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Coomaraswamy Paz

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Ananda Coomaraswamy   — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA

ATMAYAJNA: O SACRIFÍCIO DE SI MESMO
Apéndice 1: Sobre La Paz

’’«¿Cuál es la mejor cosa de todas que un hombre puede pedir a los dioses?»’’
’’«Quepueda estar siempre en paz consigo mismo»’’
Debate de Homero   y Hesíodo, 320.

La «pacificación» de Soma es su quietus en tanto que un principio Varunya. Cf. Taittiriya_Samhita II. 1.9.2, donde por medio de Mitra el sacerdote «pacifica» (samayati) a Varuna, y así libra al sacrificador del lazo de Varuna; y Taittiriya_Samhita V.5.10.5, donde las deidades peligrosas podrían tragar (dhyayeyuh) al sacrificador y él las «aplaca» (samayati) con las oblaciones. El matador ritual es un samitr, el que da el quietus (Rigveda V.43.4, Satapatha_Brahmana III.8.3.4, etc.). De la misma manera, el sacrificio de la víctima cristiana es por expiación, para hacer la paz con el Padre encolerizado. Y mientras que el aplacamiento implica una satisfacción o gratificación de la persona aplacada, nunca debe pasarse por alto que la paz (santi) jamás puede hacerse con un enemigo; de una manera u otra debe ser matado como enemigo (aunque «es su mal, no él mismo lo que ellos matan») antes de que pueda ser hecho amigo. Así pues, cuando la voluntad es pacificada (upasamyate, Maitri_Upanishad VI.34) es «aquietada», y cuando el sí mismo psicofísico es «conquistado y pacificado» (jita. prasantah, Bhagavad Gita VI.7) por el Mesmo Supremo, ha sido sacrificado. El deseo no puede sobrevivir al logro de su objeto; solo los «muertos», que no desean, debido a que su deseo está realizado, están en paz, y de aquí la frecuente asociación de las palabras akama (sin deseo) y aptakama (con el deseo cumplido), por ejemplo, UpanixadeIV.3.21 y IV.4.6.

Hay similarmente en el latín pax un significado siniestro (bien visto en el caso de las guerras de «pacificación» imperialistas); las conexiones de la palabra son con pangere, paciscor y con el sánscrito pasa, «lazo», especialmente de Muerte. La palabra inglesa dispatch, «despachar» (especialmente en el sentido de «matar») contiene la misma raíz; el de la víctima es un «despacho feliz» debido precisamente a que se libera o se suelta del lazo o condena impuesto por la Ley. Un tratado de paz es una cosa impuesta (sentido principal de pangere) sobre un enemigo: solo en tanto que el enemigo, a quien se supone un rebelde (siempre que sea una guerra justa y la victoria del derecho en vez de la del poder, como se asume en todas las ordalías tradicionales, incluyendo las del combate singular u otro), se arrepiente y se somete voluntariamente al yugo en el cual entra, la «paz» es realmente un «consentimiento», el santi un samjnana, y es por eso por lo que el «consentimiento» de la víctima sacrificial está siempre asegurado; cf. Satapatha_Brahmana XIII.2.8.2, donde que «ellos la hacen consentir (samjhapayanti) significa que matan a la víctima». En este caso el «enemigo» es realmente resucitado como un «amigo»; o en otras palabras, no es él mismo sino su mal lo que es «matado».

Hay así un tipo de paz (a la cual he llamado en otra parte «internecina», recíprocamente destructiva), que puede comprenderse fácilmente; pero hay también otra «que rebasa toda comprensión». Es solo la paz por consentimiento la que es real y la que puede durar; y es por esta razón por lo que Gandhi querría ver mejor que los ingleses abandonan —es decir, sacrifican— su dominación sobre la India por su libre voluntad que verlos obligados a hacerlo por la fuerza. Lo mismo se aplica a la guerra santa del Espíritu con el alma carnal; si ha de haber «unidad en el vínculo de la paz» (Efesios 4.3), el alma debe haberse «entregado ella misma a la muerte», y no simplemente haber sido suprimida por la fuerza mayor del ascetismo y las penitencias violentas. Y simi-larmente en el caso de la «guerra de los sexos», que es solo un caso especial de la guerra del Espíritu con el Alma.