Página inicial > René Guénon > SCS: pirámide

SCS: pirámide

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Por último, si se consideran las formas sólidas correspondientes en la geometría tridimensional a las figuras planas de que se trata, al cuadrado corresponde un cubo y al triángulo una pirámide cuadrangular cuya base es la cara superior de ese cubo; el conjunto forma lo que el simbolismo masónico designa como la "piedra cúbica en punta" y que, en la interpretación hermética, es visto como una figura de la "piedra filosofal". Sobre este último símbolo habría aún otras consideraciones que hacer; pero, como ya no tienen relación con el tema de la Tetraktys, será preferible tratarlas por separado. 212 SFCS   LA TETRAKTYS Y EL "CUADRADO DE CUATRO"

Para volver sobre ciertas consideraciones referentes a la figura de la "piedra cúbica", a la que acabamos de aludir, diremos ante todo que esta figura, en los antiguos documentos, se completa, de modo harto inesperado, con la adición de un hacha que parece situada en equilibrio sobre el vértice mismo de la pirámide. Esta particularidad ha intrigado a menudo a los especialistas en simbolismo masónico, la mayor parte de los cuales no ha podido ofrecer ninguna explicación satisfactoria; empero, se ha sugerido que el hacha podría muy bien no ser en ese caso sino el jeroglífico de la letra hebrea qâf, y nos ha parecido interesante presentar algunos lineamientos generales a ese respecto, pese al carácter de extrañeza que tales cosas corren riesgo de asumir a los ojos del lector occidental, forzosamente no habituado a este género de consideraciones. 217 SFCS UN JEROGLIFICO DEL POLO

El sentido más general vinculado con la letra de que se trata, sea en hebreo o en árabe, es el de "fuerza" o "potencia" (en árabe, qowah), la cual, por lo demás, según los casos, puede ser de orden material o de orden espiritual (La distinción entre estos dos sentidos se señala en árabe por una diferencia en la ortografía de la palabra: qowah para el primero, qowâ paya el segundo); y ciertamente a este orden corresponde, de modo más inmediato, el simbolismo de un arma como el hacha. En el caso que ahora nos ocupa, evidentemente ha de tratarse de una potencia espiritual; esto resulta de que el hacha está puesta en relación directa, no con el cubo, sino con la pirámide; y podrá recordarse aquí lo que hemos expuesto ya en otras ocasiones sobre la equivalencia del hacha con el vajra (Sobre el vajra, ver cap. XXVI y LII. (N. del T)), que es también, ante todo, el signo de la potencia espiritual. Hay más: el hacha está situada, no en un punto cualquiera, sino, como hemos dicho, en el vértice de. la pirámide, vértice que a menudo se considera como representación de la cúspide de una jerarquía espiritual o iniciática; esta posición parece indicar, pues, la más alta potencia espiritual en acción en el mundo, vale decir lo que todas las tradiciones designan como el "Polo"; también aquí, recordaremos el carácter "axial" de las armas simbólicas en general y en particular del hacha, que manifiestamente está en perfecto acuerdo con tal interpretación. 218 SFCS UN JEROGLIFICO DEL POLO

