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Obras: virgen

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

La idea de panteísmo merece que nos detengamos un poco en ella: en realidad, el panteísmo consiste en admitir una continuidad entre lo Infinito y lo finito, continuidad que no puede ser concebida más que si se admite previamente una identidad sustancial entre el Principio ontológico - de que se trata en todo teísmo - y el orden manifestado, concepción que presupone una idea substancial o, lo que es lo mismo, falsa del Ser; o que se confunde la identidad esencial de la manifestación y del Ser con una identidad substancial. En esto, y no en otra cosa, es en lo que consiste el panteísmo; pero parece como si ciertas inteligencias fuesen irremediablemente refractarias a una verdad tan simple, a menos que alguna pasión o algún interés las impulse a no desprenderse de un instrumento de polémica tan cómodo como el término panteísmo, el cual permite arrojar una sospecha general sobre ciertas doctrinas consideradas molestas sin que haya que tomarse el trabajo de examinarlas en sí mismas (NA: El «panteísmo» es el gran recurso de todos los que quieren eludir el esoterismo con pocos gastos y se imaginan, por ejemplo, comprender tal o cual texto metafísico o iniciático porque conocen gramaticalmente la lengua en la cual está escrito; en general, ¿qué decir de la inanidad de las disertaciones que pretenden hacer de las doctrinas sagradas tema de estudios profanos, como si no existieran conocimientos que no son accesibles a cualquiera, y como si bastase haber ido a la escuela para comprender la más venerable sabiduría mejor que la han comprendido los sabios mismos? Porque, para los «especialistas» y los «críticos» es como si no hubiese nada que no estuviese a su alcance; una tal actitud se asemeja bastante a la de los niños que, encontrándose ante libros para adultos, los juzgasen según su ignorancia, su capricho o su pereza.). Incluso cuando la idea de Dios no fuese ya más que una concepción de la Substancia universal (NA: materia prima) y el Principio ontológico estuviese por lo mismo fuera de causa, el reproche de panteísmo estaría todavía injustificado, permaneciendo la materia prima siempre trascendente y virgen en relación con sus producciones. Si Dios es concebido como la Unidad primordial, es decir, como la Esencia pura, nada podría serle substancialmente idéntico; pero calificando de panteísta la concepción de la identidad esencial se niega a la vez la relatividad de las cosas y se les atribuye una realidad autónoma por relación al Ser o a la Existencia, como si pudiera haber en ella dos realidades esencialmente distintas, o dos Unidades o Unicidades. La consecuencia fatal de un razonamiento tal es el materialismo puro y simple, porque desde que la manifestación no es ya concebida como esencialmente idéntica al Principio, la admisión lógica de este principio no es más que una cuestión de credulidad, y si esta razón de sentimentalidad llega a caer, ya no hay ninguna otra razón para admitir otra cosa que la manifestación, y más particularmente la manifestación sensible. 175 DE LA UNIDAD TRASCENDENTE DE LAS RELIGIONES: III

En un cierto sentido, la Virgen y el Profeta «encarnan» el aspecto - o el «polo»- pasivo o «femenino» de la Existencia universal (NA: Prakriti); ambos encarnan, por lo mismo, a fortiori, el aspecto benéfico y misericordioso de Prakriti (NA: La Kwan-Yin del Budismo extremoriental, derivado del Bodhisattva Avalokiteshvara, el «Señor de los misericordiosos».), lo que explica su función esencial de «intercesión» y que reciba nombres tales como «Madre de Misericordia» (NA: Mater Misericordiae) o «Nuestra Señora del Perpetuo Socorro» (NA: Nostra Domina a Perpetuo succursu) o, en lo que concierne al Profeta, «Llave de la Misericordia de Dios» (NA: Miftâh Rahmat Allâ), «Misericordioso» (NA: Rahîm), «El que cura» (NA: Shafî), «El que quita las penas (NA: Kâshif el-kurab), «El que borra los pecados» (NA: ’Afuww) o «La más bella creación de Dios» (NA: Ajmalu khalq Allâh). Ahora, ¿qué relación hay entre esta misericordia, este perdón o esta acción benefactora y la Existencia universal? A esto responderemos que, siendo la Existencia indiferenciada, virgen o pura en relación a sus producciones, ella puede reabsorber en su indiferenciación las cualidades diferenciadas de las cosas; en otros términos, los desequilibrios de la manifestación pueden siempre estar integrados en el equilibrio principial; ahora bien, todo «mal» viene de una cualidad cósmica (NA: gana), luego de una ruptura de equilibrio, y como la Existencia lleva en sí todas las cualidades en equilibrio indiferenciado, ella puede disolver en su infinitud todas las vicisitudes del mundo. La Existencia es realmente «Virgen» y «Madre», en el sentido de que, por una parte, no está determinada por nada, con excepción de Dios, y que, por otra parte, alumbra el Universo manifestado: María es «Virgen-Madre» en razón del misterio de la Encarnación; en cuanto a Mahoma  , es «virgen» o «iletrado», como hemos dicho, en tanto que no recibe la inspiración más que de Dios y no recibe nada de los hombres, y «Madre» en razón de su poder de intercesión cerca de Dios. Las personificaciones, humanas o angélicas, de la divina Prakriti comportan esencialmente los aspectos de pureza y de amor. El aspecto de Gracia o de Misericordia de la Divinidad virginal y maternal explica por lo demás por qué éste se manifiesta de buen grado de una manera sensible y bajo la forma de una aparición humana, luego accesible a los hombres: las apariciones de la Virgen son conocidas de todo el mundo occidental, y en cuanto a las del Profeta, son frecuentes y casi regulares entres los espirituales musulmanes; existen inclusive métodos para obtener esta gracia que equivale en suma a una concretización de la visión beatífica (NA: Recordemos a este respecto las apariciones de la Shakti en el hinduismo - en Shrî Râmakrishna y Shrî Sâradâ Devî, por ejemplo - o la de Kwan-Yin o Kwannon en las tradiciones del Extremo Oriente, por ejemplo en el Shonin Shinran, gran santo budista del Japón; se sabe por otra parte que en el Judaísmo la Shekhinah aparece bajo la forma de una mujer bella y bienhechora.). 407 DE LA UNIDAD TRASCENDENTE DE LAS RELIGIONES: VII

