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Obras: liturgia

sexta-feira 2 de fevereiro de 2024

  

A este respecto, importa ante todo no confundir las lenguas sagradas con las lenguas simplemente litúrgicas: (NA: Esto importa en tanto que hemos visto a un orientalista calificar de «lengua litúrgica» al árabe, que es en realidad una lengua sagrada, con la intención disimulada pero bastante clara para quien sabe comprender, de despreciar la tradición islámica y esto tiene relación con el hecho de que este mismo orientalista ha hecho en los países de lengua árabe, por lo demás sin éxito, una verdadera campaña para la adopción de la escritura en caracteres latinos.) para que una lengua pueda cumplir este último papel, es suficiente en suma que esté «fijada», exenta de las continuas variaciones que sufren forzosamente las lenguas que son habladas comúnmente; (NA: Preferimos decir aquí «lengua fijada» mejor que «lengua muerta» como es habitual hacerlo, pues, en tanto que una lengua es empleada en usos rituales, no se puede decir que, desde el punto de vista tradicional, esté realmente muerta.) pero las lenguas sagradas son exclusivamente aquellas en las cuales son formuladas las Escrituras de las diferentes tradiciones. Es evidente que toda lengua sagrada es también al mismo tiempo, y con más razón, la lengua litúrgica o ritual de la tradición a la cual pertenece, (NA: Decimos litúrgica o ritual, puesto que el primero de estos dos términos no se aplica propiamente más que a las formas religiosas, mientras que el segundo tiene un significado del todo general y que conviene igualmente a todas las tradiciones.) pero lo inverso no es cierto; así el griego y el latín pueden perfectamente, del mismo modo que algunas otras lenguas antiguas, (NA: Particularmente el sirio, el copto y el eslavo antiguo, en uso en diversas Iglesias orientales.) jugar el papel de lenguas litúrgicas para el Cristianismo (NA: Quede claro que tenemos en cuenta nada más las ramas regulares y ortodoxas del Cristianismo; el Protestantismo bajo todas sus formas no hace uso más que de las lenguas vulgares, por lo que no se puede hablar propiamente de que tenga una liturgia.) pero no son de ninguna forma lenguas sagradas; si se les supone que han podido tener otras veces tal carácter, (NA: El hecho de que no conozcamos los Libros sagrados escritos en esas lenguas no permite descartar absolutamente esta suposición, pues ciertamente han existido en la antigüedad muchas cosas que no nos han llegado; ésta es de las cuestiones que sería seguramente muy difícil resolver actualmente, como por ejemplo, en lo que concierne a la tradición romana, la del verdadero carácter de los Libros sibilinos, así como la de la lengua en la cual fueron redactados.) eso sería en todo caso en tradiciones desaparecidas y con las cuales el Cristianismo no tiene evidentemente ninguna relación de filiación. 1253 ESOTERISMO CRISTIANO A PROPÓSITO DE LAS LENGUAS SAGRADAS

