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Obras: Edén

sexta-feira 2 de fevereiro de 2024

  

A Seyidna Adam se atribuye la cultura de la tierra (NA: cf. Génesis, II,15: «Dios tomó al hombre y le puso en el jardín de Edén para cultivarle y guardarle»); a Seyidna Aissa, los conocimientos de orden puramente espiritual; a Seyidna Yûsif, la belleza y las artes; a Seyidna Idris, las ciencias «intermediarias», es decir, las de orden cosmológico y psíquico; a Seyidna Dâwud, el gobierno; a Seyidna Mûsa, al cual está inseparablemente asociado su hermano Harûn, las cosas de la religión bajo el doble aspecto de la legislación y del culto; a Seguidna Ibrahîm, la (por la cual, ésta correspondencia con el séptimo cielo debe ser aproximada a lo que recordábamos recientemente a propósito de Dante  , en cuanto a su situación en el más alto de los siete escalones de la escala iniciática). 69 Apercepciones sobre el esoterismo islámico   y el taoismo LA QUIROLOGÍA EN EL ESOTERISMO ISLÁMICO

Se dice más tarde que el Grial fue confiado a Adán en el Paraíso terrenal, pero que, después de su expulsión, Adán lo perdió a su vez, pues no se lo pudo llevar con él cuando fue desterrado del Edén, y esto aún aclara más el sentido que nosotros acabamos de indicar. El hombre, desplazado de su centro original por su propia falta, se encuentra en adelante encerrado en la esfera temporal; no podía reunir el punto único en el que todas las cosas son contempladas bajo el aspecto de la eternidad. El Paraíso terrenal, en efecto, era verdaderamente el «Centro del Mundo», asimilado simbólicamente al Corazón divino; ¿y no se puede decir que Adán, cuando estaba en el Edén, vivía verdaderamente en el Corazón de Dios? 1406 ESOTERISMO CRISTIANO EL SAGRADO CORAZÓN Y LA LEYENDA DEL SANTO GRIAL

Se dice luego que el Grial fue confiado a Adán en el Paraíso terrestre, pero que, a raíz de su caída, Adán lo perdió a su vez, pues no pudo llevarlo consigo cuando fue expulsado del Edén; y esto también se hace bien claro con el sentido que acabamos de indicar. El hombre, apartado de su centro original por su propia culpa, se encontraba en adelante encerrado en la esfera temporal; no podía ya recobrar el punto único desde el cual todas las cosas se contemplan bajo el aspecto de la eternidad. El Paraíso terrestre, en efecto, era verdaderamente el "Centro del Mundo" asimilado simbólicamente en todas partes al Corazón divino; ¿y no cabe decir que Adán, en tanto estuvo en el Edén, vivía verdaderamente en el Corazón de Dios? 1941 EMS I: EL SAGRADO CORAZÓN Y LA LEYENDA DEL SANTO GRIAL

Según la Escritura, el "Arbol de la Vida" estaba emplazado en mitad del Edén (Génesis, II, 9), y, como hemos explicado en nuestro estudio sobre la leyenda del Santo Grial, el Edén era él mismo el Centro espiritual del Mundo. Este árbol representaba por tanto, el eje invariable alrededor del cual se cumple la revolución de todas las cosas (revolución con la cual se relaciona igualmente el ciclo zodiacal); y por ello el "Arbol de Vida" es designado en otras tradiciones como el "Arbol del Mundo". Enumeraremos solamente algunos de los árboles que, en los diferentes pueblos, se han tomado para simbolizar este "Arbol del Mundo": la higuera en la India, la encina entre los Celtas y en Dodona, el fresno entre los Escandinavos, el tilo en los Germanos. Pensamos que hay que ver también una figura del "Arbol del Mundo" o del "Arbol de Vida" en el ex libris hermético del siglo XVIII que Charbonneau ha reproducido en el mismo artículo (p. 179); aquí, está representado por la acacia, símbolo hebreo de inmortalidad e incorruptibilidad, luego de resurrección. Es precisamente, según la tradición hebraica también, del "Arbol de Vida" de donde emana este "rocío celeste" del que hemos tenido ocasión de hablar ya en diversas ocasiones y por el cual debe operarse la resurrección de los muertos. 1988 EMS III: ACERCA DE ALGUNOS SÍMBOLOS HERMÉTICO-RELIGIOSOS

