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Obras: fuego

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

El Vedânta no es un tipo de psicología ni el Yoga es una suerte de terapéutica excepto muy accidentalmente. La salud física   y moral son requisitos previos para el progreso espiritual. El análisis   psicológico se emplea solamente para quebrar nuestra mimada creencia en la unidad e inmaterialidad del «alma», y con miras a distinguir mejor el espíritu de lo que no es el espíritu sino solamente una manifestación psicofísica temporal de una de las más limitadas de sus modalidades. Quienquiera que insiste, como Jung  , en traducir las esencias de la metafísica india o china a una psicología está distorsionando meramente el significado de los textos. La psicología moderna, desde un punto de vista indio, tiene casi los mismos valores que se atribuyen al espiritismo y a la magia y demás «supersticiones». Finalmente, debo señalar que la metafísica, el Vedânta, no es una forma de misticismo, excepto en el sentido en que con Dionisio podemos hablar de una teología mística. Lo que se entiende ordinariamente por «misticismo» implica una receptividad pasiva -«debemos permitir que las cosas acontezcan en la psique» es el modo de definirlo por Jung (y con esta afirmación él mismo se proclama un «místico»). Pero la metafísica repudia la psique enteramente. Las palabras de Cristo, de que «Ningún hombre puede ser mi discípulo si no odia a su propia alma», han sido dichas una y otra vez por todos los gurús indios; y así lejos de implicar pasividad, la práctica contemplativa implica una actividad que se compara comúnmente al ardor de un fuego a una temperatura tan alta como para no mostrar ni vacilación ni humo. Al peregrino se le llama un «afanado», y el estribillo característico de la canción del peregrino es «seguir adelante, seguir adelante». La «Vía» del vedantista es sobre todo una actividad. 47 METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Dichos aún más explícitos pueden ser citados de fuentes sufîs, donde el alma (nafs) es distinguida del intelecto o espíritu (aql, ruh) como la Psique es distinguida del Pneuma por Filón   y en el Nuevo Testamento, y como el anima es distinguida del animus por William de Thierry. Para el enciclopédico Kashfu’l Mahjub, el alma es el «tentador», y el tipo del infierno en este mundo. Al-Ghazâlî, quizás el más grande de los teólogos muslimes, llama al alma «el mayor de vuestros enemigos»; y más que eso difícilmente podría decirse de Satán mismo. Abu Sâ’îd pregunta: «¿Qué es el mal, y cuál es el peor mal?» y contesta, «El mal es "tú", y el peor mal "tú" si tú no lo sabes»; por consiguiente, se llamaba a sí mismo un «Nadie», negándose, como el Buddha, a identificarse a sí mismo con ninguna «personalidad» nombrable. Jalâlu-d-Dîn Rumî, en su Mathnawî, repite que el mayor enemigo del hombre es él mismo: «Este alma», dice, «es el infierno», y nos conmina a «matar el alma». «El alma y el Shaitân son un único ser, pero toma dos formas; esencialmente uno desde el comienzo, devino el enemigo y envidiador de Adam»; y, de la misma manera, «el Ángel (Espíritu) y el Intelecto, los asistentes de Adam, son de un único origen   pero asumen dos formas». El ego mantiene su cabeza erguida: «la decapitación significa matar el alma y apagar su fuego en la Guerra Santa (yihâd)»; y tanto mejor para quien gana esta batalla, pues «quienquiera que está en guerra consigo mismo por amor de Dios,... su luz oponiéndose a su obscuridad, el sol de su espíritu nunca se pondrá» «Este es el combate que Cristo, Con su Amor y Luz internos, Mantiene dentro de la naturaleza del hombre, para disipar La Cólera de Dios, a Satán, el Pecado, y la Muerte, y el Infierno; Para devorar el sí mismo humano, o la Serpiente, Y levantar un Ángel de él por Su Poder». (John Byrom) 165 METAFÍSICA: ¿Quién es «Satán» Y «Dónde Está El Infierno»?

La ofrenda de sí mismo del sacrificador se actúa ritualmente de varias maneras. Por ejemplo, el prastara, que representa al sacrificador, se arroja dentro del Fuego, y solo se salva de una inmolación efectiva por una invocación del Fuego mismo (Shatapatha Brâhmana I.9.2.17, cf. III.4.3.22): uno que se acerca ritualmente al fuego del hogar o al Fuego sacrificial, lo hace reflexionando que «ese Fuego sabe que ha venido a darse a mí» (paridâm me, Shatapatha Brâhmana II.4.1.11, cf. IX.2.1.17, IX.2.3.15, 17, IX.4.4.3; Aitareya Brâhmana II.3), y, ciertamente, si «no hiciera expresamente esta renuncia de sí mismo (âtmanah paridâm na vadeta), el Fuego le privaría del Fuego» (Shatapatha Brâhmana IX.5.1.53). 513 METAFÍSICA: Âtmayajña: El Sacrificio de sí Mismo

