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Coomaraswamy Homem Templo Universo

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Ananda Coomaraswamy   — ARTE E SIMBOLISMO TRADICIONAIS
EL KANDARYA MAHADEO
Dado que la estructura humana, el templo construido, y el universo son equivalentes analógicos, las partes del templo corresponden a las del cuerpo humano no menos que a las del universo mismo [1]. Todas estas formas dimensionadas (nirmita, vimita) son explícitamente «casas», habitadas y llenadas por una Presencia invisible, y representan sus posibilidades de manifestación en el tiempo y el espacio; su razón de ser es que la Presencia invisible pueda conocerse a sí misma. Pues este Principio unificador y constructivo, que es el Espíritu o Sí mismo de todos los seres, está sólo aparentemente confinado por sus habitaciones, que, como todas las imágenes, sirven sólo como soportes de contemplación; y ninguna de ellas es un fin en sí misma, sino medios más o menos indispensables para la liberación de todo tipo de recinto. En otras palabras, la posición es primariamente iconólatra, pero teleológicamente iconoclasta.

Cada una de las «casas» que estamos considerando está dimensionada y limitada en seis direcciones, donde el nadir, los cuadrantes, y el cenit —los pies, el suelo, o la tierra; el tronco, el espacio interior, o el espacio atmosférico; y el cráneo, el techo, o el cielo— definen la extensión de este hombre, de esta iglesia, y de este mundo respectivamente. Aquí nosotros sólo podemos considerar uno o dos aspectos particulares de éstas y otras analogías. El templo, por ejemplo, tiene ventanas y puertas por las cuales el morador puede mirar y salir, o inversamente retornar a sí mismo; y éstas corresponden en el cuerpo a las «puertas de los sentidos» a través de las cuales uno puede mirar en los tiempos de actividad, o desde las cuales uno puede retornar al «corazón» del propio ser de uno cuando los sentidos se retiran de sus objetos, es decir, en la concentración. Sin embargo, en teoría, hay otra puerta o ventana, accesible sólo por una «escala» o la «cuerda» de la que nuestro ser está suspendido desde arriba, y a cuyo través uno puede emerger de la estructura dimensionada de manera que ya no está más al nivel de su suelo, o dentro de ella, sino enteramente por encima de ella. En el hombre, esta salida se representa por el foramen craneal, que todavía no está cerrado al nacer, y que se abre nuevamente al morir cuando se rompe ritualmente el cráneo, aunque, en lo que concierne a su significación, puede mantenerse abierto durante toda la vida de uno mediante los ejercicios espirituales apropiados, puesto que esta abertura de Dios (Sahasrara) corresponde al «punto» u «ojo del corazón», la Ciudad microcósmica de Dios (Brahmapura) dentro de nosotros, de la que el Espíritu parte al morir [2]. Arquitectónicamente, el Sahasrara, o foramen del cráneo humano, o del templo hecho por el hombre, corresponde al lucernario, chimenea, o claraboya (Lichtloch) de la casa tradicional; y en algunos templos Occidentales antiguos e incluso relativamente modernos, este oculus del domo todavía sigue siendo una ventana circular abierta, y, por consiguiente, la estructura sigue siendo Hypaethral [3]. En los antiguos domos indios de madera, la abertura de arriba está aparentemente cerrada por la clave de bóveda circular (kannika) sobre la que encajan las vigas como los radios de una rueda o las varillas de un parasol; pero este plato está perforado, y de todos modos funciona como una puerta o lugar de salida, a cuyo través, los movedores a voluntad Perfectos (Arahants) y los «viajeros del cielo» se describen repetidamente como haciendo su salida; es una «puerta superior» (agga-dvara) [4]. En las estructuras líticas indias más recientes, la sumidad de la espira está de la misma manera aparentemente cerrada por una losa de piedra circular (amalaka), pero ésta está perforada también para la recepción de la espiga del pináculo que prolonga el eje central de toda la estructura; y se sigue usando el término Sahasrara. Finalmente, en el mundo del que el cielo es el techo, el Sol mismo es la Janua Coeli, la «puerta de la liberación» (moksa-dvara), la única vía por la que se sale del universo dimensionado, y así «se escapa enteramente» [5].



[1Cf. Stella Kramrisch, The Hindu Temple (Calcuta, 1946), II, 357-361, «The Temple as Purusa».

