Página inicial > Sophia Perennis > Ananda Coomaraswamy > Coomaraswamy Eu

Coomaraswamy Eu

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Ananda Coomaraswamy   — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA
SOBRE A PSICOLOGIA TRADICIONAL E HINDU, OU MELHOR PNEUMATOLOGIA (cont.)
EU
En lo que concierne a la voluntad, es sumamente importante una preparación intelectual —intellige ut credas; y aquí volvemos a nuestra psicología. Toda la fuerza de esta ciencia se dirige hacia un análisis   destructivo del engano animista de que este hombre, Fulano, que habla de sí mismo como «yo», es una entidad. Esta situación en ninguna parte está mejor ni más brevemente expresada que en Plutarco   cuando dice, «Nadie permanece una única persona, o es una única persona» (Moralia 392D). El argumento puede seguirse en la tradición europea desde Heráclito   en adelante: nuestra «vida» es una sucesión de instantes de consciencia, cada uno diferente del anterior y del siguiente, y es enteramente ilógico decir de algo que jamás se detiene a ser, que ello «es»; una cosa solo puede ser, si ella nunca cambia (Banquete   207D, Fedón   78D sig., etc.). Nuestra existencia no es un ser, sino un devenir. La demostración sistemática es típicamente budista: se analiza la personalidad, generalmente como un compuesto de cuerpo, sensación, cognición, complejos y consciencia discriminante, y se muestra sucesivamente que cada uno de estos factores del supuesto «sí mismo» es inconstante, y que ni de uno ni de todos juntos puede decirse que «eso es mi Mesmo». La psicología tradicional no está «en busca de un alma», sino que es una demostración de la irrealidad de todo lo que el «alma», el «sí mismo» y el «yo» significan ordinariamente. Ciertamente, nosotros no podemos conocer lo que nosotros somos, pero podemos devenir lo que nosotros somos sabiendo lo que nosotros no somos; pues lo que nosotros somos es el Dios inmanente, y él mismo no puede saber lo que él es, porque él no es un qué, ni jamás deviene alguien [1]. Nuestro fin se habrá alcanzado cuando nosotros ya no somos alguien. Por supuesto, eso no debe confundirse con una aniquilación; el fin de todo devenir está en el ser, o más bien, en la fuente de ser, más rica que el ser. «La palabra "yo" (ego), no es propia para nadie sino solo para Dios en su mismidad» (Eckhart  , ed. Pfeiffer, p. 261). La noción de un ego de «nosotros» es una infatuación u opinación (abhimana, oiesis, oiema) basada en la experiencia sensitiva (Maitri_Upanishad VI.10; Filón  , ut infra); como hemos visto, no tiene ningún fundamento racional —«Nuestros sentidos, por ignorancia de la realidad, nos dicen falsamente que lo que parece ser, efectivamente es» (Plutarco, Moralia 392D). Y puesto que la noción de que «yo soy el hacedor» (ahamkara, karto’ham iti) es a la vez la forma primaria de nuestra ignorancia y la causa de todo el sufrimiento sentido o infligido, todo el complejo de «yo y mío» (aham ca mama ca) y la noción de un «yo» que puede sobrevivir a la disolución del vehículo psicofísico, están bajo un constante ataque. Pensar que es nuestra propia mente la que trabaja es una «doctrina penetrada y traspasada»; nada es más vergonzoso que suponer que «yo pienso» o que «yo percibo» (Filón, Legum allegoriae I.47, II.68, III.33). Inferir de los accidentes de mi existencia que «yo soy» (upadaya asmi) es ridículo, debido a la inconstancia de toda experiencia (Samyutta_Nikaya III.105). «Si no fuera por la prisión, ¿quién diría "yo soy yo"? «(Mathnawi   I.2449); Eithe, o teknon, kai su seauton diezelelytheis (Hermes, Lib. XIII.4). No puede haber ningún dolor más grande, que el hombre verdaderamente sabio pueda sentir, que reflexionar que «él» todavía es «alguien» (La Nube de Inconocimiento, cap. 44).

Haber sentido este dolor (una cosa bien diferente de desear no haber nacido nunca, o de un pensamiento de suicidio) completa la preparación intelectual. El tiempo para la acción ha llegado. Una vez convencidos de que el Ego «no es mi Mesmo», nosotros estaremos preparados para buscar nuestro Mesmo, y para hacer los sacrificios que la gesta demanda. No podemos tratar aquí la operación en su aspecto ritual (excepto para enfatizar, de pasada, el valor del ritual), sino solo en su aplicación a la vida diaria, cada parte de la cual puede ser transformada y transubstanciada. Asumiendo que nosotros somos ahora «filósofos verdaderos», inevitablemente comenzaremos a hacer una práctica del morir. En otras palabras, mortificaremos nuestros gustos, «usando los poderes del alma, en nuestro hombre exterior, no más de lo que los cinco sentidos necesitan realmente» (Eckhart, ed. Pfeiffer, p. 488); deviniendo cada vez menos sentimentales («apegados»), y cada vez más divinamente descontentos; desapegándonos de una cosa tras otra. Alimentaremos los poderes sensitivos principalmente con aquellos alimentos que nutren el Hombre Interior [2]; un proceso de «reducción» estrictamente análogo a la reducción de la obesidad carnal, puesto que en esta filosofía es precisamente el «peso» el que arrastra hacia abajo a nuestro Mesmo, una noción que sobrevive en el uso de la palabra «grueso» («grosero») = sensual. Quien quiere s’eternar, transumanar, debe ser «de corazón ligero» [3].



[1Podemos conocer nuestro sí mismo, pero no nuestro Mesmo: pues «¿con qué podría uno comprender a ese por quien uno comprende?» (Upanixade II.4.14). «¿Cómo, entonces, venimos nosotros mismos a hablar de ello, viendo que no podemos conocerlo y que no podemos entenderlo.? Nosotros podemos afirmar y afirmamos lo que ello no es, mientras guardamos silencio encuanto a lo que ello es; ciertamente, nosotros estamos hablando de ello sólo a la luz de sus consecuencias; pero, aunque somos incapaces de definirlo, sin embargo, podemos poseerlo» (Enéadas V.3.14).

[2Cf. Timeo 90BC; Fedro 246E sig.; Fedón 64 sig., etc.; Bhagavad Gita XVII.7-XVIII.39.

[3En la psicostasis egipcia, el corazón del decedido se pesa con una pluma, que representa a la diosa Verdad (Maat). Ver también Coomaraswamy, Hinduismo y Budismo, nota 269, sobre la levitación.
No hemos intentado tratar la psicología egipcia, pero diremos de pasada que toda la concepción del Soplo y los Soplos, o el Poder de Arriba y los «poderes del alma», tiene su paralelo en la doctrina egipcia del ka y sus asistentes los kau, los poderes de la vida que el poder divino «unce». Para los detalles ver A. Moret, The Nile and Egyptian Civilization (Londres, 1927), pp. 181-183 y 358-359; y H. Kees, Totenglauben und Jenseitsvorstellungen der alten Ægypter (Leipzig, 1926). No puede haber ninguna duda sobre la ecuación, ka = Atman, Prana.