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HDV: progreso

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Debemos hacer reservas también sobre la expresión de «evolución póstuma», que podría dar lugar muy fácilmente a diversos equívocos; y, primeramente, puesto que la muerte se concibe como la disolución del compuesto humano, es bien evidente que el término «evolución» no puede tomarse aquí en el sentido de un desarrollo individual, puesto que se trata, al contrario, de una reabsorción de la individualidad en el estado no manifestado3; así pues, sería más bien una «involución» bajo el punto de vista especial del individuo. Etimológicamente en efecto, estos términos de «evolución» y de «involución» no significan nada más que «despliegue» y «repliegue»4; pero sabemos bien que, en el lenguaje moderno, la palabra «evolución» ha recibido corrientemente una acepción diferente, que ha hecho de ella casi un sinónimo de «progreso». Ya hemos tenido la ocasión de explicarnos suficientemente sobre estas ideas muy recientes de «progreso» o de «evolución», que, amplificándose más allá de toda medida racional, han llegado a falsear completamente la mentalidad occidental actual; no volveremos de nuevo sobre ello aquí. Recordaremos solo que no puede hablarse válidamente de «progreso» más que de una manera completamente relativa, teniendo cuidado siempre de precisar bajo cuál relación se entiende y entre cuáles límites se considera; reducido a estas proporciones, ya no tiene nada de común con ese «progreso» absoluto del que se ha comenzado a hablar hacia finales del siglo XVIII, y que nuestros contemporáneos se complacen en decorar con el nombre de «evolución», supuestamente más «científico». El pensamiento oriental, como el pensamiento antiguo de occidente, no podría admitir esta noción de «progreso», sino en el sentido relativo que acabamos de indicar, es decir, como una idea completamente secundaria, de un alcance extremadamente restringido y sin ningún valor metafísico, puesto que es de las que no pueden aplicarse más que a posibilidades de orden particular y que no son transponibles más allá de algunos límites. El punto de vista «evolutivo» no es susceptible de universalización, y no es posible concebir el ser verdadero como algo que «evoluciona» entre dos puntos definidos, o que «progresa», ni siquiera indefinidamente, en un sentido determinado; tales concepciones están enteramente desprovistas de toda significación, y probarían una completa ignorancia de los datos más elementales de la metafísica. Todo lo más, de una cierta manera, se podría hablar de «evolución» para el ser en el sentido de paso a un estado superior; pero todavía sería menester hacer entonces una restricción que conserve a este término toda su relatividad, ya que, en lo que concierne al ser considerado, en sí mismo y en su totalidad, jamás puede tratarse ni de «evolución» ni de «involución», en cualquier sentido que se quiera entender, puesto que su identidad esencial no es alterada de ninguna manera por las modificaciones particulares y contingentes, cualesquiera que sean, que afectan solamente a tal o a cual de sus estados condicionados. [HDV XVII]