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SCS: ritual

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Siendo así, ciertas dificultades aparentes quedan inmediatamente resueltas, o, por mejor decir, se advierte que son inexistentes: así, no cabe preguntarse cuál puede ser la situación, con respecto a la ortodoxia cristiana entendida en sentido ordinario de una línea de transmisión fuera de la "sucesión apostólica" como aquella de que se habla en ciertas versiones de la leyenda del Graal; si se trata de una jerarquía iniciática, la jerarquía religiosa no podría en modo alguno ser afectada por su existencia, de la cual, por lo demás, no tiene por qué tener conocimiento "oficialmente", si así puede decirse, ya que ella misma no ejerce jurisdicción legítima sino en el dominio exotérico. Análogamente, cuando se trata de una fórmula secreta en relación con ciertos ritos, hay, digámoslo francamente, una singular ingenuidad en quienes se preguntan si la pérdida o la omisión de esa fórmula no arriesga impedir que la celebración de la misa pueda ser considerada válida: la misa, tal cual es, es un rito religioso, y aquello es un rito iniciático: cada uno vale en su orden, y, aun si ambos tienen en común un carácter "eucarístico", ello en nada altera esa distinción esencial, así como el hecho de que un mismo símbolo pueda ser interpretado a la vez desde ambos puntos de vista, exotérico y esotérico, no impide a ambos ser enteramente distintos y pertenecientes a dominios totalmente diversos; cualesquiera que puedan ser a veces las semejanzas exteriores, que por lo demás se explican en virtud de ciertas correspondencias, el alcance y el objetivo de los ritos iniciáticos son enteramente diferentes de los de los ritos religiosos. Con mayor razón, no cabe indagar si la fórmula misteriosa de que se trata podría identificarse con una fórmula en uso en tal o cual Iglesia dotada de un ritual más o menos especial; en primer lugar, en tanto que se trate de Iglesias ortodoxas, las variantes de ritual son por completo secundarias y no pueden en modo alguno recaer sobre nada esencial; además, esos diversos rituales jamás pueden ser sino religiosos, y, como tales, son perfectamente equivalentes, sin que la consideración de uno u otro nos acerque más al punto de vista iniciático. ¡Cuántas investigaciones y discusiones inútiles se ahorrarían si se estuviera, antes que nada, bien informado sobre los principios! 69 SFCS   EL SANTO GRAAL

Ahora bien; que los escritos concernientes a la leyenda del Graal sean emanados, directa o indirectamente,. de una organización iniciática, no quiere decir que constituyan un ritual de iniciación, como algunos, con bastante extravagancia, lo han supuesto; y es curioso que nunca se haya emitido semejante hipótesis —por lo menos hasta donde sabemos— acerca de obras que empero describen más manifiestamente un proceso iniciático, como la Divina Comedia o el Roman de la Rose; es bien evidente que no todos los escritos que presentan carácter esotérico son por eso rituales. El señor Waite, que rechaza con justa razón este supuesto, destaca las inverosimilitudes que implica: tal es, en especial, el hecho de que el pretendido recipiendario hubiere de formular una pregunta, en vez de tener que responder a las preguntas del iniciador, como es el caso generalmente; y podríamos agregar que las divergencias existentes entre las diferentes versiones son incompatibles con el carácter de un ritual, que tiene necesariamente una forma fija y bien definida; pero, ¿en qué obsta todo ello a que la leyenda se vincule, en algún otro carácter, a lo que el señor Waite denomina Instituted Mysteries, y que nosotros llamamos más sencillamente las organizaciones iniciáticas? Ocurre que el autor se forma de éstas una idea demasiado estrecha, e inexacta en más de un sentido: por una parte, parece concebirlas como algo exclusivamente "ceremonial", lo que, señalémoslo de paso, es un modo de ver muy típicamente anglosajón; por otra parte, según un error muy difundido y sobre el cual hemos insistido ya harto a menudo, se las representa aproximadamente como "sociedades", mientras que, si bien algunas de ellas han llegado a cobrar tal forma, ello no es sino efecto de una especie de degradación por entero moderna. El autor ha conocido sin duda, por experiencia directa, un buen número de esas asociaciones seudoiniciáticas que pululan en Occidente en nuestros días, y, si bien parece haber quedado más bien decepcionado, no ha dejado tampoco, en cierto modo, de ser influido por lo que ha visto en ellas: queremos decir que, por no haber percibido netamente la diferencia entre iniciación auténtica y seudoiniciación, atribuye erróneamente a las verdaderas organizaciones iniciáticas caracteres comparables a los de las falsificaciones con las cuales ha entrado en contacto; y este error entraña todavía otras consecuencias, que afectan directamente, como vamos a verlo, a las conclusiones positivas de su estudio. 70 SFCS EL SANTO GRAAL

