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SCS: rituales

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Siendo así, ciertas dificultades aparentes quedan inmediatamente resueltas, o, por mejor decir, se advierte que son inexistentes: así, no cabe preguntarse cuál puede ser la situación, con respecto a la ortodoxia cristiana entendida en sentido ordinario de una línea de transmisión fuera de la "sucesión apostólica" como aquella de que se habla en ciertas versiones de la leyenda del Graal; si se trata de una jerarquía iniciática, la jerarquía religiosa no podría en modo alguno ser afectada por su existencia, de la cual, por lo demás, no tiene por qué tener conocimiento "oficialmente", si así puede decirse, ya que ella misma no ejerce jurisdicción legítima sino en el dominio exotérico. Análogamente, cuando se trata de una fórmula secreta en relación con ciertos ritos, hay, digámoslo francamente, una singular ingenuidad en quienes se preguntan si la pérdida o la omisión de esa fórmula no arriesga impedir que la celebración de la misa pueda ser considerada válida: la misa, tal cual es, es un rito religioso, y aquello es un rito iniciático: cada uno vale en su orden, y, aun si ambos tienen en común un carácter "eucarístico", ello en nada altera esa distinción esencial, así como el hecho de que un mismo símbolo pueda ser interpretado a la vez desde ambos puntos de vista, exotérico y esotérico, no impide a ambos ser enteramente distintos y pertenecientes a dominios totalmente diversos; cualesquiera que puedan ser a veces las semejanzas exteriores, que por lo demás se explican en virtud de ciertas correspondencias, el alcance y el objetivo de los ritos iniciáticos son enteramente diferentes de los de los ritos religiosos. Con mayor razón, no cabe indagar si la fórmula misteriosa de que se trata podría identificarse con una fórmula en uso en tal o cual Iglesia dotada de un ritual más o menos especial; en primer lugar, en tanto que se trate de Iglesias ortodoxas, las variantes de ritual son por completo secundarias y no pueden en modo alguno recaer sobre nada esencial; además, esos diversos rituales jamás pueden ser sino religiosos, y, como tales, son perfectamente equivalentes, sin que la consideración de uno u otro nos acerque más al punto de vista iniciático. ¡Cuántas investigaciones y discusiones inútiles se ahorrarían si se estuviera, antes que nada, bien informado sobre los principios! 69 SFCS   EL SANTO GRAAL

Ahora bien; que los escritos concernientes a la leyenda del Graal sean emanados, directa o indirectamente,. de una organización iniciática, no quiere decir que constituyan un ritual de iniciación, como algunos, con bastante extravagancia, lo han supuesto; y es curioso que nunca se haya emitido semejante hipótesis —por lo menos hasta donde sabemos— acerca de obras que empero describen más manifiestamente un proceso iniciático, como la Divina Comedia o el Roman de la Rose; es bien evidente que no todos los escritos que presentan carácter esotérico son por eso rituales. El señor Waite, que rechaza con justa razón este supuesto, destaca las inverosimilitudes que implica: tal es, en especial, el hecho de que el pretendido recipiendario hubiere de formular una pregunta, en vez de tener que responder a las preguntas del iniciador, como es el caso generalmente; y podríamos agregar que las divergencias existentes entre las diferentes versiones son incompatibles con el carácter de un ritual, que tiene necesariamente una forma fija y bien definida; pero, ¿en qué obsta todo ello a que la leyenda se vincule, en algún otro carácter, a lo que el señor Waite denomina Instituted Mysteries, y que nosotros llamamos más sencillamente las organizaciones iniciáticas? Ocurre que el autor se forma de éstas una idea demasiado estrecha, e inexacta en más de un sentido: por una parte, parece concebirlas como algo exclusivamente "ceremonial", lo que, señalémoslo de paso, es un modo de ver muy típicamente anglosajón; por otra parte, según un error muy difundido y sobre el cual hemos insistido ya harto a menudo, se las representa aproximadamente como "sociedades", mientras que, si bien algunas de ellas han llegado a cobrar tal forma, ello no es sino efecto de una especie de degradación por entero moderna. El autor ha conocido sin duda, por experiencia directa, un buen número de esas asociaciones seudoiniciáticas que pululan en Occidente en nuestros días, y, si bien parece haber quedado más bien decepcionado, no ha dejado tampoco, en cierto modo, de ser influido por lo que ha visto en ellas: queremos decir que, por no haber percibido netamente la diferencia entre iniciación auténtica y seudoiniciación, atribuye erróneamente a las verdaderas organizaciones iniciáticas caracteres comparables a los de las falsificaciones con las cuales ha entrado en contacto; y este error entraña todavía otras consecuencias, que afectan directamente, como vamos a verlo, a las conclusiones positivas de su estudio. 70 SFCS EL SANTO GRAAL

En La Grande Triade, con motivo del simbolismo polar y de la palabra china yi que designa a la unidad (la Estrella polar se llama T’ai-yi, o sea la ’Gran Unidad’), habíamos llegado a dar algunas indicaciones sobre el simbolismo masónico de la letra G, cuya posición normal es igualmente "polar", y a establecer una relación con la letra I, que representaba "el primer nombre de Dios" para los Fedeli d’Amore (La Grande Triade, cap. XXV). Esta relación se justificaba por el hecho de que la letra G, la cual de por sí no podría considerarse como un verdadero símbolo, en cuanto pertenece a las lenguas modernas, carentes de todo carácter sagrado ni tradicional, pero que stands for God, según los rituales masónicos ingleses y es, en efecto, la inicial de la palabra God, ha sido, por lo menos en ciertos casos, considerada como sustitutiva del yod hebreo, símbolo del Principio o de la Unidad, en virtud de una asimilación fonética entre God y yod (El autor de una obra sobre el simbolismo masónico ha creído deber dirigirnos a este respecto una crítica, formulada incluso en términos muy poco corteses, como si nosotros fuésemos responsables de esta asimilación fonética, no lo somos, empero, como tampoco de que los masones ingleses hayan también identificado otrora las tres letras del mismo vocablo God con las iniciales de tres palabras hebreas: Gamal, ’Óz, Dabar (Belleza, Fuerza, Sabiduría); como quiera se opine acerca de tales conexiones (y hay otras más aún), uno está obligado, en todo caso, a tenerlas en cuenta por lo menos históricamente). Esas indicaciones sumarias resultaron punto de partida de investigaciones que han dado lugar a nuevas comprobaciones muy interesantes (Marius Lepage, "La lettre G", en Le Symbolisme, número de noviembre de 1948; artículo en el Speculative Mason, número de julio de 1949, escrito con motivo del precedente, y del cual se ha extraído la mayor parte de las informaciones de que nos hemos servido aquí); por eso creemos útil volver sobre el asunto para completar lo que ya habíamos dicho. 235 SFCS LA LETRA G Y EL SVÁSTIKA

Dicho esto, podemos volver a la interpretación "geométrica", del grado de Compañero, acerca del cual lo que hemos explicado no es aún la parte más interesante en lo que atañe al simbolismo de la masonería operativa. En el catecismo que citábamos poco ha, se encuentra también esta especie de enigma: By letters four and science five, this G aright doth stand in a due art and proportion (No debemos dejar de mencionar, incidentalmente, que, en respuesta a la pregunta: "Who doth that G denote?" (who y no ya what, como antes, cuando se trataba de la Geometría), ese catecismo contiene la frase siguiente: "The Great Architect and contriver of the Universe, or He that was taken up to the Pinnacle of the Holy Temple"; se advertirá que "el Gran Arquitecto del Universo" es aquí identificado con Cristo (por lo tanto con el Logos), puesto él mismo en relación con el simbolismo de la "piedra angular", entendido según el sentido que hemos explicado [aquí, cap. XLIII]; el "pináculo del Templo" (y se notará la curiosa semejanza de la palabra "pináculo" con el hebreo pinnáh ’ángulo’) es, naturalmente, la cúspide o punto más elevado y, como tal, equivale a lo que es la "clave de bóveda" (Keystone) en la Arch Masonry). Aquí, evidentemente, science five designa la "quinta ciencia" o sea la geometría; en cuanto a la significación de letters four, se podría, a primera vista, y por simetría, incurrir en la tentación de suponer un error y que haya de leerse letter, en singular, de suerte que se trataría de la "cuarta letra", a saber, en el alfabeto griego, de la letra ?, interesante simbólicamente, en efecto, por su forma triangular; pero, como esta explicación tendría el gran defecto de no presentar ninguna relación inteligible con la letra G, es mucho más verosímil que se trate realmente de "cuatro letras", y que la expresión, por lo demás anormal, de science five en lugar de fifth science haya sido puesta intencionalmente para hacer aún más enigmático el enunciado. Ahora, el punto que puede parecer más oscuro es éste: ¿por qué se habla de cuatro letras, o, si se trata siempre de la inicial de la palabra Geometry, por qué ha de ser cuadruplicada to stand aright in due art and proportion? La respuesta, que debe estar en relación con la posición "central" o "polar" de la letra G, no puede darse sino por medio del simbolismo operativo, y aquí, además, es donde aparece la necesidad de tomar dicha letra, según lo indicábamos poco antes, en su forma griega ?. En efecto, el conjunto de cuatro gammas colocados en ángulos rectos los unos con respecto a los otros forma el svástika, "símbolo, como lo es también la letra G, de la Estrella polar, que es a su vez el símbolo y, para el masón operativo, la sede efectiva del Sol central oculto del Universo, Iah" (En el articulo del Speculative Mason de donde se ha tomado esta cita, el svástika es inexactamente llamado gammádion, designación que, como lo hemos señalado varias veces, se aplicaba en realidad antiguamente a muy otras figuras (ver especialmente [aquí, cap. XLV] "El-Arkân", donde hemos dado la reproducción), pero no por eso es menos verdad que el svástika, aun no habiendo recibido nunca dicho nombre, puede considerarse también como formado por la reunión de cuatro gammas, de modo que esta rectificación de terminologías en nada afecta a lo que aquí se dice), lo cual evidentemente está muy próximo al T’ai-yi de la tradición extremo-oriental (Agregaremos que el nombre divino Iah, que acaba de mencionarse, se pone más especialmente en relación con el primero de los tres Grandes Maestros en el séptimo grado de la masonería operativa). En el pasaje de La Grande Triade que recordábamos al comienzo, habíamos señalado la existencia, en el ritual operativo, de una muy estrecha relación entre la letra G y el svástika; empero por entonces no habíamos tenido conocimiento aún de las informaciones que, al hacer intervenir el gamma griego, tornan esa relación aún más directa y completan su explicación (Podría quizás objetarse que la documentación inédita dada por el Speculative Mason acerca del svástika proviene de Clement Stretton, y que éste fue, según se dice, el principal autor de una "restauración" de los rituales operativos en la cual ciertos elementos, perdidos a raíz de circunstancias que nunca han sido enteramente aclaradas, habrían sido reemplazados por otros tomados de los rituales especulativos, de cuya conformidad con lo que existía antiguamente no hay garantía; pero esta objeción no es válida en el presente caso, pues se trata precisamente de algo de lo cual no hay rastros en la masonería especulativa). Es bien señalar además que la parte quebrada de las ramas del svástika se considera aquí como representación de la Osa Mayor, vista en cuatro diferentes posiciones en el curso de su revolución en torno de la Estrella polar, a la que corresponde naturalmente el centro donde los gammas se reúnen, y que estas cuatro posiciones quedan relacionadas con los cuatro puntos cardinales y las cuatro estaciones; sabida es la importancia de la Osa Mayor en todas las tradiciones en que interviene el simbolismo polar (Ver igualmente La Grande Triade, cap. XXV, acerca de la "Ciudad de los Sauces" y de su representación simbólica por un moyo lleno de arroz). Si se piensa en que todo ello pertenece a un simbolismo que puede llamarse verdaderamente "ecuménico" y que por eso mismo indica un vínculo bastante directo con la tradición primordial, puede comprenderse sin esfuerzo por qué "la teoría polar ha sido siempre uno de los mayores secretos de los verdaderos maestros masones" (Puede ser de interés señalar que en la Cábala el yod se considera formado por la reunión de tres puntos, que representan las tres middôt [’dimensiones’] supremas, dispuestas en escuadra; ésta, por otra parte, está vuelta en un sentido contrario al de la letra griega gamma, lo que podría corresponder a los dos opuestos sentidos de rotación del svástika). 237 SFCS LA LETRA G Y EL SVÁSTIKA

La verdad es que las "piedras del rayo" son piedras que simbolizan el rayo; no son sino las hachas de sílex prehistóricas, así como el "huevo de serpiente", símbolo druídico del "Huevo del Mundo", no es otra cosa, en cuanto a su figuración material, que el erizo de mar fósil. El hacha de piedra es la piedra que rompe y hiende, y por eso representa al rayo; este simbolismo se remonta, por lo demás, a una época en extremo remota, y explica la existencia de ciertas hachas, llamadas por los arqueólogos "hachas votivas", objetos rituales que nunca han podido tener utilización práctica alguna como armas o como instrumentos de ninguna clase. 331 SFCS LAS "PIEDRAS DEL RAYO"

La salida final de la caverna iniciática, considerada como representación de la "salida del cosmos", parece deber efectuarse normalmente, según lo que antes hemos dicho, por una abertura situada en la bóveda, y en el cenit de ella; recordamos que esta puerta superior, designada a veces tradicionalmente como el "cubo de la rueda solar" y también como "el ojo cósmico", corresponde en el ser humano al Brahma-randhra y a la coronilla. Empero, pese a las referencias al simbolismo solar que se encuentran en tal caso, podría decirse que esta posición "axial" y "cenital" se refiere más directamente, y sin duda más primitivamente también, a un simbolismo polar: este punto es aquel en el cual, según ciertos rituales "operativos", está suspendida la "plomada del Gran