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SCS: morada de inmortalidad

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Por otra parte, en lo que a los celtas se refiere, hemos cuidado recordar qué precauciones se imponen cuando quiere hablarse de ellos, en ausencia de toda documentación escrita; pero, ¿por qué querría suponerse, a despecho de los indicios contrarios que a pesar de todo poseemos, que hayan sido menos favorecidos que los demás pueblos de la Antigüedad? En efecto, en todas partes vemos, y no sólo en Egipto, la asimilación simbólica establecida entre el corazón y la copa o el vaso; en todas partes, el corazón está considerado como el centro del ser, centro a la vez divino y humano en las aplicaciones múltiples que permite; en todas partes, también, la copa sacrificial representa el Centro o el Corazón del Mundo, la "morada de inmortalidad" (Habríamos podido recordar también el athanor hermético, el vaso en que se cumple la "Gran Obra", cuyo nombre, según algunos, derivaría del griego athánatos, "inmortal"; el fuego invisible que se mantiene perpetuamente en él corresponde al calor vital que reside en el corazón. Hubiéramos podido, igualmente, establecer vinculaciones con otro símbolo muy difundido, el del huevo, que significa resurrección e inmortalidad, y sobre el cual tendremos quizá oportunidad de volver. Señalemos por otra parte, al menos a titulo de curiosidad, que la copa del Tarot   (cuyo origen   es, por lo demás, harto misterioso) ha sido reemplazada por el corazón en los naipes franceses, lo que es otro índice de la equivalencia de ambos símbolos); ¿qué más se ha menester? Sabemos bien que la copa y la lanza, o sus equivalentes, han tenido además otras significaciones que las que hemos indicado, pero, sin detenernos en ello, podemos decir que todas esas significaciones, por extrañas que algunas puedan parecer a los ojos de los modernos, son perfectamente concordes entre sí, y expresan en realidad las aplicaciones de un mismo principio a órdenes diversos, según una ley de correspondencia en la cual se funda la armoniosa multiplicidad de sentidos que se incluyen en todo simbolismo. 52 SFCS   EL SAGRADO CORAZON Y LA LEYENDA DEL SANTO GRAAL

Si consideramos, por ejemplo, la tradición hebrea, vemos que se habla, en el Sefer Yetsiráh, del "santo Palacio" o "Palacio interior", que es el verdadero "Centro del Mundo", en el sentido cosmogónico del término; y vemos también que ese "santo Palacio" tiene su imagen en el mundo humano por la residencia, en cierto lugar, de la Shejináh, que es la "presencia real" de la Divinidad (Ver nuestros artículos sobre "Le Coeur du Monde dans la Kabbale   hébraïque" y "La Terre Sainte et le Coeur du Monde", en la revista Reg., julio-agosto y septiembre-octubre de 1926. [Estos artículos habían sido retomados, por una parte, en Le Roi du Monde (1927), caps. III y VI, y por otra debían serlo de nuevo en Le Symbolisme de la Croix   (1931), caps. IV y VII]). Para el pueblo de Israel, esa residencia de la Shejináh era el Tabernáculo (Mishkán), que por esa razón era considerado por él como el "Corazón del Mundo", pues constituía efectivamente el centro espiritual de su propia tradición. Este centro, por lo demás, no fue al comienzo un lugar fijo; cuando se trata de un pueblo nómada, como era el caso, su centro espiritual debe desplazarse con él, aunque permaneciendo siempre en el corazón de ese desplazamiento. "La residencia de la Shejináh —dice P. Vuillaud— sólo se fijó el día en que se construyó el Templo, para el cual David   había preparado el oro, la plata y todo cuanto era necesario a Salomón para dar cumplimiento a la obra (Es bien notar que las expresiones aquí empleadas evocan la asimilación, frecuentemente establecida, entre la construcción del Templo, encarada en su significación ideal, y la "Gran Obra" de los hermetistas). El Tabernáculo de la Santidad de Jehováh, la residencia de la Shejináh, es el Sanctasantórum que es el corazón del Templo, el cual es a su vez el centro de Sión (Jerusalén), como la santa Sión es el centro de la Tierra de Israel, como la Tierra de Israel es el centro del mundo" (La Kabbale juive, t. I, pág. 509). Puede advertirse que hay aquí