Todos los seres, que en todo lo que son dependen de su Principio, deben, consciente o inconscientemente, aspirar a retornar a él; esta tendencia al retorno hacia el Centro tiene también, en todas las tradiciones, su representación simbólica. Queremos referirnos a la orientación ritual, que es propiamente la dirección hacia un centro espiritual, imagen terrestre y sensible del verdadero "Centro del Mundo"; la orientación de las iglesias cristianas no es, en el fondo, sino un caso particular de ese simbolismo, y se refiere esencialmente a la misma idea, común a todas las religiones. En el Islam, esa orientación (qiblah) es como la materialización, si así puede decirse, de la intención (niyyah) por la cual todas las potencias del ser deben ser dirigidas hacia el Principio divino (La palabra "intención" debe tornarse aquí en su sentido estrictamente etimológico (de in-tendere, ’tender hacia’)) ; y sería fácil encontrar muchos otros ejemplos. Mucho habría que decir sobre este asunto; sin duda tendremos algunas oportunidades de volver sobre él en la continuación de estos estudios ( [Véase Le Roi du Monde, cap. VIII]), y por eso nos contentamos, por el momento, con indicar de modo más breve el último aspecto del simbolismo del Centro. En resumen, el Centro es a la vez el principio y el fin de todas las cosas; es, según un simbolismo muy conocido, el alfa y el omega. Mejor aún, es el principio, el centro y el fin; y estos tres aspectos están representados por los tres elementos del monosílabo Aum en, al cual L. Charbonneau-Lassay   había aludido como emblema de Cristo, y cuya asociación con el svástika entre los signos del monasterio de los Carmelitas de Loudun nos parece particularmente significativa ( [He aquí los términos de Charbonneau-Lassay: "…A fines del siglo XV, o en el XVI, un monje del monasterio de Loudun, fray Guyot, pobló los muros de la escalinata de su capilla con toda una serie de emblemas esotéricos de Jesucristo, algunos de los cuales, repetidos varias veces, son de origen   oriental, como el Swástika y el Sauwástíka, el Aum y la Serpiente crucificada" (Reg., marzo de 1926)]). En efecto, ese símbolo, mucho más completo que el alfa y el omega, y capaz de significaciones que podrían dar lugar a desarrollos casi indefinidos, es, por una de las concordancias más asombrosas que puedan encontrarse, común a la antigua tradición hindú y al esoterismo cristiano del Medioevo; y, en uno y otro caso, es igualmente y por excelencia un símbolo del Verbo, el cual es real y verdaderamente el "Centro del Mundo" ( [R. Guénon ya había tratado sobre el simbolismo del monosílabo Aum en L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. XVI; después volvió en diferentes ocasiones sobre el tema, ante todo en Le Roi du Monde, cap. IV, Además, en esta misma compilación se alude a él en los caps. XIX: "El jeroglífico de Cáncer", y XXII: "Algunos aspectos del simbolismo del Pez"]). 135 SFCS LA IDEA DEL CENTRO EN LAS TRADICIONES ANTIGUAS

Empero, A. M. Hocart se ve en dificultades para explicar la situación propia de cada casta (Les Castes, p. 55); y esta perplejidad, en el fondo, proviene únicamente del error que comete al considerar la casta real, es decir, la de los kshátriya, como la primera; partiendo, entonces, del este, no puede encontrar ningún orden regular de sucesión, y especialmente la situación de los brahmanes en el norte se hace por completo ininteligible. Al contrario, no hay dificultad ninguna si se observa el orden normal, es decir, si se comienza por la casta que es en realidad primera, la de los brahmanes; es menester, entonces, partir del norte y, girando en el sentido de la pradákshínâ (Pradákshinâ: en la tradición hindú, circunvolución ritual de izquierda a derecha. (N. del T)) se encuentran las cuatro castas en un orden sucesivo perfectamente regular; no resta, pues sino comprender de modo más completo las razones simbólicas de esa repartición según los puntos cardinales. 195 SFCS EL ZODIACO Y LOS PUNTOS CARDINALES

