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Coomaraswamy Sete Espíritos

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Ananda Coomaraswamy   — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA

SOBRE A PSICOLOGIA TRADICIONAL E HINDU, OU MELHOR PNEUMATOLOGIA (cont.)
SETE ESPÍRITOS

La alusión astrológica de Filón   nos lleva de nuevo a la identificación de los Siete Rishi con las estrellas de la Ursa_Major y al «Uno más allá», Indra, «el movedor de los Rishi» (rsi-codanah, Rigveda VIII.51.3; cf. 1.23.24, indro. saha rsibhih). Eisler cita el Testamentum Ruben, c. 2, al efecto de que «Se dieron (al hombre) siete espíritus (pneumata) en la creación para hacer todas sus obras, los espíritus de la vida, la visión, el oído, el olfato, el habla, el gusto y la generación, y como octavo el », y observa que éstos son las «siete partes del alma que, según la ensenanza estoica, fluyen desde el corazón o el hegemonikon del alma como corrientes de aire hacia las apropiadas funciones intelectuales, y que estas siete partes consisten en los , el poder de generación y la capacidad de hablar» [1]. Sin embargo, no puedo dejar de sospechar que esta psicología completamente india es de una formulación más antigua que la estoica, la jónica e indirectamente la babilónica. Un paralelo notable aparece en el bundahishn iraní [2], donde Haftóreng (la Osa Mayor) es el General del Norte, y Mek-i Gah (la estrella Polar), llamada también Mek-i miyan asman (el clavo en el centro del cielo), es el «General de Generales», y, además, «Una correa (rag, band) ata cada uno de los siete continentes (= sánscrito sapta dvipa o dhama) a la Osa Mayor, con el propósito de conducir los continentes durante el periodo de la Mezcla. Por eso es por lo que la Osa Mayor se llama Haftóreng (haft rag)». Henning observa en una nota, «Estas siete correas constituyen la contrapartida "luminosa" de los siete lazos que conectan los planetas con las regiones más bajas, y a través de los cuales los planetas ejercen su influencia sobre los acontecimientos terrenales». Todos estos «lazos» son lo que en los textos indios se llaman las «cuerdas-vientos» cósmicas (vata-rajjuh), mencionadas en Maitri_Upanishad I.4 en conexión con la Estrella Polar (dhruvah; cf. dhruti, necesidad, Rigveda VII.86.6). Pero no sé por qué Henning habla de «planetas», puesto que en otra parte observa que los planetas son «desconocidos» en su texto, «con sus puntos de vista casi prehistóricos». Sin embargo, la mención de los «planetas» nos introduce al hecho de que, en algunos textos más antiguos (Satapatha_Brahmana VI.7.1.17, VIII.7.3.10 y Upanixade   III.7.2, donde es al Sol, y no a la Estrella Polar, a quien todas las cosas están atadas por hilos pneumáticos) y en otros textos posteriores (Hermes Trismegisto, y en la generalmente), es por los Planetas, que son ellos mismos gobernados por el Sol, y no por las Osas, por quienes son influenciados los acontecimientos terrenales. Todo esto puede explicarse mejor por una transposición de símbolos [3], que han de ser relacionados con las migraciones antiguas: puesto que el Axis Mundi, desde un punto de vista «septentrional», se extiende naturalmente desde el Polo Norte a la Estrella Polar, pero, desde un punto de vista «ecuatorial», se extiende naturalmente desde el «centro de la tierra», establecido sacrificialmente en cualquier parte, hasta el Sol en el zenit; de modo que, en un caso la Estrella Polar, y en el otro el Sol de mediodía, se toman como el «capitán» de nuestra alma, nuestro «Indra» [4]. La significación de todo esto aparecerá solo cuando pasemos a un examen de nuestro «Fatum» y su dominio.


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[1«Orphisch-Dionysische Mysteriengedanken in der christlichen Antike», Vortrage der Bibliothek Warburg, II (1922-1923), 87. Griego hypnos = sánscrito svapna, hermenéuticamente una «entrada dentro del propio de uno», o «Mesmo de uno» (svam-apitvam). El «» corresponde así al Soplo, o al Mesmo, dentro del cual los poderes del alma re-entran (api-i) en el sueno o en la muerte. El sí del hombre es el no de los dioses (Aitareya_Brahmana I.16, etc.), y, en este caso, lo que los hombres llaman despertar es para los dioses un , y lo que los hombres llaman sueno (o muerte) es para los dioses un despertar (cf. Bhagavad Gita II.61; Fedón 71C): un punto de vista que puede seguirse a lo largo de toda la tradición, en el que todos nuestros valores humanos se transvalúan.

[2Ver W. B. Henning, «Astronomical Chapter», pp. 229 sig.; nuestras citas son de las pp. 230234. En conexión con lo mismo ver también J. Pryzluski, «Les Sept Puissances divines dans l’Inde et l’Iran», Revue d’histoire et de philosophie religieuses, XVI (1936), 500-507, y L. D. Barnett, «The Genius: a Study in Indo-European Psychology», Journal of the Royal Asiatic Society, 1929, pp. 731-748 (Fravashi = Purusha; los Amesha Spentas corresponden a los Rishi).

[3Cf. René Guénon, «Solsticiais», Études traditionelles XLIII (1938), 180 sig.

[4Un Sol que nunca sale ni se pone para el Comprehensor, para quien es siempre mediodía (Upanixade III.11.1-3, cf. Aitareya_Brahmana III.44; «Enéadas» IV.4.7). Así el Eckhart, «alse daz gotlich licht der sele unde des engels licht sich sliezent in daz gotlich licht, daz heizet er den mitentac» (ed. Pfeiffer, p. 123). De aquí los diferentes «milagros» en los que el Sol «permanece quieto» en el cenit para el Héroe. El «Héroe», ciertamente —pues, como dice el Eckhart, «un sol perpendicular sobre la cabeza de uno es una cosa a la que pocos pueden sobrevivir» (Edic. Evans I, 183).