(12). Es lo que expresa el «analfabetismo» del profeta (al-ummî, "el iletrado"); la Ciencia divina sólo puede implantarse en una tierra virgen. La pureza de la Santa Virgen no deja de tener relación con la espada del Arcángel que guarda la entrada del Paraíso. 1246 CI 3

Otro elemento fundamental de la vía es el simbolismo, que se afirma en el arte sagrado lo mismo que en la naturaleza virgen. Sin duda, las formas sensibles no tienen la importancia de los símbolos verbales o escriturarios, pero no por ello dejan de poseer, según las circunstancias, una función de «encuadramiento» o de «sugestión espiritual» muy valiosa, sin hablar de la importancia ritual de primer orden que pueden tomar; además, el simbolismo tiene la particularidad de combinar lo exterior con lo interior, lo sensible con lo espiritual, y así va más allá, en principio o de hecho, de la función de simple «telón de fondo». 1487 CI 5

Pero existe también el simbolismo primordial de la naturaleza virgen; ésta es un libro abierto, una revelación del Creador, un santuario e incluso, en ciertos aspectos, una vía. Los sabios y los cremitas de todas las épocas han buscado la naturaleza, cerca de ella se sentían lejos del mundo y cerca del Cielo; inocente y piadosa, pero sin embargo profunda y terrible, ella fue siempre su refugio. Si tuviéramos que elegir entre el más magnífico de los templos y la naturaleza inviolada, es a ésta a la que escogeríamos; la destrucción de todas las obras humanas no sería nada al lado de la destrucción de la naturaleza. (62) La naturaleza ofrece a la vez vestigios del Paraíso terrenal y signos precursores del Paraíso celestial. 1491 CI 5

Y sin embargo, desde otro punto de vista, cabe preguntarse qué es más precioso, si las cumbres del arte sagrado en cuanto inspiraciones directas de Allâh, o las bellezas de la naturaleza en cuanto creaciones divinas y símbolos; (63) el lenguaje de la naturaleza es más primordial, sin duda, y más universal, pero es menos humano que el arte y menos inmediatamente inteligible; exige más conocimiento espiritual para poder entregar su mensaje, pues las cosas externas son lo que somos nosotros, no en si mismas, sino en cuanto a su eficacia; (64) hay en ello la misma relación, o casi, que entre las mitologías tradicionales y la metafísica pura. La mejor respuesta a este problema, es que el arte sagrado, del que determinado santo no tiene «necesidad» personalmente, exterioriza sin embargo su santidad, es decir, precisamente este algo que puede hacer superflua para el santo la exteriorización artística; (65) por el arte, esta santidad o esta sabiduría se ha hecho milagrosamente tangible, con toda su materia humana que la naturaleza virgen no puede ofrecer; en cierto sentido, la virtud «dilatante» y «refrescante» de la naturaleza es el hecho de no ser humana sino angélica. Decir que se prefieren las «obras de Allâh» a las «obras de los hombres» sería no obstante simplificar en exceso el problema, dado que, en el arte que merece el epíteto   de «sagrado», es Allâh el autor; el hombre no es más que el instrumento y lo humano no es más que la materia. (66) 1493 CI 5

La misma palabra «signos» (âyât) designa los versículos del Libro; como los fenómenos de la naturaleza a la vez virginal y maternal, revelan a Allâh brotando de la «Madre del Libro» y transmitiéndose por el espíritu virgen del Profeta. (67) El Islam, como el antiguo judaísmo, se encuentra particularmente cerca de la naturaleza por el hecho de que está anclado en el alma nómada; su belleza es la del desierto y del oasis; la arena es para él un símbolo de pureza -se la emplea para las abluciones cuando falta agua- y el oasis prefigura el Paraíso. El simbolismo de la arena es análogo al de la nieve: es una gran paz que unifica, semejante a la Shahâda que es paz y luz y que disuelve a fin de cuentas los nudos y las antinomias de la Existencia, o que reduce, reabsorbiéndolas, todas las coagulaciones efímeras a la Substancia pura e inmutable. El Islam surgió de la naturaleza; los sufíes retornan a ella, lo cual es uno de los sentidos de este hadith: «El Islam comenzó en el exilio y acabará en el exilio». Las ciudades, con su tendencia a la petrificación y con sus gérmenes de corrupción, se oponen a la naturaleza siempre virgen; su única justificación, y su única garantía de estabilidad, es la de ser santuarios; garantía muy relativa, pues el Corán dice: «Y no hay ciudad que Nosotros (Allâh) no destruyamos o no castiguemos severamente antes del Día de la resurrección» (XVII, 60). Todo esto permite comprender por qué el Islam ha querido mantener, en el marco de un sedentarismo inevitable, el espíritu nómada: las ciudades musulmanas conservan la marca de una peregrinación a través del espacio y el tiempo; el Islam refleja en todas partes la santa esterilidad y la austeridad del desierto, pero también, en este clima de muerte, el desbordamiento alegre y precioso de las fuentes y los oasis; la gracia frágil de las mezquitas repite la de los palmerales, mientras que la blancura y la monotonía de las ciudades tienen una belleza desértica y por ello mismo sepulcral. En el fondo del vacío de la existencia y detrás de sus espejismos está la eterna profusión de la Vida divina. 1499 CI 5

En cuanto a las virtudes esenciales, de las que hemos tratado en otro lugar pero que también deben figurar en este resumen final, son las perfecciones de «temor», «amor» y «conocimiento» o, en otros términos de «pobreza», «generosidad» y «sinceridad»; en cierto sentido, constituyen el islâm como las verdades constituyen el imân, y su profundización -o su resultado cualitativo- constituye la naturaleza del ihsân o su fruto mismo. Podríamos decir también que las virtudes consisten fundamentalmente en fijarse en Allâh conforme a una suerte de simetría o de ritmo ternario, en fijarse en Él «ahora», «aquí mismo» y «así»; pero estas imágenes también pueden sustituirse unas por otras, pues cada una se basta a sí mismo. El sufí se sitúa en el «presente» intemporal en el que ya no hay ni pesares ni temores; se sitúa en el «centro» ilimitado en el que el exterior y el interior se confunden o se sobrepasan; o también, su «secreto» es la perfecta «simplicidad» de la Sustancia siempre virgen. (100) No siendo sino «lo que él es», él es todo «Lo que es». 1652 CI 6