La naturaleza dual del Árbol de la Ciencia sólo aparece a Adán en el momento de la caída, puesto que es entonces cuando deviene "conocedor del bien y del mal" (III, 22). Es entonces también cuando es alejado del centro que es el lugar de la unidad primera a la cual corresponde el Arbol de Vida; y es precisamente "para guardar el camino del "Árbol de Vida", que los querubines, armados con la espada flamígera, están emplazados a la entrada del Edén (III, 24). Este centro ha devenido inaccesible para el hombre caído, habiendo, como hemos dicho precedentemente (agosto-septiembre de 1925), perdido el sentido de la eternidad, que es también el "sentido de la unidad". 2031 EMS VI: LOS ÁRBOLES DEL PARAÍSO

Para terminar este examen del libro de M. Vulliaud  , formularemos todavía algunas observaciones al respecto de una cuestión que merece particularmente la atención, y que tiene una cierta relación con las consideraciones que ya hemos tenido la ocasión de exponer, especialmente en nuestro estudio sobre El Rey del Mundo; queremos hablar de la cuestión que concierne a la Shekinah y Metatron. En su sentido más general, la Shekinah es la «presencia real» de la Divinidad; la primera cosa que debemos hacer destacar es que los pasajes de la Escritura en los que es hecha especialmente mención de la misma son sobre todo aquellos en que es cuestión la institución de un centro espiritual: la construcción del Tabernáculo, la edificación de los Templos de Salomón y Zorobabel. Un tal centro, constituido en condiciones regularmente definidas, debía ser, en efecto, el lugar de la manifestación divina, siempre representada como una «luz»; y, aunque M. Vulliaud niega toda relación entre la Kabbala   y la Masonería (aún reconociendo empero que el símbolo del «Gran Arquitecto» es una metáfora habitual en los rabinos), la expresión de «lugar muy iluminado y muy regular», que esta última ha conservado, bien parece ser un recuerdo de la antigua ciencia sacerdotal que presidía en la construcción de los templos, y que por lo demás no era particular a los judíos. Es inútil que abordemos aquí la teoría de las «influencias espirituales» (preferimos esta expresión a la de «bendiciones» para traducir el hebreo berakoth, tanto más cuanto que éste es el sentido que ha conservado muy nítidamente en árabe el término Barakah); pero incluso considerando las cosas bajo este solo punto de vista, sería posible explicar la palabra de Elías Levita que M. Vulliaud narra: «Los Maestros de la Kabbala tienen a este sujeto grandes secretos». Ahora la cuestión es tanto mas compleja cuanto que la Shekinah se presenta bajo aspectos múltiples; tiene dos aspectos principales: Interior uno y exterior el otro (t. I, p. 495); pero aquí, M. Vulliaud habría podido explicarse un poco más claramente de lo que lo ha hecho, tanto más cuanto que a despecho de su intención de no tratar más que de la «Kabbala judía», ha señalado precisamente «las relaciones entre las teologías judía y cristiana a propósito de la Shekinah» (p. 493). Ahora bien, justamente, hay en la Tradición cristiana, una frase que designa con el máximo de claridad los dos aspectos de que habla: Gloria in excelsis Deo, et in terra Pax hominibus bonae voluntatis. Los términos Gloria y Pax se refieren respectivamente al aspecto interno, en relación al Principio, y al aspecto exterior, en relación al mundo manifestado; y si se consideran estos dos términos de esta manera, uno puede comprender de inmediato por qué son pronunciados por los Ángeles (Malakim) para anunciar el nacimiento del «Dios con nosotros» o «en nosotros» (Emmanuel). También sería posible, para el primer aspecto, recordar la teoría de los teólogos sobre la «Luz de la gloria» en la cual y por la cual, se cumple la visión beatífica (in excelsis); y para el segundo aspecto diremos todavía que la «Paz» en su sentido esotérico, es indicada por todas partes como el atributo espiritual fundamental de los centros espirituales establecidos en este mundo (terra). Por otra parte el término árabe Sakinah, que es de toda evidencia idéntico al término hebreo, se traduce por «Gran Paz», la cual es el equivalente exacto de la Pax Profunda de los Rosa Cruz, y de esta manera, sería sin duda posible explicar lo que estos entendían por el «Templo del Espíritu Santo». Podríase de la misma manera interpretar de un modo preciso un cierto número de texto evangélicos, tanto más cuanto que «la Tradición secreta concerniente a la Shekinah tendría alguna relación con la luz del Mesías» (p. 503). ¿Es pues sin intención que M. Vulliaud, al dar esta última indicación, dice que se trata de la Tradición «reservada a los que prosiguen el camino que conduce al Pardes», es decir, como lo hemos explicado en otra parte, al Centro espiritual supremo? Esto nos lleva todavía a otra observación; un poco más adelante es cuestión de un «misterio relativo al jubileo» (p. 506), el cual se vincula en un cierto sentido a la idea de «Paz» y a este propósito se cita este texto del Zohar   (III, 586): «El río que sale del Edén lleva el nombre de Jobel, como del de Jeremías (XVII, 8): El extenderá sus raíces hacia el río, de donde resulta que la idea central del Jubileo es el retorno de todas las cosas a su estado primitivo». Está claro que se trata aquí del retorno al «estado primordial» considerado por todas las tradiciones y del cual hemos debido ocuparnos en nuestro estudio sobre Dante; y, cuando se añade que «el retorno de todas las cosa a su primer estado anunciará la era mesiánica» (p. 507), los que hayan leído este estudio podrán acordarse de lo que hemos dicho allí al respecto de las relaciones entre el «Paraíso terrestre» y la «Jerusalem celeste». Por otra parte de lo que se trata aquí, por todas partes y siempre, en las fases diversas de la manifestación cíclica, es del Pardes, el centro de este mundo, que el simbolismo Tradicional de todos los pueblos compara al corazón, dentro del ser y «residencia divina» (Brahma-pura en la doctrina hindú), como el Tabernáculo que es su imagen y que, por esta razón, es denominado en hebreo mishkam o «habitáculo de Dios» (p. 493), término que tiene la misma raíz que el término Shekinah. Bajo otro punto de vista, la Shekinah es la síntesis de los Sephiroth; ahora bien, en el árbol sephirótico, la «columna de la derecha» es el lado de la Misericordia, y la «columna de la izquierda» es el lado del Rigor; debemos pues reencontrar esos dos aspectos también en la Shekinah. En efecto «si el hombre peca y se aleja de la Shekinah, cae bajo el poder de las potencias (Sârim) que dependen del Rigor» (p. 507), y entonces la Shekinah es llamada «mano de Rigor», lo que recuerda de inmediato el símbolo bien conocido de la «mano de justicia». Pero, al contrario, si el hombre se aproxima a la Shekinah, se libera, y la Shekinah es «la mano derecha» de Dios, es decir, que la «mano de justicia» deviene entonces la «mano bendiciente». Son los misterios de la «Casa de justicia» (Beith-Din) que es todavía otra designación del Centro espiritual supremo; apenas hay necesidad de hacer observar que los dos lados que hemos considerado son los mismos en los que se reparten los elegidos y los condenados en las representaciones cristianas del «Juicio final». Podríase igualmente establecer una aproximación con las dos vías que los Pitagóricos representaban por la letra Y, y que bajo una forma exotérica estaban simbolizadas por el mito de Hércules entre la Virtud y el Vicio; con las dos puertas celeste e infernal, que, entre los latinos, estaban asociadas al simbolismo de Janus; con las dos fases cíclicas ascendente y descendente que, entre los hindúes, se vinculaban semejantemente al simbolismo de Ganesha. En fin, es fácil comprender así lo que significan verdaderamente expresiones como las de «intención recta» y de «buena voluntad» (Pax hominibus bonae voluntatis), y los que conocen los numerosos símbolos a los cuales hemos hecho aquí alusión, verán que no carece de razón que la fiesta de Navidad coincida con el solsticio de invierno), cuando uno tiene cuidado de dar de lado con todas las interpretaciones exteriores, filosóficas y morales, que les han sido dadas desde los estoicos hasta Kant  . 2546 Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos «LA KABBALA JUDÍA»

La figura de la rueda no difiere de la que acabamos de hablar más que por el trazado de un cierto número de radios, que marcan más explícitamente la relación de la circunferencia en la que acaban con el centro del que han salido; entiéndase bien que la circunferencia no podría existir sin su centro, mientras que éste es absolutamente independiente de ella y contiene principialmente todas las circunferencias concéntricas posibles, que son determinadas por la mayor o menos extensión de los radios. Estos radios pueden ser figurados evidentemente en número variable, puesto que son realmente en multitud indefinida como los puntos de la circunferencia que son sus extremidades; pero, de hecho, las figuraciones tradicionales conllevan siempre números que tienen por sí mismos un valor simbólico particular, valor que se agrega a la significación general de la rueda para definir las diferentes aplicaciones que se hacen de ella según los casos (NA: Las formas que se encuentran más habitualmente son las ruedas de seis y de ocho radios, y también de doce y dieciséis, números dobles de los primeros.). La forma más simple es aquí la que presenta solo cuatro radios que dividen la circunferencia en parte iguales, es decir, dos diámetros rectangulares que forman una cruz en el interior de la circunferencia (NA: Hemos hablado en otra parte de la relaciones de esta figura con la del swastika (NA: El Simbolismo de la Cruz  , cap. X).). Esta figura corresponde naturalmente, desde el punto de vista espacial, a la determinación de los puntos cardinales (NA: Ver más atrás, Figuras 13 y 14.); por otra parte, desde el punto de vista temporal, la circunferencia, si uno la representa como recorrida en un cierto sentido, es la imagen de un ciclo de manifestaciones, y las divisiones determinadas sobre esta circunferencia, por las extremidades de los brazos de la cruz, corresponden entonces a los diferentes períodos o fases en las que se divide este ciclo; una tal división puede ser considerada naturalmente, por así decir, a escalas diversas, según se trate de ciclos más o menos extensos (NA: Se tendrán así por ejemplo, solo en el orden de la existencia terrestre, los cuatro momentos principales del día, las cuatro fases de la lunación, las cuatro estaciones del año, y también, por otra parte, las cuatro edades tradicionales de la humanidad, así como las de la vida humana individual, es decir, en suma, de una manera general todas las correspondencias cuaternarias del género de aquellas a las que ya hemos hecho alusión en lo que precede.). Por lo demás, la idea de la rueda evoca inmediatamente por sí misma la de «rotación»; esta rotación es la figura del cambio continuo al que están sometidas todas las cosas manifestadas, y es por eso por lo que se habla también de la «rueda del devenir» (NA: Cf. la «rueda de la Fortuna» en la antigüedad occidental, y el simbolismo de la décima lámina del Tarot  .); en un tal movimiento, no hay más que un punto único que permanece fijo e inmutable, y este punto es el centro (NA: Por lo demás, el centro debe ser concebido como conteniendo principialmente a la rueda toda entera, y es por eso por lo que Guillaume Postel describe el centro del Edén (que, él mismo, es a la vez el «centro del mundo» y su imagen) como «la Rueda en el medio de la Rueda», lo que corresponde a lo que hemos explicado a propósito del Ming-tang.). 2895 LA GRAN TRÍADA LA RUEDA CÓSMICA

Pero esto no es todo: de la idea de un Dios "en devenir", que no les pertenece exclusivamente y de la que se puede encontrar más de un ejemplo en el pensamiento moderno, los Mormones han pasado pronto a la de una pluralidad de dioses que forman una jerarquía indefinida. En efecto, le fue revelado a Smith "que nuestra actual Biblia   sólo era un texto truncado y pervertido, al cual tenía la misión de devolver su pureza original", y que el primer versículo del Génesis debía ser interpretado así: "el Dios jefe engendró a los demás dioses con el cielo y la tierra". Además, "cada uno de estos dioses es el Dios especial de los espíritus de toda carne que habita en el mundo que él ha formado". Finalmente, cosa aún más extraordinaria, una revelación de Brigham Young, en 1853, nos enseña que el Dios de nuestro planeta es Adán, que no es más que otra forma del arcángel Miguel: "Cuando nuestro padre Adán vino a Edén, trajo consigo a Eva, una de sus mujeres. Él ayudó a la organización de este mundo. Él es Miguel, el Anciano de los Días. Él es nuestro padre y nuestro Dios, el único Dios con el que nosotros tenemos relación". En estas fantásticas historias hay dos cosas que nos recuerdan ciertas especulaciones rabínicas, mientras que, por otra parte, no podemos dejar de pensar en el "pluralismo" de William James  ; ¿no estarán los Mormones entre los primeros en haber formulado el concepto, caro a los pragmatistas, de un Dios limitado, el "Invisible Rey" de Wells? 5066 MISCELÁNEA LOS ORÍGENES DEL MORMONISMO

Lo que muestra quizás más claramente la significación esencial del «Grial», es lo que se dice de su origen  : esta copa habría sido tallada por los Ángeles en una esmeralda caída de la frente de Lucifer en el momento de su caída (Algunos dicen una esmeralda caída de la corona de Lucifer, pero en eso hay una confusión que proviene de que Lucifer, antes de su caída, era el «Ángel de la Corona» (es decir, de Kether, la primera Sephirah), en hebreo Hakathriel, nombre que tiene por lo demás como número 666.). Esta esmeralda recuerda de una manera muy llamativa a la urnâ, la perla frontal que, en el simbolismo hindú (de donde ha pasado al Budismo), ocupa frecuentemente el lugar del tercer ojo de Shiva, que representa lo que se puede llamar el «sentido de la eternidad», así como ya lo hemos explicado en otra parte (El Hombre y su devenir según el Vêdânta, p. 150 de la ed. francesa.). Por lo demás, se dice después que el «Grial» fue confiado a Adam en el paraíso terrestre, pero que, en su caída, Adam le perdió a su vez, ya que no pudo llevarle con él cuando fue arrojado del Edén; y, con la significación que acabamos de indicar, eso deviene suficientemente claro. En efecto, el hombre, apartado de su centro original, se encontraba desde entonces encerrado en la esfera temporal; ya no podía encontrar el punto único desde donde todas las cosas se contemplan bajo el aspecto de la eternidad. En otros términos, la posesión del «sentido de la eternidad» está ligada a lo que todas las tradiciones llaman, como lo hemos recordado más atrás, el «estado primordial», cuya restauración constituye la primera etapa de la verdadera iniciación, puesto que es la condición previa de la conquista efectiva de los estados «suprahumanos» (Sobre este «estado primordial» o «estado edénico», ver El Esoterismo de Dante  , pp. 46-48, y 68-70 de la ed. francesa; y El Hombre y su devenir según el Vêdânta, p. 182 de la ed. francesa.). Por lo demás, el Paraíso terrestre representa propiamente el «Centro del Mundo»; y lo que diremos a continuación, sobre el sentido original de la palabra Paraíso, podrá hacerlo comprender mejor todavía. 5857 EL REY DEL MUNDO CAPÍTULO V

Malkuth es «el depósito donde se reúnen las aguas que vienen del río de arriba, es decir, todas las emanaciones (gracias o influencias espirituales) que ella difunde en abundancia» (P. Vulliaud, La Kabbale juive, tomo I, p. 509.). Este «río de arriba» y las aguas que descienden de él recuerdan extrañamente al papel atribuido al río celeste Gangâ en la tradición hindú: y se podría hacer observar también que la Shakti, de la que Gangâ es un aspecto, no deja de presentar algunas analogías con la Shekinah, aunque no fuera más que en razón de la función «providencial» que les es común. El depósito de las aguas celestes es naturalmente idéntico al centro espiritual de nuestro mundo: desde allí parten los cuatro ríos del Pardes, que se dirigen hacía los cuatro puntos cardinales. Para los Judíos, este centro espiritual se identifica a la colina de Sión, a la que aplican la denominación de «Corazón del Mundo», por lo demás común a todas las «Tierras Santas», y que, para ellos, deviene así en cierto modo el equivalente del Mêru de los hindúes o del Alborj de los persas (En los Samaritanos, es el monte Garizim el que desempeña el mismo papel y el que recibe las mismas denominaciones: él es la «Montaña bendita», la «Colina eterna», el «Monte de la Herencia», la «Casa de Dios» y el Tabernáculo de sus Ángeles, la mansión de la Shekinah; es identificado incluso a la «Montaña primordial» (Har Qadim) donde estuvo el Edén, y que no fue sumergido por las aguas del diluvio.). «El Tabernáculo de la Santidad de Jehovah, la residencia de la Shekinah, es el Santo de los Santos que es el corazón del Templo, que es, él mismo, el centro de Sión (Jerusalem), como la santa Sión es el centro de la Tierra de Israel, como la Tierra de Israel es el centro del mundo» (La Kabbale juive, tomo I, p. 509.). Se puede incluso llevar las cosas todavía más lejos: no solo todo lo que se enumera aquí, tomándolo en el orden inverso, sino también, después del Tabernáculo en el Templo, el Arca de la Alianza en el Tabernáculo, y, sobre el Arca de la Alianza misma, el lugar de manifestación de la Shekinah (entre los dos Kerubim), representan como otras tantas aproximaciones sucesivas del «Polo espiritual». 5882 EL REY DEL MUNDO CAPÍTULO VI