Dicho esto, podemos volver a la interpretación "geométrica", del grado de Compañero, acerca del cual lo que hemos explicado no es aún la parte más interesante en lo que atañe al simbolismo de la masonería operativa. En el catecismo que citábamos poco ha, se encuentra también esta especie de enigma: By letters four and science five, this G aright doth stand in a due art and proportion (No debemos dejar de mencionar, incidentalmente, que, en respuesta a la pregunta: "Who doth that G denote?" (who y no ya what, como antes, cuando se trataba de la Geometría), ese catecismo contiene la frase siguiente: "The Great Architect and contriver of the Universe, or He that was taken up to the Pinnacle of the Holy Temple"; se advertirá que "el Gran Arquitecto del Universo" es aquí identificado con Cristo (por lo tanto con el Logos), puesto él mismo en relación con el simbolismo de la "piedra angular", entendido según el sentido que hemos explicado [aquí, cap. XLIII]; el "pináculo del Templo" (y se notará la curiosa semejanza de la palabra "pináculo" con el hebreo pinnáh ’ángulo’) es, naturalmente, la cúspide o punto más elevado y, como tal, equivale a lo que es la "clave de bóveda" (Keystone) en la Arch Masonry). Aquí, evidentemente, science five designa la "quinta ciencia" o sea la geometría; en cuanto a la significación de letters four, se podría, a primera vista, y por simetría, incurrir en la tentación de suponer un error y que haya de leerse letter, en singular, de suerte que se trataría de la "cuarta letra", a saber, en el alfabeto griego, de la letra ?, interesante simbólicamente, en efecto, por su forma triangular; pero, como esta explicación tendría el gran defecto de no presentar ninguna relación inteligible con la letra G, es mucho más verosímil que se trate realmente de "cuatro letras", y que la expresión, por lo demás anormal, de science five en lugar de fifth science haya sido puesta intencionalmente para hacer aún más enigmático el enunciado. Ahora, el punto que puede parecer más oscuro es éste: ¿por qué se habla de cuatro letras, o, si se trata siempre de la inicial de la palabra Geometry, por qué ha de ser cuadruplicada to stand aright in due art and proportion? La respuesta, que debe estar en relación con la posición "central" o "polar" de la letra G, no puede darse sino por medio del simbolismo operativo, y aquí, además, es donde aparece la necesidad de tomar dicha letra, según lo indicábamos poco antes, en su forma griega ?. En efecto, el conjunto de cuatro gammas colocados en ángulos rectos los unos con respecto a los otros forma el svástika, "símbolo, como lo es también la letra G, de la Estrella polar, que es a su vez el símbolo y, para el masón operativo, la sede efectiva del Sol central oculto del Universo, Iah" (En el articulo del Speculative Mason de donde se ha tomado esta cita, el svástika es inexactamente llamado gammádion, designación que, como lo hemos señalado varias veces, se aplicaba en realidad antiguamente a muy otras figuras (ver especialmente [aquí, cap. XLV] "El-Arkân", donde hemos dado la reproducción), pero no por eso es menos verdad que el svástika, aun no habiendo recibido nunca dicho nombre, puede considerarse también como formado por la reunión de cuatro gammas, de modo que esta rectificación de terminologías en nada afecta a lo que aquí se dice), lo cual evidentemente está muy próximo al T’ai-yi de la tradición extremo-oriental (Agregaremos que el nombre divino Iah, que acaba de mencionarse, se pone más especialmente en relación con el primero de los tres Grandes Maestros en el séptimo grado de la masonería operativa). En el pasaje de La Grande Triade que recordábamos al comienzo, habíamos señalado la existencia, en el ritual operativo, de una muy estrecha relación entre la letra G y el svástika; empero por entonces no habíamos tenido conocimiento aún de las informaciones que, al hacer intervenir el gamma griego, tornan esa relación aún más directa y completan su explicación (Podría quizás objetarse que la documentación inédita dada por el Speculative Mason acerca del svástika proviene de Clement Stretton, y que éste fue, según se dice, el principal autor de una "restauración" de los rituales operativos en la cual ciertos elementos, perdidos a raíz de circunstancias que nunca han sido enteramente aclaradas, habrían sido reemplazados por otros tomados de los rituales especulativos, de cuya conformidad con lo que existía antiguamente no hay garantía; pero esta objeción no es válida en el presente caso, pues se trata precisamente de algo de lo cual no hay rastros en la masonería especulativa). Es bien señalar además que la parte quebrada de las ramas del svástika se considera aquí como representación de la Osa Mayor, vista en cuatro diferentes posiciones en el curso de su revolución en torno de la Estrella polar, a la que corresponde naturalmente el centro donde los gammas se reúnen, y que estas cuatro posiciones quedan relacionadas con los cuatro puntos cardinales y las cuatro estaciones; sabida es la importancia de la Osa Mayor en todas las tradiciones en que interviene el simbolismo polar (Ver igualmente La Grande Triade, cap. XXV, acerca de la "Ciudad de los Sauces" y de su representación simbólica por un moyo lleno de arroz). Si se piensa en que todo ello pertenece a un simbolismo que puede llamarse verdaderamente "ecuménico" y que por eso mismo indica un vínculo bastante directo con la tradición primordial, puede comprenderse sin esfuerzo por qué "la teoría polar ha sido siempre uno de los mayores secretos de los verdaderos maestros masones" (Puede ser de interés señalar que en la Cábala el yod se considera formado por la reunión de tres puntos, que representan las tres middôt [’dimensiones’] supremas, dispuestas en escuadra; ésta, por otra parte, está vuelta en un sentido contrario al de la letra griega gamma, lo que podría corresponder a los dos opuestos sentidos de rotación del svástika). 237 SFCS LA LETRA G Y EL SVÁSTIKA