Pero lo más notable es que el nombre mismo de la letra qâf es también, en la tradición árabe, el de la Montaña sagrada o polar (Algunos quieren identificar la montaña de Qâf con el Cáucaso (Qâfqâsîyah); si esta asimilación debiera tomarse literalmente, en el sentido geográfico actual, sería ciertamente errónea, pues no se compadecería en modo alguno con lo que se dice de la Montaña sagrada, que no se la puede alcanzar "ni por tierra ni por mar" (lâ bi-l-barr wa-lâ bi-l-bahr); pero ha de hacerse notar que el nombre de "Cáucaso" se aplicó antiguamente a diversas montañas situadas en muy diferentes regiones, lo que da a pensar que bien puede haber sido originariamente una de las designaciones de la Montaña sagrada, de la cual los otros Cáucasos serían solamente entonces otras tantas "localizaciones" secundarias); la pirámide, que es esencialmente una imagen de ésta, lleva, pues, así, por la letra o por el hacha que la sustituye, su propia designación de tal, como para no dejar subsistir duda alguna sobre la significación que conviene reconocerle tradicionalmente. Además, si el símbolo de la montaña o de la pirámide está referido al "Eje del Mundo", su vértice, donde se sitúa dicha letra, se identifica más especialmente con el Polo mismo; pero qâf equivale numéricamente a maqâm (Qâf=100+1+80=181; maqâm=40+100+1+40=181. En hebreo, la misma equivalencia numérica existe entre qôph y maqôm; estas palabras, por lo demás, no difieren de sus correspondientes árabes sino por la sustitución de álif con vav, de lo cual existen muchos otros ejemplos (nâr y nûr, ’àlam y ’ôlam, etc); el total es entonces 186), lo que designa a ese punto como el "Lugar" por excelencia, es decir, el único punto que permanece fijo e invariable en todas las revoluciones del mundo. 219 SFCS UN JEROGLIFICO DEL POLO

La letra qâf es, además, la primera del nombre árabe del Polo, Qutb, y también a tal título puede servir para designarlo abreviadamente, según un procedimiento muy usual (Es así que la letra mîm, por ejemplo, sirve a veces para designar al Mahdî; Mohyiddìn ibn ’Arabi, especialmente, le da esta significación en ciertos casos); pero hay también otras concordancias no menos notables. Así, la sede (la palabra árabe es márkaz, que significa propiamente ’centro’) del Polo supremo (llamado el-Qutb el-Gawth, para diferenciarlo de los siete Aqtâb o polos. secundarios y subordinados) (Los siete Aqtâb corresponden a las "siete Tierras", que se encuentran igualmente en otras tradiciones; y esos siete Polos terrestres son un reflejo de los siete Polos celestes, que presiden respectivamente a los siete Cielos planetarios), se describe simbólicamente como situado entre cielo y tierra en un punto ubicado exactamente por sobre la Ka’bah, la cual tiene, precisamente, forma de cubo y es también una de las representaciones del "Centro del Mundo". Puede, pues, considerarse la pirámide, invisible por ser de naturaleza puramente espiritual, como elevándose encima de este cubo, que es visible porque se refiere al mundo elemental, signado por el número cuaternario; y, a la vez, este cubo, sobre el cual reposa así la base de la pirámide, o de la jerarquía de la cual ésta es figura y a cuya cúspide corresponde el Qutb, es también, por su forma, un símbolo de la estabilidad perfecta. 220 SFCS UN JEROGLIFICO DEL POLO

El Qutb supremo está asistido por los dos Imâm, el de la izquierda y el de la derecha, y el ternario así formado se encuentra también representado en la pirámide por la forma triangular de cada una de sus caras. Por otra parte, la unidad y el binario que constituyen este ternario corresponden a las letras ’álif y bâ’, según los valores numéricos respectivos de éstas. La letra ’álif presenta la forma de un eje vertical; su extremo superior y las dos extremidades, en oposición horizontal, de la letra bâ’ forman, según un esquema cuyos equivalentes podrían encontrarse en diversos símbolos pertenecientes a otras tradiciones, los tres ángulos del triángulo iniciático, que, en efecto, debe considerarse propiamente como una de las "signaturas" del Polo. 221 SFCS UN JEROGLIFICO DEL POLO

