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Coomaraswamy Civilização

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Ananda Coomaraswamy   — O QUE É CIVILIZAÇÃO?
O QUE É CIVILIZAÇÃO?
’’Publicado por primera vez en The Albert Schweitzer Jubilee Book, ed. A.A. Roback, Sci-Art: Cambridge, Mass., 1945.’’

Por los propios escritos de Albert_Schweitzer es evidente que, junto a su activísima vida de buenas obras, su interés teórico se centra en las preguntas: ¿qué es civilización? ¿y cómo puede ser restaurada? Pues, por supuesto, ve muy claramente que el mundo moderno, un mundo que se autoproclama «civilizado», no es realmente un mundo civilizado, sino como él lo llama, un mundo de «epígonos», que son herederos, más bien que creadores de bienes positivos.

En cuanto a la pregunta: ¿qué es civilización?, propongo el aporte de una consideración de los significados intrínsecos de las palabras «civilización», «política» y «purusha». La raíz de «civilización» es kei, como en el griego keisthai, en el sánscrito si, «yacer», «yacer tendido», «estar localizado en». Una ciudad es así una «guarida», donde el ciudadano «hace la cama» en la que debe yacer. Ahora preguntaremos ¿«quién» habita y «economiza» así? La raíz de «política» es pla, como en el griego pimplemi, en el sánscrito pr (piparmi), «llenar», en el griego polis, en el sánscrito pur, «ciudad», «ciudadela», «fortaleza», en el latín plenum, en el sánscrito purnam, y en el inglés «fill», «llenar». Las raíces de purusha son éstas dos, y por consiguiente, el significado intrínseco es el de «ciudadano», ya sea como «hombre» (este hombre, Fulano) o como el Hombre (en este hombre, y absolutamente); en ambos casos, el purusha es la «persona» que ha de distinguirse, por sus facultades de previsión y de comprensión, del hombre animal (pasu), gobernado sólo por su «hambre y su sed» [1].
 [2], sino que más bien fijan sus ojos sobre su propia política interior, sin pretender nunca ser políticos en la ciudad de su nacimiento» (República   591E, F).

¿No está Platón completamente acertado cuando propone confiar el gobierno de las ciudades «al remanente incorrupto de los verdaderos filósofos que han de soportar ahora el estigma de la inutilidad» [3], o incluso a aquellos que están ahora en el poder, «si por alguna inspiración divina [4] tomara posesión de ellos un genuino amor (agape ou eros) de la filosofía»? ¿y no está enteramente acertado cuando mantiene que «ninguna ciudad puede ser feliz nunca a no ser que su diseño lo hayan trazado esos pintores que hacen uso del modelo divino» (República 499, 500) — a saber, el de la Ciudad de Dios que está en el cielo y «dentro de vosotros»? [5].


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[1Como en Aranyaka II.3.2 y Boecio, Contra Evtychen.

[2...]
Reformar lo que se ha deformado significa que debemos tomar en cuenta una «forma» original, y eso es lo que hemos intentado hacer con el análisis histórico del concepto de civilización, basado en fuentes orientales y occidentales. Las formas son por definición invisibles para los sentidos. La forma de nuestra Ciudad de Dios es una forma «que existe sólo en las palabras, y en ninguna parte de la tierra; pero, al parecer, está guardada en el cielo para quien quiera contemplarla, y si la contempla, para habitarla; sólo puede ser vista por los verdaderos filósofos que dirigen sus energías hacia esos estudios que alimentan el alma más bien que el cuerpo, y que nunca se dejan arrastrar por las congratulaciones de las turbas ni por el aumento sin medida de su riqueza, que es la fuente de innumerables males [[El cuerpo, por cuya causa deseamos la riqueza, es la causa última de todas las guerras (Fedon 66 C); y «la victoria fomenta el odio, porque los conquistados son infelices» (Dhammapada 201). El comercio mundial y la guerra mundial son males congenéricos. Todo lo que hemos dicho sobre el gobierno de los hombres y de las ciudades se aplicará, por supuesto, al gobierno del mundo por naciones cooperativas y desinteresadas. Todos los intentos de establecer «equilibrios de poder» deben acabar en guerra.

[3Nobleza obliga. En una ciudad que ha educado a «verdaderos filósofos», éstos deben a sus educadores el deber de participar en los asuntos cívicos; y de esta manera, en la teoría del , incumbe a los representantes de la espiritual supervisar y guiar a aquellos que ejercen el ; en otras palabras, les incumbe supervisar que apoyen el derecho, y que no se afirmen a sí mismos. Sobre la función de tales filósofos en la regeneración de la sociedad moderna, cf. Gerald Heard, Man the Mastery; Aldous Huxley, Ends and Means.

[4Supongo que en la historia de la crítica nunca se ha propuesto nada más necio que el comentario de Paul Shorey, «Pero nosotros no debemos atribuir ninguna supersticion personal a Platón» (Loeb Library ed. p. 64). Deben esperarse solecismos tales como éste siempre que los nominalistas se ponen a exponer la doctrina de los filósofos realistas; ¿pero por qué se ponen a exponer filosofias en las que no creen?

[5El trabajo que ha de hacerse es primariamente de purgación, para echar a los cambistas de dinero, a todos los que desean poder y oficio, y a todos los representantes de intereses especiales; y en segundo lugar, cuando la ciudad ha sido «limpiada», el trabajo que ha de hacerse es de imitación considerada de las formas de la justicia, de la belleza y de la sabiduría naturales, amén de otras virtudes cívicas; entre las cuales hemos considerado aquí la justicia, o como se traduce comúnmente la palabra dikaiosynê en los contextos cristianos, la rectitud.