Dicho esto, volvamos a la cuestión de las relaciones entre la caverna funeraria y la caverna iniciática: aunque esas relaciones sean ciertamente reales, la identificación de ambas, en cuanto a su simbolismo, no representa sino, cuando mucho, una media verdad. Observemos, por lo demás, que, inclusive desde el mero punto de vista funerario, la idea de hacer derivar el simbolismo del ritual en lugar de ver, al contrario, en el ritual mismo el simbolismo en acción, como en realidad es, pone ya al autor en grandes dificultades cuando comprueba que el viaje subterráneo va seguido casi siempre de un viaje al aire libre, representado por muchas tradiciones como una navegación; esto sería inconcebible, en efecto, si no se tratara sino de la descripción por imágenes de un rito sepulcral, pero, en cambio, se explica perfectamente cuando se sabe que se trata en realidad de las fases diversas atravesadas por el ser en el curso de una migración que es real y verdaderamente "de ultratumba", y que no concierne en nada al cuerpo que ese ser ha dejado tras de sí al abandonar la vida terrestre. Por otra parte, en razón de la analogía existente entre la muerte entendida en el sentido ordinario y la muerte iniciática, de que hemos hablado en otra oportunidad, una misma descripción simbólica puede aplicarse por igual a lo que ocurre al ser en uno y otro caso; tal es, en cuanto a la caverna y al viaje subterráneo, la razón de la asimilación antes establecida, en la medida en que está justificada; pero, en el punto en que ella debe legítimamente detenerse, nos hallamos todavía en los preliminares de la iniciación y no en la iniciación misma. 373 SFCS LA CAVERNA Y EL LABERINTO

Va de suyo, por otra parte, que el empleo del laberinto como medio de protección o defensa admite aplicaciones diversas, fuera del dominio iniciático; así, el autor señala particularmente su empleo "táctico" a la entrada de ciertas ciudades antiguas y otros lugares fortificados. Solo que es un error creer que en este caso se trate de un uso puramente profano, el cual incluso hubiera sido cronológicamente el primero, para sugerir luego la idea de una utilización ritual; hay en esta idea, propiamente, una inversión de las relaciones normales, conforme, por otra parte, a las concepciones modernas pero solo a ellas, y que por lo tanto es enteramente ilegítimo atribuir a las civilizaciones antiguas. De hecho, en toda civilización de carácter estrictamente tradicional, todas las cosas comienzan necesariamente por el principio o por lo que es más próximo a él, para descender luego a aplicaciones cada vez más contingentes; y, además, inclusive estas últimas no se encaran jamás desde un punto de vista profano, que no es, según lo hemos explicado a menudo, sino el resultado de una degradación por la cual se ha perdido la conciencia de la vinculación de esas aplicaciones con el principio. En el caso de que se trata, podría fácilmente percibirse que hay algo distinto de lo que verían los "tácticos" modernos, por la simple observación de que ese modo de defensa, "laberíntico", no se empleaba solamente contra los enemigos humanos sino también contra los influjos psíquicos hostiles, lo que indica a las claras que debía tener por sí mismo un valor ritual (No insistiremos, para no apartarnos demasiado de nuestro asunto, sobre la marcha "laberíntica" de ciertas procesiones y "danzas rituales", que, presentando ante todo el carácter de ritos de protección, o "apotropaicos", como dice el autor, se vinculan directamente y por eso al mismo orden de consideraciones: se trata esencialmente de detener y desviar los influjos maléficos, por una "técnica" basada en el conocimiento de ciertas leyes según las cuales aquéllos ejercen su acción). Pero hay más todavía: la fundación de las ciudades, la elección de su sitio y el plan según el cual se las construía se hallaban sometidos a reglas pertenecientes esencialmente a la "ciencia sagrada" y, por consiguiente, estaban lejos de responder solo a fines "utilitarios", por lo menos en el sentido exclusivamente material que se da actualmente a esa palabra; por completamente extrañas que sean estas cosas a la mentalidad de nuestros contemporáneos, es preciso sin embargo tomarlas en cuenta, sin lo cual quienes estudian los vestigios de las civilizaciones antiguas jamás podrán comprender el verdadero sentido y la razón de ser de lo que observan, aun en lo que corresponde simplemente a lo que se ha convenido en llamar hoy el dominio de la "vida cotidiana", pero que entonces tenía también, en realidad, un carácter propiamente ritual y tradicional. 378 SFCS LA CAVERNA Y EL LABERINTO

Aquí, naturalmente, ciertas relaciones se encontrarán modificadas: la caverna vuelve a ser un "sepulcro", no ya esta vez en razón exclusivamente de su situación "subterránea", sino porque el "cosmos" íntegro es en cierto modo el "sepulcro" del cual el ser debe salir ahora; el "tercer nacimiento" está precedido necesariamente de la "segunda muerte"; que no es ya la muerte al mundo profano, sino verdaderamente la "muerte al cosmos" (y también "en el cosmos"), y por eso el nacimiento "extracósmico" se asimila siempre a una "resurrección" (Se encuentra igualmente lo análogo de todo esto en el simbolismo de la crisálida y de su transformación en mariposa). Para que pueda ocurrir tal "resurrección", que es al mismo tiempo la salida de la caverna, es necesario que sea retirada la piedra que cierra la abertura del "sepulcro" (es decir, de la caverna misma); veremos en seguida cómo puede traducirse esto en ciertos casos en el simbolismo ritual. 410 SFCS LA CAVERNA Y "EL HUEVO DEL MUNDO

Hemos explicado anteriormente que el eje solsticial del Zodíaco, relativamente vertical con respecto al eje de los equinoccios, debe considerarse como la proyección, en el ciclo solar anual, del eje polar norte-sur; según la correspondencia del simbolismo temporal con el simbolismo espacial de los puntos cardinales, el solsticio de invierno es en cierto modo el polo norte del año y el solsticio de verano su polo sur, mientras que los dos equinoccios, el de primavera y el de otoño, corresponden respectivamente, y de modo análogo, al este y al oeste (En el día, la mitad ascendente es de medianoche a mediodía, la mitad descendente de mediodía a medianoche: medianoche corresponde al invierno y al norte, mediodía al verano y al sur; la mañana corresponde a la primavera y al este (lado de la salida del sol), la tarde al otoño y al oeste (lado de la puesta del sol). Así, las fases del día, como las del mes, pero en escala aún más reducida, representan analógicamente las del año; ocurre lo mismo, de modo más general, para un cielo cualquiera, que, cualquiera fuere su extensión, se divide siempre naturalmente según la misma ley cuaternaria. De acuerdo con el simbolismo cristiano, el nacimiento del Avatâra ocurre no solamente en el solsticio de invierno, sino también a medianoche; está así, pues, en doble correspondencia con la "puerta de los dioses". Por otra parte, según el simbolismo masónico, el trabajo iniciático se cumple "de mediodía a medianoche", lo que no es menos exacto si se considera el trabajo como una marcha efectuada de la "puerta de los hombres" a la "puerta de los dioses"; la objeción que se podría estar tentado de hacer, en razón del carácter "descendente" de este período, se resuelve por una aplicación del "sentido inverso" de la analogía, como se verá más adelante). Empero, en el simbolismo védico, la puerta del deva-loka [’mundo de los dioses’] está situada al noreste, y la del pitr-loka al sudoeste; pero esto debe considerarse solo como una indicación más explícita del sentido en que se efectúa la marcha del ciclo anual. En efecto, conforme a la correspondencia recién mencionada, el período "ascendente" se desarrolla de norte a este y luego de este a sur; análogamente, el período "descendente" se desarrolla de sur a oeste y luego de oeste a norte (Esto está en relación directa con la cuestión del sentido de las "circumambulaciones" rituales en las diferentes formas tradicionales: según la modalidad "solar" del simbolismo, ese sentido es el que indicamos aquí, y la "circumambulación" se cumple teniendo constantemente a la derecha el centro en torno del cual se gira; según la modalidad "polar", se cumple en sentido opuesto al anterior, o sea teniendo el centro siempre a la izquierda. El primer caso es el de la pradákshinâ, tal como está en uso en las tradiciones hindú y tibetana; el segundo se encuentra particularmente en la tradición islámica; quizá no carezca de interés señalar que el sentido de esas "circumambulaciones", respectivamente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, corresponde igualmente a la dirección de la escritura en las lenguas sagradas de dichas formas tradicionales. En la masonería, en su forma actual, el sentido de las "circumambulaciones" es solar; pero parece, al contrario, haber sido "polar" en el antiguo ritual "operativo", según el cual el "trono de Salomón" estaba además situado a occidente y no a oriente); podría decirse, pues, con mayor precisión aún, que la "puerta de los dioses" está situada al norte y vuelta hacia el este, que se considera siempre como el lado de la luz y de la vida, y que la "puerta de los hombres" está situada al sur y vuelta hacia el oeste, que, análogamente, se considera como el lado de la sombra y la muerte; y así quedan exactamente determinadas las dos vías permanentes, la una clara, la otra oscura, del mundo manifestado; por la una, no hay retorno (de lo no-manifestado a lo manifestado); por la otra, se vuelve atrás (a la manifestación) (Bhágavad-Gitâ, VIII, 26. Puede observarse que la "claridad" y la "oscuridad", que caracterizan respectivamente a estas dos vías, corresponden exactamente a los dos principios complementarios, yang y yin, de la tradición extremo-oriental). 425 SFCS LAS PUERTAS SOLSTICIALES

Antes de ir más lejos, señalaremos que la estructura de que se trata puede ser realizada también horizontalmente: a un edificio de forma rectangular se añadirá una parte semicírcular en uno de sus extremos, el dirigido hacia el lado al cual se vincule la significación de una correspondencia "celeste", por una especie de proyección sobre el plano horizontal de base; ese lado, en los casos más conocidos por lo menos, será aquel de donde viene la luz, es decir, el de oriente; y el ejemplo más inmediato que se ofrece aquí es el de una iglesia terminada por un ábside semicircular. Otro ejemplo está dado por la forma completa de un templo masónico: sabido es que la Logia propiamente dicha es un "cuadrado largo", es decir, en realidad, un doble cuadrado, cuya longitud (de oriente a occidente) es el doble de la anchura (de norte a mediodía) (Según el Critias   de Platón, el gran templo de Posidonis, capital de la Atlántida, tenía también por base un doble cuadrado; si se torna como unidad el lado de esa figura, la diagonal del doble cuadrado es igual a ?5); pero a este doble cuadrado, que es el Hikal [Hèjal], se agrega, a oriente, el Debîr, en forma de hemiciclo (En el Templo de Salomón, el Hikal [Hêjal] era el "Sanctum" y el Debîr era el "Sancta-sanctórum"); y este plano es también exactamente el de la "basílica" romana (En una mezquita, el míhrab, que es un nicho semicircular, corresponde al ábside de una iglesia, e indica igualmente la qiblah, es decir, la orientación ritual; pero esta orientación, dirigida hacia un centro que no es un punto definido de la superficie terrestre, varía, naturalmente, según los lugares). 459 SFCS EL SIMBOLISMO DE LA CÚPULA

La correspondencia "microcósmica" de esta "puerta solar" es fácil de descubrir, sobre todo si se recuerda la similitud del domo con el cráneo humano, que hemos mencionado anteriormente ( [Ver cap. XL: "La cúpula y la rueda"]): la sumidad del domo es la "coronilla" de la cabeza, es decir, el punto donde termina la "arteria coronal" sutil o sushumnâ, que está en la prolongación directa del rayo solar llamado análogamente sushumna, y que, inclusive, no es en realidad, al menos virtualmente, sino su porción axial, "intrahumana" si es dado expresarse así. Este punto es el orificio llamado Brahma-randhra, por el cual escapa el espíritu del ser en vías de liberación, cuando se han roto los vínculos que lo unían al compuesto corpóreo y psíquico humano (en tanto que jîvâtmâ) (A esto se refiere, de modo muy neto, el rito de trepanación póstuma, cuya existencia se ha comprobado en muchas sepulturas prehistóricas, y que incluso se ha conservado hasta épocas mucho más recientes entre ciertos pueblos; por otra parte, en la tradición cristiana, la tonsura de los sacerdotes, cuya forma es también la del disco solar y la del "ojo" de la cúpula, se refiere manifiestamente al mismo simbolismo ritual); y va de suyo que esta vía está exclusivamente reservada al caso del ser "cognoscente" (vid-vân), para quien el "eje" se ha identificado efectivamente con el "séptimo rayo", y que desde entonces está presto para salir definitivamente del "cosmos", pasando "allende el Sol". 477 SFCS LA PUERTA ESTRECHA

