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SCS: cuadrada

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

La interpretación del símbolo en el sentido de que figure un triple recinto nos parece muy exacta; y P. Le Cour, a este respecto, establece una relación con lo que Platón dice, hablando de la metrópoli de los Atlantes, ’al describir el palacio de Poseidón como edificado en el centro de tres recintos concéntricos vinculados por canales, lo que, en efecto, forma una figura análoga a la de que se trata, pero circular en vez de cuadrada. SFCS  : EL TRIPLE RECINTO DRUÍDICO

A este respecto, conviene señalar que entre las dos formas, circular y cuadrada, de la figura de los tres recintos existe un matiz importante de diferenciar: se refieren, respectivamente, al simbolismo del Paraíso terrestre y al de la Jerusalén celeste, según lo que hemos explicado en una de nuestras obras (Le Roi du Monde, cap. XI; sobre las relaciones entre el Paraíso terrestre y la Jerusalén celeste, véase también L’Ésotérisme de Dante  , cap. VIII). En efecto, hay siempre analogía y correspondencia entre el comienzo y el fin de un ciclo cualquiera; pero, en el fin, el círculo se reemplaza por el cuadrado, y esto indica la realización de lo que los hermetistas designaban simbólicamente como la "cuadratura del círculo" (Esta cuadratura no puede obtenerse en el "devenir" o en el movimiento mismo del ciclo, puesto que expresa la fijación resultante del "paso al límite", y, siendo todo movimiento cíclico propiamente indefinido, el límite no puede alcanzarse recorriendo sucesiva y analíticamente todos los puntos correspondientes a cada momento del desarrollo de la manifestación): la esfera, que representa el desarrollo de las posibilidades por expansión del punto primordial central, se transforma en un cubo cuando ese desarrollo ha concluido y el equilibrio final ha sido alcanzado por el ciclo que se considera (Sería fácil establecer aquí una relación con el símbolo masónico de la "piedra cúbica", que se refiere igualmente a la idea de terminación y perfección, es decir, a la realización de la plenitud de las posibilidades implicadas en determinado estado. (Cf. cap. XLVIII: "Piedra negra y piedra cúbica")). Para aplicar más particularmente estas observaciones a la cuestión que ahora nos ocupa, diremos que la forma circular debe representar el punto de partida de una tradición, tal como es el caso en lo que concierne a la Atlántida (Por otra parte, hay que dejar establecido que la tradición atlantea no es empero la tradición primordial para el presente Manvántara, y que no es sino secundaria con respecto a la tradición hiperbórea; solo relativamente se la puede tomar como punto de partida, en lo que concierne a determinado período, que no es sino una de las subdivisiones del Manvántara. (Manvántara: un ciclo total de "humanidad", dividido en 4 períodos, según la tradición hindú. (N. del T).)), y la forma cuadrada, su punto terminal, correspondiente a la constitución de una forma tradicional derivada de aquélla. En el primer caso, el centro de la figura sería entonces la fuente de la doctrina, mientras que en el segundo sería más propiamente su depósito, teniendo en tal caso la autoridad espiritual un papel sobre todo de conservación; pero, naturalmente, el simbolismo de la "fuente de enseñanza" se aplica a uno y otro caso (La otra figura que hemos reproducido supra (fig. 8) se presenta a menudo también con forma circular: es entonces una de las variedades más habituales de la rueda, y esta rueda de ocho rayos es en cierto sentido un equivalente del loto de ocho pétalos, más propio de las tradiciones orientales, así como la rueda de seis rayos equivale al lirio de seis pétalos (véanse nuestros artículos sobre "Le Chrisme et le Coeur dans les anciennes marques corporatives" y "L’idée du Centre dans les traditions antiques", en Reg., noviembre de 1925 y mayo de 1926 (en esta compilación, respectivamente, cap. L: "Los símbolos de la analogía", y VIII, con el mismo título citado))). SFCS: EL TRIPLE RECINTO DRUÍDICO