Arquitecto", que señala la dirección del "Eje del Mundo" y se identifica entonces con la misma estrella polar (Recordaremos a este respecto que, según la tradición extremo-oriental, la estrella polar representa la sede de la "Gran Unidad" (T’ai-yi); al mismo tiempo, si normalmente debe considerarse al eje en posición vertical, según acabamos de decirlo, ésta corresponde también a la "Gran Cima" (T’ai-ki), es decir, a la sumidad de la cúspide celeste o del "techo del mundo". [Sobre la figuración del "Eje del Mundo" por la "plomada del Gran Arquitecto del Universo", véase La Grande Triade, cap. XXV]). Cabe señalar también que, para que la salida pueda efectuarse así, es menester que de ese lugar mismo se retire una piedra de la bóveda; y esta piedra, por el hecho mismo de ocupar la sumidad, tiene en la estructura arquitectónica un carácter especial y hasta único, pues es naturalmente la "clave de bóveda"; esta observación no carece de importancia, aunque no sea éste el lugar de insistir en ella (Esto se refiere más en especial al simbolismo de la masonería del Royal Arch; remitiremos también, para este tema, a la nota al final de nuestro artículo sobre "Le Tombeau d’Hermés", en É. T., diciembre de 1936, pág. 473. [Texto que será incluido en la compilación póstuma Tradition primordiale et formes particuliéres]). 417 SFCS LA SALIDA DE LA CAVERNA

De hecho, parece bastante raro que lo que acabamos de decir sea literalmente observado en los rituales iniciáticos, aunque empero puedan encontrarse algunos ejemplos (En los altos grados de la masonería escocesa, así ocurre con el grado 13º, llamado del "Arco [de bóveda] Real", pero al cual no ha de confundirse, pese a ciertas similitudes parciales, con lo que en la masonería inglesa constituye la Arch Masonry en cuanto diferenciada de la Square Masonry; los orígenes "operativos" de dicho grado escocés son, por lo demás, mucho menos claros; el grado 14º o "Gran Escocés de la Bóveda sagrada", se confiere igualmente "en un lugar subterráneo y abovedado". Conviene señalar, a este respecto que hay en todos esos altos grados muchos elementos de procedencia diversa, no siempre conservados integralmente ni sin confusión, de modo que, en su estado actual su naturaleza real es a menuda difícil de determinar exactamente); esta rareza, por lo demás, puede explicarse, al menos en parte, por ciertas dificultades de orden práctico y también por la necesidad de evitar una confusión que corre riesgo de producirse en tal caso (Esta confusión existe, efectivamente, en los grados escoceses que acabamos de mencionar: como la "bóveda subterránea" es "sin puertas ni ventanas", no se puede entrar ni tampoco salir sino por la única abertura, practicada en la sumidad de la bóveda). En efecto, si la caverna no tiene otra salida que la cenital, ésta tendrá que servir tanto de entrada como de salida, lo que no es conforme a su simbolismo; lógicamente, la entrada debería más bien encontrarse en un punto opuesto a aquélla según el eje, es decir en el suelo, en el centro mismo de la caverna, a donde se llegaría por un camino subterráneo. Solo que, por otra. parte, tal modo de entrada no convendría para los "grandes misterios", pues no corresponde propiamente sino al estado inicial, que para entonces ya ha sido franqueado hace mucho; sería necesario más bien, pues, suponer que el recipiendario, entrado por esa vía subterránea para recibir la iniciación en los "pequeños misterios", permanece luego en la caverna hasta el momento de su "tercer nacimiento", en que sale definitivamente de ella por la abertura superior; esto es admisible teóricamente, pero de toda evidencia no es posible ponerlo en práctica de modo efectivo (En cierto sentido puede decirse que los "pequeños misterios" corresponden a la tierra (estado humano), y los "grandes misterios" al cielo (estados supraindividuales); de ahí también, en ciertos casos, una correspondencia simbólica establecida con las formas geométricas del cuadrado y del círculo (o derivadas de éstas), que en particular la tradición extremo-oriental refiere, respectivamente, a la tierra y al cielo; esta distinción se encuentra, en Occidente, en la de la Square Masonry y la Arch Masonry, que acabarnos de mencionar. [Sobre las cuestiones a que se refiere esta nota, véase La Grande Triade, cap. XV]). 418 SFCS LA SALIDA DE LA CAVERNA

