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SCS: Caballeros de la Tabla redonda

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Entre las localidades, a menudo difíciles de identificar, que desempeñan un papel en la leyenda del Santo Graal, algunos dan muy particular importancia a Glastonbury, que sería el lugar donde se estableció José de Arimatea después de su llegada a Gran Bretaña, y donde se han querido ver muchas otras cosas más, según diremos más adelante. Sin duda, hay en ello asimilaciones más o menos cuestionables, algunas de las cuales parecen implicar verdaderas confusiones; pero pudiera ser que para esas confusiones. mismas hubiese algunas razones no desprovistas de interés desde el punto de vista de la "geografía sagrada" y de las localizaciones sucesivas de ciertos centros tradicionales. Es lo que tenderían a indicar los singulares descubrimientos expuestos en una obra anónima recientemente publicada (A Guide to Glastonbury’s Temple of the Stars, its giant effigies described from air views, maps, and from "The High History of the Holy Graal" John M. Watkins, Londres), algunos de cuyos puntos impondrían quizá ciertas reservas - por ejemplo en lo que concierne a la interpretación de nombres de lugares cuyo origen   es, con más verosimilitud, bastante reciente -, pero cuya parte esencial, con los mapas que la apoyan, difícilmente podría ser considerada como puramente fantasiosa. Glastonbury y la vecina región de Somerset habrían constituido, en época muy remota, que puede llamarse "prehistórica", un inmenso "templo estelar" determinado por el trazado en el suelo de efigies gigantescas que representaban las constelaciones y estaban dispuestas en una figura circular, especie de imagen de la bóveda celeste proyectada en la superficie terrestre. Se trataría de un conjunto de trabajos que, en suma, recordarían a los de los antiguos mound-builders de América del Norte; la disposición natural de los ríos y las colinas, por otra parte, podría haber sugerido ese trazado, lo cual indicaría que el sitio no se eligió arbitrariamente, sino en virtud de cierta "predeterminación"; ello no quita que, para completar y perfeccionar ese diseño, haya sido necesario lo que llama el autor "un arte fundado en los principios de la geometría" (Esta expresión está visiblemente destinada, a dar a entender que la tradición a que pertenecía ese arte se ha continuado en lo que llegó a ser luego la tradición masónica). Si esas figuras han podido conservarse de modo de ser aún hoy reconocibles, se supone que ha de haber sido porque los monjes de Glastonbury, hasta la época de la Reforma, las conservaron cuidadosamente, lo que implica que debían haber mantenido el conocimiento de la tradición heredada de sus lejanos predecesores, los druidas, y sin duda otras aún anteriores a éstos, pues, si las deducciones sacadas de la posición de las constelaciones representadas son exactas, el origen de tales figuras se remontaría a cerca de tres mil años antes de la era cristiana (Parecería también, según diversos indicios, que los Templarios han tenido parte en esta conservación, lo que sería conforme a su supuesta conexión con los "Caballeros de la Tabla redonda" y al papel de "guardianes del Graal" que se les atribuye. Por otra parte, es de notar que los establecimientos del Temple parecen haber estado situados frecuentemente en la cercanía de lugares donde se encuentran monumentos megalíticos u otros vestigios prehistóricos, y acaso haya de verse en esto algo más que una simple coincidencia). LA TIERRA DEL SOL

En su conjunto, la figura circular de que se trata es un inmenso Zodíaco, en el cual el autor quiere ver el prototipo de la "Tabla redonda"; y, en efecto, ésta, en torno de la cual se sientan doce personajes principales, está real y verdaderamente vinculada con una representación del ciclo zodiacal; pero esto no significa en modo alguno que esos personajes no sean sino las constelaciones, interpretación demasiado "naturalista", pues lo cierto es que las constelaciones mismas no son más que símbolos, y conviene también recordar que esa constitución "zodiacal" se encuentra de modo muy general en los centros espirituales correspondientes a formas tradicionales diversas (Ver Le Roi du Monde, cap. V). Así, nos parece harto dudoso que todas las historias concernientes a los "Caballeros de la Tabla redonda" y la "búsqueda del Graal" puedan no ser nada más que una descripción "dramatizada", si así puede decirse, de las efigies estelares de Glastonbury y de la topografía de la comarca; pero el que presenten una correspondencia con éstas es algo tanto menos inverosímil cuanto que, en el fondo, está en entera conformidad con las leyes generales del simbolismo; y ni aun habría razón de asombrarse si tal correspondencia fuera lo bastante precisa para verificarse hasta en los detalles secundarios de la leyenda, asunto que, por lo demás, no nos proponemos examinar aquí. LA TIERRA DEL SOL

Hechas estas observaciones generales, debe reconocerse que, entre las múltiples sociedades secretas norteamericanas habría que establecer muchas distinciones; sería un grave error imaginarse que todas tienen el mismo carácter y tienden al mismo objetivo. Hay algunas que se declaran específicamente católicas, como los "Caballeros de Colón"; también las hay judías, pero sobre todo protestantes; e inclusive en las que son neutras desde el punto de vista religioso, es a menudo preponderante el influjo del protestantismo. Es ésta una razón para desconfiar: la propaganda protestante es insinuante en extremo y adopta todas las formas para adaptarse a los diversos medios donde quiere penetrar; no es de sorprenderse, pues, si se ejerce de modo más o menos disimulado, bajo la cobertura de asociaciones como las mencionadas. EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZON