamado de satya-yuga. Nesta era, todas as pessoas pertenciam a uma casta chamada hamsa, e todas adoravam a mesma divindade e tinham um único veda. Foi uma “idade de ouro”. [Stutley]