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Coomaraswamy Linguagem Comunicação

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Ananda Coomaraswamy   — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA

"SÓCRATES É VELHO" IMPLICA QUE "SÓCRATES É"?
LINGUAGEM E COMUNICAÇÃO
Así pues, nuestra argumentación nos remite al «milagro del lenguaje» [1]. El hecho mismo de que podamos comunicarnos unos con otros, de que podamos traducir de otra lengua, incluso antigua, a la nuestra propia, y de que el universo del discurso humano y no-instintivo sea mucho más realmente universal de lo que a menudo se supone, requiere una explicación [2]. La comunicación implica uno que comunica y otro a quien se comunica; si este último comprende al primero, aunque sea a su propia manera, esto implica la existencia de un algo en común, y a priori con respecto a la comunicación particular. «Yo te amo» no tendrá significado si nosotros no tenemos ninguna concepción previa de lo que podría ser «ser amado»; en otras palabras, la experiencia (Erlebnis, sánscrito anubhava) debe haber precedido al reconocimiento. Es cierto que el contenido de «yo te amo» puede variar desde los niveles más bajos del deseo hasta los más altos de la identidad; pero el lenguaje es capaz de transmitir también sombras de significado, y, por ejemplo, cuando Rumi   dice: «¿Qué es amor? Tú lo sabrás cuando devengas mí mismo», es evidente que no está hablando del amor como deseo.

Pero la dificultad de comprendernos unos a otros, o de comprender nuestro propio pasado, es mayor ahora de lo que ha sido nunca; nuestra «ciencia» solo conoce el «amor» como una reacción química, y la «gesta de la inmortalidad, el esfuerzo de hombres y mujeres por dominar la materia por medio del espíritu, es la principal preocupación intelectual de los hombres y mujeres fuera de la esfera de la "civilización" de hoy» [3]. Nuestro universo de discurso ha estado sufriendo durante mucho tiempo un proceso de contracción, debido principalmente a la eliminación de los valores de los símbolos, que una vez implicaban tanto los hechos como los valores; y es precisamente esta eliminación de los valores de los símbolos de nuestras mentes la que nos impide comprender las culturas normales en las que predomina la noción del valor. Nosotros solo podemos comunicar con lo que queda de las civilizaciones tradicionales en el nivel de un bajísimo denominador común, para lo cual probablemente bastará el vocabulario del inglés «básico». Hay poco o nada en una educación moderna americana que cualifique a un hombre para conversar con un simple paisano tibetano o indio —para no mencionar un estudioso; todo lo que nosotros podemos hacer juntos es «comer, beber y holgar».

Sin embargo, aún queda por explicar el hecho de que es posible una comprensión mutua, el hecho de que incluso las experiencias más desespacializadas y destemporalizadas, en la medida en que ellas pueden aludirse por símbolos adecuados en un lenguaje, también pueden aludirse en otro, y el hecho de que nunca puede hacerse una reclamación válida a una propiedad en las ideas. Los excesos del evolucionismo pertenecen al pasado; el filólogo ya no mantiene que un lenguaje no-instintivo, capaz de expresar ideas, pueda haberse desarrollado a partir de los gritos de los animales; hay un arte de hablar, y el llanto de los ninos y el balido de los corderos no es un arte, sino instintivo.


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[1Una expresión usada por el Profesor Urban. Cf. También R. A. Wilson, The Birth of Language (Londres, 1937); y E. Dacqué, Das verlorene Paradies (Munich, 1938).

[2Como dijo Alfred Jeremias, las diferentes culturas humanas son los dialectos de un único y mismo lenguaje espiritual. Sus expresiones son reconocibles por todas partes, igualmente en el folklore y en las literaturas clásicas. Sin un conocimiento de estas expresiones, es imposible una historia de la literatura; sin este conocimiento no podemos distinguir entre las invenciones de un poeta individual y las fórmulas universales, entre «el simbolismo que busca y el simbolismo que sabe». En las palabras debemos «distinguir al menos entre el símbolo subjetivo de asociación psicológica y el simbolismo objetivo de significado intelectual preciso. Este último implica algún conocimiento de la doctrina de la analogía» (Walter Shewring en Weekly Review, 17-XII-1944), a lo cual Filón llama «las leyes de la alegoría». Sin un conocimiento del significado de los símbolos verbales o visuales es inconcebible una historia real de las ideas.

[3K. N. Chadwick, Poetry and Prophecy (Cambridge, 1942), p. 94. Con la tesis general de este libro, cf. Paul Radin, Primitive Man as Philosopher (Nueva York 1927).