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Coomaraswamy Beleza Essencial

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Ananda Coomaraswamy   — FIGURAS DA LINGUAGEM

TEORIA MEDIEVAL DA BELEZA
Beleza Essencial ou Acidental
Debido a que hay formas sustanciales y formas accidentales, además de la Belleza increada, la belleza es doble, a saber, esencial o accidental. Y cada una de estas bellezas es doble también. Pues la belleza esencial es espiritual — el alma, por ejemplo, es una belleza etérea — o intelectual, como en el caso de la belleza de un ángel; o física, pues la belleza del material es su naturaleza o forma natural. De la misma manera, la forma accidental es espiritual — puesto que la ciencia, la gracia, y las virtudes son la belleza del alma, y la ignorancia y los pecados sus deformidades — o física, como la describe San Agustín, De civitate Dei XXII, cuando dice, «La belleza es la armonía de las partes junto con una cierta suavidad de color». [1]

Debido también a que todo lo que se hace por el arte divino tiene una cierta especie según la cual ello es formado, como dice San Agustín, De Trinitate VI, de ello se sigue que lo bello, como lo bueno, es sinónimo de ser en el sujeto, y considerado esencialmente le añade a éste el antedicho carácter de ser formal. [2]

Abundando en lo que se ha dicho arriba, que la belleza requiere proporción entre el material y la forma, esta proporción existe en las cosas como una cuádruple armonía (consonantia), a saber 1a) en la armonía de la predisposición a recibir forma; 2a) en una armonía entre masa y forma natural — pues como lo expresó el Filósofo (Aristóteles), De anima II, «la naturaleza de todos los compuestos es su fin último y la medida de su tamaño y crecimiento»; 3a) en la armonía del número de las partes del material con el número de las potencialidades en la forma, que concierne a las cosas inanimadas; y 4a) en la armonía de las partes medidas entre sí mismas y de acuerdo con el todo. Por consiguiente, en tales cuerpos, son necesarias todas estas cosas para la belleza perfecta y esencial. Según la primera, un hombre cuya constitución es más semejante a la del Cielo es de un buen hábito corporal, y es esencialmente más bello que un hombre melancólico o de constitución enfermiza en cualquier otro sentido. Según la segunda, el Filósofo (Aristóteles), Ética a Nicómaco IV, dice que la belleza reside en las cosas de una estatura plena (V. Beleza Corporal), y que las cosas pequeñas, aunque pueden ser elegantes y simétricas, no pueden llamarse bellas. Por consiguiente, vemos que la elegancia y la belleza difieren cualitativamente, pues la belleza agrega a la elegancia una avenencia de la masa con el carácter de la forma, forma que no tiene la perfección de su virtud a no ser en una suma de material debida. Según la tercera, todo lo que falta en un miembro no es bello, sino que es defectivo y una deformidad, y lo es tanto más cuanto más noble es esa parte de la que hay privación, de modo que la falta de un órgano facial es una deformidad mayor que la falta de una mano o de un dedo. Según la cuarta, las partes monstruosas no son perfectamente bellas; por ejemplo, si la cabeza es desproporcionada porque es demasiado grande o demasiado pequeña en relación con los otros miembros y con la masa de todo el cuerpo (V. Harmonia). Es más bien la simetría (commensuratio) lo que hace a las cosas bellas.



[1Pulchritudo est partium congruentia cum quadam suavitate coloris; cf. Cicerón, Disputaciones Tusculanas IV.31, Corporis est quaedam apta figura membrorum cum coloris quadam suavitate.

[2«Formal» es aquí equivalente a ejemplario e imitable; cf. San Buenaventura, I. Sent. d. 36, a. 2, q. 2 ad I: «Idea no denota la esencia como tal, sino la esencia en tanto que es imitable», y Summa Theologica I.15.2: «Es porque Dios conoce Su esencia como imitable por esta o aquella criatura, por lo que Él la conoce como la razón e idea particular de esa criatura». En este sentido, la «esencia imitable» es lo mismo que la «naturaleza» («Natura naturans, Creatrix, Deus») en el importantísimo pasaje, «ars imitatur naturam in sua operatione», Summa Theologica I.117.1.