Pero hay otra objeción que se ha de tener en cuenta: algunos dirán que siempre hubo máquinas y que las del siglo XIX son sencillamente más perfectas que las otras, pero es ése un error radical que se encuentra una y otra vez siempre bajo diversas formas; es una falta de sentido de las «dimensiones», o dicho de otro modo, es no saber distinguir entre diferencias cualitativas o eminentes y diferencias cuantitativas o accidentales. Por ejemplo, un telar antiguo, aunque fuese el más perfecto posible, es una especie de revelación y un símbolo cuya inteligibilidad permite al alma «respirar», mientras que la máquina es propiamente «sofocante»; la génesis del telar corre pareja con la vida espiritual - lo cual, por lo demás, resulta de su cualidad estética -, mientras que una máquina moderna presupone al contrario un clima mental y un trabajo de investigación incompatible con la santidad, sin hablar de su aspecto de artrópodo gigante o de caja mágica, el cual tiene igualmente valor de criterio; un santo podía construir o perfeccionar un molino de agua o de viento, pero ningún santo puede inventar una máquina, precisamente porque el progreso técnico implica una mentalidad contraria a la espiritualidad, criterio que aparece con una evidencia brutal, hemos dicho, en las propias formas de las construcciones mecánicas (NA: Las pruebas que, en la antigüedad y la edad media, más se acercaban a construcciones mecánicas servían de diversión y eran consideradas como curiosidades, como cosas, pues, cuyo propio carácter excepcional volvía legítimas. Los antiguos no eran como niños imprevisores que todo lo tocan, sino, al contrario, como hombres maduros que evitan ciertos órdenes de posibilidades cuyas consecuencias funestas prevén.). Precisaremos que en el campo de las formas, como en el del espíritu, es falso todo cuanto no concuerda ni con la naturaleza virgen, ni con un santuario; toda cosa legítima tiene algo de la naturaleza por una parte y de sagrado por otra. Un carácter asombroso de las máquinas, es que devoran materias - a menudo telúricas y tenebrosas - en vez de ser puestas en movimiento por el hombre solo o por una fuerza natural como el agua o el viento; se está obligando a saquear la tierra para hacerlas «vivir», lo que no es el menor aspecto de su función de desequilibrio. Hay que estar bien ciego para no ver que ni la velocidad ni la superproducción son bienes, sin hablar de la proletarización del pueblo y el afeamiento del mundo (NA: Ya nos imaginamos que algunos nos discutirían el derecho moral a usar inventos modernos como si la estructura económica y el ritmo de nuestra época permitiesen escapar a ellos, y como si fuese útil escapar a ellos en un mundo en el que nadie lo hace; por lo demás, discutir ese derecho sólo sería lógico si al mismo tiempo se nos diesen todos los valores que el mundo moderno ha destruido.); pero el argumento básico sigue siendo el que hemos enunciado en primer lugar, esto es, que la técnica no puede nacer más que de un mundo sin Dios: un mundo en el que la astucia ha substituido a la inteligencia y a la contemplación. 1762 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS CASTAS

Quisiéramos mencionar, por último, cierta relación entre la actualización de las castas y el sedentarismo: es un hecho innegable que los tipos inferiores son menos frecuentes entre los nómadas guerreros que entre sedentarios; el nomadismo arriesgado y heroico hace que las diferencias cualitativas se encuentren como sumergidas en una especie de nobleza general; la actividad del tipo materialista-servil se ve reducida, y por compensación, el tipo sacerdotal no se destaca completamente del tipo caballeresco. Según la concepción de estos pueblos, la cualidad humana - la «nobleza» - la mantiene el género de vida combativo; no hay virtud sin actividad viril, luego peligrosa; el hombre se envilece cuando no mira de frente al sufrimiento y la muerte; lo que hace al hombre es la impasibilidad; lo que hace la vida es el acontecimiento, o la aventura, si se quiere. Esta perspectiva explica el apego de estos pueblos - beduinos, tuaregs, pieles rojas, antiguos mongoles - a su nomadismo o seminomadismo ancestral, y también su desprecio por los sedentarios, sobre todo ciudadanos; de hecho, los más profundos males que padece la humanidad han salido de las grandes aglomeraciones urbanas, no de la naturaleza virgen (NA: En los Balineses, cierta flexibilidad del sistema hindú puede explicarse por hechos cualitativamente análogos al nomadismo, esto es, el aislamiento insular y el número forzosamente restringido de habitantes; por eso los balineses tienen un carácter orgulloso e independiente que los acerca a los nómadas.). 1800 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS CASTAS

Así, el pensamiento del blanco - ya sea occidental u oriental - es incisivo y agitado, como sus idiomas y los rasgos de su rostro; tiene algo de «auditivo», si se puede decir así, mientras que el del amarillo posee un carácter más o menos «visual» (NA: La escritura china, que es la más importante entre los amarillos y que ha sido concebida por ellos solos, es esencialmente «visual» y no «auditiva», transmite imágenes y no sonidos.) y opera mediante toques discontinuos. El espíritu extremo-oriental tiene un estilo a la vez estático y aéreo, compensa su concisión con su cualidad simbolista, y su sequedad con su delicadeza intuitiva. Las lenguas de los blancos - hamitosemíticas, así como arias - son flexionales, proceden con arabescos mentales, de dónde las frases largas, cargadas e incisivas; las lenguas de los amarillos, ya sean aglutinantes o monosilábicas, desdeñan lo que nosotros llamamos «elocuencia», en ellas la expresión es sobria y a menudo elíptica; la belleza es lírica más que dramática, pues el amarillo vive en la naturaleza - visible y espacial - más bien que en lo humano y lo temporal; su poesía está anclada en la naturaleza virgen y no tiene nada de prometeico (NA: Los partidarios de la frase corta querrían tratar nuestras lenguas morfológicas como si fueran chino. La frase corta tiene, sin duda, su lugar legítimo en las lenguas de la raza blanca, pero el modo de expresión habitual de éstas es la frase compleja: en árabe, un libro es teóricamente una sola frase. La frase, para el blanco, es un haz de pensamientos agrupados alrededor de una idea central; para el amarillo, que se exterioriza menos, es una «sugerencia», un «golpe de gong». Es evidente que los blancos que hablan lenguas mongólicas - finlandeses, magiares y turcos - las utilizan de un modo distinto del que lo hicieron sus antepasados todavía mongoloides.). 1828 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS RAZAS

En el arte, el blanco - al menos el occidental - tiene tendencia a separar al hombre de la naturaleza, e incluso a oponerlo a ella; el amarillo permanece en la naturaleza, a la que espiritualiza y no destruye nunca, de modo que las construcciones de los amarillos siempre conservan algo del bosque, incluso en el caso de los indochinos hinduizados, en los que la perspectiva hindú se integra en la manera de ver y sentir de los mongoloides; se puede decir, grosso modo, que la civilización material del amarillo es todavía en gran medida «vegetal» y «naturista», que está centrada en la madera, el bambú y la terracota más bien que en la piedra, de la que el amarillo parece desconfiar, en general, como de una materia «muerta» y «pesada» (NA: Los grandes templos de piedra, Angkor Vat y Borobudur, son monumentos indios ejecutados por amarillos indianizados.). Por otro lado, nada está más lejos del genio amarillo que el desnudo musculoso y dramático de los occidentales (NA: Hay un clasicismo de cortos alcances que, no disponiendo de ningún criterio objetivamente válido y careciendo tanto de imaginación como de inteligencia y de gusto, no ve en la civilización china más que mezquindad y rutina: se cree «inferiores» a los chinos porque no han tenido a un Miguel Ángel ni a un Corneille o porque no han creado la Novena Sinfonía, etc.; ahora bien, si la grandeza de la civilización china no tiene nada de prometeico es que esta grandeza se sitúa en puntos en los que el prejuicio clásico es incapaz de descubrirla; en el plano simplemente artístico, hay viejos bronces que revelan más grandeza y más profundidad que toda la pintura europea del siglo XIX. Lo primero que hay que comprender es que no hay verdadera grandeza fuera de la verdad, y que ésta ciertamente no tiene necesidad de expresiones grandilocuentes. En nuestros días asistimos a una nueva reacción contra el clasicismo - en el sentido amplio de la palabra -, pero que, lejos de ser sana, se produce, al contrario, por abajo, siguiendo el ritmo habitual de una cierta «evolución».); el amarillo no ve la sublimidad primordial y celestial en el cuerpo humano, sino en la naturaleza virgen: los dioses de los amarillos son como flores, tienen rostros de luna llena o de loto; incluso las ninfas celestiales del budismo combinan su desnudez aún del todo hindú - luego de una sexualidad y un ritmo acusados - con la gracia floral que les presta el genio amarillo. La serenidad de los Buddhas y la transparencia de los paisajes denotan, en el arte de los amarillos, cualidades de expresión que no se encuentran en ningún otro lugar en el mismo grado, y que están en los antípodas del genio atormentado de los blancos de Europa. La pintura extremo-oriental tiene algo de aéreo, un encanto inimitable de visión furtiva y preciosa; en compensación, el terror de los dragones, los genios y los demonios añade al arte extremo-oriental un elemento dinámico y flameante. 1862 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS RAZAS

El valor sobrenatural del arte sagrado resulta del hecho de que transmite e impone una inteligencia que la colectividad no tiene; posee, como la naturaleza virgen, una cualidad y una función de inteligencia, que manifiesta por la belleza porque es esencialmente de orden formal; el arte sagrado es la forma de lo Aformal, la imagen de lo Increado, la palabra del Silencio. Pero tan pronto como la iniciativa artística se desliga de la tradición, que la vincula a lo sagrado, cae la garantía de inteligencia y la necedad se abre camino en todas partes; y el estetismo es la última cosa que pueda librarnos de ello. 1934 CASTAS Y RAZAS: PRINCIPIOS Y CRITERIOS DEL ARTE UNIVERSAL

La Escritura, la anagogía y el arte derivan, en muy diversos grados, de la Revelación. La Escritura es la expresión directa de la Palabra celestial, y la anagogía es su comentario inspirado e indispensable (NA: Se trata de los comentarios esenciales, de una inspiración que no por ser secundaria deja de acompañar necesariamente a la Revelación; otros comentarios, ya sean metafísicos, místicos o legales, pueden no ser indispensables.); el arte es como el límite extremo o la corteza material de la tradición y se acerca de ese modo, en virtud de la ley de los «extremos que se tocan», a lo que la tradición tiene de más interior; también él es, pues, inseparable de la inspiración. La anagogía sirve de vehículo transmisor a la inteligencia metafísica y mística - aparte la interpretación puramente legal - mientras que el arte es el soporte de la inteligencia colectiva, y es contingente en la medida en que lo es la colectividad como tal. En otros términos, la Revelación escrituraria se acompaña de dos corrientes secundarias, una de las cuales es interior, e indispensable para el contemplativo, mientras que la otra es exterior, e indispensable para el pueblo; para el sabio no hay ninguna medida común entre el comentario de la Escritura y el arte - puede incluso pasar sin este último, a condición de que lo sustituya por un vacío, o por la naturaleza virgen, y no por un arte falso - mas, para la tradición entera, el arte asume una importancia casi tan considerable como la exégesis, puesto que la tradición no puede manifestarse fuera de las formas; o aún, si bien la élite tiene mucha más necesidad de la exégesis que del arte, el pueblo, en cambio, tiene mucha más necesidad del arte que de las doctrinas metafísicas y místicas; ahora bien, la élite depende «físicamente» de la colectividad total, e indirectamente, pues, tiene necesidad del arte. 1946 CASTAS Y RAZAS: PRINCIPIOS Y CRITERIOS DEL ARTE UNIVERSAL

Por lo que se refiere a la arquitectura, los grandes edificios de los amarillos presentan las mismas curvas superpuestas que los pinos que las rodean; la forma amplia, irregular y en cierto modo vegetativa del tejado extremo-oriental - descansando todo ello, de ordinario, sobre columnas de madera -, aun cuando no tiene por prototipos las coníferas sagradas, describe, con todo, su vida a la vez dinámica y majestuosa. Cuando el amarillo entra en un templo o un palacio, entra en un «bosque» más bien que en una «caverna» (NA: La catedral gótica es un bosque petrificado que, por una parte, acoge, pero, por otra parte, permanece frío; añade a la idea de protección la de eternidad y mezcla así una frialdad celestial a la misericordia. Sus vidrieras son como el cielo que se entrevé a través de los follajes de un bosque de piedra.); su arquitectura tiene algo de vivo, vegetal y cálido, y hasta la intención mágica de las puntas encorvadas - que dan al tejado protector algo de defensivo -, nos devuelve a la relación entre el árbol y el relámpago, nos devuelve, pues, a la naturaleza virgen (NA: Hay una teoría según la cual el tejado chino representaría un barco invertido: según un mito malayo, el sol viene del Este en un barco; éste naufraga en el Oeste y, al volcarse, cubre el astro solar provocando así la noche; hay una relación, no sólo entre el barco invertido y la oscuridad nocturna, sino también, por vía de consecuencia, entre el tejado y el sueño que éste alberga. Otra fuente de la arquitectura extremo-oriental - en lo que concierne a las columnas de madera -, es la casa lacustre de los Sinomalayos primitivos (NA: cf. E. Fuhrmann: China, Hagen, 1921).). 1962 CASTAS Y RAZAS: PRINCIPIOS Y CRITERIOS DEL ARTE UNIVERSAL

Aquí es preciso insistir sobre dos cosas. Primeramente, que los mismos testigos de la Revelación, apóstoles o compañeros, no fueron necesariamente jn  ânîs y que la forma misma del Mensaje, o su intención directa, excluye que la mayoría de estos venerables testigos hayan tenido esta cualidad; una minoría la poseía necesariamente. En segundo lugar, que un sabio consumado es siempre un santo, pero un santo no es siempre un sabio; por ello la noción polémica de una «sabiduría de los santos», dirigida contra el esoterismo sapiencial, no es más que un malentendido y un abuso de lenguaje. Es conocida esta petición de principio de la teología militante: Platón  , Plotino  , Proclo   y otros no fueron cristianos; no podían, pues, ser santos. Por consiguiente, sus doctrinas proceden de la «sabiduría según la carne» (NA: A menos de pretender que sean cristianas, como se ha hecho con las «Disertaciones» de Epicteto, o a menos de conceder a la inteligencia considerada «natural» un papel honorable, como se hace con Aristóteles  ; en este caso, la «carne» se hace «naturaleza», lo que es mejor que nada, pero lo que está siempre por debajo de la verdad.- Si hay una «sabiduría según la carne», es ciertamente, y en el más alto grado, este pensamiento específicamente moderno en que lo irracional figura como suprarracional a la vez que mata lo racional. Según la «Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno» - una de las piezas maestras del «concilio»- «la raza humana ha pasado de un concepto más bien estático de la realidad a un concepto más dinámico y evolucionista»; ahora bien, un concepto es estático o no lo es. Decir que un concepto, o que el espíritu en general, se ha hecho dinámico después de haber sido estático desde siglos o desde milenios, significa concretamente que el pensamiento normal, el de los hombres inteligentes y disciplinados de todos los tiempos, ha sido reemplazado por un pseudo-pensamiento de palurdos y de primarios. Esta comprobación debería bastar como argumento; el resto no es más que eufemismo.); mientras que se debía deducir de la elevación de sus doctrinas su posible santidad, por cuanto el cristianismo, a fin de cuentas, no podía prescindir de ellos (NA: Notemos que el maestro Eckhart   llamaba a Platón «el gran sacerdote», y que Jîlî tuvo de él una visión «que llenaba todo el espacio de luz»; también, que los discípulos de Rûmî   veían en Platón (NA: Seyyidunâ Aflâtûn) una especie de profeta. Los autores musulmanes en general ven en él a un eminente maestro de la música, que, como Orfeo, encantaba a las bestias salvajes con su laúd, en la naturaleza virgen a donde se había retirado después de una controversia con Aristóteles, lo que está lleno de sentido. Añadamos que Platón, como Sócrates   y como Pitágoras  , fue el portavoz providencial del Orfismo.). En cuanto a la filosofía profana y propiamente racionalista de los griegos, que personifica especialmente Protágoras   y de la que Aristóteles no queda por completo indemne, representa una desviación de la perspectiva que normalmente da lugar a la gnôsis o al jnâna; pero, cuando esta perspectiva se encuentra separada de la pura Intelección o, lo que es lo mismo, de su razón de ser, se hace fatalmente hostil a la religión y se abre a todas las aventuras; los sabios de Grecia no tenían necesidad de los Padres de la Iglesia para saberlo, y los Padres de la Iglesia no pudieron impedir que el mundo cristiano cayera en esta trampa. Por lo demás, por el «civilizacionismo» que ella hace suyo a fin de no dejar escapar ninguna gloria, la Iglesia asume paradójicamente la responsabilidad del mundo moderno - calificado de «civilización cristiana»- , que no es, sin embargo, otra cosa que la excrecencia de la sabiduría humana estigmatizada por los Padres. 2128 El esoterismo como principio y como vía: I COMPRENDER EL ESOTERISMO

El término de «consolación sensible» aplicado abusivamente por los teólogos al propio arte sagrado, como por lo demás también a las bellezas de la naturaleza virgen - como si la belleza no tuviera que transmitir otra cosa que consolaciones (NA: Es cierto que esta noción de «consolación» tiene un alcance más profundo en el terreno místico.)- conviene mejor a los géneros modestos del arte y a los encantos secundarios de la naturaleza. Estos géneros están aquí para comunicar un clima de santa infancia que los envenenadores culturalistas - siempre agresivos y megalómanos - calificarían sin duda de «amaneramiento», lo que no es más que un calumnioso abuso de lenguaje; en realidad, el arte no tiene ningún derecho - en la misma medida en que es modesto e incluso más allá de esta reserva - a ser grandilocuente y titánico, puesto que la misión del artista es la de hacer una obra de equilibrio y de salud y no de tormenta inútil. 3422 El esoterismo como principio y como vía: III LOS GRADOS DEL ARTE

Si la desviación del arte es una posibilidad, el rechazo del arte es otra. Hablar de una gran civilización que rechaza, no tal o cual arte, sino todo el arte, es una contradicción en los términos; el punto de vista más o menos iconoclasta de un San Bernardo   o de un Savonarola no puede ser cosa de toda una civilización ciudadana. Pero este punto de vista, o un punto de vista prácticamente análogo, puede existir tradicionalmente fuera de una civilización de este tipo, por ejemplo, en el mundo nómada o seminómada de los indios de América del Norte: los pieles rojas propiamente dichos - no todos los aborígenes de América - son en efecto más o menos hostiles a las artes plásticas, como lo fueron sin duda también sus congéneres lejanos, los antiguos mongoles, y quizá también los antiguos germanos y celtas. Según los indios, la naturaleza virgen, que es sagrada, es de una belleza inigualable y contiene todas las bellezas concebibles; es, pues, vano y, por lo demás, imposible querer imitar las obras del Gran Espíritu. Es curioso observar que el mundo clásico, el del naturalismo y la antropolatría, se siente frente a la naturaleza como un conquistador; el culto del hombre entraña el desprecio de la naturaleza que le rodea, mientras que para el indio, como por lo demás para los extremo-orientales, la naturaleza es una madre y una patria, de la que el hombre es desde luego el centro, pero no el propietario absoluto y, mucho menos, el enemigo. 3484 El esoterismo como principio y como vía: III LOS GRADOS DEL ARTE

La vocación sine qua non del hombre es ser espiritual. La espiritualidad se ejerce sobre los planos que constituyen al hombre, a saber, la inteligencia, la voluntad, la afectividad, la producción: la inteligencia humana es capaz de trascendencia, de absoluto, de objetividad; la voluntad humana es capaz de libertad, luego de conformidad a lo que capta la inteligencia; la afectividad humana, que se une a cada una de las facultades precedentes, es capaz de compasión y de generosidad, como consecuencia de la objetividad del espíritu humano, que hace salir al alma del egoísmo animal. Por último, está esa capacidad específicamente humana que es la producción, y es a causa de ella por la que se ha llamado al hombre homo faber y no sólo homo sapiens: es la capacidad de producir utensilios y de construir habitáculos y santuarios, de confeccionar vestidos en caso de necesidad y de crear obras de arte, y de combinar espontáneamente en estas creaciones el simbolismo y la armonía; el lenguaje de ésta puede ser simple o rico, según las necesidades, las perspectivas, los temperamentos; la decoración tiene también su razón de ser, tanto desde el punto de vista del simbolismo como del de la musicalidad. Esto equivale a decir que esta cuarta capacidad debe tener también un contenido espiritual so pena de no ser humana; asimismo ella no hace sino actualizar las tres precedentes adaptándolas a las necesidades materiales o culturales, o, digamos simplemente, proyectándolas en el orden sensible de forma distinta de la del discurso racional o la escritura. Nosotros, hombres exiliados en la tierra - a menos de poder contentarnos con esta sombra del Paraíso que es la naturaleza virgen - debemos crearnos un ambiente que por su verdad y su belleza evoque nuestro origen   celestial y, por lo mismo, también nuestra esperanza. 3508 El esoterismo como principio y como vía: III LOS GRADOS DEL ARTE

Como las mitologías arias - hindú, grecorromana y nórdica - el chamanismo hiperbóreo, del que forma parte la tradición a la vez diferenciada y homogénea de los indios de América del Norte, da testimonio de una interpretación sacra de la naturaleza virgen: ésta hace las veces de Templo así como de Libro divino (NA: Asimismo, los pieles rojas tienen el mérito de haber sido siempre los defensores de la naturaleza y de la solidaridad humana con ella. Sus portavoces declaran en nuestros días que «no queremos la igualdad, sino la posibilidad de vivir nuestra vida; rechazamos la vía de los blancos. Nuestros valores se fundan en el respeto a la naturaleza: según nosotros, el hombre es poseído por la tierra, no es él quien la posee».). Ahí hay un elemento de esoterismo - por lo demás evidente, puesto que se trata de una supervivencia de la religión primordial - que el exoterismo monoteísta y semítico debía excluir por el hecho de que estaba obligado a oponerse al naturalismo de las religiones paganizadas, pero que, en el plano de la religio perennis o de la verdad a secas, conserva todos sus derechos incluso en el marco de los monoteísmos abrahámicos; pues nadie puede impedir que la naturaleza en general y sus contenidos nobles en particular - a pesar de una cierta maldición global pero completamente relativa - manifieste a Dios y sean vehículos de gracias, que pueden comunicar bajo ciertas condiciones tanto objetivas como subjetivas (NA: Como quiera que sea, la prescripción bíblica de «someter la tierra» no hace más que definir al hombre; destinada a priori a semitas nómadas, no corre el riesgo de ser mal interpretada - en el sentido de una declaración de guerra a la naturaleza - más que en un clima europeo, aristotélico y civilizacionista.). 3704 El esoterismo como principio y como vía: III LA DANZA DEL SOL

Las virtudes, que por su misma naturaleza son testimonio de la Verdad, poseen también una cualidad interiorizadora en la medida en que son fundamentales; lo mismo ocurre con los seres y las cosas que transmiten mensajes de la eterna Belleza; de ahí el poder de interiorización propio de la naturaleza virgen, de la armonía de las criaturas, del arte sagrado, de la música. La sensación estética - lo hemos hecho notar en numerosas ocasiones - posee en sí misma una cualidad ascendente: provoca en el alma contemplativa, directa o indirectamente, un recuerdo de las divinas esencias. Para el «pneumático», la belleza sensible, así como la belleza moral, posee una virtud que interioriza; ennoblece el mundo a la vez que aleja del mundo. 3800 El esoterismo como principio y como vía: IV LA RELIGIÓN DEL CORAZÓN