Si consideramos por ejemplo la tradición hebrea, vemos que se habla en el Sepher Ietsirah del «Palacio Santo» o «Palacio interior», que es el verdadero «Centro del Mundo» en el sentido cosmogónico del término; y vemos también que este «Palacio Santo» tiene su imagen en el mundo humano, por su residencia en un cierto lugar de la Shekinah, que es la «presencia real» de la Divinidad (NA: Ver nuestros artículos sobre El Corazón del Mundo en la Kábala hebrea y la Tierra Santa y el Corazón del Mundo, en la revista Regnabit, julio-agosto y septiembre-octubre de 1926, cf. también cap. IV de El Simbolismo de la Cruz  .) para el pueblo de Israel, esta residencia de la Shekinah era el Tabernáculo (NA: Mishkan) que, por esta razón, era considerado como el «Corazón del Mundo» porque era efectivamente el centro espiritual de su propia tradición. Este centro además, no fue al principio un lugar fijo; cuando se trata de un pueblo nómada, como era el caso, su centro espiritual debe desplazarse con él aun permaneciendo, no obstante, siempre el mismo en el curso de ese desplazamiento. «La residencia de la Shekinah dice el Sr. Vuillaud, no fue fijada más que el día en que el Templo fue construido, para lo cual David   había preparado el oro, la plata y todo lo que Salomón necesitaba para concluir la obra. (NA: Es bueno hacer notar que las expresiones que son empleadas aquí evocan la asimilación que ha sido establecida frecuentemente entre la construcción del Templo, considerado en su significado ideal, y la «Gran Obra» de los hermetistas.) El Tabernáculo de la Santidad de Jehovah, la residencia de la Shekinah, es el Santo de los Santos, que es el corazón del Templo, que es el mismo centro de Sión en el centro de la Tierra de Israel, como la Tierra de Israel es el centro del mundo». (NA: La Kabbale   juive, París, 1923, t. p. 509.) Se puede resaltar que hay aquí una serie de extensiones dadas gradualmente a la idea del centro en las aplicaciones que son hechas sucesivamente, de manera que el nombramiento de «Centro del Mundo» o de «Corazón del Mundo» es finalmente extendido a la Tierra de Israel entera, en tanto que ésta es considerada como la «Tierra Santa»; es necesario añadir que bajo el mismo punto de vista recibe también, entre otras denominaciones, la de «Tierra de los Vivos». Se ha hablado de que la «Tierra de los Vivos comprende siete tierras», y el Sr. Vuillaud observa que «esta Tierra es Canaan en la que había siete pueblos», (NA: Ibid., t. II, p. 116.) lo que es exacto en sentido literal, aunque una interpretación simbólica sea igualmente posible. Esta expresión de «Tierra de los Vivos» es exactamente sinónima de «morada de inmortalidad», y la liturgia católica la aplica a la morada celeste de los elegidos que estaba representada por la Tierra prometida, puesto que Israel al penetrar en ella debía ver el fin de sus tribulaciones. Desde otro punto de vista aún, la Tierra de Israel en tanto que centro espiritual, era una imagen del cielo, pues según la tradición judía «todo lo que hacen los israelitas sobre la tierra es cumplido según las pautas de lo que pasa en el mundo celeste». (NA: Ibid., t. I, p. 501.) 1294 ESOTERISMO CRISTIANO LOS GUARDIANES DE TIERRA SANTA

Por otra parte, no es difícil constatar que Virgilio mismo, en cuanto a lo que nos ocupa, ha tenido predecesores en los Griegos, y recordar a este propósito el viaje de Ulises al país de los Cimmerios, así como el descenso de Orfeo a los Infiernos; ¿pero la concordancia que se observa en todo esto no prueba nada más que una serie de apropiaciones o de imitaciones sucesivas? La verdad es que lo que se trata tiene la relación más estrecha con los misterios de la antigüedad, y que estos diversos relatos poéticos o legendarios no son más que traducciones de una misma realidad: la rama de oro que Eneas, conducido por la Sibila, va a coger primero al bosque (esa misma «selva selvaggia» donde Dante   sitúa también el comienzo de su poema), es la rama que llevaban los iniciados de Éleusis, y que recuerda también la acacia de la Masonería moderna, «prenda de resurrección y de inmortalidad». Pero hay más, y el Cristianismo mismo nos presenta también un simbolismo parecido: en la liturgia católica, es por la fiesta de los Ramos (El nombre latino de esta fiesta es Dominica in Palmis; la palma y la rama no son evidentemente más que una sola y misma cosa, y la palma tomada como emblema de los mártires tiene igualmente la significación que indicamos aquí. — Recordaremos también la denominación popular de «Pascua florida», que expresa de una manera muy clara, aunque inconsciente en aquellos que la emplean hoy día, la relación del simbolismo de esta fiesta con la resurrección.) como se abre la semana santa, que verá la muerte de Cristo y su descenso a los Infiernos, después su resurrección, que pronto será seguida de su ascensión gloriosa; y es precisamente el lunes santo cuando comienza el relato de Dante, como para indicar que ha sido al ir a la búsqueda de la rama misteriosa cuando se ha extraviado en el bosque obscuro donde va a encontrar a Virgilio; y su viaje a través de los mundos durará hasta el domingo de Pascua, es decir, hasta el día de la resurrección. 1562 EL ESOTERISMO DE DANTE   CAPÍTULO V

