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SCS: simbolismo alquímico

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

En el mito de Adonis (cuyo nombre, por otra parte, significa "el Señor"), cuando el héroe es herido de muerte por el colmillo de un jabalí, que desempeña aquí el mismo papel que la lanza ( (Sobre el simbolismo del jabalí y sobre su carácter "polar", que lo pone precisamente en relación también con el "Eje del Mundo", véase cap. XI:, "El Jabalí y la Osa")), su sangre, derramándose en tierra, da nacimiento a una flor; y sin duda es encontrarían con facilidad otros ejemplos similares. Esto se encuentra igualmente en el simbolismo cristiano; así, L. Charbonneau-Lausay ha señalado "un hierro para hostias, del siglo XII, donde se ve la sangre de las llagas del Crucificado caer en pequeñas gotas que se transforman en rosas, y el vitral del siglo XIII, de la catedral de Angers, donde la sangre divina, manando en arroyuelos, se expande también en forma de rosas" (Reg., enero de 1925. Señalemos también, como referida a un simbolismo conexo, la figuración de las cinco llagas de Cristo por cinco rosas, situada una en el centro de la cruz y las otras cuatro entre los brazos de ella, conjunto que constituye igualmente uno de los principales símbolos de los :Rosacruces). La rosa es en Occidente, junto con el lirio, uno de los equivalentes más habituales de lo que es en Oriente el loto; aquí, parece por lo demás que el simbolismo de la flor esté referido únicamente a la producción de la manifestación (Debe quedar bien claro, para que esta interpretación no dé lugar a ninguna clase de objeciones, que existe una relación muy estrecha entre "Creación" y "Redención", las cuales no son en suma sino dos aspectos de la operación del Verbo divino) y que Prákrti se encuentre más bien representada por el suelo mismo que la sangre vivifica; pero hay también casos en que parece ser de otro modo. En el mismo artículo que acabamos de citar, Charbonneau-Lassay   reproduce un diseño bordado en un canon de altar de la abadía de Fontevrault, que data de la primera mitad del siglo XVI y se conserva hoy en el museo de Nápoles, donde se ve la rosa al pie de una lanza puesta verticalmente y a lo largo de la cual llueven gotas de sangre. Esa rosa aparece allí asociada a la lanza exactamente como la copa lo está en otros casos, y parece ciertamente recoger gotas de sangre más bien que provenir de la transformación de una de ellas; por lo demás, es evidente que las dos significaciones no se oponen en modo alguno sino más bien se complementan, pues las gotas, al caer sobre la rosa, la vivifican y la hacen abrirse; y va de suyo que este papel simbólico de la sangre tiene, en todos los casos, su razón de ser en la relación directa de ella con el principio vital, transpuesto aquí al orden cósmico. Esa lluvia de sangre equivale también al "rocío celeste" que, según la doctrina cabalística, emana del "Árbol de Vida", otra figura del "Eje del Mundo", y cuyo influjo vivificante está principalmente vinculado con las ideas de regeneración y resurrección, manifiestamente conexas con la idea de Redención cristiana; y el rocío desempeña también importante papel en el simbolismo alquímico y rosacruz ( "Cf. Le Roi du Monde, cap. III. La similitud existente entre el nombre del rocío (ros) y el de la rosa (rosa) no puede, por otra parte, dejar de ser notada por quienes saben cuán frecuente es el empleo de cierto simbolismo fónico). SFCS  : LAS FLORES SIMBOLICAS

