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EH: varnas

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

El término dharma parece ser uno de los términos sánscritos que más embarazan a los traductores, y ello no sin razón, ya que, de hecho, el término en cuestión presenta múltiples sentidos, sentidos que ciertamente imposible traducirlos siempre uniformemente por un mismo término en otra lengua; quizás que valiera más frecuentemente conservar el término pura y simplemente, con la condición de explicarle mediante un comentario. M. Gualtherus H. Mees, que ha consagrado a ese sujeto un libro aparecido recientemente [Dharma and Society (NA: N. V. Service, The Hagne; Luzac and Co., London). La mayor parte del libro concierne a la cuestión de los varnas o cartas, pero ese punto de vista merece hacerle a él solo el objeto de otro artículo.], y que, aún cuando que se limita casi exclusivamente al punto de vista social, hace muestra de mayor comprensión de la que se suele uno encontrar entre la mayoría de los occidentales, hace observar muy justamente que, si hay en ese término una cierta indeterminación, esta no es de ningún modo sinónima de vaguedad, ya que no prueba en punto ninguno que las concepciones de los antiguos hayan carecido de claridad, ni tampoco prueba que las mismas no hayan sabido distinguir los diferentes aspectos de lo que se trata; esa pretendida vaguedad, de la cual uno podría encontrar muchos ejemplos, indica ante todo que el pensamiento de los antiguos estaba mucho menos limitado y era mucho menos estrecho que el pensamiento de los modernos, y que, en lugar de ser analítico como este, aquel era esencialmente sintético. Por lo demás, subsiste todavía algo de aquella indeterminación en un término como el de «ley», por ejemplo, término que encierra también sentidos muy diferentes unos de otros; y este término «ley» es precisamente con el de «orden», uno de aquellos que, en muchos casos, pueden traducir al menos imperfectamente la idea de dharma. ESTUDIOS SOBRE HINDUISMO  : DHARMA [Publicado en V. J. de octubre de 1935]

Antes de terminar esta apercepción, debemos todavía, para situar más exactamente la noción del dharma, indicar el lugar que dicha noción ocupa entre los fines que las escrituras tradicionales hindúes asignan a la vida humana. Son esos fines en número de cuatro, y son enumerados del modo que sigue en un orden jerárquicamente ascendente: Artha, kâma, dharma y moksha; este último moksha, es decir, la liberación, es el solo fin supremo, y, pues que queda más allá del dominio de la manifestación, es de un orden enteramente diferente del orden de los otros tres y carece de común medida con ellos, del mismo modo en que lo absoluto carece de común medida con lo relativo. En cuanto a los tres primeros fines, fines que se refieren todos a lo manifestado, artha comprende el conjunto de los bienes de orden corpóreo; kâma es el deseo, cuya satisfacción constituye el bien de orden síquico; y dharma, que, pues que es superior a este, es menester considerar su realización como relevando propiamente del orden espiritual, lo que concuerda en efecto con el carácter de universalidad que le hemos reconocido. No obstante, va de suyo que todos esos fines, comprendido en los mismos dharma inclusive, pues que no son jamás más que contingentes como la misma manifestación fuera de la cual no podrían ser considerados en punto ninguno, por lo mismo no pueden ser más que subordinados en relación al fin supremo, frente al que todos ellos no son en suma otra cosa que simples medios. Ahora bien, cada uno de esos mismos fines está por lo demás subordinado también a los que le son superiores, aún cuando los mismos, permanecen todavía relativos; pero, cuando únicamente estos son enumerados con la exclusión de moksha, es que se trata entonces de un punto de vista limitado a la consideración de lo manifestado, y es solamente ahí como dharma puede aparecer a veces como el fin más elevado que le sea propuesto al hombre. Veremos además por el artículo que se sigue que los aquí cuestionados fines quedan muy particularmente en correspondencia respectiva con los diferentes varnas; y podemos decir ya desde ahora que esta correspondencia reposa esencialmente sobre la teoría de los tres gunas, lo que muestra perfectamente que, aquí todavía, el orden humano aparece como indisolublemente ligado al orden cósmico entero. ESTUDIOS SOBRE HINDUISMO: DHARMA [Publicado en V. J. de octubre de 1935]

M. Gualtherus H. Mees, en su libro Dharma and Society, libro del que ya hemos dicho algunas palabras, se extiende sobre todo, como lo apuntábamos entonces, sobre la cuestión de las castas; por lo demás, para traducir ese término no acepta el sentido en que nosotros le entendemos, sino que antes prefiere guardar el término sánscrito varna sin traducirle, o bien asimilarle a una expresión como la de «clases naturales», expresión que, en efecto define bastante bien aquello de que se trata, pues que es verdaderamente una repartición jerárquica de los seres humanos en conformidad con la naturaleza propia de cada uno de ellos. No obstante, es de temer que el término «clases», inclusive acompañado de un calificativo, evoque la idea de algo más o menos comparable a las clases sociales de occidente, clases que, ellas sí, son la verdad puramente artificial, y las que no tienen cosa ninguna en común con una jerarquía tradicional, jerarquía de la cual representan todo lo más una especie de parodia o de caricatura. Es así que, por nuestra parte, encontramos que vale todavía más emplear el término «castas», término que no tiene seguramente más que un valor enteramente convencional, pero que al menos ha sido hecho expreso para designar la organización hindú, pero M. Mees reserva ese término a las «castas» múltiples que existen de hecho en la India actual, y en las cuales quiere ver algo enteramente diferente de los varnas primitivos. No podemos participar en esta manera de considerar las cosas, pues que estas no son en realidad más que subdivisiones secundarias, debidas a una complejidad o a una mayor diferenciación de la organización social, y, cualesquiera que sea su multiplicidad, no dejan de entrar menos por ello siempre en el cuadro de los cuatro varnas, los que solos constituyen la jerarquía fundamental y permanecer necesariamente invariables, en tanto que expresión de los principios tradicionales y reflejo cósmico en el orden social humano. ESTUDIOS SOBRE HINDUISMO: VARNA [Publicado en V. J. de noviembre de 1935]

