Página inicial > Sophia Perennis > Frithjof Schuon > Schuon Problema Mal

Schuon Problema Mal

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Frithjof Schuon   — A Árvore Primordial
O PROBLEMA DO MAL, DO PONTO DE VISTA EXOTÉRICO E ESOTÉRICO
Cuando Dios parece hacer lo que por parte del hombre sería un mal, Él lo compensa por un bien mayor, un poco como la curación compensa el amargor del remedio; esto resulta necesariamente del hecho de que Dios es el absoluto Bien y de que por consiguiente Él contiene en su naturaleza una cualidad compensatoria que excluye el mal como tal. Ahora bien, el hombre, no siendo el Ser necesario, es por definición contingente, y, al ser contingente, no podría beneficiarse de la naturaleza compensatoria que resulta de la Absolutidad o de la Infinitud; el mal que hace el hombre no es una virtualidad de bien, es un mal puro y simple porque el agente humano es fragmento y no totalidad, accidente y no substancia.

Podríamos decir también que el Creador tiene esencialmente derecho — por su naturaleza única e inimitable — a una visión separativa y descendente de las posibilidades, porque esta visión no sale del Sujeto divino; pues Dios es Unidad y Totalidad, todo se encuentra en Él, no puede pues pecar saliendo de sí mismo, como lo hace el hombre, cuya existencia se limita a una individualidad y cuyos actos afectan a otras existencias distintas de la suya propia. El hombre, que debe contemplar a Dios en su corazón, no podría tener derecho a priori a la visión separativa, descendente y creadora, porque esta visión le saca de sí mismo y le separa de Dios; pero una vez adquirida la visión separativa — a través de una paradójica Providencia — el hombre debe subordinar sus obras a la inspiración divina.

El hombre no puede ser libre más que en Dios y por Dios, porque no tiene como Dios su centro en sí mismo, salvo en un sentido relativo y por participación indirecta, sin lo cual no sería hombre. Hay pues un punto en el hombre en el que debe renunciar libremente a su Libertad; siendo deiforme, debe al mismo tiempo reconocer que no es Dios, y debe reconocerlo sobre la base misma de su deiformidad, es decir, en virtud de su inteligencia total, y, por lo mismo, capaz de objetividad.


Esotéricamente hablando, Dios «permite» el mal con vistas a un mayor bien, algo que es indiscutible pero que no resulta suficiente, porque un Dios «omnipotente» podría hacer inútil a priori esta necesidad de permitir el mal, precisamente aboliéndolo. La solución esotérica es de un orden completamente diferente: es decir, desde el punto de vista de la Subjetividad divina, la Voluntad que quiere el mal no es la misma que la que quiere el bien; desde el punto de vista del objeto cósmico, Dios no quiere el mal como mal, lo quiere como elemento constitutivo de un bien, luego como bien. Por otro lado, el mal no es jamás tal por su substancia existencial, por definición querida por Dios; no lo es sino por el accidente cósmico de una privación de bien, querido por Dios a título de elemento indirecto de un bien mayor. Si se nos reprocha introducir en Dios una dualidad lo admitimos sin vacilación — pero no a título de reproche -, como admitimos todas las diferenciaciones en la Divinidad, ya que se trate de los grados hipostáticos, de cualidades o de energías; la existencia misma del politeísmo nos da la razón, haciendo abstracción del aspecto eventual de desviación y de paganización [1].

En todo caso, es importante distinguir entre la Voluntad divina en relación con la existencia, y la Voluntad divina en relación con el hombre, que es inteligencia y voluntad: desde el primer punto de vista, todo lo que existe u ocurre es querido por Dios; desde el segundo, sólo la verdad y el bien son divinamente queridos.

En lo que concierne a la Omnipotencia, precisaremos una vez más que se extiende a todo cuanto se sitúa en el orden de las contingencias como tales, pero no a lo que procede del juego de los principios enraizados en la naturaleza divina, directamente o por vía de consecuencia; Dios no podría tener el poder de ser otro que lo que es, ni de hacer que lo ontológicamente absurdo sea posible [2].





[1El politeísmo original considera a la Divinidad a la vez como atman y en función de maya; no es pagano más que a partir del momento en que olvida atman y otorga la absolutidad a la diversidad, por tanto a la relatividad.

[2Resucitar a los muertos o crear la apariencia de un sol que se aproxima y que gira no es ontológicamente absurdo, como lo sería la posibilidad de ser Dios sin «crear el mundo», o de crear el mundo sin «permitir el mal». Quien dice Absoluto, dice irradiación, luego relatividad, y quien dice relatividad, dice alejamiento de lo Absoluto, luego posibilidad del mal.