En un artículo que ya hemos señalado ( "Eckstein", en la revista Speculum, número de enero de 1939 (reseña de R. Guénon en É. T., mayo de 1939]), Ananda Coomaraswamy   destaca que la intención del texto de San Pablo   es evidentemente representar a Cristo como el único principio del cual depende todo el edificio de la Iglesia, y agrega que "el principio de una cosa no es ni una de sus partes entre las otras ni la totalidad de sus partes, sino aquello en que todas las partes se reducen a una unidad sin composición". La "piedra fundamental" (foundation-stone) puede ser llamada adecuadamente, en cierto sentido, una "piedra de ángulo" (corner-stone), según se lo hace habitualmente, puesto que está situada en un ángulo o en una esquina (corner) del edificio (En este estudio nos veremos obligados a referirnos a menudo a los términos "técnicos" ingleses, porque, pertenecientes primitivamente al lenguaje de la antigua masonería operativa, han sido conservados en su mayoría en los rituales de la Royal Arch Masonry y de los grados accesorios vinculados con ella, rituales de los que no existe equivalente en nuestra lengua; y se verá que algunos de esos términos son de traducción muy difícil); pero no es única como tal, pues el edificio tiene necesariamente cuatro ángulos; y, aun si se quiere hablar más particularmente de la "primera piedra", ésta no difiere en nada de las piedras de base de los demás ángulos, salvo por su situación (Según el ritual operativo, esta "primera piedra" es, según lo hemos dicho, la del ángulo nordeste; las piedras de los demás ángulos se colocan posterior y sucesivamente según el sentido del curso aparente del sol, es decir, en el sudeste, sudoeste, noroeste), y no se distingue ni por su función ni por su forma, puesto que no es, en suma, sino uno de cuatro soportes iguales entre sí; podría decirse que una cualquiera de las cuatro corner-stones "refleja" en cierto modo el principio dominante del edificio, pero no podría de ninguna manera ser considerada este principio mismo (Esta "reflexión" está evidentemente relacionada de modo directo con la sustitución mencionada antes). Por otra parte, si realmente de esto se tratara, ni siquiera podría hablarse lógicamente de "la piedra angular", pues, de hecho, habría cuatro; aquélla, pues, debe ser algo esencialmente diferente de la corner-stone entendida en el sentido corriente de "piedra fundamental", y ambas tienen en común solamente el carácter de pertenecer al mismo simbolismo "¿constructivo". 491 SFCS LA "PIEDRA ANGULAR"

Hemos dicho ya, en diversas ocasiones, que todo sacrificio ritual debe considerarse como una imagen de ese primer sacrificio cosmogónico; y, también, en todo sacrificio, según ha señalado A. K. Coomaraswamy, "la víctima, como lo muestran con evidencia los Bràhmana, es una representación del sacrificador, o, como lo expresan los textos, es el sacrificador mismo; de acuerdo con la ley universal según la cual la iniciación (dîkshâ) es una muerte y un renacimiento, es manifiesto que "el iniciado es la oblación" (Tattirîya-Sámhitâ, VI, 1, 4, 5), "la víctima es sustancialmente el sacrificador mismo" (Aitareya-Bràhmana, II, 11)" (Atmâyajña: Self-sacrifice", en el Harvard Journal of Asiatic Studies, número de febrero de 1942). Esto nos reconduce directamente al simbolismo masónico del grado de Maestro, en el cual el iniciado se identifica, en efecto, con la víctima; por otra parte, se ha insistido a menudo sobre las relaciones de la leyenda de Hiram con el mito de Osiris, de modo que, cuando se trata de "reunir lo disperso", puede pensarse inmediatamente en Isis cuando reunía los miembros dispersos de Osiris; pero, precisamente, en el fondo, la dispersión de los miembros de Osiris es lo mismo que la de los miembros de Púrusha o de Prajàpati: no son, podría decirse, sino dos versiones de la descripción del mismo proceso cosmogónico en dos formas tradicionales diferentes. Cierto que, en el caso de Osiris y en el de Hiram, no se trata ya de un sacrificio, al menos explícitamente, sino de un asesinato; pero esto mismo no introduce ningún cambio esencial, pues es realmente una misma cosa encarada así en dos aspectos complementarios: como un sacrificio, en su aspecto "dévico", y como un asesinato, en su aspecto "asúrico" (Cf. también, en los misterios griegos, la muerte y desmembramiento de Zagréus por los Titanes; sabido es que éstos constituyen el equivalente de los Ásura en la tradición hindú. Quizá no sea inútil señalar que, por otra parte, inclusive el lenguaje corriente aplica el término "víctima" tanto en los casos de sacrificio como en los de homicidio); nos limitamos a señalar este punto incidentalmente, pues no podríamos insistir en él sin entrar en largos desarrollos, ajenos a nuestro tema actual. 523 SFCS "REUNIR LO DISPERSO"