Todo esto se refleja en el ritual, como si fuera en un espejo, inversamente. Mientras que Prajâpati se divide a sí mismo, derrama a sus hijos, se hace a sí mismo muchos y entra en nosotros en quienes él está tragado y oculto, así, a su vez, el sacrificador «retrotrae (uddhrtya, r. hr) estos soplos con Om, y los sacrifica en el Fuego sin mal» (Maitri Upanishad   VI.26). Como Prajâpati «emanó a sus hijos, y se pensó vaciado» (rirícâno’manyata), así «el sacrificador es como si emanara a sus hijos y con ello está, por así decir, vaciado» (rirícâna iva, Taittirîya Samhitâ VI.6.5.1): «Con toda su mente, con todo su sí mismo (sarvenevâtmanâ), ciertamente, el iniciado (dîkshitah) recoge (sambharati) y junta (sam ca jihîrshati, r. hr) El Sacrificio; su sí mismo, por así decir, está vaciado» (rirícâna ivâtmâ bhavati, Shatapatha Brâhmana III.8.1.2, Kausitakî Brâhmana X.3). Que el sacrificador se «junte» así a sí mismo (samharati, r. hr) es el equivalente activo, por su parte, de lo que le hace el Sí mismo Espiritual en la muerte (o en el sueño, o en samâdhi) «cuando los soplos (prânâh, es decir, indríyâní, tes psyches dynameis) se unen con él (con el Sí mismo Espiritual) (abhisamâyanti), y Él, tomando posesión completa de esas medidas del fuego (etâ tejo-mâtrâh samabhyâdadâno’) desciende adentro del corazón (hrdayam evânvakrâmati  )... (y así), abatiendo el cuerpo, disipando su ignorancia, se junta a sí mismo (âtmânam samharati) con el fin de pasar» (Brhadâranyaka Upanishad IV.4.1); el equivalente, por su parte, de lo que le hace el Soplo (prânâh) que parte, cuando «extrae» (samvrh, Brhadâranyaka Upanishad VI.1.13) o «levanta» (samkhid, Chândogya Upanishad V.1.2) los soplos, como un caballo podría arrancar las estacas con las que está atado. 541 METAFÍSICA: Âtmayajña: El Sacrificio de sí Mismo

En Taittirîya Samhitâ II.4.12.5, 6 y en Shatapatha Brâhmana I.6.3.17, Vrtra entra en Indra por acuerdo. El fuego es, ciertamente, el consumidor del alimento tanto en los dioses como en los hombres (Jaiminîya Upanishad Brâhmana IV.11.5-7). O más bien, esa parte del biseccionado Vrtra, que era de la naturaleza de Soma, deviene la Luna; y esa parte de él que era Asurya (es decir, la parte ofidiana, la cola), devino el vientre, «para encenderle (indhîya)» y «para su goce (bhogâya)»; y es, en los hombres, el apetito tiránico al cual estas criaturas (imâh prajâh, es decir, prânâh, los poderes sensoriales de los cuales el individuo es una hueste) rinden tributo (balim haranti) siempre que están hambrientos. Así, los hombres dicen que « Vrtra está dentro de nosotros»; y el Comprehensor de esta doctrina, de que Vrtra es el consumidor, mata al enemigo del hombre, la privación o el hambre. Haciendo referencia a esto, hay que recordar, por una parte, que los intestinos son de un aspecto serpentino y, por así decir, sin cabeza; y, por otra, que para Platón, y tradicionalmente, los intestinos son la sede de las emociones y apetitos. Por supuesto, debemos guardarnos de entender «alimento» en un sentido restringido; en todos nuestros textos, «alimento» es todo lo que puede desearse, todo lo que nutre nuestra existencia, todo lo que alimenta los fuegos de la vida; hay alimentos para el ojo y alimentos para la mente, y así sucesivamente. El fuego de Vrtra es la fuente de nuestra voluptas cuando nosotros no buscamos en las obras de arte nada sino una experiencia «estética», y de nuestra turpis curiositas cuando nosotros «estamos sedientos de conocimiento» por el conocimiento mismo. De los «dos pájaros», uno come, el otro presencia pero no come (Rig Veda   Samhitâ I.164.20, Mundaka Upanishad   III.1.1, etc.). 549 METAFÍSICA: Âtmayajña: El Sacrificio de sí Mismo

De aquí que, en los significativos versos de Maitri Upanishad   VI.34, «Como el fuego privado de combustible (niríndhah) se extingue en su propio fogar (svayonâv upasâmyate), así, cuando sus emociones han sido matadas (vrtti-kshayât) la voluntad se extingue en su propia sede (cittam svayonâv upasâmyate). Es por el amor de la Verdad (satyakâmatas) como la mente (manas) se extingue en su propia sede; son falsas las acciones y las necesidades que obsesionan (karmavasânugâh) al obnubilado por los objetos de los poderes sensoriales (indríyârtha-vímudhasya). La Transmigración (samsâra) no es nada sino nuestra volición (cittam eva); púrgala (sodhayet) cuidadosamente, pues "Como es la propia volición de uno, así uno viene a ser" (yac cittas tanmayo bhavati)... Se dice que la mente es doble, limpia y sucia (suddham câsuddham eva); sucia por conexión con la deseación (kâma), limpia cuando está separada de la deseación... "La mente, en verdad, es para los seres humanos (manushyânâm) el medio igualmente de la esclavitud y de la liberación; de la esclavitud, cuando está apegada a los objetos (vishaya), y de la liberación (moksha) cuando está desapegada de ellos"». Y «De aquí que, para aquellos que no hacen el Agnihotra (que no hacen la Ofrenda a quemar), que no edifican el Fuego, que no conocen y no contemplan, la recordación de la morada empírea de Brahma está obstruida. Así el Fuego ha de ser servido con ofrendas, ha de ser edificado, alabado y contemplado». 551 METAFÍSICA: Âtmayajña: El Sacrificio de sí Mismo

Parece, entonces, que mientras que in divinis (adhidevatam) «sobre la cabeza» significa «en el cielo», con referencia a una persona dada aquí abajo (adhyâtman) significa solo sobre la cabeza. Por consiguiente, encontramos en el Lalita Vistara (I, p. 3) que cuando el Buddha está en samâdhi, «un Rayo, llamado el "Ornamento de la Luz de la Gnosis" (jñânâlokâlankâram nâma rasmih), procedente de la apertura en la protuberancia craneal (ushrîshavivarântarât), juega sobre su cabeza» (uparishtân murdhnah... cacâra). Esto es manifiestamente la prescripción iconográfica subyacente en la presentación de una llama que se hace salir de la coronilla de la cabeza en muchas de las figuras tardías del Buddha. El Saddharma Pundarîka (tr. H. Kern, Oxford, 1884) (p. 467 del texto) pregunta: «¿Por razón de qué gnosis (jñâna), es que la protuberancia craneal (murdhnyushrîsha) del Tathâgatha brilla (vibhâti)?». La respuesta a esto se da en parte arriba, y más generalmente en Bhagavad Gîtâ XIV.11: «Cuando hay gnosis, la luz brilla afuera (prakâsa upajâyate jñânam yadâ) desde los orificios del cuerpo, y entonces se sabe que el "Ser ha madurado" (vrddham sattvam), es decir, que el hombre ha «devenido lo que él es» (cf. Santo Tomás de Aquino  , «La refulgencia corporal es natural en un cuerpo glorificado... pero milagrosa en un cuerpo natural», Summa Theologica III.45.2c). Antes de proseguir al último paso debemos hacer alusión a otro contexto bien conocido en el que una llama aparece «sobre la cabeza». El Râga Dîpak es célebre como una melodía que es literalmente una iluminación y que puede consumir al cantor en su llama; en el texto hindi se dice que «Dîpak se recrea (kêli karata = krîdatí), Dîpak es un rey, que exhibe la plenitud de la belleza y sobre cuya cabeza brilla una llama tremolante (bigala bijotî mastaka ujiyârî)». Teniendo presente que el Spiritus Sanctus es la «luz intelectual», el «fünkelîn der sêle» del Maestro Eckhart  , y que el Fuego es el principio del Habla, puede citarse un notable paralelo de algunos de los contextos precedentes con los Hechos 2:3-4, donde el Espíritu se aparece a los Apóstoles en la forma de «lenguas de fuego partidas y se posó sobre cada uno de ellos. Y ellos... comenzaron a hablar con otras lenguas, según el Espíritu les daba a expresar». 689 METAFÍSICA: Lîlâ

En una tesis reciente, el Dr. William C. Kirk ha cumplido su propósito inmediato, que era descubrir, hasta donde fuera posible, lo que Heráclito   dijo efectivamente sobre el Fuego. No nos proponemos reseñar este folleto, que está plenamente documentado y bien construido. Lo que queremos criticar es más bien el propósito restringido de la erudición histórica misma. Ciertamente, debemos saber lo que se dijo: ¿pero de qué utilidad será para nosotros tal conocimiento, si no consideramos el significado de lo que se dijo y podemos aplicar este significado a nuestra propia experiencia? Aquí el Dr. Kirk tiene que decir poco más que lo que contienen estas significativas palabras, «Heráclito es uno de los filósofos griegos que buscaban explicar todo el universo en los términos de alguna entidad básica... Después de su tiempo, ciertamente, el fuego decreció en importancia y los hombres dejaron de buscar un único principio que explicara todos los fenómenos». Esto es una confesión de que los hombres han caído al nivel de ese empirismo hacia el que Platón se mostraba tan despectivo, y al de aquellos griegos a quienes Plutarco   ridiculizaba porque ya no podían distinguir entre Apolo y Helios, entre la realidad (to on) y el fenómeno, «hasta tal punto su percepción sensorial (aisthesis) ha pervertido su poder de discriminación (dianoia)». Sin embargo, es solo parcialmente verdadero que «la importancia del fuego ha decrecido», y solo algunos hombres han abandonado la búsqueda de «un único principio». 739 METAFÍSICA: MEDIDAS DE FUEGO

