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Coomaraswamy (ASM:139-142) – Sesa - Ananta - Anantaram

segunda-feira 28 de março de 2022

  

Taittiriya Samhita II.4.12, yad asisyata = Rg Veda Samhita I.28.9, ucchistam, no los «posos» del Soma, sino lo que «queda» cuando se ha extraído el Soma de los tegumentos o vainas ahora secas. En este inagotable ucchistam (como en Vrtra) están contenidas todas las cosas (Atharva Veda Samhita XI.7), «todo está sintetizado dentro de él ([...], Atharva Veda Samhita XI.7.1)», «plenum es Ese (Brahma), plenum Este (Todo), cuando plenum se vacía (udacyate) de plenum (por ejemplo, Este Todo de Vrtra) plenum queda» (avasisyate, Brhadaranyaka Upanishad   V.5), «... sí, conozcamos hoy Eso de donde se derramó Esto» ([...], Atharva Veda Samhita X.8.29). En otras palabras, Brahma es infinito (anantaram), el brahma-yoni inagotable.

Yad asisyata = Sesa, es decir, Ananta, la Serpiente del Mundo, el Tragador en quien están latentes todas las posibilidades y de quien se extraen todas las posibilidades de manifestación; y este círculo sin fin (ananta) es precisamente el de Midgardsworm (Gylfiginning, 46-48) (ver Edda Snorra Sturlusonar med Skaldatali, ed. Gudni Jönsson (Reykjavik, 1935) -ED.), el de «der Schlange, die sich in den eigenen Schwanz beisst, (und die) stellt den Áon dar» (Alfred Jeremías, Der Antichrist in Geschichte und Gegenwart, Leipzig, 1930, p. 5), el de Agni «sin pies y sin cabeza, ocultando sus dos extremidades ([...]) cuando nace por primera vez en el terreno de la región (budhne rajasah, es decir, como Ahi Budhnya), de su matriz (asya yonau, Rg Veda Samhita IV.1.11; cf. X.79.2, [...])», el de Prajapati «sin visión, sin cabeza, yacente ([...], Jaiminiya Upanishad Brahmana III.38)» el de Vrtra-Kumara «sin manos y sin pies ([...], Rg Veda Samhita X.30.8)». De la misma manera Brahma «era el uno y el único Sin Fin (eko’nantah, Maitri Upanishad   VI.17)», «Brahma no tiene extremidades ([...], Taittiriya Samhita VII.3.1.4)», «sin pies, él vino al ser el primerísimo ([...], Atharva Veda Samhita X.8.21)» [1], «como un Asura ([...])»: él (Aksara) es un «(gusano) ciego y una (culebra) sorda sin ninguna fisura ([...], Brhadaranyaka Upanishad   III.8.8)»; «a la vez ciego y sordo, sin manos ni pies ([...], Mundaka Upanishad   I.2.6)»; el Canto «sin fin (anantam)» es como un collar «cuyas puntas se tocan (samantam)», como una serpiente constriñendo sus anillos (bhogan samahrtya, que quiere decir también «juntando sus delectaciones»), y como el Ano [2], que es «sin fin» debido a que sus puntas, Invierno y Primavera, están unidas (samdhatah, Jaiminiya Upanishad Brahmana I.35.7 sig.). El Buddha es «sin pies (apadam, Dhammapada 179)», lo mismo que Mara (Anguttara Nikaya IV.434, Majjhima Nikaya I.180).