Puesto esto a punto, volvemos ahora a la noción misma de varna: El término en cuestión significa propiamente «color», pero también, por extensión, significa «cualidad» en general, y es esto por lo que puede ser tomado para designar la naturaleza individual; M. Mees descarta muy justamente la interpretación bizarra propuesta por algunos, que quieren ver en el sentido de «color» la prueba de que la distorsión de los varnas habría estado en el origen  , basada sobre diferencias de raza, interpretación de la cual es enteramente imposible encontrar en ninguna parte la menor confirmación. La verdad es que, si colores hay que son efectivamente atribuidos a los varnas, ello es de una manera enteramente simbólica; y la "llave" de ese simbolismo queda dada por la correspondencia de los mismos colores con los gunas, correspondencia que es claramente indicada en modo muy explícito en este texto del Vishnu-Purâna: "Cuando Brahmâ, en conformidad con su designio, quiso producir el mundo, seres en los cuales sattwa prevalecía provinieron de su boca; otros en los cuales rajas era predominante provinieron de su pecho; otros en los cuales rajas y tamas eran igualmente fuertes uno y otro provinieron de sus muslos; en fin, otros provinieron de sus pies, pues que tenían por característica principal tamas. De esos seres fueron compuestos los cuatro varnas, los Brâhmanes, los Kshatriyas, los Vaishyas y los Shûdras, los que habrían provenido respectivamente de su boca, de su pecho, de sus muslos y de sus pies". Es así que sattva, pues que es representado por el color blanco, traspasa este mismo naturalmente a los Brâhmanes; de igual modo, el rojo, color representativo de rajas, es atribuido a los Kshatriyas; los Vaishyas, caracterizado por una mezcla de los dos gunas inferiores, tienen por color simbólico el amarillo; en fin, el negro, color de tamas, es en consecuencia el que conviene a los Shûdras. ESTUDIOS SOBRE HINDUISMO: VARNA [Publicado en V. J. de noviembre de 1935]

La jerarquía de los varnas, así determinada por los gunas que predominan respectivamente en ellos, se superpone exactamente a la jerarquización de los elementos, tal y como la hemos expuesto en nuestro estudio sobre este sujeto (NA: Ver el capítulo; La teoría hindú de los cinco elementos.); es lo que muestra de manera inmediata la comparación del esquema que sigue a la vuelta con el que dábamos entonces. Para que la similitud sea completa, es menester hacer observar solamente que el lugar del éter debe ser ocupado aquí por Hamsa, es decir, por la casta primordial única que existía en el Krita-Yuga, y que contenía los cuatro varnas ulteriores en principio y en el estado indiferenciado, de la misma manera en que el éter contiene a los otros cuatro elementos. ESTUDIOS SOBRE HINDUISMO: VARNA [Publicado en V. J. de noviembre de 1935]

Por otra parte, M. Mees intenta, aún defendiéndose por lo demás de querer llevar demasiado lejos las analogías, indicar una correspondencia de los cuatro varnas con los cuatro âshramas o estados regulares de la existencia, estados que no examinaremos aquí, y también con los cuatro fines de la vida humana que ya hemos cuestionado precedentemente a propósito del dharma; pero, en ese último caso, el hecho mismo de que se trate siempre de una división cuaternaria le ha inducido a una inexactitud manifiesta. En efecto, es evidentemente inadmisible que se proponga como un fin, aunque fuera el más inferior de todos, la obtención de algo que correspondiera puramente a tamas; es así que la repartición, si uno la efectúa de abajo hacia arriba, debe pues comenzar en realidad en el grado que queda inmediatamente superior a este grado que corresponde a tamas, del modo en que lo indica nuestro segundo esquema; y es fácil comprender que dharma corresponde entonces efectivamente a sattwa, kâma corresponde a rajas, y artha corresponde a una mezcla de rajas y de tamas. Al mismo tiempo, las relaciones de esos fines con el carácter y la función de los tres varnas superiores, es decir, de aquellos cuyos miembros poseen las cualidades de ârya y de dwija se desprenden entonces de ellos mismos: la función del Vaishya se refiere claramente a la adquisición de artha o de los bienes de orden corpóreo; kâma o el deseo es el móvil de la actividad que conviene propiamente al kshatriya; y el Brahman es verdaderamente el representante y el guardián natural del dharma. En cuanto al moksha, ese fin supremo es, como ya lo hemos dicho, de un orden enteramente diferente del orden de los otros tres y sin medida ninguna en común con ellos; por consiguiente se sitúa más allá de todo lo que corresponde a las funciones particulares de los varnas, y no podría ser contenido, como lo son los fines transitorios y contingentes, en la esfera que representa el dominio de la existencia condicionada, pues que este fin es precisamente la liberación de esta existencia misma; éste queda también, bien entendido, más allá de los tres gunas, que no conciernen más que a los estados de la manifestación universal. ESTUDIOS SOBRE HINDUISMO: VARNA [Publicado en V. J. de noviembre de 1935]