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Evola Liberacion

quinta-feira 28 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

Revolta contra o Mundo Moderno

En la tradición china, la región nórdica, el país de los "hombres trascendentes", se identifica frecuentemente con el país de la "raza de los huesos blandos". A propósito de un emperador de la primera dinastía se cita un lugar situado sobre el mar del Norte, ilimitado, sin intemperies, con una montaña (Hu-Ling) y una fuente simbólicas, llamado "extremo Norte" y que Mu, otra figura imperial, debió abandonar muy entristecido. El Tíbet conserva igualmente el recuerdo de Tshan Shambaya, la mística "Ciudad del Norte", la Ciudad de la "paz", presentada igualmente como una isla donde — al igual que el Zaratustra del aryanem vâejo — habría "nacido" el héroe Guesar. Y los maestros de las tradiciones iniciáticas tibetanas dicen que los "caminos del Norte" conducen al yogi hacia la gran liberación. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 3

Conviene señalar, a este respecto, un punto de particular importancia. El hecho de que, en las civilizaciones "meridionales" — donde predomina el culto telúrico-femenino — sea el rito funerario de la inhumación el que prevalece, mientras que en las civilizaciones de origen   nórdico-ario se practique sobre todo la cremación, refleja precisamente el punto de vista al que aludimos: el destino del individuo, no es la liberación por el fuego de los residuos terrestres, el ascenso, sino el retorno a las profundidades de la tierra, la nueva disolución en la Magna Mater ctónica, origen de su vida efímera. Es esto lo que explica igualmente la localización subterránea, antes que celeste, del lugar de los muertos, propio sobre todo de los troncos étnicos más antiguos del Sur. La significación simbólica del rito de la inhumación permite pues, en principio, considerarlo como un vestigio del ciclo de la Madre. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 6

Platón, como se sabe, estableció una jerarquía de las formas del eros que va de lo sensual y lo profano a lo sagrado, culminando en el eros a través del cual el "mortal busca vivir siempre, ser inmortal". En el dionisismo, el eros se convierte precisamente en una "manía sagrada", un órgano místico: es la más alta posibilidad de esta vía, que tiende a liberar el ser de los lazos de la materialidad y a producir la transfiguración del oscuro principio fálico-telúrico a través del desencadenamiento, el exceso y el éxtasis. Pero si el símbolo de Dionisos, que combate a las amazonas, expresa el ideal más elevado de este mundo espiritual, no es menos cierto que se trata de algo inferior si se le compara con lo que será la tercera posibilidad de la nueva era: la reintegración heroica que solo es verderamente libre tanto en relación a lo femenino como a lo telúrico. Dionisos, en efecto, al igual que Zagreo, no es más que un ser telúrico e infernal -"Dionisos y el Hades no son más que una sola y misma cosa" dice Heráclito   — que se asocia frecuentemente al principio de las aguas (Poseidón) o del fuego subterráneo (Hefaisto). Esta siempre acompañado de figuras femeninas, Madres de Vírgenes o Diosas de la Naturaleza convertidas en amantes: Démeter y Koré, Ariana y Aridela, Semele y Libera. La virilidad misma de los coribantes, que vestían a menudo ropas femeninas como los sacerdotes del culto frigio de la Madre es equívoco. En el Misterio, en la "orgía sagrada", predomina, asociada al elemento sexual, el elemento extático-panteista de la ginecocracia: contactos frenéticos con las fuerzas ocultas de la tierra, liberaciones menádicas y pandémicas se producen en un terreno que es al mismo tiempo el del sexo desencadenado, la noche y la muerte, y en una promiscuidad que reproduce las formas meridionales más bajas y salvajes de los cultos colectivos de la Madre. Y el hecho de que en Roma, las bacanales fueran celebradas sobre todo, en su origen, por mujeres, o que en los Misterios dionisíacos las mujeres pudieran figurar como sacerdotisas e incluso como iniciadoras y que históricamente, en fin, todos los recuerdos de epidemias dionisíacas se relacionen esencialmente con el estado femenino, denota claramente que subsiste, en este ciclo, el tema de la preponderancia de la mujer, no solo bajo la forma groseramente afrodítica donde domina gracias al lazo que el eros, en su forma carnal, representa para el hombre fálico, sino también en tanto que favorece un éxtasis que implica disolución, destrucción de la forma y en el fondo, una adquisición del espíritu, a condición de renunciar simultáneamente a poseerlo bajo una forma viril. Ya hemos hecho alusión a estas formas del Misterio orgiástico que celebraban a Afrodita y la resurrección de su hijo y amante Adonis, formas en las que el pathos no está carente de relación con el impulso dionisíaco y donde el iniciado, en el momento del éxtasis, alcanzado por el furor divino, se castraba. Se podría ver en este acto, del que ya hemos comenzado a explicar su significado, el símbolo vivido más radical y dramático del sentido íntimo de la liberación desvirilizadora y extática propia al apogeo dionisíaco de esta civilización, que llamaremos afrodítica, forma nueva o degenerada de la espiritualidad demetríaca, pero donde subsiste sin embargo su significado central, el tema característico de la primacía del principio femenino, que lo opone a la "Luz del Norte". REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 7

Las huellas de la espiritualidad nórdico-solar se vuelven a encontrar sobre todo durante los tiempos históricos en el área de la civilización aria. Dado el abuso que se ha hecho en algunos medios contemporáneos, el término "ario" debe ser empleado sin embargo, con ciertas reservas: no debe corresponder, en efecto, a un concepto únicamente biológico o étnico (sería más adecuado entonces, hablar de raza boreal, o nórdico-atlántica, según los casos), sino sobre todo al concepto de una raza del espíritu, cuya relación con la raza del cuerpo ha variado mucho según las civilizaciones. Desde el punto de vista del espíritu, "ario" equivale, más o menos, a "heroico": bajo la forma de una herencia oscurecida, subsiste el lazo con los orígenes, pero el elemento decisivo es la tensión hacia la liberación interior y la reintegración en una forma activa y combativa. El hecho que en India la palabra ârya sea sinónimo de dvîja, es decir de "nacido dos veces" o "regenerado", aclara perfectamente este punto. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 8

De otro lado, la alteración de la visión aria del mundo, en India, nace allí donde la identidad entre el atma y el brahaman es interpretado en un sentido panteista que remite al espíritu del Sur. El brahaman no es entonces, como en el primer período atharva-védico e incluso en el de los Brahamana, el espíritu, la fuerza mágica informe, teniendo casi una cualidad de "mana" que el Ario domina y dirige con su rito: es por el contrario el Uno-todo, del que procede toda vida y en el cual toda vida se disuelve de nuevo. Interpretado en este sentido panteista, la doctrina de la identidad del atma con el brahaman conduce a la negación de la personalidad espiritual y se transforma en un fermento de degeneración y confusión: uno de sus corolarios será la identidad de todas las criaturas. La doctrina de la reencarnación comprendida en el sentido de un destino que impone una reaparición constante y siempre vana en el mundo condicionado, o samsara — doctrina ajena al primer período védico — cobra una importancia de primer plano. El ascesis puede así orientarse hacia una liberación que tiene primeramente el sentido de una evasión más que de una realización verdaderamente trascendente. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 8

Mientras que el ritual ctónico, correspondiente a los estratos aborígenes y pelasgos, se caracteriza por el temor a las fuerzas demoníacas, por el sentimiento penetrante de una "contaminación", de un mal que es preciso alejar, de una desgracia que es preciso exorcizar, apopompai, el ritual olímpico aqueo conoce solamente relaciones claras y precisas con los dioses concebidos de forma positiva como principios de influencias benéficas, sin ansiedad, casi con la familiaridad y dignidad de un do ut des en el sentido superior. Incluso el destino, distintamente reconocido, que pesaba sobre la mayor parte de los hombres de la edad oscura — el Hades-, no inspiraba angustia a esta humanidad viril. La contemplaba con rostro calmado. La melior spes de unos pocos se refería a la pureza del fuego, al cual se ofrecían ritualmente los cadáveres de los héroes y de los grandes en vistas a facilitar su liberación definitiva gracias a la incineración del cuerpo, mientras que el rito de restitución simbólica en el seno de la Madre Tierra, mediante la inhumación, era practicado sobre todo por las capas prehelenicas y pelasgas. El mundo de la antigua alma aquea no conoció el pathos de la expiación y de la "salvación": ignoró los éxtasis y los abandonos místicos. Sin embargo, conviene separar aquí lo que está aparentemente unido restituyendo a sus orígenes antitéticos los elementos de los que se compone el conjunto de la civilización helénica. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 9

Al igual que el hebreo se siente maldito por la "caida" de Adán, concebida como "pecado", el órfico expía el crimen de los Titanes que han devorado al dios. No concibiendo más que raramente la verdadera posibilidad "heroica", espera una especie de "Salvador" — que conoce la misma pasión de la muerte y de la resurrección que los dioses-plantas y lo dioses-años — que le aporte la salvación y la liberación del cuerpo. Como se ha señalado justamente, esta "enfermedad infecciosa" que es el complejo de culpa, con el terror al castigo de ultratumba, con el impulso desordenado, nacido de la parte inferior y pasional del ser, hacia una liberación evasionista, fue siempre ignorada por los griegos en el curso del mejor período de su historia: es antihelénica y procede de influencias extranjeras. La misma observación se aplica a la "estetización" y a la sensualización de la civilización y de la sociedad griega ulterior, a la preponderancia de las formas jónicas y corintias sobre las formas dóricas. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 9

Si bien fueron causas de "lo alto" quienes determinaron la caida de la civilización medieval, las de "lo bajo", distintas, aunque solidarias de las primeras, no deben ser olvidadas. Toda organizaicón tradicional es una formación dinámica, que supone fuerzas de caos, impulsos e intereses inferiores, capas sociales y étnicas más bajas, que un principio de "forma" domina y frena: implica el dinamismo de ambos polos antagonistas, cuyo polo superior, inherente al elemento supranatural de las castas superiores, intenta arrastrar hacia lo alto, mientras que el otro — el polo inferior ligado a la masa, al demos — busca arrastrar el primero hacia lo bajo. Así, a todo debilitamiento de los representantes del principio superior, a toda desviación o degeneración de la cúspide, corresponden, a manera de contrapunto, una emergencia y una liberación en el sentido de una revuelta de las capas inferiores. A través de procesos ya analizados, el derecho de pedir a los sujetos la fides, con el doble sentido espiritual y feudal, de la palabra, debía progresivamente decaer, mientras que los mismos procesos abrían virtualmente la vía a una materialización de esta fides en sentido político, y luego, a la revuelta en cuestión. En efecto, mientras que la fidelidad espiritualmente fundada es incondicionada, la que se relaciona con el plano temporal es, por el contrario, condicionada y contingente, sujeta a revocación según las circunstancias y por motivos empíricos, y el dualismo, la oposición persistente de la Iglesia al Imperio, debían contribuir por su parte, a arrastrar toda fides a este nivel inferior y precario. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 12

La exaltación polémica de la civilización del Renacimiento contra la de la Edad Media forma parte de las convenciones de la historiografía moderna. Si bien no se trata aquí más que de una de las numerosas sugestiones difundidas en la cultura moderna por los dirigentes de la subversión mundial, habría que ver en ello la expresión de un incomprensión típica. Si, desde el fin del mundo antiguo, hubo una civilización que mereció el nombre de Renacimiento, fue precisamente la de la Edad Media. En su objetividad, en su "virilismo", en su estructura jerárquica, en su soberbia elementareidad anti-humanista, tan frecuentemente penetrada de lo sagrado, la Edad Media fue como una nueva llama del espíritu de la civilización, universal y una, de los orígenes. La verdadera Edad Media nos aparece bajo los rasgos clásicos, y en absoluto románticos. El carácter de la civilización que le sucedió tuvo otro significado diferente. La tensión que durante la Edad Media, había tenido una orientación esencialmente metafísica, se degrada y cambia de polaridad. El potencial recogido precedentemente sobre la dirección vertical — hacia lo alto, como en el símbolo de las catedrales góticas — se descarga entonces en dirección horizontal, hacia el exterior, produciendo, por sobresaturación de los planos subordinados, fenómenos capaces de sorprender al observador superficial: irrupción tumultuosa, en la cultura, de múltiples manfiestaciones de una creatividad desprovista prácticamente de toda base tradicional o simplemente simbólica, es decir profana y desacralizada, sobre el plano exterior, expansión casi explosiva de los pueblos europeos en el conjunto del mundo en la época de los descubrimientos, exploraciones y conquistas coloniales, que corresponde, más o menos, a la del Renacimiento y el Humanismo. Estos son los efectos de una liberación de fuerzas idéntica a la que se produce durante la descomposición de un organismo. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 12

Con la revuelta del individuo, toda conciencia del mundo superior se pierde. Entonces queda la mera visión omnicomprensiva que permanece es la visión material del mundo, la visión de la naturaleza como exterioridad y fenómeno. Las cosas van a ser vistas como no lo habían sido jamás. Habían aparecido signos precursores de estas convulsiones, pero no se trataba, en realidad, más que de apariciones esporádicas que jamás se habían convertido en fuerzas formadoras de civilización. Es ahora cuando realidad se convierten en sinónimo de materialidad. El nuevo ideal de la ciencia concierne únicamente a lo que es físico para agotarse luego en una construcción: no es ya la síntesis de una intuición intelectual iluminadora, sino el efecto de facultades puramente humanas en vistas de unificar por el exterior, "inductivamente", por titubeos esporádicos y no por una visión, la variedad múltiple de impresiones y de apariciones sensibles, por alcanzar relaciones matemáticas, leyes de constancia y series uniformes, hipótesis y principios abstractos, cuyo valor es únicamente función de una posibilidad de previsión más o menos exacta, sin que aporten ningún conocimiento esencial, sin que descubran significados, sin que conduzcan a una liberación y a una elevación interiores. Y este conocimiento muerto de cosas mortales alcanza al arte siniestro de producir seres artificiales, automáticos, oscuramente demoníacos. Al advenimiento del racionalismo y del cientifismo debían fatalmente suceder el advenimiento de la técnica y de la máquina, centro y apoteosis del nuevo mundo humano. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 13

En lo que respecta a la visión general de la vida, los modernos han considerado como una conquista el tránsito de una "civilización del ser" a una "civilización del devenir". Una de las consecuencias han sido la valoración del aspecto puramente temporal de la realidad sobre el plano de la historia, es decir, el historicismo. Distanciado de los orígenes, el movimiento indefinido, insensato y acelerado de esto que se ha llamado justamente "fuga adelante", se convirtió el tema dominante de la ciilización moderna, a menudo bajo la etiqueta del evolucionismo y del progresismo. A decir verdad, los gérmenes de esta mitología supersticiosa aplicada al tiempo se pueden encontrar en la escatología y el mesianismo hebraico-cristiano, pero también en la primera apologética católica; esta atribuía, en efecto, valor al carácter de "novedad" de la revelación cristiana, hasta el punto que se puede ver, en la polemica de San Ambrosio   contra la tradición romana, una primera desembocadura de la teoría del progreso. El "descubrimiento del hombre", propio al Renacimiento, da un terreno, particularmente fértil, donde estos gérmenes debían desarrollarse hasta el período del iluminismo y el cientifismo, tras lo cual el espectáculo del desarrollo de las ciencias de la naturaleza, de la técnica, de las invenciones, etc. ha jugado el papel de estupefaciente, ha girado las imágenes, a fin de evitar que fuera comprendida la significación subyacente y esencial de todo el movimiento: el abandono del ser, la disolución de toda centralidad en el hombre, su identificación con la corriente del devenir, a partir de ahora más fuerte que él. Y cuando las quimeras del progresismo más grosero corren el riesgo de aparecer como tales, las nuevas religioses de la Vida y del impulso vital, el activismo y el mito "faústico", acaban por facilitar otros estupefacientes, a fin de que el movimiento no se detenga sino que sea, por el contrario, estimulado, adquiera un sentido de sí, tanto en lo que concierne al hombre como a la existencia en general. Una vez más la inversión es evidente. El centro es desplazado hacia esta fuerza elemental y huidiza de la region inferior que siempre ha sido considerada, en el mundo de la Tradición, como un poder enemigo cuya sujeción y fijación en una "forma", en una posesión y en una liberación iluminada del alma, constituía la tarea de aquel que aspiraba a la existencia superior preconizada por el mito heroico y olímpico. Las posibilidades humanas que, tradicionalmente, se orientaban en esta vía de desidentificación y liberación o que, por lo menos, reconocían la dignidad suprema hasta el punto de hacer de ella la piedra angular del sistema de participaciones jerárquicas, estas posibilidades, cambiando brucamente de polaridad, han pasado en el mundo moderno al servicio de las potencias del devenir, en el sentido de algo que les dice si, ayudando, excitando, acelerando y exasperando su ritmo, viendo no solo lo que es, sino también, lo que debe ser, aquello que está bien que sea. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 13

De forma general, en la civilización soviético-comunista se anuncia algo parecido a una singular ascesis o catarsis en grande tendiendo a una superación radical del elemento individualista y humanista y a un retorno al principio de la realidad absoluta y de la impersonalidad, pero invertido, dirigido no hacia lo alto, sino hacia lo bajo, no hacia la supra-humanidad, sino hacia lo sub-personal, no hacia la organicidad sino hacia el mecanismo, no hacia la liberación espiritual, sino hacia el servilismo social total. Tal es la característica del bolchevismo, su verdadero rostro, su sentido último. REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO II: 16