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advaita / adwaita / não-dois / non-dualité / não-dualidade/ non-duality

  

René Guénon

El Vêdânta, por eso mismo de que es puramente metafísico, se presenta esencialmente como advaita-vâda o «doctrina de la no dualidad»; hemos explicado el sentido de esta expresión al diferenciar el pensamiento metafísico del pensamiento filosófico. Para precisar su alcance tanto como se pueda, diremos ahora que, mientras que el Ser es «uno», del Principio supremo, designado como Brahma, sólo puede decirse que es «sin dualidad», porque, al ser más allá de toda determinación, incluso del Ser que es la primera de todas, no puede ser caracterizado por ninguna atribución positiva: así lo exige su infinitud, que es necesariamente la totalidad absoluta, al comprender en sí misma todas las posibilidades. Por consiguiente, no puede haber nada que sea fuera de Brahma, ya que esta suposición equivaldría a limitarle; como consecuencia inmediata, el mundo, entendiendo por esta palabra, en el sentido más amplio de que sea susceptible, el conjunto de la manifestación universal, no es distinto de Brahma, o, al menos, no se distingue de él más que en modo ilusorio. No obstante, por otra parte, Brahma es absolutamente distinto del mundo, ya que no se le puede aplicar ninguno de los atributos determinativos que convienen al mundo, puesto que la manifestación universal toda entera es rigurosamente nula con respecto a su infinitud; y se destacará que esta irreciprocidad de relación entraña la condena formal del «panteísmo», así como de todo «inmanentismo». Por lo demás, el «panteísmo», por poco que se quiera guardar a esta denominación un sentido suficientemente preciso y razonable, es inseparable del «naturalismo», lo que equivale a decir que es claramente antimetafísico; así pues, es absurdo ver «panteísmo» en el Vêdânta, y sin embargo esta idea, por absurda que sea, es la que se hacen a su respecto comúnmente los occidentales, incluso los especialistas: ¡He aquí, ciertamente, lo que se hace para dar una elevada idea del valor de la ciencia europea y de la perspicacia de sus representantes a los orientales que saben lo que es realmente el «panteísmo»!


La Dualidad es entonces necesariamente producida por la Unidad, puesto que no puede existir por sí misma; pero ¿cómo puede ser producida? Para comprenderlo debemos considerar primeramente a la Dualidad en su aspecto menos particularizado, que es la oposición del Ser y del No-Ser; por otra parte, puesto que uno y otro están forzosamente contenidos en la Perfección total, es evidente desde el principio que esta oposición no puede ser más que aparente. Entonces valdría más hablar únicamente de distinción; pero ¿en qué consiste esa distinción? ¿Existe, en realidad, independientemente de nosotros, o no es simplemente más que el resultado de nuestra forma de ver las cosas?

Si por No-Ser no se entiende sino la pura nada, es inútil seguir hablando, pues ¿qué se puede decir de aquello que no es nada? Pero otra cosa muy distinta sería si se considera al No-Ser como posibilidad de ser; así entendido, el Ser es la manifestación del No-Ser, y está contenido en estado potencial en el No-Ser. La relación del No-Ser al Ser es entonces la relación de lo no-manifestado a lo manifestado, y podemos decir que lo no-manifestado es superior a lo manifestado, puesto que es su principio, ya que contiene en potencia todo lo manifestado más lo que no es, ni nunca ha sido, ni jamás será manifestado. Al mismo tiempo, vemos que es imposible hablar aquí de una distinción real, puesto que lo manifestado está contenido en principio en lo no-manifestado; sin embargo no podemos concebir lo no-manifestado directamente, sino solamente a través de lo manifestado. Esta distinción existe pues para nosotros, pero sólo existe para nosotros.

Si es así para la Dualidad en cuanto a la distinción entre Ser y No-Ser, con mayor razón debe ser lo mismo para todos los otros aspectos de la Dualidad. Con esto vemos cuán ilusoria es la distinción entre Espíritu y Materia, sobre la que se han construido, sobre todo en los tiempos modernos, tan gran cantidad de sistemas filosóficos, como si se tratara de una base inquebrantable; si esta distinción desaparece, nada queda de todos esos sistemas. Además, podemos señalar de pasada que la Dualidad no puede existir sin el Ternario, ya que si el Principio, diferenciándose, da nacimiento a dos elementos - que por lo demás sólo son distintos en tanto que nosotros los consideremos como tales -, éstos dos elementos y su Principio común forman un Ternario, de suerte que en realidad es el Ternario y no el Binario quien es inmediatamente producido por la primera diferenciación de la Unidad primordial. [O DEMIURGO]

Ananda Coomaraswamy

Consideradas aparte, las «mitades» de la Unidad originalmente indivisa pueden distinguirse de diferentes maneras, acordemente a nuestro punto de vista; por ejemplo, políticamente, como el Sacerdotium y el Regnum (brahma-kshatrau), y, psicológicamente, como el Sí mismo y el No sí mismo, el Hombre Interior y la Individualidad Exterior, el Macho y la Hembra. Estos pares son dispares; e incluso cuando el subordinado se ha separado del superior con miras a la cooperación productiva, el subordinado permanece aún en el superior, más eminentemente. Por ejemplo, el Sacerdotium, es «a la vez el Sacerdotium y el Regnum» — una condición que se encuentra en la mixta persona del sacerdote-rey Mitravarunau, o Indragni — pero el Regnum, en tanto que una función separada, no es nada sino él mismo, relativamente femenino, y subordinado al Sacerdotium, que es su Director (netr = hegemon). Mitra y Varuna corresponden al para y al apara Brahman, y de la misma manera que Varuna es femenino para Mitra, así la distinción funcional en los términos del sexo define la jerarquía. Dios mismo es macho para todo, pero de la misma manera que Mitra es macho para Varuna, y como Varuna, a su vez, es macho para la Tierra, así el Sacerdote es macho para el Rey, y el Rey es macho para su reino. De igual modo, el hombre está sujeto al gobierno conjunto de la Iglesia y del Estado; pero detenta la autoridad con respecto a su esposa, quien, a su vez, administra su estado. A todo lo largo de la serie, el principio noético es el que sanciona o prescribe lo que el principio estético hace o evita; y el desorden surge solamente cuando este último es apartado de su fidelidad racional por sus propias pasiones dominantes, e identifica esta esclavitud con la «libertad». [HINDUÍSMO E BUDISMO]

Mircea Eliade e Ioan Couliano

A palavra dualismo foi inventada em 1700 para caracterizar a doutrina iraniana dos dois espíritos. Mais tarde, os estudiosos descobririam que os mitos dualistas têm uma difusão universal e conhecem inúmeras transformações a todos os níveis culturais e num grande número de religiões, desde as que se centram na etnologia até às «grandes religiões» como o budismo, o cristianismo, a religião grega, o hinduísmo, o islão, o judaísmo, etc. A definição mais simples do dualismo é: oposição de dois princípios. Isso implica um julgamento de valor (bom/mau) e uma polarização hierárquica da realidade a todos os níveis: cosmologia, antropologia, ética, etc.

Reconheceu-se tradicionalmente a existência de duas formas ou tipos de dualismo religioso: o dualismo radical, que dá origem a dois princípios co-eternos responsáveis pela criação do que é; e o dualismo mitigado ou monárquico (que não põe em questão a monarquia de um criador supremo), onde o segundo princípio se manifesta mais tarde, estando a sua origem num erro no sistema posto em prática pelo primeiro princípio.

