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Perenialistas Cinco Elementos

sexta-feira 29 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Cosmologia — Perenialistas — Cinco Elementos
CINCO ELEMENTOS
René Guénon: LAS CONDICIONES DE LA EXISTENCIA CORPORAL; LA TEORÍA HINDÚ DE LOS CINCO ELEMENTOS
Los cinco elementos del mundo físico son [1], como se sabe, el Éter (Akâsha), el Aire (Vâyu), el Fuego (Tejas), el Agua (Apa) y la Tierra (Prithvî); el orden en el cual son enumerados es aquel de su desarrollo, conforme a la enseñanza del Veda   [2]. A menudo se ha querido asimilar los elementos a los diferentes estados o grados de condensación de la materia física, produciéndose a partir del Éter primordial homogéneo, que ocupa toda la extensión, uniendo entre sí todas las partes del mundo corporal; desde este punto de vista, se hace corresponder, yendo de lo más denso a lo más sutil, es decir, en el orden inverso al de su diferenciación, la Tierra con el estado sólido, el Agua con el estado líquido, el Aire con el estado gaseoso, y el Fuego con un estado aún más rarificado, semejante al "estado radiante" recientemente descubierto por los físicos y estudiado actualmente por ellos, con ayuda de sus especiales métodos de observación y experimentación. Este punto de vista encierra sin duda una parte de verdad, pero es demasiado sistemático, es decir, está demasiado estrictamente particularizado, y el orden que establece entre los elementos difiere del anterior en un punto, pues sitúa al Fuego antes del Aire e inmediatamente después del Éter, como si fuera el primer elemento en diferenciarse en el seno del medio cósmico original. Por el contrario, según la enseñanza conforme a la doctrina ortodoxa, es el Aire el primer elemento, y este Aire, elemento neutro (que no contiene más que en potencia la dualidad activo-pasivo), produce en sí mismo, al diferenciarse por polarización (haciendo pasar esa dualidad de la potencia al acto), el Fuego, elemento activo, y el Agua, elemento pasivo (o podría decirse "reactivo", es decir, que actúa de modo reflejo, correlativamente a la acción en modo espontáneo del elemento complementario), cuya acción y reacción recíproca da nacimiento (por una especie de cristalización o de precipitación residual) a la Tierra, "elemento final" de la manifestación corporal. Podríamos considerar más exactamente a los elementos como diferentes modalidades vibratorias de la materia física, modalidades en las cuales se hace sucesivamente perceptible (en una sucesión puramente lógica, evidentemente) [3] a cada uno de los sentidos de nuestra individualidad corporal; por otra parte, todo esto será suficientemente explicado y justificado en las consideraciones que expondremos a continuación.

QUATRO ELEMENTOS
Titus Burckhardt  : ALQUIMIA  
...el conocimiento de los cuatro elementos, que tan importante papel desempeñan en la alquimia: estos elementos no son componentes químicos de las cosas, sino definiciones cualitativas fundamentales de la «materia» en sí, de manera que en vez de decir tierra, agua, aire y fuego, se puede hablar también de la condición sólida, líquida, gaseosa o ígnea de la materia. La verificación analítica de la composición del agua, la cual nos dice que ésta consiste en dos partes de hidrógeno y una de oxígeno, no da ningún indicio sobre la esencia del elemento agua. Por el contrario, esta información, que puede obtenerse sólo de forma indirecta y, hasta cierto punto, abstracta, oculta la propiedad esencial «agua»; en todo caso establece, en un plano determinado, la realidad de la que se trata, mientras que la experiencia directa y sensorial del elemento despierta un eco que resuena en todos los planos del conocimiento, desde el corporal hasta el espiritual.

Julius Evola  : A TRADIÇÃO HERMÉTICA

E quando a sensibilidade psíquica para as forças profundas da natureza começa a debilitar-se em épocas mais tardias, então, para prevenir o equívoco, nas expressões da tradição hermética tornou-se comum a distinção entre os «elementos vulgares» e «mortos» por um lado, e, pelo outro, os vivos, que são os «nossos elementos» («nossos» referia-se àqueles que tinham conservado o estado espiritual a que correspondia a tradição): a «nossa» Água, o «nosso» Fogo, o «nosso» Mercúrio, etc. —não «os do vulgo», os «comuns» —, era uma gíria para significar que se tratava de elementos (fisicamente) invisíveis, ocultos, «mágicos», conhecidos apenas pelos «Sábios», porquanto «todos os temas escondidos»; que se tratava daqueles «elementantes» que devem ser conhecidos em nós e não dos que são sensíveis, terrestres, impuros, que são modificações da matéria física. Os quatro Elementos de que todas as coisas participam — diz Flamel — «não são aparentes à vista, conhecem-se pelos seus efeitos». O Ar e o Fogo, de que fala Bernardo_Trevisano, são «tênues e espirituais» e «não podem ser vistos com os olhos do corpo»; o seu Enxofre, Arsênico e Mercúrio «não são o que o vulgo pensa» e que «os farmacêuticos vendem», mas sim «os espíritos mencionados pelos Filósofos».
(...)
Mas, noutro dos seus aspetos, a Cruz leva-nos também do Dois ao Quatro, através dos quatro segmentos ou raios, determinados pela interseção. A Cruz é então a Cruz dos Quatro Elementos: Fogo em cima, Terra em baixo, à direita o Ar e à esquerda a Água. O estado de quietude e petrificação, que é o mistério do Sal, conduz-nos para além dele mesmo, como Fogo e Água, aos signos que hermeticamente dão os outros elementos: A Terra é uma prisão, uma síncope da direção de «queda» própria da Água ∇; e o Ar, analogamente, é uma prisão, uma síncope da direção do fogo Δ. Desta maneira, pois, dos Dois, através do Terceiro (o Sal), originam-se os Quatro — a Tétrada dos Elementos:

Fogo Δ, Água ∇, Terra, Ar

Segundo este aspecto do símbolo, o ponto central da Cruz exprime o ponto de unidade dos quatro Elementos, o originário anterior e superior às suas quatro diferenciações, dadas pelas quatro direções: exprime, portanto, a Quinta-essência, o princípio incorruptível e simples que, segundo a tradição, seria o substrato, o princípio da vida e vínculo recíproco de tudo quanto se forma por via dos quatro elementos.


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[1Cada uno de estos elementos primitivos es llamado bhûta, de bhû, "ser", más particularmente en el sentido de "subsistir"; este término bhûta implica entonces una determinación substancial, lo que corresponde, en efecto, a la idea de elemento corporal.

[2El origen del Éter y del Aire, no mencionado en el texto del Veda donde se describe la génesis de los otros tres elementos (Chândogya Upanishad) está indicado en otro pasaje Taittiriya_Upanishad).

[3En efecto, no podemos pensar en modo alguno en realizar una concepción del género de la estatua ideal imaginada por Condillac en su Traité des sensations.