Hemos explicado anteriormente que el eje solsticial del Zodíaco, relativamente vertical con respecto al eje de los equinoccios, debe considerarse como la proyección, en el ciclo solar anual, del eje polar norte-sur; según la correspondencia del simbolismo temporal con el simbolismo espacial de los puntos cardinales, el solsticio de invierno es en cierto modo el polo norte del año y el solsticio de verano su polo sur, mientras que los dos equinoccios, el de primavera y el de otoño, corresponden respectivamente, y de modo análogo, al este y al oeste (En el día, la mitad ascendente es de medianoche a mediodía, la mitad descendente de mediodía a medianoche: medianoche corresponde al invierno y al norte, mediodía al verano y al sur; la mañana corresponde a la primavera y al este (lado de la salida del sol), la tarde al otoño y al oeste (lado de la puesta del sol). Así, las fases del día, como las del mes, pero en escala aún más reducida, representan analógicamente las del año; ocurre lo mismo, de modo más general, para un cielo cualquiera, que, cualquiera fuere su extensión, se divide siempre naturalmente según la misma ley cuaternaria. De acuerdo con el simbolismo cristiano, el nacimiento del Avatâra ocurre no solamente en el solsticio de invierno, sino también a medianoche; está así, pues, en doble correspondencia con la "puerta de los dioses". Por otra parte, según el simbolismo masónico, el trabajo iniciático se cumple "de mediodía a medianoche", lo que no es menos exacto si se considera el trabajo como una marcha efectuada de la "puerta de los hombres" a la "puerta de los dioses"; la objeción que se podría estar tentado de hacer, en razón del carácter "descendente" de este período, se resuelve por una aplicación del "sentido inverso" de la analogía, como se verá más adelante). Empero, en el simbolismo védico, la puerta del deva-loka [’mundo de los dioses’] está situada al noreste, y la del pitr-loka al sudoeste; pero esto debe considerarse solo como una indicación más explícita del sentido en que se efectúa la marcha del ciclo anual. En efecto, conforme a la correspondencia recién mencionada, el período "ascendente" se desarrolla de norte a este y luego de este a sur; análogamente, el período "descendente" se desarrolla de sur a oeste y luego de oeste a norte (Esto está en relación directa con la cuestión del sentido de las "circumambulaciones" rituales en las diferentes formas tradicionales: según la modalidad "solar" del simbolismo, ese sentido es el que indicamos aquí, y la "circumambulación" se cumple teniendo constantemente a la derecha el centro en torno del cual se gira; según la modalidad "polar", se cumple en sentido opuesto al anterior, o sea teniendo el centro siempre a la izquierda. El primer caso es el de la pradákshinâ, tal como está en uso en las tradiciones hindú y tibetana; el segundo se encuentra particularmente en la tradición islámica; quizá no carezca de interés señalar que el sentido de esas "circumambulaciones", respectivamente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, corresponde igualmente a la dirección de la escritura en las lenguas sagradas de dichas formas tradicionales. En la masonería, en su forma actual, el sentido de las "circumambulaciones" es solar; pero parece, al contrario, haber sido "polar" en el antiguo ritual "operativo", según el cual el "trono de Salomón" estaba además situado a occidente y no a oriente); podría decirse, pues, con mayor precisión aún, que la "puerta de los dioses" está situada al norte y vuelta hacia el este, que se considera siempre como el lado de la luz y de la vida, y que la "puerta de los hombres" está situada al sur y vuelta hacia el oeste, que, análogamente, se considera como el lado de la sombra y la muerte; y así quedan exactamente determinadas las dos vías permanentes, la una clara, la otra oscura, del mundo manifestado; por la una, no hay retorno (de lo no-manifestado a lo manifestado); por la otra, se vuelve atrás (a la manifestación) (Bhágavad-Gitâ, VIII, 26. Puede observarse que la "claridad" y la "oscuridad", que caracterizan respectivamente a estas dos vías, corresponden exactamente a los dos principios complementarios, yang y yin, de la tradición extremo-oriental). 425 SFCS LAS PUERTAS SOLSTICIALES

En un artículo que ya hemos señalado ( "Eckstein", en la revista Speculum, número de enero de 1939 (reseña de R. Guénon en É. T., mayo de 1939]), Ananda Coomaraswamy   destaca que la intención del texto de San Pablo   es evidentemente representar a Cristo como el único principio del cual depende todo el edificio de la Iglesia, y agrega que "el principio de una cosa no es ni una de sus partes entre las otras ni la totalidad de sus partes, sino aquello en que todas las partes se reducen a una unidad sin composición". La "piedra fundamental" (foundation-stone) puede ser llamada adecuadamente, en cierto sentido, una "piedra de ángulo" (corner-stone), según se lo hace habitualmente, puesto que está situada en un ángulo o en una esquina (corner) del edificio (En este estudio nos veremos obligados a referirnos a menudo a los términos "técnicos" ingleses, porque, pertenecientes primitivamente al lenguaje de la antigua masonería operativa, han sido conservados en su mayoría en los rituales de la Royal Arch Masonry y de los grados