Desde el punto de vista del simbolismo numérico, ha de notarse aún que el conjunto de los tres cuadrados forma el duodenario. Dispuestos de otro modo (fig. 9), los tres cuadrados, a los cuales se agregan además cuatro líneas en cruz, constituyen la figura en la cual los antiguos astrólogos inscribían el Zodíaco (Las cuatro rectas en cruz están entonces situadas diagonalmente con respecto a los dos cuadrados extremos, y el espacio comprendido entre éstos, se encuentra dividido en doce triángulos rectángulos iguales); esta figura era considerada, por otra parte, como la de la Jerusalén celeste, con sus doce puertas, tres en cada costado; y existe una relación evidente con la significación que acabamos de indicar para la forma. cuadrada. Sin duda, cabría encarar aún muchas otras relaciones, pero creemos que estas pocas notas, por incompletas que sean, contribuirán ya a aportar alguna luz sobre la misteriosa cuestión del triple recinto druídico ( (Como complemento a este artículo, agregamos aquí la siguiente reseña, publicada por R. Guénon, en V. I., julio de 1929: "En Atlantis (número del 21 de abril), Paul Le Cour prosigue sus investigaciones sobre el símbolo de los tres recintos; reproduce un curioso documento que figura, desgraciadamente sin indicación de procedencia, en la obra del canónigo Edme Thomas sobre la catedral de Autun, y el cual se dice ser una representación de la ciudad gala de los eduos. En el mismo artículo se citan algunas reflexiones de L. Charbonneau-Lassay  , quien dice, especialmente, que no se sorprendería si los cristianos hubiesen hecho de ese símbolo una imagen de la Jerusalén celeste. Ahora bien; en el artículo que hemos dedicado el mes pasado a esta cuestión. indicábamos precisamente, por nuestra parte, algunas vinculaciones en el mismo sentido, y recordábamos que otra disposición de los tres cuadrados constituye una de las figuras habituales de la Jerusalén celeste. Nos complace señalar esta coincidencia, que por lo demás no nos sorprende, pues ya ha ocurrido harto a menudo que Charbonneau-Lassay y nosotros hayamos llegado, independientemente y por diferentes vías, a las mismas conclusiones acerca de muchos puntos concernientes al simbolismo")). SFCS: EL TRIPLE RECINTO DRUÍDICO

No podemos volver aquí sobre todas las cuestiones concernientes al Centro supremo, que hemos tratado más o menos completamente en otros lugares: su conservación, de un modo más o menos oculto según los períodos, desde el comienzo hasta el fin del ciclo, o sea desde el "Paraíso terrestre" hasta la "Jerusalén celeste", que representan las dos fases extremas; los múltiples nombres con los cuales se lo designa, como los de Tula, Lûz, Salêm, Agarttha; los diferentes símbolos que lo figuran, como la montaña, la caverna, la isla y muchos otros, en relación inmediata, por su mayor parte, con el simbolismo del "Polo" o del "Eje del Mundo". A estas figuraciones podríamos agregar también las que lo presentan como una ciudad, una ciudadela, un templo o un palacio, según el aspecto especial en que se lo encara; y ésta es la ocasión de recordar, al mismo tiempo que el Templo de Salomón, más directamente vinculado con nuestro tema, el triple recinto de que hemos hablado recientemente considerándolo como representación de la jerarquía iniciática de ciertos centros tradicionales (Ver nuestro artículo sobre "La triple enceinte druidique" (aquí, cap. X: "El triple recinto druídico"); hemos señalado allí, precisamente, la relación de esta figura, en sus dos formas: circular y cuadrada, con el simbolismo del "Paraíso terrestre" y de la "Jerusalén celeste"), y también el misterioso laberinto, que, en forma más compleja, se vincula con una concepción similar, con la diferencia de que pone en evidencia sobre todo la idea de un "encaminarse" hacia el centro escondido (El laberinto cretense es el palacio de Minos  , nombre idéntico al de Manu, y designación, por lo tanto, del legislador primordial. Por otra parte, puede comprenderse, por lo que aquí decimos, la razón de que el recorrido del laberinto trazado en el embaldosado de ciertas iglesias, en el Medioevo, fuera considerado como un sustituto de la peregrinación a Tierra Santa para quienes no podían realizarla; ha de recordarse que la peregrinación es una de las figuras de la iniciación, de suerte que la "peregrinación a Tierra Santa" es, en sentido esotérico, lo mismo que la "búsqueda de la Palabra perdida" o la "búsqueda del Santo Graal"). SFCS: LOS GUARDIANES DE TIERRA SANTA

Tales razones se fundan esencialmente en el hecho de que el plano tradicional de la ciudad es una imagen del Zodiaco; y se encuentra inmediatamente así la correspondencia de los puntos cardinales con las estaciones; en efecto, como lo hemos explicado en otra oportunidad, el solsticio de invierno, corresponde al norte, el equinoccio de primavera al este, el solsticio de verano al sur, y el equinoccio de otoño al oeste. En la división en "cuarteles" o "barrios", cada uno de éstos deberá, naturalmente, corresponder al conjunto formado por tres de los doce signos zodiacales: uno de los signos solsticiales o equinocciales, que pueden llamarse signos "cardinales", y los dos signos adyacentes a él. Habrá, pues, tres signos comprendidos en cada "cuadrante" si la forma del recinto es circular, o en cada lado si es cuadrangular; esta segunda forma es, por otra parte, más apropiada para una ciudad, porque expresa una idea de estabilidad que conviene a un establecimiento fijo y permanente, y también porque aquello de que se trata no es el Zodiaco celeste mismo, sino solo una imagen y como una suerte de proyección terrestre de él. A este respecto, recordaremos incidentalmente que, sin duda por razones análogas, los antiguos astrólogos trazaban sus horóscopos en forma cuadrada, en la cual cada lado estaba ocupado también por tres signos zodiacales; volveremos a encontrar esta disposición, además, en las consideraciones que siguen ( (Cf. figura 9, inserta en el cap. X)). SFCS: EL ZODIACO Y LOS PUNTOS CARDINALES