Cuando la flor se considera como representación del desarrollo de la manifestación, hay también equivalencia entre ella y otros símbolos, entre los cuales ha de destacarse muy especialmente el de la rueda, que se encuentra prácticamente en todas partes, con número de rayos variables según las figuraciones, pero siempre con un valor simbólico particular de por sí. Los tipos más habituales son las ruedas de seis y de ocho rayos; la "ruedecilla" céltica, que se ha perpetuado, a través de casi todo el Medioevo occidental, se presenta en una u otra de estas formas; las mismas figuras, y sobre todo la segunda, se encuentran con gran frecuencia en los países orientales, particularmente en Caldea y Asiria, en la India y en Tíbet. Ahora bien; la rueda es siempre, ante todo, un símbolo del Mundo; en el lenguaje simbólico de la tradición hindú, se habla constantemente de la "rueda de las cosas" o de la "rueda de la vida", lo que corresponde netamente a dicha significación; y las alusiones a la "rueda cósmica" no son menos frecuentes en la tradición extremo-oriental. Esto basta para establecer el estrecho parentesco de tales figuras con las flores simbólicas, cuyo abrirse es igualmente, además, una irradiación en torno del centro, ya que ellas son también figuras "centradas"; y sabido es que en la tradición hindú el Mundo se representa a veces en forma de un loto en cuyo centro se eleva el Meru, la "montaña polar". Hay, por otra parte, correspondencias manifiestas, que refuerzan aún esa equivalencia, entre el número de pétalos de algunas de esas flores y el de los rayos de la rueda: así, el lirio tiene seis pétalos y el loto, en las representaciones de tipo más común, ocho, de modo que corresponden respectivamente a las ruedas de seis y de ocho rayos a que acabamos de referirnos (Hemos registrado, como ejemplo muy neto de tal equivalencia en el Medioevo, la rueda de ocho rayos y una flor de ocho pétalos figuradas una frente a otra en una misma piedra esculpida, encastrada en la fachada de la antigua iglesia de Saint-Mexme de Chinon, que data muy probablemente de la época carolingia. La rueda, además, se encuentra muy a menudo figurada en las iglesias románicas, y la misma roseta gótica, cuyo nombre la asimila a los símbolos florales, parece derivada de aquélla, de suerte que se vincularía así, por una filiación ininterrumpida, con la antigua "ruedecilla" céltica). En cuanto a la rosa, se la figura con número de pétalos variable; haremos notar solamente a este respecto que, de modo general, los números cinco y seis se refieren respectivamente al "microcosmo" y al "macrocosmo"; además, en el simbolismo alquímico, la rosa de cinco pétalos, situada en el centro de la cruz que representa el cuaternio de los elementos, es también, como lo hemos señalado en otro estudio, el símbolo de la "quintaesencia", la cual, por lo demás, desempeña con respecto a la manifestación corporal un papel análogo al de Prákrti ( "La Théorie hindoue des cinq éléments" (É. T., agosto-septiembre de 1935)). Por último, mencionaremos aún el parentesco de las flores de seis pétalos y de la rueda de seis rayos con algunos otros símbolos no menos difundidos, tales como el del "crisma", sobre el cual nos proponernos volver en otra oportunidad (L. Charbonneau-Lassay ha señalado la asociación entre la rosa y el crisma (Reg., número de marzo de 1926) en una figura de ese tipo que ha reproducido según un ladrillo merovingio; la rosa central tiene seis pétalos, orientados según las ramas del crisma; además, éste se halla encerrado en un círculo, lo cual muestra del modo más neto posible su identidad con la rueda de seis rayos. (Sobre este punto de simbólica, véase también cap. VIII: "La idea del Centro en las tradiciones antiguas", L: "Los símbolos de la analogía", y LXVII: "El ’cuatro de cifra’")). Por esta vez, nos bastará haber mostrado las dos similitudes más importantes de los símbolos florales: con la copa en cuanto se refieren a Prákrti, y con la rueda en cuanto se refieren a la manifestación cósmica; por otra parte, la relación entre estas dos significaciones es en suma una relación de principio a consecuencia, ya que Prákrti es la raíz misma de toda manifestación. SFCS: LAS FLORES SIMBOLICAS