«Lo que es el comienzo, eso es el fin» (Keith), o más bien «El que sale es también el que vuelve ([...], Aitareya Aranyaka III.2.6; cf. Katha Upanishad   VI.11, Mundaka Upanishad 6, y Bhagavad Gita XVIII.16)». «Su antes y después son lo mismo» ([...], Aitareya Brahmana   III.43); en otras palabras, «Él es fluente y re-fluente» (Eckhart  ), su partida cuando nosotros acabamos es «el vuelo del solo al solo» (Plotino  ). Y por lo tanto «Eso» es lo que queda (atra parisisyate) cuando el morador del cuerpo (dehinah, no mi «alma» sino mi Sí mismo) se des-ata y se libera del cuerpo (Katha Upanishad V.4); lo que queda entonces (atisisyate) es el Sí mismo inmortal (atman, Chandogya   Upanishad VIII.1.4-5). Como es en la pira, y como este Sí mismo que el Comprehensor renace de la pira, el «residuo transcendente» (atisesa) es el análogo allí del «residuo» (sesa) que el Comprehensor deja tras él aquí, para que herede el carácter del cual, como brahmavit y brahmabhuta, él se ha liberado ahora, desde la manifestación mortal a la esencia inmortal, sin distinción entre apara y para brahma. Por lo tanto, la Serpiente (naga) es la interpretación (nirvacanam) del «religioso cuyas salidas han cesado» (khinasava bhikkhu, M I.142-45): de la misma manera que Brahma es aksara. «El último paso que hay que dar es sin pies»; «en mí no hay yo ni nosotros, yo soy nada, sin cabeza ni pies» (Rumi  , Divan, pp. 137, 295). Así «se nos lleva ante el hecho pasmoso (menos pasmoso, quizás, en vista de lo que se ha dicho arriba) de que Zeus, padre de los dioses y de los hombres, es figurado por sus adoradores como una serpiente», y con el hecho correlativo de que «en toda Grecia al héroe muerto se le rendía culto en la forma de serpiente y se le trataba con títulos eufemísticos afines a los de Meilichios» (Jane Harrison, Prolegomena to the Study of the Greek Religion, Cambridge, 1922, pp. 18, 20, 325 sig.) [3]. Dios es la Serpiente inmortal, o más bien siempre renaciente, con quien todo Héroe Solar debe batirse y a quien a su vez se asimila el Héroe cuando saborea la carne y sangre del gran antagonista. Aprovechamos esta oportunidad para llamar la atención sobre la Historia del Rey Karade en el «Parzival Alsaciano» [4], una leyenda que recuerda en más de un detalle las versiones indias de la enemistades de Indra y Vrtra. En la historia de Karade, el mago Elyafres, que lleva a cabo la hazana del Caballero Verde dejándose decapitar y reapareciendo después indemne, es el amante de la Reina y el padre natural del supuesto hijo del Rey, Karados. Elyafres ha sido decapitado por Karados y cuando reaparece al cabo de un ano para devolver golpe por golpe, en lugar de un golpe físico revela a Karados su verdadera paternidad. Karados, sin embargo, toma el bando de su padre legal. La Reina persuade entonces a Elyafres para que cree una serpiente que sea la destructora de Karados, de la misma manera que Vrtra es creado para que sea el enemigo mortal de Indra, con el mismo resultado en ambos casos, puesto que, aunque la intención es que sea el vencedor, ya sea directa o indirectamente, deviene el sufridor. La serpiente se enrolla alrededor del brazo de Karados y no puede ser abatida. Karados es salvado sólo por su prometida, Guingenier, y su hermano; Guingenier expone su pecho a la mirada de la serpiente y cuando ésta se extiende hacia ella, su hermano la corta en pedazos. No intentaremos analizar aquí todo este interesantísimo mito, solo senalar que el mago Elyafres corresponde a Tvastr, el Mayin; Karados a Indra, que es hijo y enemigo de Tvastr como Karados lo es de Elyafres; la serpiente a Ahi-Vrtra; y que el motivo de los anillos (al enrollarse la serpiente) corresponde al evento relatado en Taittiriya Samhita V.4.5.4, donde Vrtra «envuelve a Indra con dieciséis anillos» ([...]). De estos anillos Indra sólo puede ser liberado por Agni, que los quema. En la mitología India, Agni es hermano de Indra; en la historia de Karade no es, ciertamente, el hermano del héroe sino su hermano político el que destruye a la serpiente.


[1Cf. «En tanto que vino al ser sin pies (apad), él (Vrtra) era la Serpiente (Ahi)», Satapatha Brahmana I.6.3.9. El comentario sobre Atharva Veda Samhita IV.6.1 iguala el Brahma primer nacido, que bebió el Soma e hizo su veneno inocuo, con Taksaka (Sesa).
Atharva Veda Samhita IV.6.3 hace a Garutman el primer bebedor del veneno. Este Garutman es probablemente ese de los dos Suparna de Rg Veda Samhita I.164.20 que come del fruto del árbol; puede haber una conexión real entre «visa», veneno, y visaya, objeto de percepción. En cualquier caso, estas leyendas son quizás los prototipos del mito Puránico de la bebida por Shiva del veneno producido en el Batimiento del Océano.

[2Cf. Atharva Veda Samhita X.8.12, «Acabando, ciertamente, pero sin fin pues sus puntas (de Brahma-Prajapati) están unidas», o «finito, ciertamente, pero infinito debido a la confinitud ([...]): estas dos (puntas, o confines), el Guardián de la bóveda, comprehendiendo lo que ha sido y será ([...]) de ellas, continua distinguiéndolas (carati vicinvan)». Esto es la «entrada del tiempo desde los recintos del cielo exterior», la bisección o decapitación de Makha-Vrtra, el «acto de creación», y el primer acto del Sacrificio cuyo fin último es reunir la «cabeza» con el «cuerpo».

[3Las «barbas» de las serpientes griegas representan quizás las «marcas de los anteojos» de una cobra.

[4Cf. E. K. Heller, «The Story of the Sorcerer’s Serpent», Speculum, XV (1940), 338 sig., y la literatura allí citada.