Si ahora nos remitimos a la descripción apocalíptica de la "Jerusalén celeste", es fácil ver que su plano reproduce exactamente el del campamento de los hebreos, del que acabamos de hablar; y, a la vez, ese plano es también idéntico a la figura horoscópica cuadrada que mencionábamos antes. La ciudad, que en efecto está construida en cuadrado, tiene doce puertas, sobre las cuales están escritos los nombres de las doce tribus de Israel; y esas puertas se reparten de la misma manera en los cuatro lados: "tres puertas a oriente, tres a septentrión, tres a mediodía y tres a occidente". Es evidente que las doce puertas corresponden igualmente a los doce signos del Zodiaco, y las cuatro puertas principales, o sea las situadas en el medio de los lados, a los signos solsticiales y equinocciales; y los doce aspectos del Sol referidos a cada uno de los signos, es decir, los doce Aditya de la tradición hindú, aparecen en la forma de los doce frutos del "Árbol de Vida", que, situado en el centro de la ciudad, "da su fruto cada mes", o sea precisamente según las posiciones sucesivas del Sol en el Zodiaco en el curso del ciclo anual. Por último, esta ciudad, que "desciende del cielo a la tierra", representa a las claras, en una de sus significaciones por lo menos, la proyección del "arquetipo" celeste en la constitución de la ciudad terrestre; y creemos que cuanto acabamos de exponer muestra suficientemente que dicho "arquetipo" está simbolizado esencialmente por el Zodíaco. SFCS: EL ZODIACO Y LOS PUNTOS CARDINALES

Por otra parte, el triángulo y el cuadrado contienen ambos cuatro líneas de puntos; es de notar, aunque esto no tenga en suma sino importancia secundaria, y únicamente para destacar mejor las concordancias de diferentes ciencias tradicionales, que las cuatro líneas de puntos se encuentran también en las figuras de la geomancia, las cuales, además, por las combinaciones cuaternarias de 1 y 2, son en número de 16=42; y la geomancia, como su nombre lo indica, está en relación especial con la tierra, que, según la tradición extremo-oriental, tiene por símbolo la forma cuadrada ( (Cf. La Grande Triade, cap. III. Ver además, en esta compilación, el cap. XXXIX: "El simbolismo de la cúpula", y los capítulos siguientes)). SFCS: LA TETRAKTYS Y EL "CUADRADO DE CUATRO"

Va de suyo que la significación "cósmica" de que acabamos de hablar puede realizarse de múltiples maneras, correspondientes a otros tantos puntos de vista, que darán nacimiento así a "tipos" arquitectónicos diferentes, algunos de los cuales estarán particularmente ligados a tal o cual forma tradicional; pero por el momento no tenemos que considerar sino uno de esos "tipos", que, por otra parte, aparece como uno de los más fundamentales y que también, por eso mismo, es uno de los más generalmente difundidos. Se trata de una estructura constituida esencialmente por una base de sección cuadrada (poco importa aquí que esta parte inferior tenga forma cúbica o más o menos alargada), coronada por un domo, o por una cúpula de forma más o menos rigurosamente hemisférica. Entre los ejemplos más característicos pueden citarse, con Coomaraswamy, el stûpa búdico, y también, agregaremos, la qubbah islámica, cuya forma es exactamente semejante (El destino de estos dos edificios es, por otra parte, igualmente similar, ya que el stûpa, originariamente por lo menos, estaba hecho para contener reliquias y la qubbah se eleva sobre la tumba de un walí (aproximadamente, ’santo’)); hay que incluir también, entre otros casos en que esa estructura no es tan netamente distinguible a primera vista, las iglesias cristianas en las cuales una cúpula está edificada sobre la parte central (Si la iglesia tiene en su conjunto la forma de una cruz latina, como ocurre más habitualmente, conviene observar que esa cruz puede obtenerse por el desarrollo de un cubo cuyas caras están rebatidas sobre el plano de la base (este punto se encuentra expresamente indicado en el simbolismo masónico del Royal Arch); la cara de la base, que naturalmente permanece en su posición primitiva, corresponde entonces a la parte central por encima de la cual se eleva la cúpula). Cabe señalar además que un arco, con sus dos pilares rectilíneos y la cimbra que reposa sobre ellos, no es en realidad sino la sección vertical de dicha estructura; y, en ese arco, la "clave de bóveda" que ocupa la sumidad corresponde evidente mente al punto más elevado del domo, sobre cuya significación propia volveremos luego (En ciertas figuraciones pertenecientes a la masonería del Royal Arch, la significación "celeste" del arco de bóveda está formalmente indicada por la representación en él de una parte del zodíaco, estando entonces situada en la "clave de bóveda" una de las puertas solsticiales; esta "puerta" debería normalmente, por lo demás, ser diferente según que el punto en cuestión se considere como una "entrada" o como una "salida", conforme a lo que antes hemos explicado). SFCS: EL SIMBOLISMO DE LA CÚPULA