accesorios vinculados con ella, rituales de los que no existe equivalente en nuestra lengua; y se verá que algunos de esos términos son de traducción muy difícil); pero no es única como tal, pues el edificio tiene necesariamente cuatro ángulos; y, aun si se quiere hablar más particularmente de la "primera piedra", ésta no difiere en nada de las piedras de base de los demás ángulos, salvo por su situación (Según el ritual operativo, esta "primera piedra" es, según lo hemos dicho, la del ángulo nordeste; las piedras de los demás ángulos se colocan posterior y sucesivamente según el sentido del curso aparente del sol, es decir, en el sudeste, sudoeste, noroeste), y no se distingue ni por su función ni por su forma, puesto que no es, en suma, sino uno de cuatro soportes iguales entre sí; podría decirse que una cualquiera de las cuatro corner-stones "refleja" en cierto modo el principio dominante del edificio, pero no podría de ninguna manera ser considerada este principio mismo (Esta "reflexión" está evidentemente relacionada de modo directo con la sustitución mencionada antes). Por otra parte, si realmente de esto se tratara, ni siquiera podría hablarse lógicamente de "la piedra angular", pues, de hecho, habría cuatro; aquélla, pues, debe ser algo esencialmente diferente de la corner-stone entendida en el sentido corriente de "piedra fundamental", y ambas tienen en común solamente el carácter de pertenecer al mismo simbolismo "¿constructivo". 491 SFCS LA "PIEDRA ANGULAR"

En ciertos casos, se encuentra también el símbolo de una escala doble, lo que implica la idea de que la subida debe ser seguida de un redescenso; se suben entonces, por un lado, peldaños que son "ciencias", es decir, grados de conocimiento correspondientes a la realización de otros tantos estados, y se baja del otro lado por peldaños que son "virtudes", es decir, los frutos de esos mismos grados de conocimiento aplicados a sus niveles respectivos (Debe decirse que esta correspondencia del ascenso y el redescenso parece a veces invertida; pero ello puede provenir simplemente de alguna alteración del sentido primitivo, como ocurre a menudo en el estado más o menos confuso e incompleto en que han llegado a la época actual los rituales iniciáticos occidentales). Por lo demás, puede observarse que, inclusive en el caso de la escala simple, uno de los travesaños puede considerarse también, en cierto modo, como "ascendente" y el otro como "descendente", según la significación general de las dos corrientes cósmicas, la de derecha y la de izquierda, con las cuales dichos travesaños se encuentran igualmente en correspondencia, en razón misma de su situación "lateral" con respecto al eje verdadero, que no por ser invisible deja de constituir el elemento principal del símbolo, aquel al cual todas las partes de éste deben ser referidas si se quiere comprender cabalmente el significado de ellas. 588 SFCS EL SIMBOLISMO DE LA ESCALA

A estas diversas indicaciones agregaremos aún, para terminar, la de un simbolismo algo diferente que se encuentra también en ciertos rituales iniciáticos: el ascenso de una escalera en espiral; en este caso se trata, podría decirse, de una ascensión menos directa, puesto que, en vez de realizarse verticalmente según la dirección del eje mismo, se realiza según las vueltas de la hélice que se enrolla en torno del eje, de modo que su avance aparece más como "periférico" que como "central"; pero, en principio, el resultado final debe ser no obstante el mismo, pues se trata siempre de una subida a través de la jerarquía de los estados del ser, y las espiras sucesivas de la hélice son también, según lo hemos explicado ampliamente en otra ocasión (Ver Le Symbolisme de la Croix  ), una representación exacta de los grados de la Existencia universal. 589 SFCS EL SIMBOLISMO DE LA ESCALA

El segundo caso, el del simbolismo de la travesía de una a otra ribera, es sin duda más frecuente y más generalmente conocido; el "paso del puente" (que puede ser también el de un vado) se encuentra en casi todas las tradiciones y también, más particularmente, en ciertos rituales iniciáticos (De ahí la significación simbólica de palabras como Pontifex y Tirthánkara, de que hemos hablado en otro lugar; de ahí también, en sánscrito, diversos términos que contienen etimológicamente la idea de "atravesar", inclusive el de Avatâra, que expresa literalmente una "travesía descendente" (avatárana), es decir, el "descenso" de un Salvador); la travesía puede efectuarse también en una balsa o en una barca, lo que corresponde entonces al simbolismo muy general de la navegación (Coomaraswamy osbserva, a este respecto, que el símbolo de la barca salvadora (en sánscrito nâvâ en latín navis) se encuentra en la designación de la "nave" de una iglesia; esa barca es un atributo de san Pedro después de haberlo sido de Jano, así como las llaves, según lo hemos explicado en otro lugar). El río que se trata de atravesar así es más en especial el "río de la muerte"; la orilla de donde se parte es el mundo sujeto al cambio, es decir, el dominio de la existencia manifestada (considerada en particular, más a menudo, en su estado humano y corporal, ya que de éste debemos partir de hecho actualmente), y la "otra ribera" es el Nirvâna, el estado del ser definitivamente liberado de la muerte. 604 SFCS EL PASO DE LAS AGUAS

