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SC: caos

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

El "Rayo Celeste" atraviesa todos los estados de ser, marcando, así como ya lo hemos dicho, el punto central de cada uno de ellos con su huella sobre el plano horizontal correspondiente, y el lugar de todos estos puntos centrales es el "Invariable Medio"; pero esta acción del "Rayo Celeste" no es efectiva más que si produce, por su reflexión sobre uno de estos planos, una vibración que, propagándose y amplificándose en la totalidad del ser, ilumina su caos, cósmico o humano. Decimos cósmico o humano, ya que esto puede aplicarse tanto al "macrocosmo" como al "microcosmo"; en todos los casos, el conjunto de las posibilidades del ser no constituye propiamente más que un caos "informe y vacío" ( NA: Es la traducción literal del hebreo thotu va-bohu, que Fabre d’Olivet   ( La Lengua hebrea restituida ) explica por "potencia contingente de ser en una potencia de ser". ), en el que todo es oscuridad hasta el momento en que se produce esta iluminación que determina su organización armónica en el paso de la potencia al acto ( Cf. Génesis, 1, 2-3. ). Esta misma iluminación corresponde estrictamente a la conversión de los tres gunas el uno en el otro que hemos descrito más atrás según un texto del Vêda: si consideramos las dos fases de esta conversión, el resultado de la primera, efectuada a partir de los estados inferiores del ser, se opera en el plano mismo de reflexión, mientras que la segunda imprime a la vibración reflejada una dirección ascensional, que la trasmite a través de toda la jerarquía de los estados superiores del ser. El plano de reflexión, cuyo centro, punto de incidencia del "Rayo Celeste", es el punto de partida de esta vibración indefinida, será entonces el plano central en el conjunto de los estados de ser, es decir, el plano horizontal de coordenadas en nuestra representación geométrica, y su centro será efectivamente el centro del ser total. Este plano central, donde se trazan los brazos horizontales de la cruz de tres dimensiones, desempeña, en relación al "Rayo Celeste" que es su brazo vertical, un papel análogo al de la "perfección pasiva" en relación a la "perfección activa", o al de la "substancia" en relación a la "esencia", al de Prakriti en relación a Purusha: es siempre, simbólicamente, la "Tierra" en relación al "Cielo", y es también lo que todas las tradiciones cosmogónicas están de acuerdo en representar como la "superficie de las Aguas" ( Ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. V. ). También se puede decir que es el plano de separación de las "Aguas inferiores" y de las "Aguas superiores" ( Cf. Génesis, 1, 2-3. ), es decir, de los dos caos, formal e informal, individual y extraindividual, de todos los estados, tanto no manifestados como manifestados, cuyo conjunto constituye la Posibilidad total del "Hombre Universal". 6803 EL SIMBOLISMO DE LA CRUZ   XXIV

No obstante, si debemos hacer una restricción en lo que concierne a la continuidad ( sin la que la casualidad universal no podría ser satisfecha, ya que exige que todo se encadene sin ninguna interrupción ), es porque, como lo hemos indicado más atrás, hay, desde un punto de vista diferente que el del recorrido de los ciclos, un momento de discontinuidad en el desarrollo del ser: este momento que tiene un carácter absolutamente único, es aquél donde, bajo la acción del "Rayo Celeste" que opera sobre un plano de reflexión, se produce la vibración que corresponde al Fiat Lux cosmogónico y que ilumina, por su irradiación, todo el caos de las posibilidades. A partir de ese momento, el orden sucede al caos, la luz a las tinieblas, el acto a la potencia, la realidad a la virtualidad; y cuando esta vibración ha alcanzado su pleno efecto amplificándose y repercutiéndose hasta los confines del ser, éste, habiendo realizado desde entonces su plenitud total, evidentemente ya no está sujeto a recorrer tal o cual ciclo particular, puesto que los abarca a todos en la perfecta simultaneidad de una comprehensión sintética y "no distintiva". Es eso lo que constituye hablando propiamente la "transformación", concebida como implicando el "retorno de los seres en modificación al Ser inmodificado", fuera y más allá de todas las condiciones especiales que definen los grados de la Existencia manifestada. "La modificación, dice el sabio Shi-ping-wen, es el mecanismo que produce todos los seres; la transformación es el mecanismo en el que se absorben todos los seres" ( Matgioi  , La Vía Metafísica, pág. 76. - Para que la expresión sea correcta, sería menester reemplazar aquí por "proceso" la palabra completamente impropia de "mecanismo", tomada bastante desafortunadamente por Matgioi a la traducción del Yi-King   de Philastro. ). 6859 EL SIMBOLISMO DE LA CRUZ XXVII