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Barbelo / Βαρβηλώ / Barbeliotae / Barbelo gnostics / Barbelognósticos / Barbelotas / Barbeliotas / Barbélognostiques

  

Al proporcionar informaciones sobre estos difundidos grupos gnósticos  , Ireneo cierra su lista, con los cainitas   de los que registra una breve noticia. Previamente, sin embargo, expone la precosmogonía y algunos otros motivos míticos de los barbelognósticos. La síntesis del Obispo de Lyon no va aqui más allá de la primera parte (salvadas las diferencias) del Apocryphon Johannis, poniendo particular hincapié en un sector de ella, o sea, la emanación pleromática; pero lo anotado resulta suficiente para asegurarnos que tuvo a su disposición una fuente de buena calidad, aunque, ciertamente fragmentaria.

Estos son los elementos que se nos ofrecen:

1) Una rápida referencia al Dios inénarrable.

2) La emisión pleromática formada por las siguientes emanaciones individuales que constituyen, a su vez parejas o syzygias:

Posteriormente Pensamiento y Palabra generan al Autoengendrado y junto con él se produce la Verdad, para que así exista la pareja Autogenés/Alétheia. De Cristo conjuntamente con la Incorruptibilidad han surgido cuatro luminarias que se mantienen en torno al Autoengendrado y de la Vida Eterna y la Voluntad otras cuatro emisiones para administrar a las cuatro luminarias: la Gracia, la Volición, el Entendimiento y la Prudência. También las luminarias antedichas tienen sus nombres que son: Armogen (= Salvador), Raguel, David   y Eleleth. Cuando todo esto estaba establecido el Autoengendrado ha puesto sobre las luces al Hombre Perfecto o Adamas, al que ha dado también la Gnosis o Conocimiento perfecto y que ha sido alejado de las demás luces por Armogen. Él, gracias al conocimiento, conoce tanto a Barbelo como está pleno de invencible potencia. En breve, como resume la misma noticia; del Inefable (= gran Eón) han surgido los tres momentos pleromáticos: la Madre ( = Barbelo o el Pensamiento implícito), el Padre (= a la Ogdóada intelectual que expresa a Barbelo o Pensamiento explícito) y el Hijo (= al Autoengendrado y cuanto tiene que ver con él en relación con el mundo — Sofia — según se verá seguidamente, y la salvación. Adamas, que está, en realidad, por encima de la caída). Por lo ultimamente referido se comprende que el Espíritu Santo, llamado igualmente Sofia y Prúnicos, venga en último lugar, pues con ella tiene que ver la caída y el origen   de cuanto es extrapleromático. En efecto, ella al carecer de companero busca-ba fuera del Pleroma, hacia abajo, para encontrarlo, así se afanaba, extendía y saltó fuera de él (Cf. Adv. Haer. I, 29,1-3.).

3) Pero igualmente Sofia es un ser divino o perfecto, por ello de su falta y de la irradiación de su perfección ("movida por la simplicidad y generosidad ha generado una obra", dice textualmente el Santo Obispo), ha producido un ser que es el Proarconte, el que como resultado de la previa exorbitância, construye el universo subpleromático, gracias a la dynamis extraída de su Madre. Primero crea su morada, los cielos y, después, lo que le es inferior: desde poderes y firmamento hasta los objetos terrestres. Más tarde, creciendo su desvio, o sea, unido a la Osadia generó los vicios, la Maldad, el Celo, la Envidia, la Porfia y el Deseo, que constituyen las potencias inferiores activas que sojuzgan al gnóstico (Cf. Adv. Haer. 1, 29,4.).

4) El pneuma prisionero u oculto por el no ser se encuentra sobreentendido en este breve texto por la huida de Sofia hacia el Pleroma, deteniéndose en la Ogdóada, y por la frase orgullosa del Proarconte: "Soy un Dios celoso y nadie existe salvo yo" (Ex. 20,5; Is. 45,5; 46,9), puede, por anadidura, subrayar el desamparo extremo ante un mundo de engano para el Sí-Mismo.

5) Ya la distinción de creadores: El Padre que autogenera la realidad perfecta y el Proarconte o segundo creador, que imita ma-lamente aquella formación dando lugar a las potencias que agobian al nous, constituye un fuerte escorzo que se orienta a expresar el sentimiento de soledad y de rechazo del gnóstico ante el no ser. Pero algunas de las informaciones sobre las comunidades gnósticas de la mano de Epifânio, próximas en parte a los temas que aqui estamos tratando, podrían ayudar para completar la información de Ireneo, pues nos dice: "Y el hijo de Barbelo (aqui igual a Sofia) se posesionó violenta y tiránicamente de los siete cielos y dijo a sus inferiores: «Soy el primero y el que me sigue y sin mi no hay otro dios." (Is. 45,5 y 21), mostrando nuevamente la naturaleza ignorante, presuntuosa y autodelatora e ingénua del demiurgo.

6) Y el mismo texto de Epifânio de Salamina que estamos utilizando ratifica también la conducta de Sofia en relación con la frase bíblica de la que nos estamos ocupando, ya que son ellas las que alertan a la Madre y la incitan a la obra redentora, estimulando para ello la inclinación voluptuosa de los arcontes. En este punto (y auque difiriendo en los detalles una vez más con el Apócrifo de Juan que habla del reflejo del Hombre perfecto) la intención no es diferente, ya que la acción Salvadora a manos de Barbelo y el objeto a salvar, su potencia tiranizada por los arcontes, se refieren a una misma esencia, la divinidad perdida y reencontrada, y la afirmación de este ardid de Sofia dirigido a la recuperación de la potencia divina diseminada en los poderes angélicos, ilustran claramente la figura séptima del mito gnóstico, la del retorno al Pleroma.
Cf. Panarion 25,2, 3-4. Puede verse la traducción de FOERSTER, Gnosis, I, p. 316. El capítulo de LEISEGANG   sobre los barbelognósticos (Gnose, pp. 129-135), se apoya excesivamente sobre el testimonio de EPIFÂNIO que, en realidad, sintetiza noticias de diferentes grupos gnósticos.