Para pasar de aquí a la aplicación microcósmica, basta recordar la analogía existente entre el pinda, embrión sutil del ser individual, y el Brahmânda o "Huevo del Mundo" (Yatha pinda tatha Brahmánda (ver L’Homme et son devenir selon le Vêdânta caps. XIII y XIX)); y ese pinda, en cuanto "germen" permanente e indestructible del ser, se identifica por otra parte con el "núcleo de inmortalidad", que es denominado lûz en la tradición hebrea (Para mayores desarrollos sobre este punto, remitiremos una vez más a Le Roi du Monde; puede notarse también que la asimilación del "segundo nacimiento" a una "germinación" del lûz recuerda netamente la descripción taoísta del proceso iniciático como "endogenia del inmortal"). Verdad que, en general, el lûz no se indica como situado en el corazón, o por lo menos ésta no es sino una de las diferentes localizaciones de que es susceptible, en su correspondencia con el organismo corpóreo, y ni siquiera la más habitual; pero no deja de encontrársela, entre las otras, precisamente donde debe encontrársela según lo que llevamos dicho, es decir, donde el lûz está en relación inmediata con el "segundo nacimiento". En efecto, tales localizaciones, que se hallan también en relación con la doctrina hindú de los chakra (centros "orgánicos" sutiles), se refieren a otras tantas condiciones del ser humano o fases de su desarrollo espiritual: en la base de la columna vertebral, el lûz se encuentra en el hombre ordinario en estado de "sueño" (La serpiente enroscada en torno del "Huevo del Mundo", y figurada a veces en torno del Ómphalos y del betilo, es, a este respecto, la Kundalini enroscada en torno del "núcleo de inmortalidad", que está también en relación con el simbolismo de la "piedra negra"; a esta posición "inferior" del lûz, se alude directamente en la fórmula hermética: "Visita inferiora terrae, rectificando invenies occultum lapidem" (’Visita las (partes) inferiores de la tierra, (y) rectificando encontrarás la piedra oculta’); la "rectificación" es aquí el "enderezamiento" (redressement) que señala, después del "descenso" el comienzo del movimiento ascensional, correspondiente al despertar de la Kundalinî; y el complemento de la misma fórmula designa además esa "piedra oculta" como "veram medicinam" (’verdadera medicina’), lo que la identifica también con el ámrtâ, alimento o pócima de la inmortalidad); en el corazón, se da la fase inicial de su "germinación", que es propiamente el "segundo nacimiento"; en el ojo frontal, corresponde a la perfección del estado humano, es decir, a la reintegración al "estado primordial"; por último, en la coronilla, corresponde al paso a los estados supraindividuales; y encontraremos también la correspondencia exacta de estas diversas etapas cuando volvamos al simbolismo de la caverna iniciática (Notemos además que la designación "embrión de oro" sugiere cierta relación con el simbolismo alquímico, confirmada por otra parte por ciertas vinculaciones como las que hemos indicado en la nota precedente; y veremos también, a este respecto, que la caverna iniciática corresponde de modo notable al athanor hermético; no cabe asombrarse de estas similitudes, pues el proceso de la "Gran Obra", entendido en su verdadero significado, no es en el fondo sino el proceso mismo de la iniciación). SFCS: EL CORAZON Y "EL HUEVO DEL MUNDO"

Encontramos otras indicaciones interesantes en las significaciones de la palabra árabe rukn, ’ángulo’, ’esquina’; esa palabra, como designa las extremidades de una cosa, es decir, sus partes más retiradas y, por consiguiente, más escondidas (recondita et abscondita, podría decirse en latín), toma a veces un sentido de ’secreto’ o ’misterio’; y, a este respecto, su plural arkàn es de vincular con el latín arcanum, que tiene igualmente el mismo sentido, y con el cual presenta una similitud notable; por lo demás, en el lenguaje de los hermetistas por lo menos, el empleo del término "arcano" ha sido influido ciertamente de modo directo por esa palabra árabe (Podría resultar de interés investigar si puede existir un parentesco etimológico real entre la palabra árabe y la latina, incluso en el uso antiguo de esta última (por ejemplo, en la disciplina arcani de los cristianos de los primeros tiempos), o si se trata solo de una "convergencia" producida solo ulteriormente, entre los hermetistas medievales). Además, rukn significa también ’base’ o ’fundamento’, lo que nos reconduce a la corner-stone entendida como la "piedra fundamental"; en la terminología alquímica, el-arkàn, cuando esta designación se emplea sin precisar más, son los cuatro elementos, es decir, las "bases" sustanciales de nuestro mundo, asimilados así a las piedras de base de los cuatro ángulos de un edificio, pues sobre ellos se construye en cierto modo todo el mundo corpóreo (representado también por la forma cuadrada) (Esta asimilación de los elementos a los cuatro ángulos de un cuadrado está también en relación, naturalmente, con la correspondencia que existe entre esos elementos y los puntos cardinales); y por aquí llegamos también directamente al simbolismo que ahora nos ocupa. En efecto, no hay solamente esos cuatro arkàn o elementos "básicos", sino además un quinto rukn, el quinto elemento o "quintaesencia" (es decir el éter, el-athîr); éste no está en el mismo "plano" que los otros, pues no es simplemente una base, como ellos, sino el principio mismo de este mundo (Estaría en el mismo plano (en su punto central) si este plano se tomara como representación de un estado de existencia íntegro; pero no siempre es el caso aquí, pues el edificio total es una imagen del mundo. Observemos, a este respecto, que la proyección horizontal de la pirámide a que nos referíamos más arriba está constituida por el cuadrado de la base con sus diagonales, y las aristas laterales se proyectan según las diagonales y el vértice en el punto de encuentro de estos elementos, o sea en el centro mismo del cuadrado); será representado, pues, por el quinto "ángulo" del edificio, que es su sumidad; y a este "quinto", que es en realidad el "primero", conviene, propiamente la designación de ángulo supremo, de ángulo por excelencia o "ángulo de los ángulos" (rukn el-arkàn), puesto que en él la multiplicidael de los demás ángulos se reduce a la unidad (En el sentido de "misterio", que hemos indicado, rukn el-arkàn equivale a sirr el-asrâr (’misterio de los misterios’, ’misterio supremo’), representado, según lo hemos explicado en otra oportunidad, por el extremo superior de la letra álif; como el álif mismo figura el "Eje del Mundo", esto, según se verá en seguida, corresponde con toda exactitud a la posición de la keystone). Puede observarse aún que la figura geométrica obtenida reuniendo esos cinco ángulos es la de una pirámide de base cuadrangular: las aristas laterales de la pirámide emanan de su vértice como otros tantos rayos, así como los cuatro elementos ordinarios, que están representados por los extremos inferiores de esas aristas, proceden del quinto y son producidos por él; y también en el sentido de las aristas, que intencionalmente hemos asimilado a rayos por esta razón (y también en virtud del carácter "solar" del punto de que parten, según lo que hemos dicho respecto del "ojo" del domo), la "piedra angular" de la sumidad se "refleja" en cada una de las "piedras fundamentales" de los cuatro ángulos de la base. Por último, en lo que acabamos de decir está la indicación bien neta de una correlación entre el simbolismo alquímico y el simbolismo arquitectónico, lo que se explica por su común carácter "cosmológico", es también éste un punto importante, sobre el cual hemos de volver con motivo de otras relaciones del mismo orden. SFCS: LA "PIEDRA ANGULAR"

De la misma manera, en la Cábala hebrea, aunque ya no se trate propiamente de sacrificio ni de asesinato, sino más bien de una suerte de "desintegración" - cuyas consecuencias, por lo demás, son las mismas -, de la fragmentación del cuerpo del Adam Qadmón fue formado el Universo con todos los seres que contiene, de modo que éstos son como parcelas de ese cuerpo, y la "reintegración" de ellos a la unidad aparece como la reconstitución misma del Adam Qadmón. Éste es el "Hombre Universal", y Púrusha, según uno de los sentidos del término, es también el "Hombre" por excelencia; se trata en todo eso, pues, exactamente de la misma cosa. Agreguemos, antes de ir más lejos, que, como el grado de Maestro representa, virtualmente por lo menos, el término de los "pequeños misterios", lo que hay que considerar en este caso es propiamente la reintegración al centro del estado humano; pero sabido es que todo simbolismo es siempre aplicable a distintos niveles, en virtud de las correspondencias que existen entre éstos (De la misma manera, en el simbolismo alquímico hay correspondencia entre el proceso de la "obra al blanco" y el de la "obra al rojo", de modo que el segundo reproduce en cierto modo al primero en un nivel superior), de modo que puede referírselo sea a un mundo determinado, sea al conjunto de la manifestación universal; y la reintegración al "estado primordial", que por otra parte es también "adámico", constituye como una figura de la reintegración total y final, aunque en realidad no sea aún sino una etapa en la vía que conduce a ésta. SFCS: "REUNIR LO DISPERSO"

En un artículo donde se trataba sobre los altares que, entre los antiguos hebreos, debían estar construidos exclusivamente con piedra bruta, hemos leído esta frase más bien asombrosa: "El simbolismo de la piedra bruta ha sido alterado por la francmasonería, que lo ha transpuesto del dominio sagrado al nivel profano; un símbolo, primitivamente destinado a expresar las relaciones sobrenaturales del alma con el Dios ’viviente’ y ’personal’, expresa en adelante realidades de orden alquímico, moralizante, social y ocultista". El autor de estas líneas, según todo lo que de él sabemos, es de aquellos en quienes el prejuicio puede ir harto fácilmente hasta la mala fe; que una organización iniciática haya hecho descender un símbolo "al nivel profano" es algo tan absurdo y contradictorio, que no creemos que nadie pueda sostenerlo seriamente; y, por otra parte, la insistencia sobre los términos "viviente" y "personal" muestra evidentemente una intención decidida de pretender limitar el "dominio sagrado" al solo punto de vista del exoterismo religioso. Que actualmente la gran mayoría de los masones no comprendan ya el verdadero sentido de sus símbolos, así como tampoco la mayoría de los cristianos comprende el de los suyos, es asunto muy distinto; ¿cómo puede la masonería, ni la Iglesia, ser hecha responsable de tal estado de cosas, debido solo a las condiciones mismas del mundo moderno, para el cual una y otra institución son igualmente "anacrónicas" por su carácter tradicional? La tendencia "moralizante", que en efecto no es sino harto real desde el siglo XVIII, era en suma una consecuencia casi inevitable, si se tienen en cuenta la mentalidad y la degradación "especulatíva" sobre la cual tan a menudo hemos insistido; puede decirse otro tanto de la importancia excesiva atribuida al punto de vista social, y, por lo demás, a este respecto, los masones están muy lejos de constituir una excepción en nuestra época: examínese imparcialmente lo que se enseña hoy en nombre de la Iglesia. Y dígasenos si es posible encontrar muy otra cosa que simples consideraciones morales y sociales. Para terminar con estas observaciones, apenas será necesario subrayar la impropiedad, probablemente deliberada, del término "ocultista", pues la rnasonería, ciertamente, nada tiene que ver con el ocultismo, al cual es muy anterior, inclusive en su forma "especulativa"; en cuanto al simbolismo alquímico, o, más exactamente, hermético, ciertamente nada tiene de profano, y se refiere, según lo hemos explicado en otro lugar, al dominio de los "pequeños misterios", que es precisamente el dominio propio de las iniciaciones artesanales en general y de la masonería en particular. SFCS: PIEDRA BRUTA Y PIEDRA TALLADA