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Guénon Qabbalah

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Guénon — QABBALAH  
QABBALAH

El término Qabbalah, en hebreo, no significa otra cosa que «Tradición», en el sentido más general; y, si bien que designa lo más habitualmente la Tradición esotérica o iniciática, cuando es empleado sin más precisión, sucede a veces también que sea aplicado a la Tradición exotérica misma (Esto no deja de causar algunas equivocaciones: Así, hemos visto a algunos pretender vincular el Talmud   a la Qabbalah, entendida en el sentido esotérico; de hecho, el Talmud pertenece en efecto a la «Tradición», pero puramente exotérica, religiosa y legal.). Este término en él mismo, es pues susceptible de designar no importa que Tradición; pero, como pertenece a la lengua hebraica, es normal, cuando uno se sirve de otra lengua, reservarle, así como lo hemos hecho ya destacar en otras ocasiones, a la sola Tradición hebraica, o, si se prefiere otra manera de hablar quizás más exacta, a la forma específicamente hebraica de la Tradición. Si insistimos sobre esto, es porque hemos constatado entre algunos una tendencia a dar otro sentido a este término, a hacer del mismo la denominación de un género especial de conocimientos Tradicionales, ya sea donde los mismos se encuentren por otra parte, y eso porque creen descubrir en el término mismo toda especie de cosas más o menos extraordinarias que en punto ninguno están ahí realmente. Tampoco entendemos perder nuestro tiempo relevando todas estas interpretaciones fantásticas; es más útil precisar la verdadera significación original del término, lo que basta para reducir a nada las mismas, y es esto todo lo que nos proponemos hacer aquí.

La raíz QBL, en hebreo y en árabe (Llamamos la atención sobre el hecho, del cual nadie se da quizás bastante cuenta, de que estas dos lenguas que tienen la mayoría de sus raíces comunes, pueden muy frecuentemente aclararse la una por la otra.), significa esencialmente la relación de dos cosas que están colocadas una enfrente de la otra; de ahí provienen todos los sentidos diversos de los términos que son derivados de ella, como, por ejemplo, los de encuentro e inclusive de oposición. De esta relación resulta también la idea de un paso de uno a otro de los dos términos en presencia, de donde ideas como las de recibir, de recoger, de aceptar, expresadas en las dos lenguas por el verbo qabal; y de ahí deriva directamente qabbalah, es decir, propiamente «lo que es recibido» o transmitido (en latín traditum) del uno al otro. Vemos aparecer aquí, con esta idea de transmisión, la de una sucesión; pero es menester destacar que el sentido primero de la raíz indica una relación que puede ser bien tan simultánea como sucesiva, tanto espacial como temporal. Es lo que explica el doble sentido de la preposición qabal en hebreo y qabl en árabe, significando a la vez «delante» (es decir «en frente», en el espacio) y «ante» (en el tiempo); y la estrecha relación de parentesco de estos dos términos «delante» y «ante», en español mismo, muestra bien que una cierta analogía está siempre establecida entre estas dos modalidades diferentes, en simultaneidad la una y la otra en sucesión. Esto permite igualmente resolver una aparente contradicción: Aunque la idea más frecuente, cuando se trata de una relación temporal, sea aquí la de anterioridad y se refiera por consecuencia al pasado, sucede empero también que derivados de la misma raíz designan el porvenir (en árabe mustaqbal, es decir, literalmente aquello a cuyo encuentro se va, de istaqbal, «ir al encuentro»); pero, ¿no se dice también que el pasado está «ante» nosotros (en simultaneidad) y que el porvenir está «delante» (en sucesión), lo que es del todo comparable? En suma, basta en cualquier caso que uno de los dos términos considerados esté «delante» o «ante» el otro, ya sea que se trate de una relación espacial o de una relación temporal.

Todas estas precisiones pueden ser todavía confirmadas por el examen de otra raíz, igualmente común al hebreo y al árabe, y que tiene significaciones muy próximas a esas, podríase decir inclusive que en gran parte idénticas, ya que, aunque el punto de partida de las mismas sea netamente diferente, los sentidos derivados llegan a reunirse. Es la raíz QDM, que expresa en primer lugar la idea de «preceder» (qadam), de donde todo lo que se refiere, no solamente a una autenticidad temporal, sino a una prioridad de orden cualquiera. Es así que se encuentra, para los términos provenientes de esta raíz, además de los sentidos de origen   y de antigüedad (quedem en hebreo, qidm o quidam en árabe), el de primacía o de presencia, e inclusive el de marcha, de avance o de progresión (en árabe taqaddum) (De ahí el término qadam que significa «pie», es decir, lo que sirve para la marcha. ); y, aquí todavía, la preposición qadam en hebreo y qoddâm en árabe tiene el doble sentido de «delante» y de «ante». Pero el sentido principal, aquí, designa lo que está primero, sea jerárquicamente, sea cronológicamente; es así que la idea más frecuentemente expresada es la de origen o de primordialidad, y, por extensión, de antigüedad cuando se trata del orden temporal: Así, qadmôn en hebreo, qadîm en árabe, significan «antiguo» en el uso corriente, pero, cuando son llevados al orden de los principios, deben ser traducidos por «primordial» (El insânul-qadîm, es decir, el «Hombre primordial» es, en árabe, una de las designaciones del «Hombre universal» (sinónimo de El-insâmul-Kâmil, que es literalmetne el «Hombre perfecto» o total); es exactamente el Adam Qadmon hebraico.).

Hay lugar todavía, a propósito de estos mismos términos, a señalar otras consideraciones que no carecen de interés: En hebreo, los derivados de la raíz QDM sirven para designar el Oriente, es decir, el lado del «origen», en ese sentido en que es aquel por donde aparece el sol saliente (oriens, de oriri, de donde viene también origo en latín), es decir, el punto de partida de la marcha diurna del sol; y, al mismo tiempo, es también el punto que uno tiene delante de sí cuando se «orienta» girándose hacia el sol en su salida (Es curioso notar que Cristo es a veces llamado Oriens; está designación puede sin duda ser referida al simbolismo del sol saliente; pero en razón del doble sentido que indicamos aquí, es posible que sea menester también, e inclusive sobre todo, aproximarla al hebreo Elohi Qedem, o a la expresión que designa al Verbo como el «Antiguo de los Días», es decir, El que es antes de los días por diversas Tradiciones (los «días de Brahma» en la Tradición hindú, los «días de la creación» en el Génesis hebraico). ). Así, quedem significa también «Oriente», y qadmôn «oriental»; pero sería menester no querer ver en esas designaciones la afirmación de una primordialidad del Oriente bajo el punto de vista de la historia de la humanidad terrestre, dado que, como hemos tenido frecuentemente la ocasión de decirlo, el origen primero de la Tradición es nórdico, «polar» mismo, y en punto ninguno oriental ni occidental; la explicación que acabamos de indicar nos parece por lo demás plenamente suficiente. Agregaremos a este propósito que estas cuestiones de «orientación» tienen, de una manera general, una enorme importancia en el simbolismo Tradicional y en los ritos que se fundan sobre este simbolismo; las mismas son por otra parte más complejas de lo que podría creerse y pueden dar lugar a algunas equivocaciones, ya que existen, en formas Tradicionales diversas, varios modos de orientación diferentes. Cuando uno se gira hacia el sol saliente como acabamos de decirlo, el Sur es designado como el «lado de la derecha» (yamîn o yaman; también el sánscrito dakshina que tiene el mismo sentido), y el Norte como el «lado de la izquierda» (shemol en hebreo, shimâl en árabe); pero sucede también que la orientación es tomada girándose hacia el sol en el meridiano, y entonces el punto que uno tiene delante suyo no es ya el Oriente, sino el Sur: Es así como, en árabe, el lado Sur tiene todavía, entre otras denominaciones, la de qiblah, y el adjetivo qibli significa «meridional». Estos últimos términos nos conducen a la raíz QBL; y se sabe que el mismo término qiblah designa también, en el Islam, la orientación ritual; es, en todo caso, la dirección que uno tiene delante suyo; y lo que es todavía bastante curioso, es que la ortografía de este término qiblah es exactamente idéntica a la del hebreo qabbalah.

Ahora, uno puede plantearse esta cuestión: ¿Por qué la Tradición, en hebreo, es designada por un término proveniente de la raíz QBL, y no de la raíz QDM? Podríase estar tentado de decir, a este respecto, que, no constituyendo la Tradición hebraica más que una forma secundaria y derivada, una denominación que evocará la idea de origen o de primordialidad no podría convenirle; pero está razón no nos aparece como esencial, ya que, directamente o no, toda Tradición se vincula a los orígenes y procede de la Tradición Primordial, y hemos visto en otra parte que toda lengua sagrada, comprendido ahí el hebreo mismo y el árabe, es considerada como representando de una cierta manera a la lengua primitiva. La verdadera razón, parece, es que la idea que debe aquí ser puesta sobre todo en evidencia es la de una transmisión regular e ininterrumpida, idea que es también, por lo demás, la que expresa propiamente el término mismo de «Tradición», así como lo indicábamos al comienzo. Esta transmisión constituye la «cadena» (shelsheteth en hebreo, silsilah en árabe) que une el presente al pasado y que debe continuarse desde el presente hacia el porvenir: Es la «cadena de la Tradición» (shel sheleth ha-qabbalah), o la «cadena iniciática» de la cual hemos tenido la ocasión de hablar recientemente; y es también la determinación de una «dirección» (reencontramos aquí el sentido del árabe qiblah) que, a través de la sucesión de los tiempos, oriente el ciclo hacia su fin y reúne a éste con su origen, y que, extendiéndose inclusive más allá de estos dos puntos extremos por el hecho de que su fuente principal es intemporal y «no-humana», liga al ciclo considerado armónicamente a los demás, concurriendo a formar con estos una «cadena» más vasta, la que algunas Tradiciones orientales denominan la «cadena de los mundos», en la que se integra, de próximo en próximo, todo el orden de la manifestación Universal.