Es fácil advertir, en primer lugar, que las dos partes de la estructura recién descripta figuran la tierra y el cielo, a los cuales corresponden respectivamente, en efecto, la forma cuadrada y la forma circular (o esférica, en una construcción de tres dimensiones); y, aunque esta correspondencia se encuentre indicada con mayor insistencia en la tradición extremo-oriental, está muy lejos de serle propia y exclusiva (En la iniciación masónica, el paso from square to arch (del cuadrado al arco) representa un paso "de la Tierra al Cielo" (de donde el término de exaltation para designar la admisión al grado de Royal Arch), es decir, del dominio de los "pequeños misterios" al de los "grandes misterios", con el doble aspecto sacerdotal y real para estos últimos, pues el título completo correspondiente es Holy (and) Royal Arch, aunque, por razones históricas que no hemos de examinar aquí, el "arte sacerdotal" haya acabado borrarse ante el "arte real". Las formas circular y cuadrada están aludidas también por el compás y la escuadra, que sirven para trazarlos respectivamente y que se asocian como símbolos de dos principios complementarios, según efectivamente lo son el Cielo y la Tierra (cf. Le Régne de la quantité et les signes des temps, cap. XX, y La Grande Triade., cap. III)). Puesto que acabamos de aludir a la tradición extremo-oriental, no carece de interés señalar a este respecto que en China la vestidura de los antiguos emperadores debía ser redonda por lo alto y cuadrada por lo bajo; esa vestidura, en efecto, tenía una significación simbólica (lo mismo que todas las acciones de su vida, reguladas siempre según los ritos), y esa significación era precisamente la misma que aquella cuya realización arquitectónica encaramos aquí (El Emperador mismo, así vestido, representaba al "Hombre verdadero", mediador entre el Cielo y la Tierra, cuyas respectivas potencias une en su propia naturaleza; y exactamente en este mismo sentido un maestro masón (que debería ser también un "Hombre verdadero" si hubiese realizado su iniciación de modo efectivo) "se encuentra siernpre entre la escuadra y el compás". Señalemos también, acerca de esto, uno de los aspectos del simbolismo de la tortuga: la parte inferior del caparazón, que es plana, corresponde a la Tierra, y la superior, que es arqueada en forma de cúpula, corresponde al Cielo; el animal mismo, entre ambas partes, figura al Hombre entre el Cielo y la Tierra, completando así la "Gran Tríada", que desempeña un papel especialmente importante en el simbolismo de las organizaciones iniciáticas taoístas (cf. La Grande Triade, cap. XVI)). Agreguemos en seguida que, si en ésta se considera la construcción íntegra como un "hipogeo", según a veces lo es en efecto, literalmente en ciertos casos y simbólicamente en otros, nos encontramos reconducidos al simbolismo de la caverna como imagen del "cosmos" en conjunto. SFCS: EL SIMBOLISMO DE LA CÚPULA

A esta significación general se agrega otra mas precisa aún: el conjunto del edificio, considerado de arriba abajo, representa el paso de la Unidad. principial (a la cual corresponde el punto central o la sumidad de la cúpula, de la cual toda la bóveda no es en cierto modo sino una expansión) al cuaternario de la manifestación elemental (La planta crucial de una iglesia es igualmente una forma cuaternaria; el simbolismo numérico permanece, pues, el mismo en este caso que en el de la base cuadrada); inversamente, si se la encara de abajo arriba, es el retorno de esa manifestación a la Unidad. A este respecto, Coomaraswamy recuerda, como dotado de la misma significacion, el simbolismo védico de los tres Rbhu, quienes, de la copa (pâtra) única de Tvashtr hicieron cuatro copas (y va de suyo, que la forma de la copa es hemisférica, como la del domo); el número ternario, que interviene aquí como intermediario entre el cuaternario y la Unidad, significa particularmente, en este caso, que solo por medio de las tres dimensiones del espacio el "uno" originario puede convertirse en "cuatro", lo que está figuraído exactamente por el símbolo de la cruz de tres dimensiones. El proceso inverso está representado igualmente por la leyenda del Buddha, quien, habiendo recibido cuatro escudillas de limosna de los Mahârâja de los cuatro puntos cardinales, hizo de ellas una sola, lo cual indica que, para el ser "unificado", el "Graal" (para emplear el término tradicional occidental, que designa evidentemente el equivalente de ese pâtra) es de nuevo único, como lo era en un principio, es decir, en el punto de partida de la manifestación cósmica (Con respecto a Tvashtri y los tres Rbhu (respectivamente el Constructor divino védico, literalmente ’Carpintero’, y los tres Artesanos divinos, literalmente ’los Hábiles’), considerados como una tríada de "artistas", notemes que, en las reglas establecidas por la tradición hindú para la construcción de un edificio, se encuentran en cierto modo los correspondientes de esos personajes en el arquitecto (sthápati) y sus tres compañeros o asistentes, el agrimensor (sûtragrâhi), el constructor (várdhakî) y el carpintero de obra (tákshaka); podrían también encontrarse los equivalentes de este ternario en la masonería, donde, ademas, en un aspecto "inverso", se convierte en el de los "malos compañeros" que matan a Hiram). SFCS: EL SIMBOLISMO DE LA CÚPULA

