Página inicial > Sophia Perennis > Ananda Coomaraswamy > Coomaraswamy Filosofia

Coomaraswamy Filosofia

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

ANANDA COOMARASWAMY   — O QUE É CIVILIZAÇÃO?

CAPÍTULO DOS — SOBRE LA PERTINENCIA DE LA FILOSOFÍA

’’«La Sabiduría increada, la misma ahora que siempre fue, y la misma que será siempre». San Agustín, Confesiones IX.10.’’

’’«El Testigo primordial y presente». Prakasânanda, Siddhântamuktâvali, 44.’’

I. DEFINICIÓN Y POSICIÓN DE LA FILOSOFÍA, O LA SABIDURÍA

Examinar los «problemas de la filosofía» presupone una definición de la «filosofía». No se negará que la «filosofía» implica el amor de la sabiduría más bien que el amor del conocimiento, ni secundariamente, que a partir del «amor de la sabiduría», la filosofía ha llegado a significar, por una transición natural, la doctrina de aquellos que aman la sabiduría y que se llaman filósofos.

Por otra parte, el conocimiento como tal no es el mero informe de los sentidos (pues el reflejo de algo en el espejo de la retina puede ser perfecto, ya sea en un animal o ya sea en un idiota, y sin embargo no es conocimiento), ni el mero acto del reconocimiento (pues los nombres son meramente un medio de aludir a los antedichos informes), sino una abstracción de estos informes, abstracción en la que los nombres de las cosas se usan como sustitutos convenientes de las cosas mismas. Así pues, el conocimiento no es de presentaciones individuales, sino de tipos de presentación; en otras palabras, el conocimento es de las cosas en su aspecto inteligible, es decir, del ser que las cosas tienen en la mente del conocedor, como los principios, el género y la especie. En la medida en que el conocimiento se dirige al logro de unos fines, se le llama práctico; y en la medida en que permanece en el conocedor, se la llama teórico o especulativo. Finalmente, nosotros no podemos decir que un hombre conoce sabiamente, sino que conoce bien; la sabiduría da por hecho el conocimiento y gobierna el movimiento de la voluntad con respecto a las cosas conocidas; o podemos decir que la sabiduría es el criterio del valor, acordemente al cual se hace la decisión de actuar o de no actuar, ya sea en un caso dado o ya sea universalmente. Lo cual no se aplicará meramente a los actos externos, sino también a los actos contemplativos o teóricos.

Por consiguiente, la filosofía es una sabiduría sobre el conocimiento, es decir, una corrección del saber pensar. En general, se ha sostenido que la filosofía segunda abarca lo que hemos llamado arriba el conocimiento teórico o especulativo, por ejemplo, la lógica, la ética, la psicología, la estética, la teología y la ontología; y en este sentido los problemas de la filosofía son evidentemente los de la racionalización, puesto que el propósito de la filosofía es entonces correlacionar los datos de la experiencia empírica de manera que «tengan sentido», lo cual se lleva a cabo, en su mayor parte, por una reducción de los particulares a los universales (es decir, por deducción). Definida así, la función de la filosofía contrasta con la de la ciencia práctica, cuya función propia es predecir lo particular a partir de lo universal (es decir, por inducción). Sin embargo, más allá de esto, se ha sostenido que la filosofía primera no significa una sabiduría que trata sólo sobre los tipos de pensamiento particulares, sino una sabiduría que trata del pensamiento, y un análisis   de lo que significa pensar, y una indagación en cuanto a lo que puede ser la naturaleza de la referencia última del pensamiento. En este sentido, los problemas de la filosofía se refieren a la naturaleza última de la realidad, de la actualidad o de la experiencia; entendiendo por realidad todo lo que está en acto y que no es meramente potencial. Por ejemplo, nosotros podemos preguntar qué son la verdad, la bondad y la belleza (considerados como conceptos abstraídos de la experiencia), o podemos preguntar si estos conceptos, o cualesquiera otros, abstraídos de la experiencia, tienen en realidad algún ser suyo propio; lo cual constituye el tema de debate entre los nominalistas, por una parte, y los realistas o idealistas, por otra. Puede observarse que, puesto que en todas estas aplicaciones la filosofía significa «sabiduría», cuando hablamos de filosofías en plural, nosotros no entendemos diferentes tipos de sabiduría, sino la sabiduría con respecto a diferentes tipos de cosas. La sabiduría puede ser mayor o menor, pero es siempre uno y el mismo orden de sabiduría.

En cuanto a este orden, si el conocimiento es por abstracción, y la sabiduría es sobre el conocimiento, se sigue que esta sabiduría, pertinente a las cosas conocidas o cognoscibles, y obtenida por un proceso de razonamiento o de dialéctica a partir de datos experimentales, y que no es ni pretende ser una doctrina gnóstica o revelada, no trasciende en modo alguno el pensamiento, sino que es el mejor tipo de pensamiento, o, digamos, la más verdadera de las ciencias. Ciertamente, es una excelente sabiduría, y si se asume una buena voluntad, una sabiduría de gran valor para el hombre. Pero no olvidemos que debido a su base experimental, es decir, estadística, y aún suponiendo una operación infalible de la razón, tal como puede asumirse en las matemáticas, esta sabiduría no puede establecer nunca certezas absolutas, y sólo puede predecir con gran probabilidad de éxito; es decir, las «leyes» de la ciencia, por útiles que sean, no pueden hacer más que resumir la experiencia pasada. Además, la filosofía, en el segundo de los sentidos enumerados arriba, a saber, en tanto que sabiduría humana sobre las cosas conocidas o cognoscibles, debe ser sistemática, puesto que, por hipótesis, se requiere que su perfección consista en una contabilidad de todo, en un acoplamiento perfecto de todas las partes del rompecabezas para hacer un conjunto lógico; y el sistema debe ser un sistema cerrado, a saber, un sistema limitado al campo del tiempo y el espacio, de la causa y el efecto, pues las causas se buscan por hipótesis sobre las cosas cognoscibles y determinadas, todas las cuales se presentan a la facultad cognitiva bajo el disfraz de los efectos. Por ejemplo, puesto que el espacio es de extensión indefinida y no infinita, la sabiduría sobre las cosas determinadas no puede tener ninguna aplicación a una «realidad» que no pertenece a los modos no espaciales, o inmateriales, ni, similarmente, a un modo no temporal; pues si hay un «ahora», nosotros no tenemos ninguna experiencia sensible de una tal cosa, ni podemos concebirla en los términos de la lógica. Si por medio de la sabiduría humana se intentaran rebasar los límites naturales de su operación, lo más que podría decirse sería que la referencia «magnitud indefinida» (es decir, la infinitud matemática) presenta una cierta analogía con la referencia «infinitud esencial» como se postula en la religión y en la metafísica, pero no podría afirmarse ni negarse nada con respecto a la «eseidad» (esse) de esta infinitud en su esencia.

  •  Natural
  •  Filosóficas
  •  Metafísica
  •  RELIGIÕES
  •  Imortalidade