En el estudio antes citado, A. Coomaraswamy dice que "lo esencial, en el sacrificio, es en primer lugar dividir, y en segundo lugar reunir"; comporta, pues, dos fases complementarias, de "desintegración" y "reintegración", que constituyen el conjunto del proceso cósmico: el Púrusha, "siendo uno, se hace muchos, y siendo muchos, torna a ser uno". La reconstitución del Púrusha se opera simbólicamente, en particular, en la construcción del altar védico, que comprende en sus diversas partes una representación de todos los mundos (Ver "Ianua caeli" [aquí, cap. LVIII]); y el sacrificio, para realizarse correctamente, exige una cooperación de todas las artes, lo que asimila al sacrificador al mismo Viçvakarma (Cf. A. K. Coomaraswamy, Hinduism and Buddhism, p. 26 [cf. p. 71 de la traducción francesa, colección "Tradition", Gallimard, París]). Por otra parte, como toda acción ritual, es decir, en suma, toda acción verdaderamente normal y conforme al orden (rta), puede considerarse como dotada en cierto modo de un carácter "sacrificial", según el sentido etimológico de este término (sacrum facere), lo que es válido para el altar védico lo es también, de alguna manera y en algún grado, para toda construcción edificada, conforme a las reglas tradicionales, las cuales proceden siempre, en realidad, de un mismo "modelo cósmico", según lo hemos explicado en otras ocasiones (Los ritos de fundación de un edificio incluyen generalmente, por lo demás, un sacrificio o una oblación en el sentido estricto de estos términos; inclusive en Occidente. cierta forma de oblación se ha mantenido hasta nuestros mismos días en los casos en que la colocación de la primera piedra se cumple según los ritos masónicos). Se ve que esto se encuentra en relación directa con un simbolismo "constructivo" como el de la masonería; y, por otra parte, inclusive en el sentido más inmediato, el constructor efectivamente reúne los materiales dispersos para formar un edificio que, si es verdaderamente lo que debe ser, tendrá una unidad "orgánica"’ comparable a la de un ser viviente, si se adopta el punto de vista "microcósmico", o a la de un mundo, si se adopta el punto de vista "macrocósmico". 525 SFCS "REUNIR LO DISPERSO"

Nos falta aún decir unas palabras, para terminar, acerca de un simbolismo de otro género, que puede parecer muy diferente en cuanto a las apariencias exteriores, pero que sin embargo no deja de tener, en el fondo, un significado equivalente: se trata de la reconstitución de una palabra a partir de sus elementos literales tomados separadamente (Esto corresponde, naturalmente, en el ritual masónico, al modo de comunicación de las "palabras sagradas"). Para comprenderlo, hay que recordar que el verdadero nombre de un ser no es otra cosa, desde el punto de vista tradicional, que la expresión de su esencia misma; la reconstitución del nombre es, pues, simbólicamente, lo mismo que la de ese ser. Sabido es también el papel que desempeñan las letras, en simbolismos como el de la Cábala, en lo que concierne a la creación o la manifestación universal; podría decirse que ésta está formada por las letras separadas, que corresponden a la multiplicidad de los elementos, y que reuniendo esas letras se la reduce por eso mismo a su Principio, con tal que esa reunión se opere de modo de reconstituir el nombre del Principio efectivamente (En tanto se permanece en la multiplicidad de la manifestación, no es posible sino "deletrear" el nombre del Principio discerniendo el reflejo de sus atributos en las criaturas, donde no se expresan sino de modo fragmentario y disperso. El masón que no ha llegado al grado de Maestro es aún incapaz de "reunir lo disperso", y por eso "solo sabe deletrear"). Desde este punto de vista, "reunir lo disperso" es lo mismo que "recobrar la Palabra perdida", pues en realidad, y en su sentido más profundo, esa "Palabra perdida" no es sino el verdadero nombre del "Gran Arquitecto del Universo". 526 SFCS "REUNIR LO DISPERSO"

El árbol invertido no es solamente un símbolo "macrocósmico", como acabamos de verlo; es también a veces, y por las mismas razones, un símbolo "microcósmico", es decir, un símbolo del hombre; así, Platón dice que "el hombre es una planta celeste, lo que significa que es como un árbol invertido, cuyas raíces tienden hacia el cielo y las ramas hacia abajo, hacia la tierra" [cf. Timeo, 89 c]. En nuestra época, los ocultistas han abusado a menudo de este simbolismo, que no es para ellos sino una simple comparación, cuyo sentido profundo se les escapa totalmente, y lo interpretan de una manera groseramente "materializada", tratando de justificarlo por consideraciones anatómicas o más bien "morfológicas" de extraordinaria puerilidad; es éste un ejemplo, entre tantos otros, de la deformación a que han sometido las nociones tradicionales fragmentarias que, sin comprenderlas, han procurado incorporar a sus propias concepciones (La asimilación del hombre a un árbol, pero sin alusión a una posición inversa de éste, desempeña papel considerable en el ritual del carbonarismo). 564 SFCS EL "ÁRBOL DEL MUNDO"

Conviene señalar también que algunas de esas organizaciones tienen carácter poco serio, e inclusive harto pueril; sus pretendidos secretos son por entero inexistentes, y no tienen otra razón de ser sino excitar la curiosidad y atraer adherentes; el único peligro que representan las de este tipo, en suma, es que explotan y desarrollan ese desequilibrio mental al cual aludíamos al comienzo. Así, se ve a simples sociedades de socorros mutuos hacer uso de un ritual pretendidamente simbólico, más o menos imitado de las formas masónicas pero eminentemente fantasioso, que revela la completa ignorancia de sus autores acerca de los datos más elementales del verdadero simbolismo. 744 SFCS EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZON