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Obras: Fuego

sexta-feira 2 de fevereiro de 2024

  

Después de la consciencia individual ( ahankâra ), la enumeración de los tattwas del Sânkhya conlleva, en el mismo grupo de las "producciones productivas", los cinco tanmâtras, determinaciones elementales sutiles, y por consiguiente incorporales y no perceptibles exteriormente, que son, de una manera directa, los principios respectivos de los cinco bhûtas o elementos corporales y sensibles, y que tienen su expresión definida en las condiciones mismas de la existencia individual en el grado donde se sitúa el estado humano. La palabra tanmâtra significa literalmente una "asignación" ( mâtra, medida, determinación ) que delimita el dominio propio de una cierta cualidad ( tad o tat, pronombre neutro, "eso", tomado aquí en el sentido de "quididad", como el árabe dhât ) ( Hay lugar a destacar que estas palabras tat y dhât son fonéticamente idénticas entre sí, y que lo son también al inglés that, que tiene el mismo sentido. ) en la Existencia universal; pero éste no es el lugar de entrar en desarrollos más amplios sobre este punto. Diremos solamente que los cinco tanmâtras se designan habitualmente por los nombres de las cualidades sensibles: auditiva o sonora ( shabda ), tangible ( sparsha ), visible ( rûpa, con el doble sentido de forma y color ), gustativa ( rasa ), olfativa ( ghanda ); pero estas cualidades no pueden considerarse aquí más que en el estado principial, en cierto modo, y "no desarrollado", puesto que es solo por los bhûtas como serán manifestadas efectivamente en el orden sensible; y la relación de los tanmâtras con los bhûtas es, en su grado relativo, análoga a la relación de la "esencia" con la "substancia", de suerte que se podría dar bastante justamente a los tanmâtras la denominación de "esencias elementales" ( NA: Es en un sentido muy próximo a esta consideración de los tanmâtras como Fabre d’Olivet  , en su interpretación del Génesis ( La lengua hebraica restituida ), emplea la expresión de "elementización inteligible". ). Los cinco bhûtas son, en el orden de su producción o de su manifestación ( orden correspondiente al que acaba de indicarse para los tanmâtras, puesto que a cada elemento pertenece en propiedad una cualidad sensible ), el Éter ( Âkâsha ), el Aire ( Vayû ), el Fuego ( Têjas ), el Agua ( Ap ) y la Tierra ( Prithwî o Prithivî ); y es de ellos de lo que está formada toda la manifestación grosera o corpórea. 3168 HDV VIII

Esta forma sutil ( donde reside después de la muerte el ser que permanece así en el estado individual humano ) es ( por comparación con la forma corporal o grosera ) imperceptible a los sentidos en cuanto a sus dimensiones ( es decir, porque está fuera de la condición espacial ) e igualmente en cuanto a su consistencia ( o a su substancia propia, que no está constituida por una combinación de los elementos corporales ); por consiguiente, ella no afecta a la percepción ( o a las facultades externas ) de aquellos que están presentes cuando se separa del cuerpo ( después de que el "alma viva" se ha retirado de él ). Tampoco es alcanzada por la combustión u otros tratamientos que sufra el cuerpo después de la muerte ( que es el resultado de esta separación, por el hecho de la cual ninguna acción de orden sensible puede ya tener repercusión sobre esta forma sutil, ni sobre la consciencia individual que, al permanecer ligada a ésta, ya no tiene ninguna relación con el cuerpo ). Es sensible solo por su calor animador ( su cualidad propia en tanto que se asimila al principio ígneo ) ( Como lo hemos indicado más atrás, este calor animador, representado como un fuego interno, se identifica a veces a Vaishwânara, considerado en este caso, ya no como la primera de las condiciones de Âtmâ de las que hemos hablado, sino como el "Regente del Fuego", así como lo veremos todavía más adelante; Vaishwânara es entonces uno de los nombres de Agni, de quien designa una función y un aspecto particulares. ) mientras habita con la forma grosera, que deviene fría ( y por consiguiente inerte en tanto que conjunto orgánico ) en la muerte, desde que la ha abandonado ( mientras que las demás cualidades sensibles de esta forma corporal subsisten todavía sin cambio aparente ), y que era calentada ( y vivificada ) por ella mientras hacía de ella su morada ( puesto que es en la forma sutil donde reside propiamente el principio de la vida individual, de suerte que es solo por comunicación de sus propiedades por lo que el cuerpo puede decirse también vivo, en razón del lazo que existe entre estas dos formas en tanto que son la expresión de estados del mismo ser, es decir, precisamente hasta el instante mismo de la muerte ). 3382 HDV XIX

La continuación del viaje simbólico cumplido por el ser en su proceso de liberación gradual, desde la terminación de la arteria coronaria ( sushumnâ ), que comunica constantemente con un rayo de Sol espiritual, hasta su destino final, se efectúa siguiendo la Vía que está marcada por el trayecto de este rayo recorrido en sentido inverso ( según su dirección refleja ) hasta su fuente, que es este destino mismo. Sin embargo, si se considera que una descripción de este género puede aplicarse a los estados póstumos recorridos sucesivamente, por una parte, por los seres que obtendrán la "Liberación" a partir del estado humano, y, por otra, por aquellos que, después de la reabsorción de la individualidad humana, tendrán que pasar, al contrario, a otros estados de manifestación individual, deberá haber dos itinerarios diferentes correspondientes a estos dos casos: en efecto, se dice que los primeros siguen la "Vía de los Dioses" ( devâ-yâna ), mientras que los segundos siguen la "Vía de los Ancestros" ( pitriyâna ). Estos dos itinerarios simbólicos están resumidos en el pasaje siguiente de la Bhagavad-Gîtâ: "Yo voy a enseñarte, oh Bhârata, en cuáles momentos aquellos que tienden a la Unión ( sin haberla realizado efectivamente ) abandonan la existencia manifestada, ya sea sin retorno, ya sea para volver a ella de nuevo. Fuego, luz, día, luna creciente, semestre ascendente del sol hacia el norte, es bajo estos signos luminosos como van a Brahma los hombres que conocen a Brahma. Humo, noche, luna decreciente, semestre descendente del sol hacia el sur, es bajo estos signos de sombra como van a la Esfera de la Luna ( literalmente: "alcanzan la luz lunar" ) para volver de nuevo a continuación ( a nuevos estados de manifestación ). Estás son las dos Vías permanentes, una clara, la otra obscura, del mundo manifestado ( jagat ); por una no hay retorno ( de lo no manifestado a lo manifestado ); por la otra se vuelve de nuevo atrás ( a la manifestación )" ( Bhagavad-Gîtâ, VIII, 23 a 26. ). 3412 HDV XXI

Según el simbolismo védico, tal como le encontramos en varios textos de las Upanishads   ( Chhândogya Upanishad, 4 Prapâthaka, 15 Khanda, shrutis 5 y 6, y 5 Prapâthaka, 10 Khanda, shrutis 1 y 2; Kaushîtakî Upanishad, 1er Adhyâya, Shruti 3; Brihad-Âranyaka Upanishad, 5 Adhyâya, 10 Brâhmana, shruti 1, y 6 Adhyâya, 2 Brâhmana, shruti 15. ), el ser que cumple el dêva-yâna, al abandonar la Tierra ( Bhû, es decir, el mundo corporal o el dominio de la manifestación grosera ), es conducido primero a la luz ( archis ), por la cual es menester entender aquí el Reino del Fuego ( Têjas ), cuyo Regente es Agni, llamado también Vaishwânara, en una significación especial de este nombre. Por lo demás, es menester destacar bien que, cuando encontramos en la enumeración de estas etapas sucesivas la designación de los elementos, ésta no puede ser más que simbólica, puesto que los bhûtas pertenecen todos propiamente al mundo corporal, que está representado todo entero por la Tierra ( la cual, en tanto que elemento, es Prithwî ); así pues, se trata en realidad de diferentes modalidades del estado sutil. Del Reino del Fuego, el ser es conducido a los diversos dominios de los regentes ( dêvatâs, "deidades" ) o distribuidores del día, de la