una serie de extensiones, dada gradualmente a la idea de centro en las aplicaciones que de ella se hacen sucesivamente, de suerte que la denominación de "Centro del Mundo" o de "Corazón del Mundo" es finalmente extendida a la Tierra de Israel en su totalidad, en tanto que considerada como la "Tierra Santa"; y ha de agregarse que, en el mismo respecto, recibe también, entre otras denominaciones, la de "Tierra de los Vivos". Se habla de la "Tierra de los Vivos que comprende siete tierras", y P. Vuillaud observa que "esta Tierra es Canaán, en la cual había siete pueblos" (La Kabbale, t. II, pág.116), lo cual es exacto en el sentido literal, aunque sea igualmente posible una interpretación simbólica. La expresión "Tierra de los Vivos" es exactamente sinónima de "morada de inmortalidad", y la liturgia católica la aplica a la morada celeste de los elegidos, que estaba en efecto figurada por la Tierra Prometida, puesto que Israel, al penetrar en ésta, debía ver el fin de sus tribulaciones. Desde otro punto de vista más, la Tierra de Israel, en cuanto centro espiritual, era una imagen del Cielo, pues, según la tradición judía, "todo lo que los israelitas hacen en la tierra se cumple según los tipos de lo que ocurre en el mundo celeste" (Ibid., t. I, pág. 501). 165 SFCS LOS GUARDIANES DE TIERRA SANTA

La conclusión que debe sacarse de estas consideraciones es que hay tantas "Tierras’ Santas" particulares como formas tradicionales regulares existen, puesto que representan los centros espirituales que corresponden respectivamente a las diferentes formas; pero, si igual simbolismo se aplica uniformemente a todas esas "Tierras Santas", ello se debe a que los centros espirituales tienen todos una constitución análoga, y a menudo hasta en muy precisos pormenores, porque son otras tantas imágenes de un mismo centro único y supremo, solo el cual es verdaderamente el "Centro del Mundo", pero del cual aquéllos toman los atributos como participantes de su naturaleza por una comunicación directa, en la cual reside la ortodoxia tradicional, y como representantes efectivos de él, de una manera más o menos exterior, para tiempos y lugares determinados. En otros términos, existe una "Tierra Santa" por excelencia, prototipo de todas las otras, centro espiritual al cual todas las demás están subordinadas, sede de la tradición primordial, de la cual todas las tradiciones particulares derivan por adaptación a tales o cuales condiciones definidas de un pueblo o de una época. Esa "Tierra Santa" por excelencia es la "comarca suprema", según el sentido del término sánscrito Paradeça, del cual los caldeos hicieron Pardés y los occidentales Paraíso; es, en efecto, el "Paraíso terrestre", ciertamente punto de partida de toda tradición, que tiene en su centro la fuente única de donde parten los cuatro ríos que fluyen hacia los cuatro puntos cardinales (Esta fuente es idéntica a la "fuente de enseñanza" a la cual hemos tenido precedentemente oportunidad de hacer aquí mismo diferentes alusiones), y es a la vez "morada de inmortalidad", como es fácil advertirlo refiriéndose a los primeros capítulos del Génesis (Por eso la "fuente de enseñanza" es al mismo tiempo la "fuente de juvencia" (fons iuventutis), porque quien bebe de ella se libera de la condición temporal; está, por otra parte, situada al pie del "Árbol de Vida" (ver nuestro estudio sobre "Le Langage secret de Dante   et des Fidèles d’Amour’" en V. I., febrero de 1929) y sus aguas se identifican evidentemente con el "elixir de longevidad" de los hermetistas (la idea de "longevidad" tiene aquí la misma significación que en las tradiciones orientales) o al "elixir de inmortalidad", de que se trata en todas partes bajo nombres diversos) 168 SFCS LOS GUARDIANES DE TIERRA SANTA