La concepción de un Fuego transcendente y universal, del que nuestros fuegos son solo pálidos reflejos, sobrevive en las palabras «empíreo» y «éter»; esta última palabra deriva de aitho, «encender» (sánscrito indh) e, incidentalmente, no carece de interés que «el tigre incandescente» de Blake recuerda el aithones theres de los griegos, que se referían así al caballo, al león y al águila; el Rig Veda (II.34.5) habla de «vacas flamígeras (indhanvan = aithon)». Para Esquilo, Zeus estin aither (Fr. 65A; cf. Virgilio, Geórgicas II.325); en el Antiguo Testamento (Deuteronomio 4:24) y para San Pablo   (Hebreos 12:29), Noster Deus ignis (pur) consumens est; y la epifanía del Espíritu es como «lenguas de fuego» (Hechos 2:3, 4). Agni (ignis, Fuego) es uno de los principales y quizás el primero de los nombres de Dios en el Rig Veda. Indra es «metafísicamente Indha» (aithon), un «Encendedor», pues «enciende» (inddha) los Soplos o Spiraciones (prânâh, Shatapatha Brâhmana VI.1.1.2). El Cisne solar (hamsa), «viendo al cual uno ve el Todo», es un «Fuego deslumbrante» (tejas-endham, Maitri Upanishad VI.35), y de él se habla como «flamígero» (lelâyati, Brhadâranyaka Upanishad IV.3.7), igual que las lenguas de Agni (lalâyamânâh en Mundaka Upanishad I.2.4). El Buddha, que puede considerarse como un tipo humanizado de Agni o Indrâgnî, es «un maestro consumado del elemento de fuego» (tejo-dhâtum-kusalo,Vinaya-Pítaka I.25) que puede asumir a voluntad, y es representado iconográficamente no solo como un Árbol sino también como un Pilar de Fuego. El Maestro Eckhart puede hablar también del «cielo inmutable, llamado fuego o el empíreo» y decir que el néctar (die züezekeit = ambrosía, amrta, «miel», «agua de la vida») está negado a todos aquellos que no alcanzan «esa ígnea inteligencia celestial». 743 METAFÍSICA: MEDIDAS DE FUEGO

Consideremos ahora la doctrina india de las «Medidas del Fuego». Uso mayúsculas aquí y en los muchos contextos donde es al Dios, y no al fenómeno natural en el cual Él se manifiesta, a quien se hace referencia. Debemos explicar primero que, si bien el sánscrito agni es literalmente ignis, «fuego», la palabra tejas, que tendremos que citar repetidamente, es, hablando estrictamente, no tanto el fuego mismo como una cualidad esencial, o la cualidad más esencial del «fuego», ya sea como deidad o ya sea como fenómeno natural. Tejas (r. tij, ser agudo, cf. stixo stigma, di-stinguo, in-stíg-o, hender, clavar, coser), está, tan cerca como es posible, de lo que Jacob Boehme   llama la «agudeza de la llamarada del fuego» (Three Principles XIV.69). En Rig Veda Samhitâ VI.3.5, se dice de Agni que afila su tejas como una punta de hierro. El adjetivo correspondiente tigma comúnmente califica a socis, «llama», y Agni mismo es tigma-socis, «de llama aguda». Sin embargo, la palabra tejas se traduce usual y acertadamente por «fuego» o «energía ígnea», donde la cualidad esencial corresponde a la esencia y el acto característico al agente; de la misma manera que la Ráfaga (vâyu) del Espíritu (âtman) no es nada sino el Espíritu mismo en los términos de su actividad característica. Al mismo tiempo debe comprenderse que ni agni ni tejas implican un calor que haya de distinguirse de una luz; tejas, por ejemplo, no es meramente una «agudeza» sino también una «brillantez» como de relámpago, de aquí la correlación «Fuego y lo que puede ser iluminado» (tejas ca vidyotayitavyam ca, Prasna Upanishad IV.8). En el Fr. 77 Heráclito mismo substituye phaos por el pur del Fr. 20, permaneciendo los verbos sin cambiar. Puesto que hemos hecho de él nuestro punto de partida, y puesto que sería engorroso repetir la «agudeza de la llamarada del fuego» de Boehme, nos adheriremos a la traducción acostumbrada de tejas por «fuego» o «Fuego». 747 METAFÍSICA: MEDIDAS DE FUEGO

Ahora, «Del Fuego (tejas) que está oculto dentro del Cielo, es solo una pequeña medida (amsa-mâtram) lo que (luce) en medio del Sol, en el ojo y en el fuego. Ese (Fuego) es Brahma, Inmortal. ...Es solo una pequeña medida (amsa-mâtram) de ese Fuego lo que es la ambrosía (amrtam) en medio del Sol, cuyos brotes pujantes (âpayankurâh) son Soma y los Soplos» (prânâh, Maitri Upanishad VI.35). Y así, ciertamente, «como las chispas se dispersan en todas las direcciones desde un fuego resplandeciente, así desde este Espíritu Presciente (prajñâtman, el Sí mismo solar y último) los Soplos y otras substancias se dispersan a sus estaciones» (Brhadâranyaka Upanishad II.1.3, Kaushitakî Upanishad III.3, IV.20, Mundaka Upanishad II.1.1, Maitri Upanishad VI.26, 31, con pequeñas variantes), y es desde este punto de vista como Brahma se compara a una «rueda ígnea centelleante» (Maitri Upanishad VI.24). «Estos poderes funcionales (indríyâní = prânâh) son del Espíritu (âtmakâni), es el Espíritu (âtman) el que procede (en ellos) y el que los controla» (Maitri Upanishad VI.31); ellos son los rayos o riendas (rasmayah) solares por los que el Único Veedor y Pensador ve, oye, piensa y come dentro de nosotros (Maitri Upanishad II.6, VI.31, Brhadâranyaka Upanishad III.7.23, Jaiminîya Upanishad Brâhmana I.29, 30, etc.), siendo él, por consiguiente, el «Único Transmigrante» (Samsârin) (Brahma Sutra   Bhâshya I.1.5). Así estos poderes activos del habla, visión, pensamiento, etc. «son solamente los nombres de Sus actos», los nombres de las fuerzas que Él extiende y después absorbe (Brhadâranyaka Upanishad I.4.7, I.5.21, I.6.3, etc.). En su operación en nosotros mismos todos estos Soplos o Vidas actúan juntos, de modo que nosotros somos capaces de concebir, ver, oír y pensar uno y el mismo objeto simultáneamente (Kaushitakî Upanishad III.2; cf. I Corintios 12:14 sigs.). 749 METAFÍSICA: MEDIDAS DE FUEGO

En Kaushitakî Upanishad IV.2, «El macrocosmos en el Sol, la semejanza en el espejo» (âdítye mahat... âdarse pratirupah), pratirupa es evidentemente imago imaginata. De hecho, es como una reflexión o proyección y, como veremos expresivamente (srjyamâna), como las razones o ideas eternas (nâmâní) están representadas en sus aspectos contingentes (rupani); una formulación que implica la doctrina tradicional de la correspondencia del macrocosmos y el microcosmos, según se enuncia por ejemplo en Aitareya Brâhmana VIII.2, «Aquel mundo es en la semejanza de (anurupa) este mundo, este mundo en la semejanza de aquél», una condición que se exhibe claramente en nuestro diagrama por la correspondencia de círculo con círculo, punto por punto. De qué manera son causales las ideas con respecto a todos sus aspectos contingentes será patente cuando recordemos que la consciencia central se considera siempre como una Luz o un Sonido, del cual, las formas contingentes sobre cualquier circunferencia, son proyecciones, reflexiones, expresiones o sonoridades arrojadas, por así decir, sobre el muro de la caverna de Platón, o sobre la pantalla de un cine, con la sola diferencia de que el modelo o película, que corresponde a la «forma» o «idea» de la imagen efectivamente vista, no está meramente cerca de la fuente de la luz, sino que es intrínseco a la luz misma, de modo que encontramos, por una parte, expresiones tales como «luz formal» (Ulrich of Strassburg) y «luz porta-imagen» (Maestro Eckhart), y por otras expresiones tales como Vâjasaneyi Samhitâ V.35, «Tú eres la luz omniforme» (jyotir asi visvarupam). «Él presta su luz a las otras luces» (adadhâj jyotishu jyotir antah, Rig Veda Samhitâ X.54.6), «Tú, Agnîshomau, constituyes la única luz de muchos»; y en la construcción del altar del fuego, el ladrillo sentado «por la progenie» y que representa a Agni se llama la «luz múltiple» (visvajyotis, Shatapatha Brâhmana VIII.4.2.25-26). 853 METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

Similarmente en textos posteriores: «Con esa participación de su espiración, o de sí mismo (âtmânam vibhajya, cf. bhakti en Brhâd Devatâ I.73), Él llena estos mundos; ciertamente, se dice que como las chispas desde el fuego y como los rayos de la luz desde el sol, así desde Él, en el curso de Su procesión (yathâ kramanena), las espiraciones y demás poderes de percepción (prânâdayah) salen una y otra vez» (abhyuccaranti punahpunar, Maitri Upanishad VI.26). Y mucho más tarde: «Eso (a saber, el principio, tattva, llamado Sadâsiva, el "Eterno -iva") deviene por inversión (viparyayena), y en el esplendor de su poder práctico (kríyâ-sakty-aujjvalaye, cf. ujjvalati en Maitri Upanishad VI.26), la forma del demiurgo universal de las cosas en su semejanza manifestada (vyaktâkara-visvânusamdhâtr-rupam), y éste es el principio llamado "Señor"» (îsvara-tattvam, Mahârtha-mañjarî XV, Comentario); virtualmente idéntica a la formulación de Filón, según quien «dos poderes se distinguen (schixontai) primero desde el Logos, a saber, un poder poético, según el cual el artista ordena todas las cosas y que se llama Dios; y el poder real de Él, llamado el Señor, por el cual Él controla todas las cosas». 869 METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

âsivisa. Según el Diccionario, «de derivación incierta». En todo caso, la aparición de la palabra es una supervivencia interesante, como lo es la de «ahi»; ambas palabras aparecen juntas en el Mahâvagga, Vinaya-Pítaka I.24-25, donde el ahi-nâga vencido por el Buddha en el templo del fuego de Jatila se describe como nâgarâjâ iddhímâ âsiviso ghoraviso... makkham asahamâno. La palabra aparece en Aitareya Brâhmana VI.1, donde el sarpashi y mantrakrt Arbuda es un âsivishah, un «basilisco»; y en el Avesta como azhi-visha en Azhi-vishapa. En Samyutta Nikâya IV.172, los asivisâ son las cuatro grandes familias de serpientes, y representan los Cuatro Grandes Elementos. Visha es ciertamente «veneno»; âsi es probablemente el sánscrito âsi o âsis (quizás de la raíz âsi, «afilar»), en el sentido de «colmillo». Âsivisa significaría entonces «de colmillo venenoso», ya sea como adjetivo calificativo a ahi, o como nombre = serpiente. 1279 METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

Podemos ahora ocuparnos de los contextos pâli. En Majjhima Nikâya II.105 y Dhammapada 80 y 145, «los irrigadores conducen el agua, los flecheros enderezan sus flechas (usukârâ namayanti tejanam), los carpinteros labran (namayanti) la madera, los instruidos se ilustran a sí mismos (attânam damayanti panditâ)». Se observará que nam no es aquí literalmente curvar, sino «doblegar», en el sentido de «control» o de «manejo», y dar la forma apropiada a un material. «Los flecheros enderezan sus flechas» es una traducción legítima, aunque no literal, de lo que es realmente «los flecheros controlan su fuego»; y esta es, en algunos respectos, una traducción mejor desde el punto de vista budista, según el cual es precisamente por el control apropiado del fuego de la vida como es rectificado el «sí mismo». Sin embargo, lo que es importante en el presente contexto es la conexión de una palabra que implica calor con una metáfora que se refiere enteramente a un enderezamiento, a un ordenamiento de las cosas en la vía que deben seguir, es decir, directas a su fin. 1347 METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

No todo el mundo podía ser ordenado de cualquier manera. Como un ejemplo de la cualificación intelectual puede citarse el caso de los «Hombres de fuego de Largos cabellos» (aggikâ jatilâ, es decir, los ascetas brahmanes cuya deidad era Agni) a quienes podía dárseles el upasampadâ inmediatamente, sin la prueba habitual de los cuatro meses (parivâsa) debido a que ellos eran ya kammavâdino y kiríyavâdíno , es decir, debido a que creían en la «originación causal» de todos los fenómenos cualesquiera que sean, y al mismo tiempo que hay un «debe hacerse», que ha de ser contrastado con un «no debe hacerse», o un «saber hacer» que ha de ser contrastado con un «dejar hacer» (los opuestos de estas posiciones son «herejías» bien conocidas desde el punto de vista budista). No necesitamos citar aquí la larga lista de las descalificaciones del Cullavagga, sino decir solo que estas pueden ser morales, intelectuales o físicas, y que las descalificaciones físicas incluyen una gran variedad de deformidades y trastornos. 1365 METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

En este punto falta algo; debe comprenderse que el Deva hace quince preguntas sobre lo que se ha encontrado, y que Kassapa no puede responderlas. El Deva dice entonces a Kassapa que haga las preguntas al Buddha, cuya respuesta será convincente. Él así lo hace, y el Buddha explica que la interpretación (adhivacanam) del termitero es «el cuerpo», del fuego «los actos», del humo «los pensamientos», del Brahman «el Tathâgata, el Arahat, el Plenamente-despertado»; de Sumedha un «mendicante que es todavía un pupilo», de la azada el «conocimiento Ario», del cavado «el esfuerzo heroico», de los diferentes objetos «las ataduras, etc. que han de ser rechazadas», y de la cobra (nâga) «el mendicante liberado de las salidas sucias (khînâsava bhikkhu): Déjale, no le hagas daño, venérale». Nosotros sabemos por Jâtaka I.148 y Dhammapada Atthakathâ III.147 que como un resultado de estas interpretaciones Kassapa devino un Arahat. 1383 METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

nibbâyati, nibbâna. Es familiar que nibbâna = nirvâna implica la extinción de una llama. Nirvâna es literalmente «no-soplando», o más técnicamente, «despiración»: donde nibbutam = nirvatam corresponde así a avâtam en Rig Veda Samhitâ X.129.2, tad ekam ânîd avâtam, y esto es el equivalente exacto de la palabra del Maestro Eckhart, Dâ diu zwei apgründe in einer glicheit sweben gegeistet und engeistet («igualmente espirado, despirado»), dâ ist ein hohez wesen (ed. Pfeiffer, p. 517). El Diccionario, s.v. nibbâna, comienza, sin embargo, con la afirmación errónea de que nir-vâ significa «soplar», ignorando el valor regularmente privativo de nis. Así pues, en tanto que nibbâna depende de nirvâ, nibbâna implica una extinción o muerte por cesación de soplar, es decir, por cesación de respirar, y no una extinción por soplado, «proceso este que», como señala el Diccionario con pertinencia inconsciente a la historia de la idea, «tiende más bien a incitar el fuego que a extinguirle»: De hecho a Agni se le considera muy a menudo como «vivificado» (jutah) o «atizado» (mathitah) por el Viento (del Espíritu), Vâta, Vâyu, Mâtarisvan, con quien también puede identificarse, de acuerdo con el principio de que tanto Agni como Vâyu son «auto-encendidos» (Rig Veda Samhitâ I.12.6; Aitareya Brâhmana II.34). Además, las referencias más antiguas en el Diccionario son «al fuego que brota, en vez de al fuego que se apaga», para lo cual hay excelentes razones metafísicas además de las razones «éticas» a las que se refiere el Diccionario. La cuestión de un ser «apagado (de un soplido)» no surge, de hecho, en ningún tiempo en conexión con la historia de nirvâ. El Diccionario, s.v. nibbâpeti (causativo de nibbâyati), tiene, ciertamente, «enfriar por soplado» (esto repite el error señalado arriba) y cita Rig Veda Samhitâ X.16.13 nirvâpaya, dirigido a Agni, a quien se implora, efectivamente, que enfríe el terreno que ha quemado, la pira todavía humeante; pero aquí nirvâpaya (imperativo causativo) no es en modo alguno «enfría soplando», sino «cesa de respirar», o «cesa de soplar», y de esta manera él extingue sus propias llamas. «Enfriar», aunque no por un «soplado» (que no enfriaría, sino que más bien avivaría la llama) es entonces un sentido propio de nirvâ, causativo; y así aparece en Jâtaka III.157 sabbam nibbâpaye daram, «enfría toda mi fiebre», y sobrevive en Brajabuli, por ejemplo, nâ nibhây hiyâra âguni, «Él no puede apagar la llama en mi corazón» (S. Sen, History of Brajabuli Literature, Calcuta, 1935, p. 406). No puedo creer que nibbâyati o nibbâna tenga nada que ver con la raíz (vr) que significa «cubrir»; por ejemplo Jâtaka VI.196 jâla... nibbâyati es simplemente «el fuego cesa de tirar», y así «se apaga». 1397 METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

Podemos proceder ahora a examinar algunos de los contextos pâli y sánscritos en los que nibbâyati, o sus equivalentes, significan claramente un «apagarse» el fuego, lo cual es una muerte, en el mismo sentido en que nosotros hablamos de un fuego «que no tira». De hecho, el sentido de que el fuego «se apague» es casi siempre parabólico, y su referencia es a la extinción de la llama de la vida. En Majjhima Nikâya I.487 el fuego «se ha apagado por falta de combustible» (anâhâro nibbuto), ese alimento o combustible con el que la consciencia empírica se sustenta durante toda la «vida»: Samyutta Nikâya I.159 habla del «apagarse de una llama» (pajjotassa nibbânam): Sutta-Nipâta 19 dice «Mi techo exhala abierto, el apagado de mi fuego» (vivatâ kuti, nibbuto gini). No hay necesidad de decir que hay muchos tipos de «fuego», y que en muchos casos es específicamente el fuego de la cólera (kodha, Anguttara Nikâya IV.96), o más a menudo los fuegos de la pasión, el engaño y el defecto (râga, moha, dosa, Samyutta Nikâya IV.261) los que se extinguen. En los contextos sánscritos vâ, y nirvâ se encuentran usualmente haciendo referencia directa a la espiración, por ejemplo, Kausitakî Brâhmana VII.9, donde se trata de los «soplos» (prânâh), y estos «aunque soplan (vântah) en múltiples direcciones no se extinguen» (na nirvântí; versión de Keith). Cuando se trata específicamente del apagado de un fuego, que ya no «tira», el verbo usual es udan , en el que se combinan los significados de «aspirar» y «expirar»: así en Chândogya Upanishad IV.3.1, yadâ agnir udvâyati vâyum apyeti, «cuando el Fuego entrega su tiro (cuando muere), entra en el Viento», lo cual recuerda a Shatapatha Brâhmana X.3.3.8, «cuando el Fuego se apaga (yadâ agnir anugacchati) es dentro del Viento donde se apaga (vâyum tarhi anudvâti), por lo cual ellos dicen que "Él ha expirado" (udavâsît)». De la misma manera, por lo que respecta al Sol, a la Luna y a los Cuadrantes, «ciertamente, establecidos en el Viento, nacen nuevamente del Viento» (vâyor... punar jâyante, «nacen del Espíritu»). «Y el Comprehensor de esto, cuando parte de este mundo... entra en el Viento con su soplo de vida, y estando en él y siendo de él (etanmaya eva bhutvâ), él deviene cualquiera de estas divinidades que él quiere, y se mueve a voluntad» (ilayati, Sâyana samcarati, ceshtati). De la misma manera, Prasna Upanishad III.9, «Para aquellos cuya energía ígnea ha expirado, de modo que sus energías ígneas están apagadas (tejo ha vâ udânas tasmâd upasântatejâh) hay una regeneración (punar bhavam), por vía de la consistencia de los poderes del alma en el intelecto». No cabe ninguna duda de que el nibbâyati budista preserva los valores que están contenidos en los textos antiguos sobre la despiración. 1399 METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

Esta es también, tan cercana como es posible, la historia como la cuenta Hermes, Lib. I.9 sig. Allí, la «segunda Mente hizo, de fuego y de agua, Siete Gobernadores (dioiketores), es decir, los Siete Planetas, y estableció sus revoluciones. El Hombre (anthropos = purusha), el Hijo de Dios, teniendo en sí mismo la operación (energeia) de estos Siete Gobernadores y conociendo su esencia, miró abajo a través del disco (solar) (armonia), pasó a través del cráneo (kytos), y amó y desposó a la Naturaleza tendida abajo, que entonces dio nacimiento a «siete hombres según las naturalezas de los Siete Gobernadores», y de constitución elemental; en ellos el Hombre, de ser Vida y Luz, devino alma y mente, sujeto a la mortalidad y al destino por causa del cuerpo, pero también inmortal en su forma esencial (ousiodos = svarupa); así pues, «que el hombre dotado de Mente reconozca que es inmortal, y que la causa de la muerte es el amor carnal». El texto continúa para mostrar cómo el Hombre en nosotros puede retornar por la vía que vino. 1611 METAFÍSICA: Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

«Pero cuando el sol se ha puesto... la luna se ha puesto... el fuego se ha apagado, y el habla se ha callado, ¿qué luz tiene aquí una persona?» Brhadâranyaka Upanishad IV.3.6 1709 METAFÍSICA: Aspectos Bhakta de la Doctrina del ÂTMAN