Así, pues, el sol, o más bien lo que él representa en el orden principial (pues va de suyo que se trata en realidad del "Sol espiritual") (Coomaraswamy emplea a menudo la expresión "Supernal Sun", ’Sol Superno’. [La nota del autor, después del término inglés, agrega: "que no nos parece posible traducir exacta y literalmente en francés", donde, efectivamente, no hay derivado del latín supernus. (N. del T)]), es verdaderamente, en tanto que "Ojo del Mundo", la "puerta del Cielo", Ianua Caeli, descripta también en términos variados como un "ojo" (Ver "Le ’trou de l’aiguille’" [aquí, cap. LV: "El ojo de la aguja"]), como una "boca" (Volveremos más particularmente sobre este punto [en el capítulo siguiente]), o también como el cubo de la rueda de un carro; la significacioón axial de este último símbolo es, por lo demás, evidente (Las dos ruedas del "carro cósmico", situadas en los dos extremos del eje (que es entonces el Eje del Universo), son el cielo y la tierra (ver "Le dóme et la roue" [aquí. cap. XL: "La cúpula y la rueda"]); se trata, naturalmente, de la rueda "celeste"). Empero, cabe establecer aquí una distinción, para evitar lo que, para algunos por lo menos, podría dar lugar a confusiones: hemos dicho, en efecto, en otras oportunidades, con motivo del aspecto lunar del simbolismo de Jano (o, más exactamente, de Ianus-Iana, identificado, con Lunus-Luna), que la Luna es a la vez Ianua Caeli y Ianua Inferni; en este caso, en lugar de las dos mitades, ascendente y descendente, del ciclo anual, sería necesario, naturalmente, para establecer una correspondencia análoga (Análoga, decimos, pero no equivalente, pues, aun en el caso del pitrîyâna, jamás puede decirse que el sol sea Ianua Inferni), considerar las dos mitades, creciente y decreciente, de la lunación o del ciclo mensual. Ahora bien; si el sol y la luna pueden considerarse ambos como Ianua Caeli, ello se debe a que, en realidad, el cielo no ha sido tomado en igual sentido en ambos casos: de modo general, en efecto, el término "cielo" puede emplearse para designar todo lo que se refiere a los estados suprahumanos; pero es evidente, que ha de establecerse una gran diferencia entre aquellos de esos estados que pertenecen aún al cosmos (Son, propiamente, los estados de manifestación no-formal; debe considerarse que el Cosmos comprende toda la manifestación. tanto no-formal como formal, mientras que lo que está más allá del Cosmos es lo nomanifestado) y lo que, al contrario, está más allá del cosmos mismo. En lo que concierne a la "puerta solar", se trata del cielo que puede denominarse supremo o "extracósmico"; en cambio, en lo que concierne a la "puerta lunar", se trata solo del svarga, es decir, de aquel de los tres mundos que, aun siendo el más elevado, está empero comprendido en el cosmos lo mismo que los otros dos. Para volver a la consideración del más alto de los tres ladrillos perforados del altar védico, puede decirse que la "puerta solar" se sitúa en su cara superior (que es la verdadera sumidad del edificio en conjunto), y la "puerta lunar" en su cara inferior, pues ese ladrillo mismo representa el svarga; por otra parte, la esfera lunar está descripta, efectivamente, como tocando la parte superior de la atmósfera o mundo, intermediario (antariksha), representada aquí por el ladrillo del medio (Este mundo intermedio y la tierra (Bhûmi) pertenecen ambos al dominio del estado humano, del cual constituyen respectivamente, las modalidades sutil y burda o densa (grossière); por eso, como lo observa exactamente Coomaraswamy al señalar la correspondencia del simbolismo védico de los ladrillos perforados con el de los jades rituales pi y tsung de la tradición china que representan respectivamente el cielo y la tierra, el pi, que es un disco perforado en el centro, corresponde al ladrillo superior, mientras que el tsung, con forma de cilindro hueco por dentro y de paralelepípedo de base cuadrada por fuera debe considerarse como correspondiente al conjunto de los otros dos ladrillos, estando entonces el dominio humano total figurado por un solo objeto). Puede decirse entonces en los términos de la tradición hindú, que la "puerta lunar" da acceso al Indra-loka (ya que Indra es el regente del svarga) y la "puerta solar" al Brahma-loka; en las tradiciones de la Antigüedad occidental, al Indra-loka corresponde el "Elíseo" y al Brahma-loka el "Empíreo", siendo el primero "intracósmico" y "extracósmico" el segundo; y debemos agregar que solo la "puerta solar" es propiamente la "puerta estrecha" de que hemos hablado antes, por la cual el ser, saliendo del cosmos y estando por consiguiente definitivamente liberado de las condiciones de toda existencia manifestada, pasa verdaderamente "de la muerte a la inmortalidad". 619 SFCS IANUA CAELI

En un artículo reciente ( "Le ’Dieu lieur’ et le symbolisme des noeuds", en Revue de l’Histoire des Religions, número de julio-diciembre de 1948 (ver nuestra reseña en É. T., de julio-agosto de 1949)), Mircea Eliade   ha hablado de la "ambivalencia" del simbolismo de las ligaduras y los nudos, y es éste un punto que merece examinarse con alguna atención; naturalmente, puede verse en ello un caso particular del doble sentido generalmente inherente a los símbolos, pero además hay que darse cuenta de aquello que justifica la existencia de ese doble sentido en lo que concierne más precisamente a los símbolos de que aquí tratamos (Señalaremos, accesoriarnente, que en las aplicaciones rituales y más especialmente "mágicas" a este doble sentido corresponde un uso "benéfico" o "maléfico", según los casos, de las ligaduras y los nudos; pero lo que aquí nos interesa es el principio de esta ambivalencia, aparte de toda aplicación particular, que nunca es sino una simple derivación. M. Eliade, por lo demás, ha insistido con razón en la insuficiencia de las interpretaciones "mágicas", a las cuales algunos quieren limitarse por un completo desconocimiento del sentido profundo de los símbolos, lo cual, como también en el caso de las interpretaciones "sociológicas", entraña una especie de inversión de las relaciones entre el principio y sus aplicaciones contingentes). En primer lugar, cabe advertir a este respecto que una ligadura puede considerarse como lo que encadena o como lo que une, e inclusive en el lenguaje ordinario la palabra tiene generalmente ambos significados; en el simbolismo de las ligaduras, corresponde a ello dos puntos de vista que podrían decirse mutuamente inversos, y, si el más inmediatamente aparente de los dos es el que hace de la ligadura una traba, ello se debe a que ese punto de vista es en suma el del ser manifestado como tal, en cuanto se ve a sí mismo como "atado" a ciertas condiciones especiales de existencia y como encerrado por ellas en los límites de su estado contingente. Desde este mismo punto de vista, el sentido del nudo es como un refuerzo del de la ligadura en general, pues, según antes decíamos, el nudo representa con más propiedad lo que fija al ser en tal o cual estado; y la porción de ligadura por la cual el nudo está formado es, podría decirse, lo único de ella que puede ver el ser mientras sea incapaz de salir de los límites de ese estado, escapándosele entonces necesariamente la conexión que esa ligadura establece con los estados restantes. El otro punto de vista puede calificarse de verdaderamente universal, pues abarca la totalidad de los estados, y para comprenderlo basta remitirse a la. noción del sûtrâtmâ: la ligadura, considerada. entonces en su extensión total (Debe quedar claro que esta extensión ha de considerarse como indefinida, aunque de hecho no pueda serlo nunca en ninguna figuración), es lo que los une, no solo entre sí, sino también, —repitámoslo— con su Principio mismo, de manera que, muy lejos de seguir siendo una traba, se convierte, al contrario, en el. medio por el cual el ser puede alcanzar efectivamente su Principio, y en la vía misma que lo conduce a esa meta. En tal caso, el hilo o la cuerda tiene un valor propiamente "axial", y el ascenso por una cuerda tendida verticalmente, al igual que el de un árbol o un. mástil, puede representar el proceso de retorno al Principio (Tal es, en la India, el verdadero significado de lo que los viajeros han llamado "la prueba de la cuerda" [cf. cap. LXIII, n. 6], como quiera se opine acerca de ésta en cuanto fenómeno más o menos auténticamente "mágico", lo cual no tiene, evidentemente, ninguna importancia en lo que se refiere a su carácter simbólico, único que nos interesa). Por otra parte, la conexión con el Principio a través del sûtrâmâ está ilustrada de modo particularmente notable por el juego de títeres (Cf. A. K. Coomaraswamy, "’Spiritual Paternity’ and the ’Puppet-complex’", en Psychiatry, número de agosto de 1945 (véase nuestra reseña en É. T., octubre-noviembre de 1947)): un títere representa aquí un ser individual, y el operadorque lo hace mover por medio de un hilo es el "Sí-mismo"; sin ese hilo, el títere permanecería inerte, así como, sin el sûtrâtmâ, toda existencia no sería sino pura nada, y, según una fórmula, extremo-oriental, "todos los seres serían vacíos". 699 SFCS LIGADURAS Y NUDOS