Por otra parte, importa destacar que ese carácter escondido o secreto, en lo que concierne a los centros espirituales o a sus figuraciones, implica que la verdad tradicional misma, en su integridad, no es ya accesible a todos los hombres indistintamente, lo que indica que se trata de una época de "oscurecimiento" por lo menos relativo; esto permite "situar" tal simbolismo en el curso del proceso cíclico; pero se trata de un punto sobre el cual hemos de volver de manera más completa al tratar las relaciones de la caverna y la montaña en cuanto ambas se toman como símbolos del centro. Por el momento, nos conformaremos con indicar a este respecto que el esquema del corazón es un triángulo con el vértice hacia abajo ("triángulo del corazón" es otra expresión tradicional); y ese mismo esquema se aplica también a la caverna, mientras que el de la montaña, como el de la pirámide que a ella equivale, es, al contrario, un triángulo con el vértice hacia arriba; esto muestra que se trata de una relación inversa, y también, en cierto sentido, complementaria. Agregaremos, acerca de esta representación del corazón y la caverna por el triángulo invertido, que es uno de los casos en que a éste no se vincula, evidentemente, ninguna idea de "magia negra", contra lo que harto a menudo pretenden quienes no tienen del simbolismo sino un conocimiento por completo insuficiente. 387 SFCS EL CORAZON Y LA CAVERNA

Según hemos señalado anteriormente, el esquema de la montaña, al igual que el de la pirámide o el del montículo, sus equivalentes, es un triángulo con el vértice hacia arriba; el de la caverna, al contrario, es un triángulo con el vértice hacia abajo, y por ende invertido con respecto a aquél. Este triángulo invertido es igualmente el esquema del corazón (Puede ser referido a esta figuración el hecho de que el nombre árabe del corazón (qa1b) significa propiamente que está en posición "invertida" (maqlûb) (cf. T. Burckhardt  , "Du Barzakh", en É. T., diciembre de 1937)), y el de la copa, que está generalmente asimilada a aquél en el simbolismo, según lo hemos mostrado particularmente en lo que concierne al Santo Graal (En el antiguo Egipto, el vaso era el jeroglífico del corazón. La "copa" del Tarot   corresponde también al "corazón" de los naipes ordinarios [franceses; en la baraja española se ha mantenido la figura de la copa (N. del T)]). Agreguemos que estos últimos símbolos y sus similares, desde un punto de vista más general, se refieren al principio pasivo o femenino de la manifestación universal, o a alguno de los aspectos de él (El triángulo invertido es en la India uno de los principales símbolos de la Çakti; es también el de las Aguas primordiales), mientras que los símbolos esquematizados por el triángulo con el vértice hacia arriba se refieren al principio activo o masculino; se trata, pues, de una verdadera complementariedad. Por otra parte, si se disponen ambos triángulos uno debajo del otro, lo que corresponde a la situación de la caverna bajo la montaña, se ve que el segundo puede considerarse como el reflejo del primero (fig. 12); y esta idea de reflejo conviene muy bien a la relación de un símbolo derivado con respecto al símbolo principal, según lo que acabamos de decir acerca de la relación entre la montaña y la caverna en cuanto representaciones sucesivas del centro espiritual en las diferentes fases del desarrollo cíclico. 395 SFCS LA MONTAÑA Y LA CAVERNA

Si se quiere representar la caverna como situada en el interior mismo (o en el corazón, podría decirse) de la montaña, basta transportar el triángulo inverso al interior del triángulo recto, de modo que sus centros coincidan (fig. 13); el primero debe, pues, ser necesariamente más pequeño para poder contenerse íntegramente en el otro; pero, aparte de esta diferencia, el conjunto de la figura así obtenida es manifiestamente idéntico al símbolo del "sello de Salomón", donde los dos triángulos opuestos representan igualmente dos principios complementarios, en las diversas aplicaciones de que son susceptibles. Por otra parte, si se hacen los lados del triángulo invertido iguales a la mitad de los del triángulo recto (los hemos hecho un poco menores para que los dos triángulos aparezcan enteramente separados, pero, de hecho, es evidente que la entrada de la caverna debe encontrarse en la superficie misma de la montaña, y por lo tanto que el triángulo que la representa debería realmente tocar el perímetro del otro) (Se podrá observar, según el mismo esquema, que, si la montaña se reemplaza por la pirámide, la cámara interior de ésta es el equivalente exacto de la caverna), el triángulo menor dividirá la superficie del mayor en cuatro partes iguales, de las cuales una será el triángulo invertido mismo, mientras que las otras tres serán triángulos rectos; esta última consideración, como la de ciertas relaciones numéricas vinculadas con ella, no tiene, a decir verdad, relación directa con nuestro asunto presente, pero tendremos sin duda ocasión de retomarla en el curso de otros estudios ( [Nuestro añorado maestro no tuvo ya tal ocasión en sus libros o artículos. Solo en su correspondencia con nosotros se vio llevado en diversas oportunidades a dar algunas precisiones inéditas, en relación con ciertos temas de nuestras cartas. Sus demás lectores no tienen ya, pues, otro medio de saber lo que quería decir a este respecto que el de tomar conocimiento, por una nota póstuma, de ciertos pasajes de sus cartas, acompañados de explicaciones circunstanciales y de nuestros comentarios. Ver a este respeto el Anexo I, al final del volumen]). 397 SFCS LA MONTAÑA Y LA CAVERNA