El sentido del imperialismo antiguo es el de extender un «orden», un estado de equilibrio y estabilidad conforme a un modelo divino que por lo demás se refleja en la naturaleza, particularmente en el mundo planetario; el emperador romano, como el monarca del «Imperio celeste del Medio», ejerce su poder gracias a un «mandato del Cielo». Julio César, detentador de este mandato y «hombre divino» (divus) («Ese es el hombre, ése es aquel del que tantas veces has oído la llegada prometida, César Augusto, hijo de un dios, que fundará de nuevo la edad de oro en los campos donde Saturno reinó antaño y que extenderá su imperio hasta los Garamantes y sobre los Indios» (Eneida VI, 791-795). César preparó un mundo para el reino de Cristo. Señalemos que Dante   coloca a los asesinos de César en lo más profundo del infierno, en compañía de Judas. Cf. «Divus Julius Caesar», de Adrian PATERSON, en Les Etudes Traditionnelles, junio de 1940.), tenía conciencia del alcance providencial de su misión; en su opinión nada tenía el derecho de oponérsele; Vercingetorix (Vercingetorix, general y jefe galo. Fue proclamado en el año 52 a.C. jefe de la coalición de los pueblos galos contra César. (N. del T.)) era para él una especie de herético. Si los pueblos no romanos eran considerados como «bárbaros», ante todo es porque se colocaban al margen del «orden»; desde el punto de vista de la pax romana manifestaban el desequilibrio, la inestabilidad, el caos, la amenaza permanente. En la Cristiandad (corpus mysticus) y en el Islam (d(r el-isl(m), la esencia teocrática de la idea imperial aparece con claridad; sin teocracia no se puede hablar de civilización digna de este nombre. Esto es tan verdadero que los emperadores romanos, en plena descomposición pagana y a partir de Diocleciano, sintieron la necesidad de divinizarse o dejarse divinizar, atribuyéndose de forma abusiva la cualidad del conquistador de los Galos descendiente de Venus. La idea moderna de la «civilización» no carece de relación histórica con la idea tradicional del «imperio»; pero el «orden» se ha hecho puramente humano y profano por completo, como, por otra parte, lo demuestra la idea de «progreso», que es la negación misma de cualquier origen celestial; de hecho, la «civilización» no es sino el refinamiento ciudadano en el marco de una perspectiva mundana y mercantil, lo que explica su hostilidad tanto hacia la naturaleza virgen como hacia la religión. Según los criterios de «la civilización» el ermitaño contemplativo -que representa la espiritualidad humana al mismo tiempo que la santidad de la naturaleza virgen- no puede ser más que una especie de «salvaje», cuando en realidad es el testigo terrestre del Cielo. 4583 Sobre los mundos antiguos: MIRADAS SOBRE LOS MUNDOS ANTIGUOS LA VÍA DE LA UNIDAD

O desde un punto de vista un poco diferente: el pecado de Adán es, a fin de cuentas, haber querido sobreponer algo a la Existencia, que era beatitud; Adán perdió por ello esta beatitud y se precipitó en el torbellino inquieto y decepcionante de las cosas sobreañadidas («Estáis dominados por el deseo de poseer siempre más...» (Corán, 102, 1.)). En lugar de descansar en la pureza inmutable de la Existencia, el hombre caldo es arrastrado en la zarabanda de las cosas existentes que, al ser accidentes, son engañosas y perecederas. En el cosmos cristiano, la Santa Virgen es la encarnación de esta pureza nívea; es inviolable y misericordiosa como la Existencia o la Substancia; Dios, al encarnarse, ha traído consigo la Existencia, que es como su trono; se ha hecho preceder por ella y ha venido al mundo con ella. Dios no puede entrar en el mundo más que a través de la Existencia virgen. 4721 Sobre los mundos antiguos: CAIDA Y DECADENCIA LA VÍA DE LA UNIDAD

Dentro de las prácticas mágicas de los chamanes hay que distinguir la magia ordinaria de lo que podríamos denominar la magia cósmica: esta magia opera mediante las analogías entre los símbolos y sus prototipos. Por todas partes en la naturaleza, comprendido el mismo hombre, encontramos sin duda posibilidades semejantes, substancias, formas, movimientos que se corresponden cualitativa o tipológicamente; por esto el chamán espera subyugar los fenómenos, que por su naturaleza o por accidente escapan a su influencia, por medio de fenómenos análogos -metafísicamente «idénticos»- que él mismo crea y que por este hecho se sitúan en su esfera de actividad; quiere obtener la lluvia, la detención de una tempestad de nieve, la llegada de los bisontes, la curación de una enfermedad, con la ayuda de formas, colores, ritmos, encantaciones, melodías sin palabras. Pero todo esto sería insuficiente sin el extraordinario poder de concentración del chamán, poder que no puede obtenerse sino por un largo entrenamiento en la soledad, el silencio y el contacto con la naturaleza virgen (Desde que los hombres-medicina habitan en casas -nos ha dicho un Shoshoni- se han vuelto impuros y han perdido mucho de su poder.); también puede obtenerse gracias a un don particular y por intervención de una influencia celestial (Como en el caso de Héhaka Sapa.). Detrás de cada fenómeno sensible hay una realidad de orden anímico que es independiente de las limitaciones del espacio y del tiempo; al ponerse en contacto con esas realidades, o con esas raíces sutiles o suprasensibles de las cosas, es como el chamán puede influir en los fenómenos naturales o predecir el porvenir. Todo esto parecerá extraño, por decir lo menos, al lector moderno, cuya imaginación lleva otras impresiones y obedece a otros reflejos que la del hombre medieval o arcaico y cuyo subconsciente, es preciso decirlo con claridad, está viciado por una multitud de prejuicios con pretensión intelectual o científica; sin poder entrar aquí en los detalles, recordemos simplemente con Shakespeare   que «hay más cosas en el cielo y la tierra que todo lo que pueda soñar vuestra filosofía». 4885 Sobre los mundos antiguos: CHAMANISMO PIEL-ROJA LA VÍA DE LA UNIDAD

La naturaleza es solidaria de la santa pobreza y también de la infancia espiritual; es un libro abierto cuya enseñanza de verdad y de belleza nunca se agota. Es en medio de sus propios artificios como el hombre se corrompe más fácilmente, son ellos los que le vuelven ávido e impío; cerca de la naturaleza virgen, que no conoce ni agitación ni mentira, el hombre tiene oportunidades de permanecer contemplativo como la misma naturaleza lo es. Y es la Naturaleza total y casi divina quien, más allá de todos los extravíos humanos, guardará la última palabra. 4899 Sobre los mundos antiguos: CHAMANISMO PIEL-ROJA LA VÍA DE LA UNIDAD

Para comprender plenamente el destino abrupto de la raza india hay que tener en cuenta el hecho de que esta raza ha vivido durante milenios en una especie de paraíso prácticamente ilimitado; los indios del Oeste todavía se encontraban en él a principios del siglo XIX. Sin duda fue un paraíso rudo pero que ofrecía un ambiente grandioso de carácter sagrado y comparable en muchos aspectos con lo que fue la Europa nórdica antes de la llegada de los romanos (Los germanos habitaban en pequeñas aldeas y los galos en ciudades, pero todas las edificaciones eran de madera, lo que indica una diferencia fundamental respecto a las ciudades de piedra de los mediterráneos.). Como los indios se identificaban espiritual y humanamente con esta naturaleza virgen, y según ellos inviolable, aceptaban todas sus leyes y por tanto también la lucha por la vida como manifestación del «principio del mejor»; pero con el tiempo, y en función de las consecuencias de la «edad de hierro» donde predominan las pasiones y desaparece la sabiduría, los abusos se extendían cada vez más; un individualismo heroico, pero vindicativo y cruel, obscurecía las virtudes desinteresadas, como por lo demás fue el caso en todos los pueblos guerreros. La privilegiada situación de los indios -al margen de la «Historia» y las aplastantes civilizaciones ciudadanas- debía terminar por agotarse; no hay nada sorprendente en que este agotamiento de un paraíso en cierto modo envejecido coincidiese con los tiempos modernos (Last Buil -el antiguo guardián de las flechas sagradas de los cheyenes- nos relató una vieja profecía de éstos: Un hombre llegaría del Este con una hoja -o una piel- cubierta con signos gráficos; enseñaría esta hoja declarando que procede del Creador del mundo; y destruiría hombres, árboles y hierbas para sustituirlos por otros hombres, otros árboles y otras hierbas.). 4903 Sobre los mundos antiguos: CHAMANISMO PIEL-ROJA LA VÍA DE LA UNIDAD

En el plano exterior y por tanto contingente, pero que tiene su importancia en el orden humano, la religio perennis se encuentra en relación con la naturaleza virgen y al mismo tiempo con la desnudez primordial, la de la creación, el nacimiento y la resurrección, o la del gran sacerdote en el Sancta Santorum, el ermitaño en el desierto (Como María Egipcíaca, en quien el carácter informal y completamente interior de un amor operado por Dios se acerca a las cualidades de la gnosis, aunque en este caso pudiéramos hablar de «gnosis de amor» (en el sentido de parabhakti).), el sadhu o el sanyasi hindú, del piel-roja en oración silenciosa en una montaña (La sencillez del vestido y su color, blanco sobre todo, sustituye a veces al simbolismo de la desnudez en el marco del arte indumentario; en todos los planos el despojamiento inspirado por la Verdad desnuda sirve de contrapeso al «culturalismo» mundano. En otros aspectos el vestido sagrado simboliza la victoria del Espíritu sobre la carne y su riqueza hierática -que estamos bien lejos de censurar-, expresa la inagotable profusión del Misterio y la Gloria.). La naturaleza inviolada es a la vez un vestigio del Paraíso terrestre y una prefiguración del Paraíso celestial; los santuarios y los vestidos difieren, pero la naturaleza y el cuerpo humano permanecen fieles a la unidad primera. El arte sagrado, que parece apartarse de esta unidad, en el fondo no hace más que restituir a los fenómenos naturales sus mensajes divinos, a los que los hombres se han hecho insensibles; en el arte la perspectiva del amor tiende hacia el desbordamiento, la profusión, mientras que la perspectiva de la gnosis tiende hacia la naturaleza, la simplicidad y el silencio; es la oposición entre la riqueza gótica y el despojamiento zen (Pero resulta demasiado evidente que el arte sagrado más fastuoso está infinitamente más cercano a la gnosis que el «despojamiento» ignorante y afectado de los «barrenderos» contemporáneos. Sólo la simplicidad cualitativa y noble, y en conformidad con la esencia de las cosas, refleja y transmite un perfume de la sabiduría informal.). Pero esto no debe hacernos perder de vista que los marcos o modos exteriores son siempre algo contingente y que todas las combinaciones y todas las compensaciones son posibles, tanto más cuanto que, en la espiritualidad, todas las posibilidades pueden reflejarse entre sí según las modalidades apropiadas. 5231 Sobre los mundos antiguos: RELIGIO PERENNIS LA VÍA DE LA UNIDAD

Una verdad simbólica no es siempre literal, pero una verdad literal es forzosamente simbólica siempre. Las diversas tradiciones islámicas referentes a Cristo, la Virgen y los cristianos no son ciertamente para tomarlas al pie de la letra - lo que no invalida en nada su intención o su simbolismo, precisamente -, pero cuando el Islam enseña que existe, y que siempre ha existido, la posibilidad de la salvación fuera de la persona de Cristo, y que ésta es una manifestación salvadora entre otras - lo que no significa que sea como las otras -, la verdad literal está de su lado, al menos en este aspecto particular (NA: No en el de la modalidad característica, y realmente única, que realiza el «Verbo hecho carne»; aunque el Corán reconozca que Cristo es «Espíritu de Dios» y que nació de una virgen.). Jesús es exclusivamente «la Puerta» y «la Vía», sin duda, pero la Puerta y la Vía no son exclusivamente Jesús; el Logos es Dios, pero Dios no es el Logos. Toda la cuestión está en saber en qué grado aceptamos este axioma y qué consecuencias sacamos de él. 5466 TRAS LAS HUELLAS DE LA RELIGION PERENNE: NOTAS SOBRE TIPOLOGÍA RELIGIOSA LA VÍA DE LA UNIDAD