semi-lunación clara ( periodo creciente o primera mitad del mes lunar ) ( Este periodo creciente de la lunación se llama pûrva-paksha, "primera parte", y el periodo decreciente uttara-paksha, "última parte" del mes. — Estas expresiones pûrva-paksha y uttara-paksha tienen también otra acepción completamente diferente: en una discusión, designan respectivamente una objeción y su refutación. ), de los seis meses de ascensión del sol hacia el norte, y finalmente del año, y todo esto debe entenderse de la correspondencia de estas divisiones del tiempo ( los "momentos" de los que habla la Bhagavad-Gîtâ ) transpuestas analógicamente a los prolongamientos extracorporales del estado humano, y no de estas divisiones mismas, que no son literalmente aplicables más que al estado corporal ( NA: Podría ser interesante establecer la concordancia de esta descripción simbólica con las que dan otras doctrinas tradicionales ( cf. concretamente el Libro de los Muertos de los antiguos egipcios y la Pistis Sophia de los gnósticos   alejandrinos, así como el Bardo-Thodol tibetano ); pero eso nos llevaría demasiado lejos. — En la tradición hindú, Ganêsha, que representa el Conocimiento, es designado al mismo tiempo como el "Señor de las deidades"; su simbolismo, en relación con las divisiones temporales que acabamos de tratar, daría lugar a unos desarrollos extremadamente dignos de interés, y también a unas aproximaciones muy instructivas con antiguas tradiciones occidentales; todas estas cosas, que no pueden encontrar sitio aquí, serán quizás retomadas en alguna otra ocasión. ). De ahí, pasa al Reino del Aire ( Vâyu ), cuyo Regente ( designado por el mismo nombre ) le dirige por el lado de la Esfera del Sol ( Sûrya o Âditya ), a partir del límite superior de su dominio, por un pasaje comparado al núcleo de la rueda de un carro, es decir, a un eje fijo alrededor del cual se efectúa la rotación o la mutación de todas las cosas contingentes ( es menester no olvidar que Vâyu es esencialmente el principio "moviente" ), mutación a la que el ser va a escapar en adelante ( NA: Para emplear el lenguaje de los filósofos griegos, se podría decir que va a escapar a la "generación" ( genesis ) y a la "corrupción" ( phdora ), términos que son sinónimos de "nacimiento" y de "muerte" cuando estas últimas palabras se aplican a todos los estados de manifestación individual; y, por lo que hemos dicho de la Esfera de la Luna y de su significación, se puede comprender también lo que querían decir estos mismos filósofos, concretamente Aristóteles, cuando enseñaban que solo el mundo sublunar está sometido a la "generación" y a la "corrupción": en efecto, este mundo sublunar representa en realidad la "corriente de las formas" de la tradición extremo oriental, y los Cielos, que son los estados informales, son necesariamente incorruptibles, es decir, que ya no hay disolución o desintegración posible para el ser que ha alcanzado esos estados. ). Seguidamente pasa a la Esfera de la Luna ( Chandra o Soma ), donde no permanece como el que ha seguido el pitri-yâna, sino desde donde sube a la región del relámpago ( vidyut ) ( NA: Esta palabra vidyut parece estar también en relación con la raíz vid, en razón de la conexión de la luz y de la vista; su forma está muy próxima de la de vidya: el relámpago ilumina las tinieblas; éstas son el símbolo de la ignorancia ( avidya ), y el conocimiento es una "iluminación" interior. ), por encima de la cual está el Reino del Agua Ap, cuyo Regente es Varuna ( NA: Hacemos destacar, de pasada, que este nombre es manifiestamente idéntico al griego Ouranos, aunque algunos filólogos hayan querido, no se sabe bien por qué, contestar esta identidad; el Cielo, llamado Ouranos, es en efecto la misma cosa que las "Aguas superiores" de las que habla el Génesis, y que reencontramos aquí en el simbolismo hindú. ) ( como analógicamente, el rayo estalla por debajo de las nubes de lluvia ). Aquí se trata de las Aguas superiores o celestes, que representan el conjunto de las posibilidades informales ( NA: Las Apsarâs son las Ninfas celestes, que simbolizan también estas posibilidades informales; corresponden a las Hûries del Paraíso islámico ( El-Jannah ), que, salvo en las transposiciones de las que es susceptible desde el punto de vista esotérico y que le confieren significaciones de orden más elevado, es propiamente el equivalente del Swarga hindú. ), por oposición a las Aguas inferiores, que representan el conjunto de las posibilidades formales; ya no puede tratarse de estas últimas desde que el ser ha rebasado la Esfera de la Luna, puesto que ésta es, como lo decíamos hace un momento, el medio cósmico donde se elaboran los gérmenes de toda la manifestación formal. Finalmente, el resto del viaje se efectúa por la región luminosa intermediaria ( Antariksha, de la cual hemos hablado precedentemente en la descripción de los siete miembros de Vaishwânara, pero con una aplicación algo diferente ) ( Hemos dicho entonces que es el medio de elaboración de las formas, porque, en la consideración de los "tres mundos", esta región corresponde al dominio de la manifestación sutil, y se extiende desde la Tierra hasta los Cielos; aquí, al contrario, la región intermediaria de que se trata está situada más allá de la Esfera de la Luna, y por consiguiente en lo informal, y se identifica al Swarga, si se entiende por esta palabra, no ya los cielos o los estados superiores en su conjunto, sino solamente su porción menos elevada. A propósito de esto, se destacará todavía cómo la observación de algunas relaciones jerárquicas permite la aplicación de un mismo simbolismo a diferentes grados. ), que es el Reino de Indra ( Indra, cuyo nombre significa "poderoso", es designado también como el Regente del Swarga, lo que se explica por la identificación indicada en la nota precedente; este Swarga es un estado superior, pero no definitivo, y todavía condicionado, aunque informal. ), y que está ocupada por el Éter ( Âkâsha, que representa aquí el estado primordial de equilibrio indiferenciado ), hasta el Centro espiritual donde reside Prajâpati, el "Señor de los seres producidos", que es, como ya lo hemos indicado, la manifestación principial y la expresión directa de Brahma mismo en relación al ciclo total o al grado de existencia al que pertenece el estado humano, ya que éste debe considerarse todavía aquí, aunque solo en principio, como el estado donde el ser ha tomado su punto de partida, y con el que, incluso una vez salido de la forma o de la individualidad, guarda algunos lazos mientras no ha alcanzado el estado absolutamente incondicionado, es decir, mientras, para él, la "Liberación" no es plenamente efectiva. 3418 HDV XXI

Los cinco elementos del mundo físico son (Cada uno de estos elementos primitivos es llamado bhûta, de bhû, "ser", más particularmente en el sentido de "subsistir"; este término bhûta implica entonces una determinación substancial, lo que corresponde, en efecto, a la idea de elemento corporal.), como se sabe, el Éter (Akâsha), el Aire (Vâyu), el Fuego (Tejas), el Agua (Apa) y la Tierra (Prithvî); el orden en el cual son enumerados es aquel de su desarrollo, conforme a la enseñanza del Vêda (El origen   del Éter y del Aire, no mencionado en el texto del Vêda donde se describe la génesis de los otros tres elementos (Chândogya Upanishad) está indicado en otro pasaje (Taittiriyaka Upanishad).). A menudo se ha querido asimilar los elementos a los diferentes estados o grados de condensación de la materia física, produciéndose a partir del Éter primordial homogéneo, que ocupa toda la extensión, uniendo entre sí todas las partes del mundo corporal; desde este punto de vista, se hace corresponder, yendo de lo más denso a lo más sutil, es decir, en el orden inverso al de su diferenciación, la Tierra con el estado sólido, el Agua con el estado líquido, el Aire con el estado gaseoso, y el Fuego con un estado aún más rarificado, semejante al "estado radiante" recientemente descubierto por los físicos y estudiado actualmente por ellos, con ayuda de sus especiales métodos de observación y experimentación. Este punto de vista encierra sin duda una parte de verdad, pero es demasiado sistemático, es decir, está demasiado estrictamente particularizado, y el orden que establece entre los elementos difiere del anterior en un punto, pues sitúa al Fuego antes del Aire e inmediatamente después del Éter, como si fuera el primer elemento en diferenciarse en el seno del medio cósmico original. Por el contrario, según la enseñanza conforme a la doctrina ortodoxa, es el Aire el primer elemento, y este Aire, elemento neutro (que no contiene más que en potencia la dualidad activo-pasivo), produce en sí mismo, al diferenciarse por polarización (haciendo pasar esa dualidad de la potencia al acto), el Fuego, elemento activo, y el Agua, elemento pasivo (o podría decirse "reactivo", es decir, que actúa de modo reflejo, correlativamente a la acción en modo espontáneo del elemento complementario), cuya acción y reacción recíproca da nacimiento (por una especie de cristalización o de precipitación residual) a la Tierra, "elemento final" de la manifestación corporal. Podríamos considerar más exactamente a los elementos como diferentes modalidades vibratorias de la materia física, modalidades en las cuales se hace sucesivamente perceptible (en una sucesión puramente lógica, evidentemente) (En efecto, no podemos pensar en modo alguno en realizar una concepción del género de la estatua ideal imaginada por Condillac en su Traité des sensations.) a cada uno de los sentidos de nuestra individualidad corporal; por otra parte, todo esto será suficientemente explicado y justificado en las consideraciones que expondremos a continuación. 4852 MISCELÁNEA LAS CONDICIONES DE LA EXISTENCIA CORPORAL

Debemos, ante todo, establecer que el Éter y el Aire son elementos distintos, contrariamente a lo que sostienen algunas escuelas heterodoxas (Especialmente los Jainistas, los Bauddhas y los Chârvâkas, con los cuales la mayoría de los filósofos atomistas griegos están, sobre este punto, de acuerdo; no obstante, es preciso hacer una distinción con Empédocles  , que admitía los cinco elementos, aunque los suponía desarrollados en el siguiente orden: el Éter, el Fuego, la Tierra, el Agua y el Aire; no insistiremos aquí sobre ello, pues no nos proponemos examinar las opiniones de las diferentes escuelas griegas de "filosofía física".); pero, para hacer más comprensible lo que diremos acerca de esta cuestión, recordaremos que las cinco condiciones a las que está sometida en su conjunto la existencia corporal son el espacio, el tiempo, la materia, la forma y la vida. Además, podemos, para reunir en una sola definición el enunciado de las cinco condiciones, decir que un cuerpo es "una forma materializada viviendo en el tiempo y en el espacio"; por otra parte, cuando empleamos la expresión "mundo físico" es siempre como sinónimo de "dominio de la manifestación corporal (La carencia de expresiones adecuadas, en las lenguas occidentales, es a menudo una gran dificultad para la exposición de las ideas metafísicas, como ya hemos señalado en numerosas ocasiones.)". No es sino provisionalmente que hemos enumerado estas condiciones en el orden precedente, sin tomar en cuenta las relaciones que existen entre ellas, hasta que no hayamos determinado, en el curso de nuestra exposición, sus respectivas correspondencias con los cinco sentidos y con los cinco elementos, que, por otra parte, están igualmente sometidos al conjunto de estas cinco condiciones. 4854 MISCELÁNEA LAS CONDICIONES DE LA EXISTENCIA CORPORAL

2, Vâyu es el Aire, y más particularmente el Aire en movimiento (o considerado como principio del movimiento diferenciado (Esta diferenciación implica ante todo la idea de una o más direcciones especializadas en el espacio, como ahora veremos.), pues esta palabra, en su primitivo significado, designa propiamente el soplo o el viento) (La palabra Vâyu deriva de la raíz verbal vâ, ir, moverse (que incluso se ha conservado en francés: il va, mientras que las raíces i y gâ, que se refieren a la misma idea, se encuentran respectivamente en el latín ire y en el inglés to go). Análogamente, el aire atmosférico, en tanto que medio que rodea a nuestro cuerpo y que se impresiona en nuestro organismo, se nos hace sensible por su desplazamiento (estado cinético y heterogéneo) antes de que percibamos su presión (estado estático y homogéneo). Recordemos que Aer (de la raíz hebrea Ar, formada por las partículas alef y resh, que se refiere particularmente al movimiento rectilíneo) significa, según Fabre d’Olivet, "lo que da a todo el principio del movimiento".); la movilidad es entonces considerada como la naturaleza característica de este elemento, que es el primero diferenciado a partir del Eter primordial (y que todavía es neutro como éste, al no aparecer la polarización exterior más que en la dualidad en modo complementario del Fuego y el Agua). En efecto, esta primera diferenciación necesita un movimiento complejo, constituido por un conjunto (combinación o coordinación) de movimientos vibratorios elementales, y que determina una ruptura de la homogeneidad del medio cósmico, propagándose según ciertas direcciones particulares y determinadas a partir de su punto de origen. 4870 MISCELÁNEA LAS CONDICIONES DE LA EXISTENCIA CORPORAL

Regresemos a nuestra concepción del punto que ocupa toda la extensión por la indefinidad de sus manifestaciones, es decir, de sus múltiples y contingentes modificaciones; desde el punto de vista dinámico (Es importante destacar que "dinámico" no es en absoluto sinónimo de "cinético"; el movimiento puede ser considerado como la consecuencia de una cierta acción de la fuerza (haciendo así esta acción mensurable, mediante una traducción espacial que permite definir su "intensidad"), pero no puede identificarse con esta fuerza; por otra parte, bajo otras modalidades y otras condiciones, la fuerza (o la voluntad) en acción produce evidentemente algo distinto al movimiento, ya que, como hemos indicado anteriormente, éste no constituye sino un caso particular entre la indefinidad de modificaciones posibles comprendidas en el mundo exterior, es decir, en el conjunto de la manifestación universal.), éstas deben ser consideradas, en la extensión (de la cual son todos los puntos) como otros tantos centros de fuerza (siendo cada una, potencialmente, el centro mismo de la extensión), y la fuerza no es sino la afirmación (en modo manifestado) de la voluntad del Ser, simbolizado por el punto, siendo tal voluntad, en sentido universal, su potencia activa o su "energía productora" (Shakti) (Esta potencia activa puede, por lo demás, ser considerada bajo diferentes aspectos: como poder creador, es más particularmente llamada Kriyâ-Shakti, mientras que Jn  âna-Shakti es el poder de conocimiento, Ichchâ-Shakti el poder del deseo, etc., considerando la indefinida multiplicidad de los atributos manifestados del Ser en el mundo exterior, pero sin fraccionar por ello en absoluto, en la pluralidad de estos aspectos, la unidad de la Potencia Universal en sí, que necesariamente es correlativa de la unidad esencial del Ser, y está implícita en esta misma unidad. En el orden psicológico, esta potencia activa está representada por Ishâ, (formada por las partículas alef, shin, hei), "facultad volitiva" de Ish, el "hombre intelectual" (formada por las partículas alef, iud, shin). (Ver Fabre d’Olivet, La Langue hébraïque restituée).), indisolublemente unida a él, y ejerciéndose en el dominio de la actividad del Ser, es decir, con el mismo simbolismo, sobre la propia extensión considerada pasivamente, o desde el punto de vista estático (como el campo de acción de uno cualquiera de estos centros de fuerza) (La Posibilidad Universal, entendida, en su unidad integral (aunque, por supuesto, solamente en cuanto a las posibilidades de manifestación), como el aspecto femenino del Ser (cuyo aspecto masculino es Purusha, que es el Ser mismo en su identidad suprema y "no actuante") se polariza en potencia activa (Shakti) y potencia pasiva (Prakriti).). Así, en todas y en cada una de sus manifestaciones, el punto puede ser considerado (con respecto a sus manifestaciones) como polarizándose en modo activo y pasivo, o, si se prefiere, directo y reflejo (Sin embargo, esta polarización permanece potencial (luego ideal, y no sensible) en tanto que no consideremos el actual complementarismo entre el Fuego y el Agua (cada uno de los cuales permanece por lo demás igualmente polarizado en potencia); hasta ahora, los dos aspectos activo y pasivo no pueden ser disociados más que excepcionalmente, puesto que el aire es todavía un elemento neutro.); el punto de vista dinámico, activo o directo, corresponde a la esencia, y el punto de vista estático, pasivo o reflejo, corresponde a la substancia (Para cualquier punto de la extensión, el aspecto estático es reflejo con respecto al aspecto dinámico, que es directo en tanto que participa inmediatamente de la esencia del punto principial (lo que implica una identificación), pero que, no obstante, es él mismo reflejo con respecto a este punto considerado en sí, en su indivisible unidad; jamás debe perderse de vista que la consideración de la actividad y de la pasividad no implica más que una relación o una analogía entre dos términos considerados como recíprocamente complementarios.); pero, por supuesto, la consideración de ambos puntos de vista (complementarios uno del otro) en otra modalidad de la manifestación en nada altera la unidad del punto principial (al igual que tampoco el Ser del cual es el símbolo), y esto permite concebir claramente la identidad fundamental de la esencia y la substancia, que son, como hemos indicado en un principio, los dos polos de la manifestación universal. 4886 MISCELÁNEA LAS CONDICIONES DE LA EXISTENCIA CORPORAL

Desde el punto de vista del simbolismo cósmico, encarado más particularmente en su aspecto espacial, la forma cuaternaria, es decir, la del cuadrado cuando se trata de polígonos, está, naturalmente, en relación con los cuatro puntos cardinales y sus correspondencias tradicionales diversas. Para obtener la forma octogonal, hay que considerar además, entre los cuatro puntos cardinales, los cuatro puntos intermedios (Cuando los puntos cardinales se ponen en correspondencia con los elementos corpóreos, los puntos intermedios corresponden a las cualidades sensibles: cálido y frío, seco y húmedo), que forman con aquéllos un conjunto de ocho direcciones, aquellas que diversas tradiciones designan como "los ocho vientos" (En Atenas, la "Tórre de los Vientos" era octogonal. Notemos, de paso, el carácter singular de la expresión "rosa de los vientos" que se emplea corrientemente sin prestarle atención: en el simbolismo rosacruz, Rosa Mundi y Rota Mundi eran expresiones equivalentes, y la Rosa Mundi se figuraba precisamente con ocho rayos, correspondientes a los elementos y a las cualidades sensibles). Esta consideración de los "vientos" presenta aquí algo particularmente notable: en el ternario védico de las "deidades" que presiden respectivamente los tres mundos, Agni, Vâyu y Aditya, es Vâyu (’Viento’), en efecto, quien corresponde al mundo intermedio. A este respecto, en lo que concierne a las dos partes, inferior y superior, del edificio, que representan el mundo terrestre y el celeste, según habíamos explicado, cabe señalar que el hogar o el altar, situado normalmente en el centro de la base, corresponde evidentemente a Agni (’Fuego’), y que el "ojo" que se encuentra en la sumidad del domo figura la "puerta solar" y corresponde así, no menos rigurosamente, a Aditya (’Sol’). Agreguemos además que Vâyu, en cuanto se identifica con el "hálito vital", está manifiestamente en relación inmediata con el dominio psíquico o manifestación sutil, lo que justifica de modo aún más cabal esa correspondencia, ya se la encare en el orden "macrocósmico", ya en el "microcósmico". 7069 SFCS   EL OCTÓGONO