Volvemos a la cuestión del simbolismo, común a la mayoría de las tradiciones, de los edificios constituidos por una base de sección cuadrada coronada por un domo, o por una cúpula más o menos rigurosamente hemisférica. Las formas cuadradas o cúbicas se refieren a la tierra, y las formas circulares o esféricas al cielo; la significación de esas dos partes resulta inmediatamente de esto, y agregaremos que la tierra y el cielo no designan allí únicamente los dos polos entre los cuales se produce toda la manifestación, como ocurre particularmente en la Gran Tríada extremo-oriental, sino que comprenden también, como en el Tribhúvana hindú, los aspectos de esa manifestación misma que están más próximos, respectivamente, de dichos polos, y que, por esta razón, se denominan el mundo terrestre y el mundo celeste. Hay un punto sobre el cual hemos tenido oportunidad de insistir anteriormente, pero que merece tomarse en consideración: en cuanto el edificio representa la realización de un "modelo cósmico", el conjunto de su estructura, si se redujera exclusivamente a esas dos partes, sería incompleto en el sentido de que, en la superposición de los "tres mundos", faltaría un elemento correspondiente al "mundo intermedio". De hecho, este elemento existe también, pues el domo o la bóveda circular no puede reposar directamente sobre la base cuadrada, y para permitir el paso de uno a otra hace falta una forma de transición que sea, en cierto modo, intermedia entre el cuadrado y el círculo, forma que es generalmente la del octógono. SFCS: EL OCTÓGONO

En la construcción, la forma del octógono puede realizarse, naturalmente, de diferentes modos, y especialmente por medio de ocho pilares que soportan la bóveda; encontramos un ejemplo en China en el caso del Ming-tang (Cf. La Grande Triade, cap. XVI), cuyo "techo redondo está soportado por ocho columnas que reposan sobre una base cuadrada, como la tierra, pues, para realizar esta cuadratura del círculo, que va de la unidad celeste de la bóveda al cuadrado de los elementos terrestres, es menester pasar por el octógono, que se halla en relación con el mundo intermedio de las ocho direcciones, de las ocho puertas y de los ocho vientos" (Luc Benoist  , Art du monde, p. 90). El simbolismo de las "ocho puertas", que se menciona también en ese pasaje, se explica por el hecho de que la puerta es esencialmente un lugar de paso, y representa como tal la transición de un estado a otro, especialmente de un estado "exterior" a otro "interior", por lo menos relativamente, pues esa relación de lo "exterior" y lo "interior" es siempre comparable, por lo demás, en cualquier nivel que se sitúe, a la del mundo terreste y el mundo celeste. SFCS: EL OCTÓGONO

Acabamos de aludir a la forma de la "piedra angular", y es éste, en efecto, un punto particularmente importante: precisamente porque esta piedra tiene una forma especial y única, que la diferencia de todas las demás, no solo no puede encontrar su lugar en el curso de la construcción, sino que inclusive los constructores no pueden comprender cuál es su destino; si lo comprendieran, es evidente que no la rechazarían y se contentarían con reservarla hasta el final; pero se preguntan "lo que harán con la piedra", y, al no dar con respuesta satisfactoria, deciden, creyéndola inutilizable, "arrojarla entre los escombros" (to heave it over among the rubbish) (La expresión "to heave over" es bastante singular, y al parecer inusitada en ese sentido en inglés moderno; parecería poder significar ’levantar’ o ’elevar’, pero, según el resto de la frase citada, es claro que en realidad se aplica aquí al acto de "arrojar" la piedra rechazada). El destino de esa piedra no puede ser comprendido sino por otra categoría de constructores, que en ese estadio no intervienen aún: son los que han pasado "de la escuadra al compás" y, por esta distinción, ha de entenderse, naturalmente, la de las formas geométricas que esos instrumentos sirven respectivamente para trazar, es decir, la forma cuadrada y la circular, que de manera general simbolizan, como es sabido, la tierra y el cielo; aquí, la forma cuadrada corresponde a la parte inferior del edificio, y la forma circular a su parte superior, la cual, en este caso, debe estar constituida, pues, por un domo o una bóveda (Esta distinción es, en otros términos, la de la Square Masonry y la Arch Masonry, que, por sus respectivas relaciones con la "tierra" y el "cielo", o con las partes del edificio que las representan, están puestas aquí en correspondencia con los "pequeños misterios" y los "grandes misterios" respectivamente. (Véase cap. XXXIX, notas 4 y 5 (N. del T))). En efecto, la "piedra angular" es real y verdaderamente una "clave de bóveda" (keystone); A. Coomaraswamy dice que, para dar la verdadera significación de la expresión "se ha convertido en la cabeza del ángulo" (is become the head of the corner), podría traducírsela por is become the keystone of the arch, lo cual es perfectamente exacto; y así esa piedra, por su forma tanto como por su posición, es en efecto única en todo el edificio, como debe serlo para poder simbolizar el principio del que depende todo. Quizá cause asombro que esta representación del principio no se sitúe en la construcción sino en último lugar; pero puede decirse que la construcción en conjunto está ordenada con relación a ella (lo que San Pablo   expresa diciendo que "en ella todo el edificio se alza hasta ser templo santo en el Señor"), y en ella encuentra finalmente su unidad; hay aquí también una aplicación de la analogía, ya explicada por nosotros en otras oportunidades, entre el "pri mero" y el "último" o el "principio" y el "fin": la construcción representa la manifestación, en la cual el Principio no aparece sino como cumplimiento último; y precisamente en virtud de la misma analogía la "primera piedra" o "piedra fundamental" puede considerarse como un "reflejo" de la "última piedra", que es la verdadera "piedra angular". SFCS: LA "PIEDRA ANGULAR"