En la parábola del grano de mostaza, hay aún un punto que requiere explicación en relación con lo que precede (Señalemos también que el "campo" (kshetra) es, en la terminología hindú, la designación simbólica del dominio en el cual se desarrollan las posibilidades de un ser): se dice que el grano, al desarrollarse, se convierte en árbol; y sabido es que el árbol constituye en todas las tradiciones uno de los principales símbolos del "Eje del Mundo" (Cf. Le Symbolisme de la Croix, cap. IX). Esta significación conviene perfectamente al caso: el grano es el centro; el árbol que de él brota es el eje, directamente salido de ese centro, y extiende a través de todos los mundos sus ramas, en las cuales vienen a posarse las "aves del cielo", que, como en ciertos textos hindúes, representan los estados superiores del ser. Ese eje invariable, en efecto, es el "soporte divino" de toda existencia; es, como lo enseñan las doctrinas extremo-orientales, la dirección según la cual se ejerce la "Actividad del Cielo", el lugar de manifestación de la "Voluntad del Cielo" (Cf. Le Symbolisrne de la Croix, cap. XXIII. Emplearíamos aquí más bien la expresión "lugar metafísico" por analogía con la de "lugar geométrico" que da un símbolo lo más exacto posible de aquello de que se trata). ¿No es ésta una de las razones por las cuales, en el Padrenuestro, inmediatamente después de este ruego: "Venga a nos el tu reino" (y ciertamente se trata aquí del "Reino de Dios"), sigue este otro: "Hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo", expresión de la unión "axial" de todos los mundos entre sí y con el Principio divino, de la plena realización de esa armonía total a la cual aludíamos, que no puede cumplirse a menos que todos los seres concierten sus aspiraciones según una dirección única, la del eje mismo? (Es de notar que la palabra "concordia" significa literalmente ’unión de los corazones’ (cum-cordia); en este caso, el corazón se toma como representación de la voluntad, principalmente) "Que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que también ellos en nosotros sean uno… Para que sean uno como nosotros somos uno; yo en ellos y tú en mí, para que sean consumados en la unidad" (San Juan, XVII, 21-23). Esta unión perfecta es el verdadero advenimiento del "Reino de Dios", que viene de dentro y se expande hacia afuera, en la plenitud del orden universal, consumación de la manifestación entera y restauración de la integridad del "estado primordial". Es la venida de la "Jerusalén Celeste al fin de los tiempos" (Para vincular más íntimamente esto con lo que acabarnos de decir sobre el simbolismo del árbol, recordaremos también que el "Árbol de Vida" está situado en el centro de la "Jerusalén celeste" (cf. Le Roi du Monde, cap. XI, y Le Symbolisme de la Croix, cap. IX)): "He aquí el Tabernáculo de Dios entre los hombres, y erigirá su tabernáculo entre ellos, y ellos serán su pueblo y el mismo Dios será con ellos (Naturalmente, cabe referirse aquí a lo que decíamos anteriormente sobre la Shejináh y sobre ’Immanû’el). Y enjugará las lágrimas de sus ojos, y la muerte no existirá más…" (Apocalipsis, XXI, 3-4. La "Jerusalén celeste", en cuanto "Centro del Mundo", se identifica efectivamente con la "morada de inmortalidad" (cf. LeRoi du Monde, cap. VII)) "No habrá ya maldición alguna, y el trono de Dios y del Cordero estará en ella [en la Ciudad], y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y llevarán Su nombre sobre la frente (Puede verse en esto una alusión al "tercer ojo", el cual tiene la forma de un yod, según lo hemos explicado en nuestro estudio sobre "L’Oeil qui voit tout" (aquí, cap, LXXII: "El Ojo que todo lo ve"]: cuando sean restablecidos en el "estado prirnordial", poseerán efectivamente, y por eso mismo, el "sentido de la eternidad"). No habrá ya noche (La noche se torna aquí, naturalmente, en su sentido inferior, en que se asimila al caos, y es evidente que la perfección del "cosmos" está en oposicion con éste (podría decirse, en el otro extremo de la manifestación), de modo que dicha perfección puede considerarse como un "día" perpetuo) ni tendrán necesidad de luz de antorcha, ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará, y reinarán por los siglos de los siglos" (Apocalipsis, XXII, 3-5. Cf. también ibid., XXI, 23 "Y la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna para que alumbren en ella, porque la gloria de Dios la ilumina y su antorcha es el Cordero". La "gloria de Dios" es también una designación de la Shejináh, cuya manifestación, en efecto, se representa siempre como "Luz" (cf. Le Roi du Monde, cap. III)). 774 SFCS EL GRANO DE MOSTAZA