Acabamos de ver que la apelación de "Corazón del Mundo" o de "Centro del Mundo" es extendida a la entera Tierra de Israel, en tanto que ésta es considerada como la "Tierra Santa"; y hay que destacar también que ella recibe, en el mismo aspecto, otras diversas denominaciones, entre las cuales la de "Tierra de los Vivientes" es una de las más notables. Se habla de "la Tierra de los Vivientes que comprende siete tierras", y P. Vulliaud   observa que "esta tierra es Canaán en la cual había siete pueblos", lo que es exacto en el sentido literal, bien que una interpretación simbólica sea igualmente posible y por ello se dice: "Yo marcharé ante el Señor en las Tierras de los vivientes (be-aretsoth ha-hayim?)" (Ps., CXVI, 9). Se sabe que la liturgia católica emplea esta apelación de "Tierra de los Vivientes" para la morada celestial de los elegidos, que era en efecto figurada por la Tierra prometida, puesto que Israel, penetrando en ella, debía ver el fin de sus tribulaciones; y, desde otro punto de vista aún, la Tierra Santa, en tanto que centro espiritual, era una imagen del Cielo, pues, según la tradición judía, "todo lo que hacen los israelitas sobre la tierra se cumple según los tipos de lo que pasa en el mundo celestial". 2125 EMS XII: LA TIERRA SANTA Y EL CORAZÓN DEL MUNDO

Naturalmente, no es en absoluto necesario adherirse a la Sociedad Teosófica para formar parte de la Iglesia Católica Liberal; en ésta, no se enseñan abiertamente las doctrinas teosofistas, pero se preparan los espíritus para aceptarlas. La liturgia misma ha sido bastante hábilmente modificada en este sentido: se han deslizado en ella una masa de alusiones poco comprensibles para el gran público, pero muy claras para los que conocen las teorías en cuestión. Cosa que merece particularmente ser señalada aquí, el culto del Sagrado Corazón es utilizado de la misma manera, como estando en estrecha relación con la venida del nuevo Mesías: se pretende que: "el Reino del Sagrado Corazón será el del Espíritu del Señor Maitreya, y, anunciándolo, no se hace otra cosa que decir bajo una forma velada que su advenimiento entre los hombres está próximo". Esta información, que nos ha venido de España, nos muestra una desviación que hay que parangonar con las falsificaciones del Sagrado Corazón de las que ya se ha tratado anteriormente; los amigos de Regnabit no dudaban ciertamente de que aquellos trabajan directamente, aunque de manera disimulada, ¡para preparar el advenimiento del Mesías teosofista! 2196 EMS XVIII: UNA FALSIFICACIÓN DEL CATOLICISMO

Pero hay algo mejor: no es solamente la liturgia, es ahora el Evangelio mismo el que es alterado, y ello so pretexto de retorno al "Cristianismo primitivo". Se pone en circulación, a este efecto, un pretendido Evangelio de los Doce Santos; este título nos había hecho suponer primero que se trataba de algún Evangelio apócrifo, como existen bastantes; pero no hemos tardado mucho en darnos cuenta de que se trataba de una simple mistificación. Ese pretendido Evangelio, escrito en arameo, habría sido conservado en un monasterio búdico del Tíbet, y su traducción inglesa habría sido transmitida "mentalmente" a un sacerdote anglicano, M. Ouseley, que la publicó seguidamente. Se nos dice además que el pobre hombre estaba por entonces: "anciano, sordo, físicamente debilitado; su vista era de las peores y su mentalidad estaba disminuida; estaba más o menos roto por la edad"; ¿no es eso confesar que su estado le predisponía a jugar en este asunto un papel de engañado? Pasamos sobre la historia fantástica que se cuenta para explicar el origen   de esta traducción, que sería obra de un "Maestro" que fue antaño el célebre filósofo Francis Bacon  , después conocido en el siglo XVIII como el enigmático conde de Saint-Germain. Lo que es más interesante es saber cuáles son las enseñanzas especiales contenidas en el Evangelio en cuestión y que se dice ser: "una parte esencial del Cristianismo original, cuya ausencia ha tristemente empobrecido y empobrecido esta religión". Ahora bien, tales enseñanzas se remiten a dos: la doctrina teosofista de la reencarnación y la prescripción del régimen vegetariano y antialcohólico caro a cierto "moralismo" anglosajón; he aquí que se quieren introducir en el Cristianismo, incluso pretendiendo que esas mismas enseñanzas se encontraban también antaño en los Evangelios canónicos, que han sido suprimidos hacia el siglo IV, y que el Evangelio de los Doce Santos es el único que ha escapado a la corrupción general". A decir verdad, la superchería es bastante grosera, pero desgraciadamente hay todavía demasiados que se dejarán atrapar en ella; haría falta conocer mal la mentalidad de nuestra época para persuadirse de que una cosa de este género no tendrá ningún éxito. 2197 EMS XVIII: UNA FALSIFICACIÓN DEL CATOLICISMO