Se dice luego que el Graal fue confiado a Adán en el Paraíso terrestre, pero que, a raíz de su caída, Adán lo perdió a su vez, pues no pudo llevarlo consigo cuando fue expulsado del Edén; y esto también se hace bien claro con el sentido que acabamos de indicar. El hombre, apartado de su centro original por su propia culpa, se encontraba en adelante encerrado en la esfera temporal; no podía ya recobrar el punto único desde el cual todas las cosas se contemplan bajo el aspecto de la eternidad. El Paraíso terrestre, en efecto, era verdaderamente el "Centro del Mundo" asimilado simbólicamente en todas partes al Corazón divino; ¿y no cabe decir que Adán, en tanto estuvo en el Edén, vivía verdaderamente en el Corazón de Dios? 6636 SFCS   EL SAGRADO CORAZON Y LA LEYENDA DEL SANTO GRAAL

Según la tradición cabalística, entre aquellos que penetraron en el Pardés (El Pardés, figurado simbólicamente como un "jardín", debe considerarse aquí como representación del dominio del conocimiento superior y reservado: las cuatro letras P R D S, puestas en relación con los cuatro ríos del Edén, designan entonces respectivamente los diferentes sentidos contenidos en las Escrituras sagradas, a los cuales corresponden otros tantos grados de conocimiento; va de suyo que quienes "devastaron el jardín" no habían llegado efectivamente sino a un grado en que aún es posible el extraviarse) hubo algunos que "devastaron el jardín", y se dice que esta devastación consistió más precisamente en "cortar las raíces de las plantas". Para comprender lo que esto significa, es menester referirse ante todo al simbolismo del árbol invertido, del cual ya hemos hablado en otras ocasiones (Véase especialmente "L’Arbre du Monde" (aquí, cap. II: "El Árbol del Mundo")): las raíces están en alto, es decir, en el Principio mismo; cortar estas raíces es, pues, considerar las "plantas" o los seres simbolizados por ellas como dotadas en cierto modo de una existencia y realidad independientes del Principio. En el caso de que se trata, esos seres son principalmente los ángeles, pues esto se refiere naturalmente a grados de existencia de orden suprahumano; y es fácil comprender cuáles pueden ser las consecuencias, en particular para lo que se ha convenido en llamar la "Cábala práctica". En efecto, la invocación de los ángeles así encarados, no como los "intermediarios celestes" que son desde el punto de vista de la ortodoxia tradicional, sino como verdaderas potencias independientes, constituye propiamente la "asociación" (árabe: shirk) en el sentido que da a este término la tradición islámica, pues entonces tales potencias aparecen inevitablemente como "asociadas" (a título de igualdad) a la Potencia divina misma, en lugar de simplemente derivadas de ella. Estas consecuencias se encuentran también, y con mayor razón, en las aplicaciones inferiores pertenecientes al dominio de la magia, dominio donde, por lo demás, se encuentran necesariamente encerrados tarde o temprano quienes cometen tal error, pues, por eso mismo, en su caso toda posibilidad real de "teúrgia" está excluida, ya que se hace imposible toda comunicación efectiva con el Principio una vez que "las raíces están cortadas". Agregaremos que las mismas consecuencias se extienden hasta a las formas más degeneradas de la magia, como la "magia ceremonial"; solo que en este último caso, si el error es siempre esencialmente el mismo, los peligros efectivos están por lo menos atenuados a causa de la insignificancia misma de los resultados alcanzables (Sobre la cuestión de la "magia ceremonial", cf. Aperçus sur l’Initiation. cap. XX. El empleo de los nombres divinos y angélicos en sus formas hebreas es sin duda una de las principales razones que ha llevado a A. E. Waite a pensar que toda magia ceremonial tenía su origen en los judíos (The Secret Tradition in Freemasonry, pp. 397-99); esta opinión no nos parece enteramente fundada, pues la verdad es más bien que en la magia ceremonial hay elementos tomados a formas de magia más antiguas y auténticas, y que éstas, en el mundo occidental, no podían realmente disponer para sus fórmulas de otra lengua sagrada que el hebreo). Por último, conviene señalar que esto da inmediatamente la explicación de por lo menos uno de los sentidos en que el origen de tales desviaciones se atribuye a veces a los "ángeles caídos"; los ángeles, en efecto, son real y verdaderamente "caídos" cuando se los considera de ese modo, pues de su participación en el Principio tienen en realidad todo lo que constituye su ser, de modo que, cuando esa participación se desconoce, no resta sino un aspecto puramente negativo, como una especie de sombra invertida con respecto a ese ser mismo (Podría decirse, y poco importa que sea literal o simbólicamente, que en tales condiciones quien cree llamar a un ángel corre gran riesgo de ver aparecer, al contrario, un demonio). 7241 SFCS LAS "RAICES DE LAS PLANTAS"