Encontramos otras indicaciones interesantes en las significaciones de la palabra árabe rukn, ’ángulo’, ’esquina’; esa palabra, como designa las extremidades de una cosa, es decir, sus partes más retiradas y, por consiguiente, más escondidas (recondita et abscondita, podría decirse en latín), toma a veces un sentido de ’secreto’ o ’misterio’; y, a este respecto, su plural arkàn es de vincular con el latín arcanum, que tiene igualmente el mismo sentido, y con el cual presenta una similitud notable; por lo demás, en el lenguaje de los hermetistas por lo menos, el empleo del término "arcano" ha sido influido ciertamente de modo directo por esa palabra árabe (Podría resultar de interés investigar si puede existir un parentesco etimológico real entre la palabra árabe y la latina, incluso en el uso antiguo de esta última (por ejemplo, en la disciplina arcani de los cristianos de los primeros tiempos), o si se trata solo de una "convergencia" producida solo ulteriormente, entre los hermetistas medievales). Además, rukn significa también ’base’ o ’fundamento’, lo que nos reconduce a la corner-stone entendida como la "piedra fundamental"; en la terminología alquímica, el-arkàn, cuando esta designación se emplea sin precisar más, son los cuatro elementos, es decir, las "bases" sustanciales de nuestro mundo, asimilados así a las piedras de base de los cuatro ángulos de un edificio, pues sobre ellos se construye en cierto modo todo el mundo corpóreo (representado también por la forma cuadrada) (Esta asimilación de los elementos a los cuatro ángulos de un cuadrado está también en relación, naturalmente, con la correspondencia que existe entre esos elementos y los puntos cardinales); y por aquí llegamos también directamente al simbolismo que ahora nos ocupa. En efecto, no hay solamente esos cuatro arkàn o elementos "básicos", sino además un quinto rukn, el quinto elemento o "quintaesencia" (es decir el éter, el-athîr); éste no está en el mismo "plano" que los otros, pues no es simplemente una base, como ellos, sino el principio mismo de este mundo (Estaría en el mismo plano (en su punto central) si este plano se tomara como representación de un estado de existencia íntegro; pero no siempre es el caso aquí, pues el edificio total es una imagen del mundo. Observemos, a este respecto, que la proyección horizontal de la pirámide a que nos referíamos más arriba está constituida por el cuadrado de la base con sus diagonales, y las aristas laterales se proyectan según las diagonales y el vértice en el punto de encuentro de estos elementos, o sea en el centro mismo del cuadrado); será representado, pues, por el quinto "ángulo" del edificio, que es su sumidad; y a este "quinto", que es en realidad el "primero", conviene, propiamente la designación de ángulo supremo, de ángulo por excelencia o "ángulo de los ángulos" (rukn el-arkàn), puesto que en él la multiplicidael de los demás ángulos se reduce a la unidad (En el sentido de "misterio", que hemos indicado, rukn el-arkàn equivale a sirr el-asrâr [’misterio de los misterios’, ’misterio supremo’], representado, según lo hemos explicado en otra oportunidad, por el extremo superior de la letra álif; como el álif mismo figura el "Eje del Mundo", esto, según se verá en seguida, corresponde con toda exactitud a la posición de la keystone). Puede observarse aún que la figura geométrica obtenida reuniendo esos cinco ángulos es la de una pirámide de base cuadrangular: las aristas laterales de la pirámide emanan de su vértice como otros tantos rayos, así como los cuatro elementos ordinarios, que están representados por los extremos inferiores de esas aristas, proceden del quinto y son producidos por él; y también en el sentido de las aristas, que intencionalmente hemos asimilado a rayos por esta razón (y también en virtud del carácter "solar" del punto de que parten, según lo que hemos dicho respecto del "ojo" del domo), la "piedra angular" de la sumidad se "refleja" en cada una de las "piedras fundamentales" de los cuatro ángulos de la base. Por último, en lo que acabamos de decir está la indicación bien neta de una correlación entre el simbolismo alquímico y el simbolismo arquitectónico, lo que se explica por su común carácter "cosmológico", es también éste un punto importante, sobre el cual hemos de volver con motivo de otras relaciones del mismo orden. 494 SFCS LA "PIEDRA ANGULAR"

Empero, antes de llegar a ello, nos falta elucidar una cuestión accesoria: acabamos de decir que la "piedra cimera" puede no ser una "clave de bóveda" en todos los casos, y, en efecto, no lo es sino en una construcción cuya parte superior es en forma de cúpula; en cualquier otro caso, por ejemplo el de un edificio coronado por un techo en punta o en forma de tienda, no deja de haber una "última piedra" que, colocada en la sumidad, desempeña a este respecto el mismo papel que la "clave de bóveda" y, por consiguiente, corresponde también a ésta desde el punto de vista simbólico, sin que empero sea posible designarla con ese nombre; lo mismo ha de decirse del caso especial del pyramídion, al cual hemos aludido ya en otra ocasión. Debe quedar bien claro que, en el simbolismo de los constructores medievales, que se apoya en la tradición judeocristiana y se vincula con la construcción del Templo de Salomón como su prototipo (Las "leyendas" del Compagnonnage [’compañerazgo’, organización artesanal de origen   medieval, emparentada con la masonería], en todas sus ramas, dan fe de ello, así como las "superviviencias" propias de la antigua masonería operativa, que hemos considerado aquí), consta, en lo que concierne a la "piedra angular", que es una "clave de bóveda"; y, si la forma exacta del Templo de Salomón ha podido dar lugar a discusiones desde el punto de vista histórico, es seguro, en todo caso, que esa forma no era la de una pirámide; son éstos hechos que hay que tener necesariamente en cuenta en la interpretación de los textos bíblicos referentes a la "piedra angular" (Así, pues, no podría tratarse de ningún modo, como algunos pretenden, de una alusión a un incidente ocurrido durante la construcción de la "Gran Pirámide" y con motivo del cuál ésta habría quedado inconclusa, lo que, por otra parte, es una hipótesis harto dudosa en sí y una cuestión histórica probablemente insoluble; además esa "inconclusión" misma estaría en contradicción directa con el simbolismo según el cual la piedra que había dido rechazada toma finalmente su lugar eminente como "cabeza del ángulo"). El pyramídion, es decir, la piedra que forma la punta superior de la pirámide, no es en modo alguno una "clave de bóveda"; no por eso deja de ser el "coronamiento" del edificio, y cabe señalar que reproduce su forma íntegra en modo reducido, como si todo el conjunto de la estructura estuviera así sintetizado en esa piedra única; la expresión "cabeza de ángulo", en sentido literal, le conviene perfectamente, así como el sentido figurado del nombre hebreo del "ángulo" para designar el "jefe" o "cabeza", tanto más cuanto que la pirámide, partiendo de la multiplicidad de la base para culminar gradualmente en la unidad de la cúspide, se toma a menudo como el símbolo de una jerarquía. Por otra parte, según lo que hemos explicado anteriormente acerca del vértice y los cuatro ángulos de la base en conexión con el significado de la palabra árabe rukn, podría decirse que la forma de la pirámide está contenida implícitamente en toda estructura arquitectónica; el simbolismo "solar" de esta forma, que hemos indicado en esa oportunidad, se encuentra aún más particularmente expresado en el pyramídion, como lo muestran diversas descripciones arqueológicas citadas por Coomaraswamy: el punto central o el vértice corresponde al sol mismo, y las cuatro caras (cada una comprendida entre dos "rayos" extremos que delimitan el dominio representado por ella) corresponden a otros tantos aspectos secundarios del mismo sol, en relación con los cuatro puntos cardinales, hacia los cuales las cuatro caras se orientan respectivamente. Pese a todo ello, no es menos verdad que el pyramídion constituye solamente un caso particular de "piedra angular" y no la representa sino en una forma tradicional especial, la de los antiguos egipcios; para responder al simbolismo judeocristiano de dicha piedra, que pertenece a otra forma tradicional sin duda alguna muy distinta de aquélla, le falta un carácter esencial, que es el de ser una "clave de bóveda". 498 SFCS LA "PIEDRA ANGULAR"

Debe señalarse, empero, en lo que concierne al simbolismo "constructivo", que la piedra fundamental de que acaba de hablarse no debe confundirse en modo alguno con la "piedra angular", puesto que ésta es el coronamiento del edificio, mientras que aquélla se sitúa en el centro de su base (Como esta "piedra fundamental" no es angular, su situacióín, en este respecto al menos, no puede dar lugar a confusiones, y por eso no hemos necesitado hablar de ello con motivo de la "piedra angular"); y, así colocada en el centro, difiere igualmente de la "piedra de fundación" en el sentido ordinario del término, la cual ocupa uno de los ángulos de la misma base. Hemos dicho que en las piedras de base de los cuatro ángulos había como un reflejo y una participación de la verdadera "piedra angular" o "piedra cimera"; aquí, también puede hablarse de reflejo, pero se trata de una relación más directa que en el caso precedente, pues la "piedra cimera" y la "piedra fundamental" en cuestión están situadas sobre la misma vertical, de modo que la segunda es como la proyección horizontal de la primera sobre el plano de la base (Esto corresponde a lo que ya hemos indicado acerca de la proyección horizontal de la pirámide, cuyo vértice se proyecta en el punto de intersección de las diagonales del cuadrado de base, es decir, en el centro mismo de este cuadrado. En la masonería operativa, la ubicación de un edificio se determinaba, antes de iniciarse la construcción, por el llamado "método de los cinco puntos", consistente en fijar primero los cuatro ángulos donde debían colocarse las cuatro primeras piedras, y después el centro, es decir —ya que la base era normalmente cuadrada o rectangular— el punto de intersección de sus diagonales; las estacas que señalaban esos cinco puntos se llamaban landmarks, y sin duda éste es el sentido primero y originario de ese término masónico); podría decirse que esta "piedra fundamental" sintetiza en sí, aun permaneciendo en el mismo plano que las piedras de los cuatro ángulos, los aspectos parciales representados por éstas (estando este carácter parcial expresado por la oblicuidad de las rectas que las unen a la sumidad del edificio). De hecho, la "piedra fundamental" del centro y la "piedra angular" son respectivamente la base y la cúspide del pilar axial, ya se encuentre éste figurado visiblemente, ya tenga una existencia solo "ideal"; en este último caso, la "piedra fundamental" puede ser una piedra de hogar o una de altar (lo que, por otra parte, es en principio la misma cosa), y de todos modos corresponde en cierto modo al corazón" mismo del edificio. 507 SFCS "LAPSIT EXILLIS"