Él mismo, el Espíritu (âtman), Brahma, Prajâpati, el Inmortal, que en nosotros asume las apariencias (rupâni) del habla, la visión, la mente, etc. (puesto que estos, como lo hemos visto, son los nombres de Sus actos, no de los «nuestros»), es «de la substancia del fuego» (tejo-mayam, Brhadâranyaka Upanishad II.5.1-15); él «se divide a sí mismo» (âtmânam vibhajya) para vivificar a sus hijos (Maitri Upanishad II.6), permaneciendo él mismo «indiviso en las divisiones» (Bhagavad Gîtâ XVIII.20). El acto de «creación», o más bien de «expresión» (srshtih), se concibe típicamente como una «determinación» o «medición» (nirmânam), en la que el Medidor, que es él mismo la medida de todas las cosas, permanece «inmedido entre lo medido» (Atharva Veda Samhitâ X.7.39). De esto se sigue que Sus divisiones, las antedichas facultades (o «inteligencias», jñânâni, Katha Upanishad   VI.10, Maitri Upanishad VI.30; prajñâ-mâtrâh, Kaushitakî Upanishad III.8; buddhîndriyâni, Maitri Upanishad II.6) deben ser «Medidas (mâtrâh) del Fuego». De hecho, estas hipóstasis activas del Espíritu aparecen mencionadas efectivamente como «Fuegos» (agnayah, Shatapatha Brâhmana X.3.3.1 sigs.), como los «Fuegos de los Soplos» (prânâgnayah, Prasna Upanishad IV.3) y como «Medidas del Fuego» (tejo-mâtrâh, Brhadâranyaka Upanishad IV.4.1, Prasna Upanishad IV. 8). 751 METAFÍSICA: MEDIDAS DE FUEGO

El único centro es, como la totalidad del diagrama, sin posición en su ambiente, pues la «posición» tiene un significado sólo en o dentro de la circunferencia; y, de la misma manera que este ambiente es inafectado por la presunción de un centro con o sin sus radios dependientes, así también las propiedades del único centro, una vez asumido, son inafectadas por la extensión o substracción de los radios. Y de la misma manera que los puntos indefinidamente numerosos, que constituyen la superficie de las esferas concéntricas indefinidamente numerosas, representan los puntos de vista de los sujetos conocedores individuales, así, el punto único del que todos los radios proceden y en el que todos convergen, representa una consciencia supra-individual y omnisciente, que es metafísicamente el Primer Principio, teológicamente Dios en su aspecto inteligible, en su aspecto del Sol Supernal, o la Luz; mientras que lo que hemos llamado el ambiente, a la vez inmanente y transcendente, representa la Divinidad u Obscuridad Divina. Hablando estrictamente, el diagrama debería haberse trazado no en negro sobre blanco, sino en oro sobre un fondo negro, y es en efecto así como se concibe el jyotiratha védico, «el carro de luz» (= «el carro de fuego» bíblico), y sus ruedas. 837 METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

tejanam. Durante mucho tiempo ha estado en mi ánimo compilar un vocabulario de la terminología del tiro con arco sánscrita y pâli. Las dos palabras más difíciles son kulmala y tejana. Los contextos pâli hacen suficientemente claro el significado de esta última palabra. El Diccionario enfatiza el sentido de tij, «ser agudo», y hace de tejanam la punta o el astil de una flecha o la flecha misma: sin embargo, veremos que a lo que se alude directamente es siempre a un «calentamiento» y que lo que se implica es un «enderezamiento». Consideraremos primero los contextos sánscritos. Tejanam es un factor en la manufactura de una flecha, pero no una parte concreta de la flecha. En Rig Veda Samhitâ IX.111.22 el flechero (aquí simplemente karmâra, «artesano») aplica su oficio equipado con «cañas secas, plumas de pájaros, piedras y fuego», dyubhih, es decir, literalmente «con llamas», y, como comenta Sâyana tejanârthâbhíh, «con el propósito de calentar» (por lo tanto, como en Rig Veda Samhitâ I.53.4 etc., y en el sentido 15 de Grassmann para div). Estos cuatro requisitos corresponden a los cuatro factores de una flecha en Aitareya Brâhmana I.25, donde Soma es el astil (salya), Varuna las plumas, Agni la punta (anîka) y Vishnu el tejanam (como lo es también en Taittirîya Samhitâ VI.2.3.1). En Aitareya Brâhmana III.26, donde la flecha se resuelve en sus equivalentes, el tejanam deviene el «gusano ciego» (andhâhi). Atharva Veda Samhitâ VI.57.1 es una protección de la flecha «de un solo ardor y un centenar de astiles» (ekatejanâm satasalyâm) - por lo cual nosotros comprendemos una descarga de muchas flechas que proceden de una única fuente (como muchos rayos proceden de un único sol)- y más especialmente una protección de la insolación. En Atharva Veda Samhitâ VI.49.1, donde «el mono devora el tejanam» (lo que quiera que ello signifique), no hay necesariamente ninguna referencia a una flecha. En Atharva Veda Samhitâ V.18.8, los dientes son metafóricamente flechas y son tapasâbhidigdhâh, literalmente «bien untados de ardor», e ídem 15, ishur iva digdhâ... sâ brâhmanasyeshur ghorâ, «y como la flecha untada, así es esa flecha del Brahman terrible». Generalmente se ha supuesto que digdha, en este contexto y en contextos similares (puesto que Brhâd Devatâ V.133, explica Rig Veda Samhitâ VI.75.15 âlâkta... ishvai; Shatapatha Brâhmana XIV.9.4.8; R II.30.23, etc.), significa «untado de veneno», y esto es, sin duda, correcto en algunos casos; en Majjhima Nikâya I.429, sallena... savisena gâlhapalepanena es ciertamente «con una flecha fuertemente untada de veneno», pero se verá que hay otros modos y otras razones para que se «unte» una flecha. 1345 METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI