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canções

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

Canções
Ahora bien, para hacerse digno de su ascendiente místico y para adquirir su favor y su protección, es preciso, ante todo, saber imitar el timbre y el ritmo de su voz y el mayor número posible de aquellos rasgos característicos del animal correspondiente, a fin de poderle cantar y bailar alabanzas y entablar conversación con él. Naturalmente que su hora de cantar ha de ser la hora mística del animal-tótem, es decir, la hora más propia de su contacto acústico o visual con los hombres: el mediodía para el águila, la mañana para el tigre, la tarde o la noche para el cocodrilo. Los baule suelen empezar estas conversaciones con una canción de alabanza. El contenido de tales alabanzas presenta un fenómeno muy curioso de transplantación de la psicología humana primitiva al mundo animal. Se habla de la familia del animal de manera muy íntima y confiada, de sus hazañas, de su liberalidad y su magnitud. Por otra parte, el poeta se burla de los enemigos del animal-tótem - la lista de sus injuriados resultaría muy larga - y no falta la poetización humorística de las menudencias cotidianas. Poco después empieza la imitación de los gritos del animal-tótem, las peticiones de auxilio y las plegarias. Hay cantores que, al llamar a los animales, consiguen realmente hacerlos venir hasta las fronteras del pueblo. Otros prefieren encontrarlos en la selva. Pero, normalmente, se limitan a entablar una conversación a través de distancias bastante grandes que hace recordar al europeo los diálogos nocturnos de gallos o de perros en la lejanía. Sigufi una «canción de tambor», es decir, un ritmo de tambor que traduce - siempre en lenguaje secreto - una poesía, generalmente de alabanza. Tan importante es el carácter esotérico de esta canción, que este texto secreto no solamente se ejecuta en el lenguaje de tambor secreto (bastante diferente del lenguaje de tambor común por causa de la estilización de los ritmos), sino que tan sólo irradian las ideas a través del prisma del proverbio correspondiente. Esta canción de tambor es un ritmo timbrado y tres veces cerrado al entendimiento de las personas no iniciadas, y con frecuencia le interrumpe un interludio muy expresivo de mímica y de música descriptiva. El tamborilero asignado al tótem del tigre, a la vez que tañe un modelo rítmico característico, imitando el ritmo del grito, del andar, del correr o del saltar de su tigre, también rasca y muerde la piel del tambor, saltando y gritando a la manera de su animal-tótem.