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Guénon Filho do Céu e da Terra

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

René Guénon — A GRANDE TRÍADA

O FILHO DO CÉU E DA TERRA
«El Cielo es su padre, la Tierra es su madre»: tal es la fórmula iniciática, siempre idéntica a sí misma en las circunstancias más diversas de tiempos y de lugares [1], que determina las relaciones del Hombre con los otros dos términos de la Gran Tríada, definiéndole como el «Hijo del Cielo y de la Tierra». Por lo demás, ya es manifiesto, por el hecho mismo de que se trata de una fórmula propiamente iniciática, que el ser al que se aplica en la plenitud de su sentido es mucho menos el hombre ordinario, tal como es en las condiciones actuales de nuestro mundo, que el «hombre verdadero» de quien el iniciado está llamado a realizar en sí mismo todas las posibilidades. No obstante, conviene insistir en ello un poco más, ya que se podría objetar a esto que, desde que la manifestación entera es y no puede ser más que el producto de la unión del Cielo y de la Tierra, todo hombre, e incluso todo ser, es igualmente y por eso mismo hijo del Cielo y de la Tierra, puesto que su naturaleza participa necesariamente del uno y de la otra; y esto es verdad en un cierto sentido, ya que hay efectivamente en todo ser una esencia y una substancia en la acepción relativa de estos dos términos, un aspecto yang y un aspecto yin, un lado «en acto» y un lado «en potencia», un «interior» y un «exterior». No obstante, hay grados que observar en esta participación, ya que, en los seres manifestados, las influencias celestes y terrestres pueden combinarse evidentemente de muchas maneras y en muchas proporciones diferentes, y, por lo demás, es eso lo que hace su diversidad indefinida; lo que todo ser es de una cierta manera y en un cierto grado, solo el Hombre, y con ello entendemos aquí el «hombre verdadero» [2], lo es plenamente y «por excelencia» en nuestro estado de existencia, y solo él es el que tiene, entre sus privilegios, el de poder reconocer efectivamente al Cielo como su «Verdadero Ancestro» [3].




[1Su rastro se encuentra incluso hasta en el ritual de una organización tan completamente desviada hacia la acción exterior como es el Carbonarismo; por lo demás, son tales vestigios, naturalmente incomprendidos en parecido caso, los que dan testimonio del origen realmente iniciático de organizaciones llegadas así a un grado de degeneración extremo (ver APERCEPCIONES SOBRE LA INICIACIÓN, cap. XII).

[2No hablaremos al presente del «hombre transcendente», que nos reservamos considerar más adelante; es por eso por lo que aquí no puede tratarse todavía más que de nuestro estado de existencia, y no de la Existencia universal en su integralidad.

[3Esta expresión de «Verdadero Ancestro» es una de las que se encuentran entre las designaciones de la Tien-ti-houei.