[2Brhadaranyaka_Upanisad IV.4.2; Chandogya_Upanishad VHL1.1-4; Hamsa Upanisad I.3. Para el rompimiento del cráneo, ver Garuda_Purana X.56-59, donde bhitva brahmarandhrakam corresponde arquitectónicamente a bhitva kannika-mandalam (Dhammapada Atthakatha III.66) y microcósmicamente a bhitva suryamandalam («salir a través del disco solar») (Maitri_Upanishad VI.30). En el Purana, esta «salida» representa explícitamente el renacimiento del decedido desde el fuego sacrificial en el que se quema el cuerpo; Jaiminiya_Upanishad_Brahmana III.2.7.
Para el «ojo del corazón», cf. J. A. Comenius The Labyrinth of the World (1631, basado sobre J. V. Andreae, Civis Christianus), tr. Spinka (Chicago, 1942) capítulos 37, 38, 40 («en la bóveda de ésta mi cámara, una gran ventana redonda arriba», accesible sólo por medio de escalas; a través de ella, por una parte, Cristo mira abajo desde arriba, y por otra, «uno puede escudriñar adentro del más allá»).

[3Por ejemplo, el Panteón Romano; cf. el grabado del Templo della Tossa de Piranesi. «Aún hoy, para que él (Terminus) no vea algo por encima de él que no sean las estrellas, tienen los techos de los templos su pequeña abertura» («exiguum... foramen», Ovidio, Fasti II.667-668), Para la arquitectura islámica, cf. E. Diez en Ars Islamica, V (1938), 39, 45: «El espacio era el problema principal y se puso en relación con, y en dependencia de, el espacio infinito por medio de un opaion ampliamente abierto en el cenit de la cúpula. Esta relación con el espacio abierto se recalcaba siempre por medio de la linterna abierta al cielo en la arquitectura Occidental. El arte islámico aparece como la individuación de su base metafísica (unendlichen Grund)».

[4Ver Coomaraswamy, «El Domo», «Pali kannika», y «Svayamatrnna: Janua Coeli»; para el agga-dvara, cf. Coomaraswamy, «Algunas Fuentes de la Iconografía Budista», 1945, p. 473, nota 12. Para la salida por la vía del techo, cf. Odisea I.320 donde Atenea, al dejar la casa de Odiseo, «voló como un pájaro a través del oculus»; Cross and Slover, Ancient Irish Tales (1936), p. 92, «Y él (el dios Mider) la llevó a ella (Etain) fuera a través del agujero tragahumos de la casa... y ellos vieron dos cisnes dando vueltas»; y H. Rink , Tales and Traditions of the Eskimo (Londres y Edimburgo, 1875), pp. 60, 61, cuando «el angakok (el shaman) tenía que hacer un vuelo, saltaba a través de una abertura que aparecía por sí sola en el techo». Es a través de la abertura cósmica por donde el Hombre, el Hijo de Dios, mira abajo, y desciende (Hermes, Lib. I.14). Y de la misma manera que el kannika es un símbolo del samadhi, «síntesis», así, como dice Pausanias, esta piedra clave griega es una «armonía» de «todo el edificio» (Pausanias, VII.8.9 y IX.38.7).

En conexión con el término agga-dvara, puede observarse que agga (= agra, cf. Platón, Fedro 247b y Filón, De opifício mundi 71), «sumidad», se predica del Buda (Anguttara_Nikaya II. 17, Digha_Nikaya III.147), que «abre las puertas de la inmortalidad» ( Vinaya-Pitaka I.7, Digha_Nikaya II.33. Majjhima_Nikaya 1.167) y que, en este sentido, es un «Dios Puerta», como Agni (Aitareya_Brahmana III.42) y como Cristo (San Juan 10:9; Sum. Theol. III.49.5), pues esta Janua Coeli es la puerta en la que se dice que los Budas están y llaman (Samyutta_Nikaya II.58).

Se encontrará más material pertinente en P. Sartori, «Das Dach im Volksglauben», Zeit. des Vereins f. Volkskunde, XXV (1915), 228-241; K. Rhamm como lo reseña V. Ritter von Geramb, ídem, XXVI (1916); R. Guénon, «El Simbolismo del domo», Études traditionelles, XLIII (1938); F. J. Tritsch, «False Doors in Tombs», JHS, LXIII (1943), 113-115; y más generalmente en W. R. Lethaby, Architecture, Mysticism, and Myth (Nueva York, 1892).

[5Jaiminiya_Upanishad_Brahmana I.3.5, es decir, «a través del medio del Sol», Jaiminiya_Upanishad_Brahmana I.6.1, la Janua Coeli, Jaiminiya_Upanishad_Brahmana IV.14.5, IV.15.4 y 5, o la «Puerta del Sol» de Maitri_Upanishad VI.30 y Mundaka Upanisad I.2.11.