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Obras: teofanías

sexta-feira 2 de fevereiro de 2024

  

Otra consideración que concuerda enteramente con esta interpretación es ésta: en la figuración del «Trono» (El-Arsh), Er-Rûh está colocado en el centro, y ese lugar es efectivamente el de Metatron; El «Trono» es el lugar de la «Presencia divina», es decir, de la Shekinah que, en la Tradición hebraica, es el «paredro» o el aspecto complementario de Metatron. Por lo demás, puede decirse inclusive que, de una cierta manera, Er-Rûh se identifica al «Trono» mismo, ya que éste, rodeando y envolviendo a todos los mundos (de donde el epíteto   El-Muhît que se le da), coincide por ahí con la «circunferencia primera» que hemos cuestionado más atrás (NA: sobre este punto del «Trono» y de Metatron, considerado bajo el punto de vista de la Kabbala   y de la angeleología hebraicas, consultar Basilides, Notas sobre el mundo celeste (número de julio de 1934, p. 274-275), y Los Ángeles (n de febrero de 1935, p. 88-90).). Se reencuentran todavía aquí las dos caras del barzakh: del lado de El-Haqq, es Er-Rahmân quien reposa sobre el «Trono» (NA: según este versículo de la Sûrat Tohâ (XX, 5): «Er-Rahmânu al’ arshi estawâ».); pero, del lado de el-Khalq, no aparece en cierto modo más que por refracción a través de Er-Rûh, lo que está en conexión directa con el sentido de este hadîth: «El que me ve, ese ve la Verdad» (man raanî faqad raa el-Haqq). Queda ahí, en efecto, el misterio de la manifestación «profética» (NA: puede hacerse observar que por ahí se juntan de una cierta manera la concepción del Profeta y la del Avatâra, que proceden en sentido inverso la una de la otra, partiendo la segunda de la consideración del principio que se manifiesta, mientras que la primera parte de la consideración del «soporte» de esta manifestación (y el «Trono» es también el «soporte» de la Divinidad).); y se sabe que, según la Tradición hebraica igualmente, Metatron es el agente de las «teofanías» y el principio mismo de la profecía (NA: consultar El Rey del Mundo, p. 30-33 (Edición francesa).), lo que, expresado en lenguaje islámico, viene a decir que no es otro que Er-Rûh el-mohammediyah, en quien todos los profetas y los enviados divinos no son más que uno, y que tiene, en el «mundo de aquí abajo», su expresión última en el que es su «sello» (Khâtam el-anbiâï wa’l-mursalîn), es decir, en el que los reúne en una síntesis final que es el reflejo de su unidad principal en el «mundo de allá arriba» (donde es awwal Khalqi’ Llah, siendo lo que es lo último en el orden manifestado, analógicamente lo primero en el orden principal), y que es así el «señor de los primeros y de los últimos» (seyid el-awwalîna wa’l-akhirîn). Es por ahí, y por ahí solamente, que pueden realmente comprenderse, en su sentido profundo, todos los nombres y los títulos del Profeta, que son en definitiva los mismos del «Hombre Universal» (El-Insân el-Kâmil), totalizando finalmente en él todos los grados de la Existencia, como los contenía a todos en él desde el origen  : alayhi çalatu Rabbil-Arshi dawman, ¡«Qué sobre él la plegaría del Señor del Trono sea perpetuamente»! 41 Apercepciones sobre el esoterismo islámico   y el taoismo Er-Rûh

«El término de Metatron entraña todas las acepciones de guardián, de Señor, de enviado, de mediador» (p. 499); es «el Ángel de la Faz», y también «el Príncipe del Mundo» (Sâr ha-ôlam); es «el autor de las teofanías, de las manifestaciones divinas en el mundo sensible» (p. 492). Diríamos de buena gana que es el «Polo celeste» y como este tiene su reflejo en el «Polo terrestre» con el cual está en relación directa según el «eje del mundo», ¿no será por esta razón por lo que se dice que Metatron mismo fue el instructor de Moisés? Citamos todavía estas líneas: «Su nombre es Mikael, el Sumo Sacerdote que es holocausto y oblación delante de Dios. Y todo lo que los israelitas hacen sobre la tierra es cumplido en conformidad con lo que sucede en el mundo celeste. El Sumo Pontífice simboliza a Mikael, príncipe de la Clemencia... En todos los pasajes en los que la Escritura habla de la aparición de Mikael, se trata de la gloria de la Shekinah» (pp. 500-501). Lo que se dice aquí de los israelitas puede decirse de todos los pueblos que poseen una Tradición verdaderamente ortodoxa; con mayor razón es menester decirlo de los representantes de la Tradición Primordial de la cual todas las demás derivan y a la cual están todas subordinadas. Por otra parte, Metatron no tiene solo el aspecto de la Clemencia sino también el de la Justicia; en el mundo celeste no es solamente el «Sumo Sacerdote» (Kohen ha-gadol), sino también el «Príncipe Sumo» (Sâr ha-gadol), lo que viene a decir que en él se encuentra el principio del poder real tanto como del poder sacerdotal o pontifical al cual corresponde propiamente la función de «mediador». Es menester observar igualmente que Melek, «rey» y Malaek, «ángel» o «enviado», no son en realidad más que dos formas del mismo y único término; además, Malaki, «mi enviado» (es decir, el enviado de dios, o «el ángel en el cual está Dios», Maleak ha-elohim) es el anagrama de Mikael. Conviene añadir que, si Mikael se identifica a Metatron como lo hemos visto, no representa de él empero más que un aspecto; al lado de la cara luminosa hay también una cara obscura, y tocamos aquí otros misterios. En efecto puede parecer extraño que Samuel se nombre igualmente Sâr ha-ôlam, y nos extrañamos un poco de que M. Vulliaud   se haya limitado a registrar este hecho sin el menor comentario (p. 512). Es este último aspecto, y solamente éste, el que en un sentido inferior es el «genio de este mundo», el Princeps hujus mundi que es cuestión en el Evangelio; y esta relación con Metatron de quien es como la sombra, justifica el empleo de una misma designación en un doble sentido, y hace comprender al mismo tiempo por qué el número apocalíptico 666 es también un número solar (está formado en particular del nombre Sorath, demonio de Sol, y opuesto en tanto que tal al ángel Mikael). Por lo demás M. Vulliaud destaca que según san Hipólito  , «el Mesías y el Anticristo tienen ambos por emblema el león» (t. II, p. 373), que es igualmente un símbolo solar; y la misma observación podría ser hecha para la serpiente y para muchos otros símbolos. Bajo el punto de vista Kabbalístico, es todavía de las dos caras opuestas de Metatron que se trata; de una manera más general, habría lugar a desarrollar, sobre esta cuestión del doble sentido de los símbolos, toda una teoría que no parece haber sido todavía expuesta claramente. No insistiremos más, al menos por el momento, sobre este lado de la cuestión, que es quizás uno de aquellos en los que se encuentran, para explicarle, las mayores dificultades. 2548 Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos «LA KABBALA JUDÍA»

«El término Metatron conlleva todas las acepciones de guardián, de Señor, de enviado, de mediador»; es «el autor de las teofanías en el mundo sensible» (La Kabbale juive, tomo I, pp. 492 y 499.); es «Ángel de la Faz», y también «el Príncipe del Mundo» (Sâr ha-ôlam), y se puede ver por esta última designación que no estamos alejados de ninguna manera de nuestro tema. Para emplear el simbolismo tradicional que ya hemos explicado precedentemente, diremos de buena gana que, como el jefe de la jerarquía iniciática es el «Polo terrestre», Metatron es el «Polo celeste»; y éste tiene su reflejo en aquél, con el que está en relación directa siguiendo el «Eje del Mundo». «Su nombre es Mikaël, el Sumo Sacerdote que es holocausto y oblación ante Dios. Y todo lo que hacen los Israelitas sobre la tierra se cumple según los tipos de lo que pasa en el mundo celeste. El Sumo Pontífice aquí abajo simboliza a Mikaël, príncipe de la Clemencia... En todos los pasajes en los que la Escritura habla de la aparición de Mikaël, se trata de la gloria de la Shekinah» (La Kabbale juive, tomo I, pp. 500 y 501.). Lo que se dice aquí de los Israelitas puede decirse igualmente de todos los pueblos poseedores de una tradición verdaderamente ortodoxa; así pues, con mayor razón debe decirse de los representantes de la tradición primordial de la que todas las otras derivan y a la que todas están subordinadas; y esto está en relación con el simbolismo de la «Tierra Santa», imagen del mundo celeste, al que ya hemos hecho alusión. Por otra parte, según lo que hemos dicho más atrás, Metatron no tiene solo el aspecto de la Clemencia, tiene también el de la Justicia; no es solo el «Sumo Sacerdote» (Kohen ha-gâdol), sino también el «Gran Príncipe» (Sâr ha-gadol) y el «jefe de las milicias celestes», es decir, que en él está el principio del poder real, así como el del poder sacerdotal o pontifical al que corresponde propiamente la función de «mediador». Por lo demás, es menester destacar que Melek, «rey», y Maleak, «ángel» o «enviado», no son en realidad más que dos formas de una sola y misma palabra; además, Malaki, «mi enviado» (es decir, el enviado de Dios, o «el ángel en el que está Dios», Maleak ha-Elohim), es el anagrama de Mikaël (Esta última precisión recuerda naturalmente estas palabras: «Benedictus qui venit in nomine Domini»; estas palabras se aplican a Cristo, que el Pasteur de Hermas asimila precisamente a Mikaël de una manera que puede parecer bastante extraña, pero que no debe sorprender a aquellos que comprenden la relación que existe entre el Mesías y la Shekinah. Cristo es llamado también «Príncipe de la Paz», y es al mismo tiempo el «Juez de los vivos y de los muertos».). 5829 EL REY DEL MUNDO CAPÍTULO III