«Sube de la Tierra al Cielo, y redesciende del Cielo a la Tierra; recibe por ello la virtud y la eficacia de las cosas superiores e inferiores»: estas palabras de la Tabla de Esmeralda hermética puede aplicarse muy exactamente al Hombre en tanto que término mediano de la Gran Tríada, es decir, de una manera más precisa, en tanto que es propiamente el «mediador» por el que se opera efectivamente la comunicación entre el Cielo y la Tierra (NA: Se puede ver también en estas palabras, desde el punto de vista propiamente iniciático, una indicación muy clara de la doble realización «ascendente» y «descendente»; pero se trata de un punto que no podemos pensar desarrollar al presente.). Por lo demás, la «subida de la Tierra al Cielo» es representada ritualmente, en tradiciones muy diversas, por la ascensión a un árbol o a un poste, símbolo del «Eje del Mundo»; por esta ascensión, que es seguida forzosamente de un redescenso (y este doble movimiento corresponde también a la «solución» y a la «coagulación»), aquel que realiza verdaderamente lo que está implicado en el rito se asimila las influencias celestes y las trae en cierto modo a este mundo para unirlas aquí a las influencias terrestres, en él mismo primeramente, y después, por participación y como por «irradiación», en el medio cósmico todo entero (NA: A este propósito, haremos observar incidentalmente que, puesto que el descenso de las influencias celestes se simboliza frecuentemente por la lluvia, es fácil comprender cual es en realidad el sentido profundo de los ritos que tienen como meta aparente «hacer lluvia»; este sentido es evidentemente completamente independiente de la aplicación «mágica» que ve en ellos el vulgo, y que, por lo demás, no se trata de negar, sino solo de reducirla a su justo valor de contingencia de un orden muy inferior. — Es interesante notar que este simbolismo de la lluvia ha sido conservado, a través de la tradición hebraica, hasta en la liturgia católica misma: «Rorate Coeli desuper, et nubes pluant Justum» (NA: Isaías 45:8); el «Justo» de que se trata aquí puede ser considerado como el «mediador» que «redesciende del Cielo a la Tierra», o como el ser que, teniendo efectivamente la plena posesión de su naturaleza celeste, aparece en este mundo como el Avatâra.). 2801 LA GRAN TRÍADA EL MEDIADOR

El mismo simbolismo se expone, con más detalles, en diversos pasajes del Vêda; y primeramente, en lo que concierne al pitri-yana, haremos destacar solamente que no conduce más allá de la Esfera de la Luna, de suerte que, por ahí, el ser no se libera de la forma, es decir, de la condición individual entendida en su sentido más general, puesto que, como ya lo hemos dicho, es precisamente la forma lo que define la individualidad como tal ( Sobre el pitri-yana, ver Chhândogya Upanishad  , 5 Prapâthaka, 10 Khanda, shruti 16. ). Según correspondencias que hemos indicado más atrás, esta Esfera de la Luna representa la "memoria cósmica" ( NA: Es por esta razón por lo que se dice a veces simbólicamente, incluso en occidente, que en ella se encuentra todo lo que se ha perdido en este mundo terrestre ( cf. Ariosto, Orlando Furioso ). ); por eso es la morada de los Pitris, es decir, de los seres del ciclo antecedente, que se consideran como los generadores del ciclo actual, en razón del encadenamiento causal del que la sucesión de los ciclos no es más que el símbolo; y es de ahí de donde viene la denominación del pitri-yâna, mientras que la del devâ-yâna designa naturalmente la Vía que conduce hacia los estados superiores del ser, y por consiguiente hacia la asimilación a la esencia misma de la Luz inteligible. Es en la Esfera de la Luna donde se disuelven las formas que han cumplido el curso completo de su desarrollo; y es ahí también donde están contenidos los gérmenes de las formas todavía no desarrolladas, ya que, para la forma como para toda otra cosa, el punto de partida y el punto de conclusión se sitúan necesariamente en el mismo orden de existencia. Para precisar más estas consideraciones, sería menester poder referirse expresamente a la teoría de los ciclos; pero aquí basta repetir que, puesto que cada ciclo es en realidad un estado de existencia, la forma antigua que abandona un ser no liberado de la individualidad y la forma nueva que reviste pertenecen forzosamente a dos estados diferentes ( el paso de una a la otra se efectúa en la Esfera de la Luna, donde se encuentra el punto común a los dos ciclos ), ya que un ser, cualquiera que sea, no puede pasar dos veces por el mismo estado, así como lo hemos explicado en otra parte al mostrar la absurdidad de las teorías "reencarnacionistas" inventadas por algunos occidentales modernos ( NA: Todo lo que acaba de decirse aquí tiene también una relación con el simbolismo de Janus: la Esfera de la Luna determina la separación de los estados superiores ( no individuales ) y de los estados inferiores ( individuales ); de ahí el doble papel de la Luna como Janua Coeli ( ver las letanías de la Virgen en la liturgia católica ) y Janua Inferni, lo que corresponde de una cierta manera a la distinción del dêva-yâna y del pitri-yâna. — Jana o Diana no es otra cosa que la forma femenina de Janus; y, por otra parte, yâna deriva de la raíz verbal i, "ir" ( latín ire ), donde algunos, y concretamente Ciceron, quieren ver también la raíz del nombre de Janus. ). 3414 HDV XXI

Hay todavía otra concordancia no menos destacable: Saint-Yves, al describir los diversos grados o círculos de la jerarquía iniciática, que están en relación con algunos números simbólicos, que se refieren concretamente a las divisiones del tiempo, termina diciendo que «el círculo más elevado y más cercano al centro misterioso se compone de doce miembros, que representan la iniciación suprema y que corresponden, entre otras cosas, a la «zona zodiacal». Ahora bien, esta constitución se encuentra reproducida en lo que se llama el «consejo circular» del Dalaï-Lama, formado de los doce grandes Namshans (o Nomekhans); y se la encuentra también, por lo demás, hasta en algunas tradiciones occidentales, concretamente en las que conciernen a los «Caballeros de la Tabla Redonda». Agregaremos también que los doce miembros del círculo interior del Agarttha, desde el punto de vista del orden cósmico, no representan simplemente a los doce signos del Zodiaco, sino también (y estamos tentados a decir «más bien», aunque las dos interpretaciones no se excluyen) a los doce Adityas, que son otras tantas formas del sol, en relación con esos mismos signos zodiacales (Se dice que los Adityas (salidos de Aditi o lo «Indivisible») fueron primero siete antes de ser doce, y que su jefe era entonces Varuna. Los doce Adityas son: Dhâtri, Mitra, Aryaman, Rudra, Varuna, Sûrya, Bhaga, Vivaswat, Pûshan, Savitri, Twashtri y Vishnu. Son otras tantas manifestaciones de una esencia única e indivisible; y se dice también que estos doce soles aparecerán todos simultáneamente en el fin del ciclo, reentrando entonces en la unidad esencial y primordial de su naturaleza común. — En los Griegos, los doce grandes Dioses del Olimpo están también en correspondencia con los doce signos del Zodiaco.): Y naturalmente, lo mismo que Manu Vaivaswata es llamado «hijo del Sol», el «Rey del Mundo» tiene también el Sol entre sus emblemas (El símbolo al que hacíamos alusión es exactamente el que la liturgia católica atribuye a Cristo cuando le aplica el título de Sol Justitiae; el Verbo es efectivamente el «Sol espiritual», es decir, el verdadero «Centro del Mundo»; y, además, esta expresión de Sol Justitiae se refiere directamente a los atributos de Melki-Tsedeq. Hay que observar también que el león, animal solar, es, en la antigüedad y en la edad media, un emblema de la justicia al mismo tiempo que del poder; el signo del león (Leo) es, en el Zodiaco, el domicilio propio del Sol. — El Sol de doce rayos puede ser considerado como representando a los doce Adityas; desde otro punto de vista, si el Sol figura a Cristo, los doce rayos son los doce Apóstoles (la palabra apostolos significa «enviado», y los doce rayos son también «enviados» por el Sol). Por lo demás, se puede ver en el número de los doce Apóstoles una marca, entre muchas otras, de la perfecta conformidad del Cristianismo con la tradición primordial.). 5845 EL REY DEL MUNDO CAPÍTULO IV

Si consideramos, por ejemplo, la tradición hebrea, vemos que se habla, en el Sefer Yetsiráh, del "santo Palacio" o "Palacio interior", que es el verdadero "Centro del Mundo", en el sentido cosmogónico del término; y vemos también que ese "santo Palacio" tiene su imagen en el mundo humano por la residencia, en cierto lugar, de la Shejináh, que es la "presencia real" de la Divinidad (Ver nuestros artículos sobre "Le Coeur du Monde dans la Kabbale hébraïque" y "La Terre Sainte et le Coeur du Monde", en la revista Reg., julio-agosto y septiembre-octubre de 1926. (Estos artículos habían sido retomados, por una parte, en Le Roi du Monde (1927), caps. III y VI, y por otra debían serlo de nuevo en Le Symbolisme de la Croix (1931), caps. IV y VII)). Para el pueblo de Israel, esa residencia de la Shejináh era el Tabernáculo (Mishkán), que por esa razón era considerado por él como el "Corazón del Mundo", pues constituía efectivamente el centro espiritual de su propia tradición. Este centro, por lo demás, no fue al comienzo un lugar fijo; cuando se trata de un pueblo nómada, como era el caso, su centro espiritual debe desplazarse con él, aunque permaneciendo siempre en el corazón de ese desplazamiento. "La residencia de la Shejináh — dice P. Vuillaud — sólo se fijó el día en que se construyó el Templo, para el cual David había preparado el oro, la plata y todo cuanto era necesario a Salomón para dar cumplimiento a la obra (Es bien notar que las expresiones aquí empleadas evocan la asimilación, frecuentemente establecida, entre la construcción del Templo, encarada en su significación ideal, y la "Gran Obra" de los hermetistas). El Tabernáculo de la Santidad de Jehováh, la residencia de la Shejináh, es el Sanctasantórum que es el corazón del Templo, el cual es a su vez el centro de Sión (Jerusalén), como la santa Sión es el centro de la Tierra de Israel, como la Tierra de Israel es el centro del mundo" (La Kabbale juive, t. I, pág. 509). Puede advertirse que hay aquí una serie de extensiones, dada gradualmente a la idea de centro en las aplicaciones que de ella se hacen sucesivamente, de suerte que la denominación de "Centro del Mundo" o de "Corazón del Mundo" es finalmente extendida a la Tierra de Israel en su totalidad, en tanto que considerada como la "Tierra Santa"; y ha de agregarse que, en el mismo respecto, recibe también, entre otras denominaciones, la de "Tierra de los Vivos". Se habla de la "Tierra de los Vivos que comprende siete tierras", y P. Vuillaud observa que "esta Tierra es Canaán, en la cual había siete pueblos" (La Kabbale, t. II, pág.116), lo cual es exacto en el sentido literal, aunque sea igualmente posible una interpretación simbólica. La expresión "Tierra de los Vivos" es exactamente sinónima de "morada de inmortalidad", y la liturgia católica la aplica a la morada celeste de los elegidos, que estaba en efecto figurada por la Tierra Prometida, puesto que Israel, al penetrar en ésta, debía ver el fin de sus tribulaciones. Desde otro punto de vista más, la Tierra de Israel, en cuanto centro espiritual, era una imagen del Cielo, pues, según la tradición judía, "todo lo que los israelitas hacen en la tierra se cumple según los tipos de lo que ocurre en el mundo celeste" (Ibid., t. I, pág. 501). 6756 SFCS   LOS GUARDIANES DE TIERRA SANTA

"En los monumentos romanos — escribía Charbonneau-Lassay   al reproducir el documento — Jano se muestra, como en el medallón de Luchon, con la corona en la cabeza y el cetro en la diestra, porque es rey; tiene en la otra mano una llave que abre y cierra las épocas: por eso, por extensión de la idea, los romanos le consagraban las puertas de las casas y ciudades (...) Cristo también, como el antiguo Jano, porta el cetro real, al cual tiene derecho conferido por su Padre del Cielo y por sus antepasados terrenos; su otra mano tiene la llave de los secretos eternos, la llave teñida de su sangre, que ha abierto a la perdida humanidad la puerta de la vida. Por eso, en la cuarta de las grandes antífonas preparatorias de la Navidad, la liturgia sagrada lo aclama así: «O Clavis David, et Sceptrum domus Israel!... » Tú eres, ¡oh Cristo esperado!, la Llave de David y el Cetro de la casa de Israel. Tú abres, y nadie puede cerrar; y cuando tú cierras, nadie podría abrir ya..." (Breviario romano, oficio del 20 de diciembre). 6835 SFCS ALGUNOS ASPECTOS DEL SIMBOLISMO DE JANO

Con motivo de cierta "teoría de la fiesta" formulada por un sociólogo, habíamos señalado (Ver É. T., abril de 1940, pág. 169) que esta teoría, entre otros defectos, tenía el de querer reducir todas las fiestas a un solo tipo, que constituye lo que podría llamarse las fiestas "carnavalescas" expresión que nos parece lo bastante clara para ser comprendida por todos, ya que el carnaval representa efectivamente lo que de ellas subsiste aún en Occidente; y decíamos entonces que con motivo de ese género de fiestas se plantean problemas dignos de más detenido examen. En efecto, la impresión que de ellas se desprende es siempre, y ante todo, la de "desorden" en el sentido más cabal del término; ¿cómo es, pues, que se comprueba la existencia de esas fiestas no solo en una época como la nuestra, donde en suma podría considerárselas, si le fuesen peculiares, como simplemente una de las numerosas manifestaciones del desequilibrio general sino también, e inclusive con desarrollo mucho más amplió, en las civilizaciones tradicionales, con las cuales parecerían a primera vista incompatibles? No es inútil citar aquí algunos ejemplos precisos, y mencionaremos ante todo, a este respecto, ciertas fiestas de carácter realmente extraño que se celebraran en el Medioevo: la "fiesta del asno", en la cual este animal, cuyo simbolismo propiamente "satánico" es muy conocido en todas las tradiciones (Sería un error querer oponer a esto el papel desempeñado por el asno en la tradición evangélica, pues, en realidad, el buey y el asno, situados a una y otra parte de la cuna en el nacimiento de Cristo, simbolizan respectivamente el conjunto de las fuerzas benéficas y el de las fuerzas maléficas; ambos conjuntos se encuentran nuevamente, por lo demás, en la Crucifixión, bajo la forma del buen ladrón y el mal ladrón. Por otra parte, Cristo montado sobre un asno a su entrada en Jerusalén representa el triunfo sobre las fuerzas maléficas, triunfo cuya realización constituye propiamente la "Redención" misma. (En esta nota se encuentra la respuesta al primero de los dos puntos dejados en suspenso por el autor en una de las notas del cap. XX: Shet; la explicación del segundo punto se da en el cuerpo del artículo)), era introducido hasta en el coro mismo de la iglesia, donde ocupaba el sitio de honor y recibía las señales de veneración más extraordinarias; y la "fiesta de los locos" donde el bajo clero se entregaba a las peores inconveniencias, parodiando a la vez la jerarquía eclesiástica y la liturgia misma (Esos "locos" llevaban, por otra parte, un bonete con largas orejas, manifiestamente destinado a evocar la idea de una cabeza de asno, y este rasgo no es menos significativo desde el punto de vista en que nos hemos situado). ¿Cómo es posible explicar que semejantes cosas, cuyo carácter más evidente es incontestablemente el de parodia y aun de sacrilegio (El autor de la teoría a que aludimos reconoce ciertamente la existencia de esta parodia y sacrilegio, pero, refiriéndolas a su concepción de la "fiesta" en general, pretende hacer de ellos elementos característicos de lo "sagrado" mismo, lo que no solo es una paradoja algo excesiva, sino, hay que decirlo claramente, una pura y simple contradicción), hayan podido en una época como esa ser no solo toleradas, sino inclusive admitidas en cierto modo oficialmente? Mencionaremos también las saturnales de la antigua Roma, de las cuales, por otra parte, parece derivar directamente el carnaval moderno, aunque a decir verdad ya solamente como un vestigio muy disminuido: durante esas fiestas, los esclavos mandaban a los amos y éstos les servían (Inclusive se encuentran, en regiones muy diversas, casos de fiestas del mismo género en que se llegaba hasta a conferir temporariamente a un esclavo o a un criminal las insignias de la realeza, con todo el poder que ellas comportan, solo que para darle muerte una vez la fiesta terminada); se tenía entonces la imagen de un verdadero mundo invertido", donde todo, se hacía al revés del orden normal (El mismo autor habla también, a este respecto, de "actos al revés" y aun de "retorno al caos" lo que contiene por lo menos una parte de verdad, pero, por una asombrosa confusión de ideas, quiere asimilar ese caos a la edad de oro"). Aunque se pretenda comúnmente que había en esas fiestas una evocación de la "edad de oro", esta interpretación es manifiestamente falsa, pues no se trata de una especie de "igualdad", que podría en rigor considerarse como representación, en la medida en que las condiciones presentes lo permiten (Queremos decir, las condiciones del Kali-Yuga o "edad de hierro", de la cual la época romana. forma parte tanto como la nuestra), de la indiferenciación primera de las funciones sociales: se trata de una inversión de las relaciones jerárquicas, lo que es algo enteramente diverso, y tal inversión constituye, de modo general, uno de los caracteres más netos del, "satanismo". Hay que ver en ellas, pues, más bien algo que se refiere al. aspecto "siniestro" de Saturno, aspecto que ciertamente no le pertenece en cuanto dios de la "edad de oro", sino, al contrario, en tanto que no es ya actualmente sino el dios caído de un período concluso (Que los antiguos dioses se conviertan en cierto modo en demonios es un hecho generalmente comprobado, y del cual la actitud de los cristianos con respecto a los dioses del "paganismo" no es sino un simple caso particular; pero al parecer nunca se lo ha explicado como convendría; no podemos, por lo demás, insistir aquí sobre este punto, que nos llevaría fuera de nuestro tema. Debe quedar bien entendido que esto, que se refiere únicamente a ciertas condiciones cíclicas, no afecta ni modifica en nada el carácter esencial de esos mismos dioses en tanto que simbolizan intemporalmente principios de orden suprahumano, de suerte que, junto a este aspecto maléfico accidental, el aspecto benéfico subsiste siempre pese a todo, y aun cuando sea completamente desconocido por la "gente de afuera"; la interpretación astrológica de Saturno podría ofrecer un ejemplo a este respecto). 6872 SFCS SOBRE LA SIGNIFICACION DE LAS FIESTAS "CARNAVALESCAS"

Hemos aludido a cierta relación existente entre la luz y la lluvia, en cuanto una y otra simbolizan igualmente los influjos celestes o espirituales ( (Cap. LIX: "Kâla-mukha")). Esta significación es evidente. en lo que respecta a la luz; en lo que concierne a la lluvia, la hemos indicado en otro lugar (La Grande Triade, cap. XIV), señalando que entonces se trata sobre todo del descenso de esos influjos al mundo terrestre, y destacando que ese es en realidad el sentido profundo, enteramente independiente de cualquier aplicación "mágica", de los difundidos ritos que tienen por objeto "hacer llover" (Este simbolismo de la lluvia se ha conservado, a través de la tradición hebrea, hasta en la misma liturgia católica: Rorate Caeli desuper et nubes pluant Iustum (Isaías, XLV, 8)). Por otra parte, tanto la luz como la lluvia tienen un poder "vivificante", que representa con exactitud la acción de los influjos de que se trata (Ver a este respecto, en lo que concierne a la luz, Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVII); con este carácter se vincula también, más en particular, el simbolismo del rocío, que, como es natural, se halla en estrecha conexión con el de la lluvia y es común a numerosas formas tradicionales, desde el hermetismo (La tradición rosacruz asocia muy en especial el rocío y la luz, estableciendo una relación por consonancia entre Rosa-Lux y Rosa-Crux) y la Cábala hebrea (Recordaremos, también, a este respecto, que el nombre Metatrón, por las diferentes interpretaciones que de él se dan, se vincula a la vez a la "luz" y a la "lluvia"; y el carácter propiamente "solar" de Metatrón pone a éste en relación directa con las consideraciones que desarrollaremos en seguida) hasta la tradición extremo-oriental (Ver Le Roi du Monde, cap. III, y Le Symbolisme de la Croix, cap. IX). 7219 SFCS LA LUZ Y LA LLUVIA