Ugo Bianchi, autor da monografia Il dualismo religioso (1958, 1983), constatou que os mitos que têm como protagonista um Trickster são frequentemente dualistas. Um Trickster é um personagem malicioso, humano ou animal, capaz de se transformar, divertido, que está presente nos mitos de todos os continentes e se camufla frequentemente numa das divindades ou semi-divindades das grandes religiões, como Seth na religião egípcia, Prometeu na religião grega, ou Loki na religião escandinava. Na maior parte dos casos o Trickster é homem, mas existe também nos mitos típicos que têm como protagonista um Trickster mulher. Em toda a categoria de mitos, o Trickster age como colaborador do criador do mundo ou de parte do mundo e desempenha sobretudo o papel daquele que corrompe a criação da divindade suprema, introduzindo no mundo todos os males atuais: a condição mortal dos homens, as dores do parto, etc. Trata-se, em geral, de episódios míticos pertencentes ao dualismo radical. Reconhecemos no mito bíblico da Gênesis a presença discreta de um Trickster (a serpente) ex machina, que revela a sexualidade ao casal humano primordial, resultando na sua expulsão do paraíso, marcada pelo parto na dor, a dominação do homem sobre a mulher, a maldição do trabalho, a morte. O dualismo radical foi mantido sob uma forma mitigada: a serpente foi criada por Deus. Mas quando se começam a pôr questões sobre a natureza inteligente e maligna, entrevê-se já que este mito pode-se prestar a numerosas transformações interpretativas. Em todo o lado - nas duas Américas, na Eurásia, em África e na Oceania - o Trickster pode ser um «demiurgo maligno», autor de uma contra-criação de consequências frequentemente funestas.

Paralelamente aos mitos de conteúdo dualista, há religiões e correntes dualistas cuja atitude perante o mundo e o homem pode variar desde o anti-cosmismo (o mundo é mau) e o anti-somatismo (o corpo é mau) até ao pró-cosmismo (o mundo é bom) e ao pró-somatismo (o corpo é bom). O zoroastrismo é uma religião dualista, pró-cósmica e pró-somática; o orfismo é uma corrente religiosa dualista anti-cósmica e anti-somática; o platonismo  , corrente de ideias cuja influência religiosa foi enorme em todas as épocas, é fortemente anti-somática mas não anti-cósmica; outras religiões, enfim, como o gnosticismo  , maniqueísmo, paulicianismo, bogomilismo e o catarismo foram sempre analisadas como grupos à parte, sendo certo que foram interpretadas como heresias cristãs. Os seus traços distintivos serão brevemente analisados nos parágrafos seguintes.

André Chouraqui

Notemos aqui a dialética constante que anima, no Saltério, a relação do homem à coletividade, à comunhão dos homens. Dois atores, como dissemos, dividem a cena de nosso drama, o inocente e o criminoso. Na realidade, eles são assistidos por um séquito inumerável, e a guerra das nações contra Israel ecoa o combate do criminoso contra o justo. Um paralelismo absoluto parece reger a existência desses pares. Jamais a lei da ambivalência dos símbolos, que reina soberana nos Salmos  , atuou com tanto rigor; assim como o criminoso é o inimigo do justo, as nações são as inimigas de Israel; o criminoso é o inimigo de YHWH Adonai: as nações odeiam YHWH Adonai e se prostituem aos ídolos. Na verdade não devemos nos surpreender com esse rigor que atua como por petição de princípio. Israel se define por sua conformidade ao justo; todo aquele que, em Israel, viola a lei da aliança perde sua dignidade e cai no reino das trevas. Do mesmo modo, as nações se definem por sua conformidade às obras do criminoso; mas todo aquele que, entre as nações, abandona a idolatria tem acesso às graças advindas da aliança e se torna Israel. A fratura do mundo, que permite o assassinato do inocente, implica a rejeição de Israel, que conserva na noite do exílio, entre as nações, a função do pária. Depositário da Revelação, Israel tem, como o inocente, a vocação da abjeção: seu exílio, suas carências e seus sofrimentos correspondem à noite expiatória do justo; em muitos textos é possível perguntar-se se o salmista tem em vista o inocente ou o povo da aliança; na realidade, tanto um como o outro são os servidores de YHWH Adonai, uma vez que, em espírito e em verdade, ambos se definem e se nomeiam por seu amor.

O julgamento de YHWH Adonai regula o conflito que opõe não apenas o criminoso ao inocente, mas também Israel às nações. Vimos que as intervenções de YHWH Adonai na história de Israel não são senão as imagens, as figuras do Juízo final.

A exegese hebraica insiste sobre o caráter escatológico dos Salmos e os interpreta em seu pleno sentido messiânico. A ascese do justo, seu retorno à adoração de YHWH Adonai preparam o perdão e a redenção de Israel. Em breve ressoarão as grandes trombetas do Julgamento que consumarão a união do justo e de YHWH Adonai e marcarão a hora da reunião dos exilados. Toda a literatura dos Salmos vibra e arde dessa esperança. A época messiânica é primeiramente marcada pelo retorno dos cativos de Israel (14,7; 53,7: 85,2; 106,47; 107,3; 126,1; 147,2). Eles retornam de todas as extremidades da terra, do Oriente e do Ocidente, do Norte e do Sul. Retornam como num sonho, trazidos de volta por YHWH Adonai ao país de seus antepassados de onde haviam sido expulsos por causa de suas faltas. São arrancados da escravidão em que os mantinham as nações e reconduzidos a Siôn (Sião) para cantar a glória de YHWH Adonai e reconstruir Jerusalém, leroushalaîms. A punição do criminoso é acompanhada do julgamento das nações. A revolta delas, as guerras que elas desencadeiam determinarão seu castigo e sua conversão. As nações que resistem a YHWH Adonai, ou a seu messias, serão derrotadas e destruídas, os reis que atacam Siôn serão tomados de pânico e postos em fuga; pois Elohims se levanta para defender sua herança, ele mesmo calca aos pés seus inimigos, que são consumidos pelo fogo, arrastados pela tempestade. O sangue inocente é vingado; os que escapam à destruição se submetem a YHWH Adonai; ele prende os reis às cadeias de ferro. A estrondosa vitória do Elohims de Israel leva à conversão das nações. YHWH Adonai é o escudo e a esperança dos justos: encerrado o criminoso em sua cova, os inimigos de YHWH Adonai definitivamente castigados, todas as extremidades da terra abandonarão seus falsos deuses e reconhecerão que eles são ídolos impotentes e mortíferos. Elas retornarão ao Elohims de Israel. Todas as famílias das nações se prosternarão diante dele; o celebrarão e se regozijarão quando ele vier julgá-las e salvá-las; o orgulho dos poderosos será rebaixado; o justo mortificado, o povo votado à abjeção tornam-se pedra angular; eis a obra de Elohims, um milagre aos olhos de todos.

A reconciliação cósmica permite assim a reconstrução de Jerusalém - leroushalaîms. O Templo que David (Davi) havia jurado a YHWH Adonai construir para ser sua morada, esse edifício que ele dedicara ao Poderoso de Ia’acob (Jacó) para abrigar a Arca, volta a ser o lugar da presença real do Elohims de Abrahâm (Abraão). YHWH Adonai novamente se enamora de seu lugar e o abençoa. Paramenta seus sacerdotes de salvação, e seus homens consagrados se manifestam em cantos de alegria. Das extremidades da terra as nações e os povos, os antigos e os novos, as virgens e os velhos trazem oferendas ao Elohims de Israel, pois ele faz reflorescer o chifre de David, restaura seu trono, prepara a luz do Messias e seu diadema que resplandece nas auroras da glória (132,89). [CAMINHOS DOS SALMOS]

Olivier Abel

Fala-se frequentemente, em história da filosofia e das mentalidades, de "dualismo". Fala-se disso para Platão, para Plotino   e todas as sínteses medievais, para Descartes  , etc. Mas na eventualidade do enunciado da doutrina ser o mesmo (não é verdadeiramente o caso), ela ainda assim não responde às mesmas questões. Em Descartes, a separação do corpo (que é geometria) e do pensamento (que é inteligência e vontade) serve a fundar a ciência. Em Plotino e os neoplatônicos, o dualismo do espírito e da matéria serve a não comprometer Deus com o mal. Em Platão, enfim, as dualizações servem a não apagar rapidamente o múltiplo no Uno. Assim, a mesma doutrina que nós interpretamos ingenuamente em relação às questões implícitas que nós lhe colocamos, respondeu historicamente a questões muito diferentes; e ela tomou portanto sentidos muito diferentes segundo às questões sucessivas, de que cada uma remanejou profundamente a doutrina por inteiro. [ABEL  , Olivier. L’éthique interrogative. Paris: PUF, 2000, p. 29]