Encontramos otras indicaciones interesantes en las significaciones de la palabra árabe rukn, ’ángulo’, ’esquina’; esa palabra, como designa las extremidades de una cosa, es decir, sus partes más retiradas y, por consiguiente, más escondidas (recondita et abscondita, podría decirse en latín), toma a veces un sentido de ’secreto’ o ’misterio’; y, a este respecto, su plural arkàn es de vincular con el latín arcanum, que tiene igualmente el mismo sentido, y con el cual presenta una similitud notable; por lo demás, en el lenguaje de los hermetistas por lo menos, el empleo del término "arcano" ha sido influido ciertamente de modo directo por esa palabra árabe (Podría resultar de interés investigar si puede existir un parentesco etimológico real entre la palabra árabe y la latina, incluso en el uso antiguo de esta última (por ejemplo, en la disciplina arcani de los cristianos de los primeros tiempos), o si se trata solo de una "convergencia" producida solo ulteriormente, entre los hermetistas medievales). Además, rukn significa también ’base’ o ’fundamento’, lo que nos reconduce a la corner-stone entendida como la "piedra fundamental"; en la terminología alquímica, el-arkàn, cuando esta designación se emplea sin precisar más, son los cuatro elementos, es decir, las "bases" sustanciales de nuestro mundo, asimilados así a las piedras de base de los cuatro ángulos de un edificio, pues sobre ellos se construye en cierto modo todo el mundo corpóreo (representado también por la forma cuadrada) (Esta asimilación de los elementos a los cuatro ángulos de un cuadrado está también en relación, naturalmente, con la correspondencia que existe entre esos elementos y los puntos cardinales); y por aquí llegamos también directamente al simbolismo que ahora nos ocupa. En efecto, no hay solamente esos cuatro arkàn o elementos "básicos", sino además un quinto rukn, el quinto elemento o "quintaesencia" (es decir el éter, el-athîr); éste no está en el mismo "plano" que los otros, pues no es simplemente una base, como ellos, sino el principio mismo de este mundo (Estaría en el mismo plano (en su punto central) si este plano se tomara como representación de un estado de existencia íntegro; pero no siempre es el caso aquí, pues el edificio total es una imagen del mundo. Observemos, a este respecto, que la proyección horizontal de la pirámide a que nos referíamos más arriba está constituida por el cuadrado de la base con sus diagonales, y las aristas laterales se proyectan según las diagonales y el vértice en el punto de encuentro de estos elementos, o sea en el centro mismo del cuadrado); será representado, pues, por el quinto "ángulo" del edificio, que es su sumidad; y a este "quinto", que es en realidad el "primero", conviene, propiamente la designación de ángulo supremo, de ángulo por excelencia o "ángulo de los ángulos" (rukn el-arkàn), puesto que en él la multiplicidael de los demás ángulos se reduce a la unidad (En el sentido de "misterio", que hemos indicado, rukn el-arkàn equivale a sirr el-asrâr (’misterio de los misterios’, ’misterio supremo’), representado, según lo hemos explicado en otra oportunidad, por el extremo superior de la letra álif; como el álif mismo figura el "Eje del Mundo", esto, según se verá en seguida, corresponde con toda exactitud a la posición de la keystone). Puede observarse aún que la figura geométrica obtenida reuniendo esos cinco ángulos es la de una pirámide de base cuadrangular: las aristas laterales de la pirámide emanan de su vértice como otros tantos rayos, así como los cuatro elementos ordinarios, que están representados por los extremos inferiores de esas aristas, proceden del quinto y son producidos por él; y también en el sentido de las aristas, que intencionalmente hemos asimilado a rayos por esta razón (y también en virtud del carácter "solar" del punto de que parten, según lo que hemos dicho respecto del "ojo" del domo), la "piedra angular" de la sumidad se "refleja" en cada una de las "piedras fundamentales" de los cuatro ángulos de la base. Por último, en lo que acabamos de decir está la indicación bien neta de una correlación entre el simbolismo alquímico y el simbolismo arquitectónico, lo que se explica por su común carácter "cosmológico", es también éste un punto importante, sobre el cual hemos de volver con motivo de otras relaciones del mismo orden. SFCS: LA "PIEDRA ANGULAR"

Debe señalarse, empero, en lo que concierne al simbolismo "constructivo", que la piedra fundamental de que acaba de hablarse no debe confundirse en modo alguno con la "piedra angular", puesto que ésta es el coronamiento del edificio, mientras que aquélla se sitúa en el centro de su base (Como esta "piedra fundamental" no es angular, su situacióín, en este respecto al menos, no puede dar lugar a confusiones, y por eso no hemos necesitado hablar de ello con motivo de la "piedra angular"); y, así colocada en el centro, difiere igualmente de la "piedra de fundación" en el sentido ordinario del término, la cual ocupa uno de los ángulos de la misma base. Hemos dicho que en las piedras de base de los cuatro ángulos había como un reflejo y una participación de la verdadera "piedra angular" o "piedra cimera"; aquí, también puede hablarse de reflejo, pero se trata de una relación más directa que en el caso precedente, pues la "piedra cimera" y la "piedra fundamental" en cuestión están situadas sobre la misma vertical, de modo que la segunda es como la proyección horizontal de la primera sobre el plano de la base (Esto corresponde a lo que ya hemos indicado acerca de la proyección horizontal de la pirámide, cuyo vértice se proyecta en el punto de intersección de las diagonales del cuadrado de base, es decir, en el centro mismo de este cuadrado. En la masonería operativa, la ubicación de un edificio se determinaba, antes de iniciarse la construcción, por el llamado "método de los cinco puntos", consistente en fijar primero los cuatro ángulos donde debían colocarse las cuatro primeras piedras, y después el centro, es decir - ya que la base era normalmente cuadrada o rectangular - el punto de intersección de sus diagonales; las estacas que señalaban esos cinco puntos se llamaban landmarks, y sin duda éste es el sentido primero y originario de ese término masónico); podría decirse que esta "piedra fundamental" sintetiza en sí, aun permaneciendo en el mismo plano que las piedras de los cuatro ángulos, los aspectos parciales representados por éstas (estando este carácter parcial expresado por la oblicuidad de las rectas que las unen a la sumidad del edificio). De hecho, la "piedra fundamental" del centro y la "piedra angular" son respectivamente la base y la cúspide del pilar axial, ya se encuentre éste figurado visiblemente, ya tenga una existencia solo "ideal"; en este último caso, la "piedra fundamental" puede ser una piedra de hogar o una de altar (lo que, por otra parte, es en principio la misma cosa), y de todos modos corresponde en cierto modo al corazón" mismo del edificio. SFCS: "LAPSIT EXILLIS"

Hemos tenido que señalar a veces, ocasionalmente, las diversas fantasías lingüísticas a que ha dado lugar el nombre de Cibeles; no volveremos sobre ellas, que están con harta evidencia desprovistas de todo fundamento y no se deben sino a la imaginación excesiva de algunos (No nos referiremos, pues, a la asimilación de Cibeles a una "cavale" (’yegua’), ni a la relación que ha querido establecerse con la designación de la "caballería", así como tampoco a otra, no menos imaginaria, con la "Cábala"), y solamente encararemos algunas conexiones que pueden parecer más serias a primera vista, aunque sean igualmente injustificadas. Así, hemos visto enunciada recientemente la suposición de que Cibeles (Kybélê) "parece tomar su nombre" del árabe qubbah, porque aquélla "era adorada en las grutas" a causa de su carácter "ctonio". Esta pretendida etimología tiene dos defectos, uno solo de los cuales bastaría para descartarla: en primer lugar, como otra de la que hablaremos en seguida, no tiene en cuenta sino las dos primeras letras (consonantes) de la raíz del nombre de Cibeles, la cual contiene tres, y va de suyo que esa tercera letra no es más desdeñable que las otras; además, esa hipótesis no reposa sino sobre un puro y simple contrasentido. En efecto, qubbah no ha significado nunca "bóveda, sala abovedada, cripta", como lo cree el autor de la hipótesis; esa palabra designa una cúpula o un domo, cuyo simbolismo, precisamente, es "celeste" y no "terrestre", y por lo tanto exactamente opuesto al carácter atribuido a Cibeles o a la "Gran Madre". Como lo hemos explicado en otros estudios, la cúpula corona un edificio de base cuadrada, y por lo tanto de forma generalmente cúbica, y esa parte cuadrada o cúbica es la que, en el conjunto así constituido, tiene un simbolismo "terreste"; esto nos lleva directamente a examinar otra hipótesis formulada bastante a menudo sobre el origen   del nombre de Cibeles, hipótesis de importancia más particular para lo que nos proponemos actualmente. SFCS: PIEDRA NEGRA Y PIEDRA CÚBICA

Así, pues, el sol, o más bien lo que él representa en el orden principial (pues va de suyo que se trata en realidad del "Sol espiritual") (Coomaraswamy emplea a menudo la expresión "Supernal Sun", ’Sol Superno’. (La nota del autor, después del término inglés, agrega: "que no nos parece posible traducir exacta y literalmente en francés", donde, efectivamente, no hay derivado del latín supernus. (N. del T))), es verdaderamente, en tanto que "Ojo del Mundo", la "puerta del Cielo", Ianua Caeli, descripta también en términos variados como un "ojo" (Ver "Le ’trou de l’aiguille’" (aquí, cap. LV: "El ojo de la aguja")), como una "boca" (Volveremos más particularmente sobre este punto (en el capítulo siguiente)), o también como el cubo de la rueda de un carro; la significacioón axial de este último símbolo es, por lo demás, evidente (Las dos ruedas del "carro cósmico", situadas en los dos extremos del eje (que es entonces el Eje del Universo), son el cielo y la tierra (ver "Le dóme et la roue" (aquí. cap. XL: "La cúpula y la rueda")); se trata, naturalmente, de la rueda "celeste"). Empero, cabe establecer aquí una distinción, para evitar lo que, para algunos por lo menos, podría dar lugar a confusiones: hemos dicho, en efecto, en otras oportunidades, con motivo del aspecto lunar del simbolismo de Jano (o, más exactamente, de Ianus-Iana, identificado, con Lunus-Luna), que la Luna es a la vez Ianua Caeli y Ianua Inferni; en este caso, en lugar de las dos mitades, ascendente y descendente, del ciclo anual, sería necesario, naturalmente, para establecer una correspondencia análoga (Análoga, decimos, pero no equivalente, pues, aun en el caso del pitrîyâna, jamás puede decirse que el sol sea Ianua Inferni), considerar las dos mitades, creciente y decreciente, de la lunación o del ciclo mensual. Ahora bien; si el sol y la luna pueden considerarse ambos como Ianua Caeli, ello se debe a que, en realidad, el cielo no ha sido tomado en igual sentido en ambos casos: de modo general, en efecto, el término "cielo" puede emplearse para designar todo lo que se refiere a los estados suprahumanos; pero es evidente, que ha de establecerse una gran diferencia entre aquellos de esos estados que pertenecen aún al cosmos (Son, propiamente, los estados de manifestación no-formal; debe considerarse que el Cosmos comprende toda la manifestación. tanto no-formal como formal, mientras que lo que está más allá del Cosmos es lo nomanifestado) y lo que, al contrario, está más allá del cosmos mismo. En lo que concierne a la "puerta solar", se trata del cielo que puede denominarse supremo o "extracósmico"; en cambio, en lo que concierne a la "puerta lunar", se trata solo del svarga, es decir, de aquel de los tres mundos que, aun siendo el más elevado, está empero comprendido en el cosmos lo mismo que los otros dos. Para volver a la consideración del más alto de los tres ladrillos perforados del altar védico, puede decirse que la "puerta solar" se sitúa en su cara superior (que es la verdadera sumidad del edificio en conjunto), y la "puerta lunar" en su cara inferior, pues ese ladrillo mismo representa el svarga; por otra parte, la esfera lunar está descripta, efectivamente, como tocando la parte superior de la atmósfera o mundo, intermediario (antariksha), representada aquí por el ladrillo del medio (Este mundo intermedio y la tierra (Bhûmi) pertenecen ambos al dominio del estado humano, del cual constituyen respectivamente, las modalidades sutil y burda o densa (grossière); por eso, como lo observa exactamente Coomaraswamy al señalar la correspondencia del simbolismo védico de los ladrillos perforados con el de los jades rituales pi y tsung de la tradición china que representan respectivamente el cielo y la tierra, el pi, que es un disco perforado en el centro, corresponde al ladrillo superior, mientras que el tsung, con forma de cilindro hueco por dentro y de paralelepípedo de base cuadrada por fuera debe considerarse como correspondiente al conjunto de los otros dos ladrillos, estando entonces el dominio humano total figurado por un solo objeto). Puede decirse entonces en los términos de la tradición hindú, que la "puerta lunar" da acceso al Indra-loka (ya que Indra es el regente del svarga) y la "puerta solar" al Brahma-loka; en las tradiciones de la Antigüedad occidental, al Indra-loka corresponde el "Elíseo" y al Brahma-loka el "Empíreo", siendo el primero "intracósmico" y "extracósmico" el segundo; y debemos agregar que solo la "puerta solar" es propiamente la "puerta estrecha" de que hemos hablado antes, por la cual el ser, saliendo del cosmos y estando por consiguiente definitivamente liberado de las condiciones de toda existencia manifestada, pasa verdaderamente "de la muerte a la inmortalidad". SFCS: IANUA CAELI