Guénon (HDV:21) – Chandogya – caminho dos deuses

tradutor (?)

Insistiremos un poco más sobre el deva-yana, que se refiere a la identificación efectiva del centro de la individualidad[[Entiéndase bien que aquí se trata de la individualidad integral, y no reducida únicamente a su modalidad corporal, la cual, por lo demás, ya no existe para el ser considerado, puesto que se trata de estados póstumos.]], donde todas las facultades se han reabsorbido precedentemente en el “alma viva” ( jivatma ), con el centro mismo del ser total, residencia del Universal Brahma. El proceso del que se trata no se aplica pues, lo repetimos, más que al caso donde esta identificación no ha sido realizada durante la vida terrestre, ni en el momento mismo de la muerte; por lo demás, cuando esta identificación está cumplida, ya no hay “alma viva” distinta del “Sí mismo”, puesto que en adelante el ser ha salido de la condición individual: esta distinción, que jamás ha existido más que en modo ilusorio ( ilusión que es inherente a esta condición misma ), cesa para él desde que alcanza la realidad absoluta; la individualidad desaparece con todas las determinaciones limitativas y contingentes, y solo permanece la personalidad en la plenitud del ser, conteniendo en sí misma, principialmente, todas sus posibilidades en el estado permanente y no manifestado.

Según el simbolismo védico, tal como le encontramos en varios textos de las Upanishad[[Chandogya Upanishad, 4 Prapâthaka, 15 Khanda, shrutis 5 y 6, y 5 Prapâthaka, 10 Khanda, shrutis 1 y 2; Kaushitaki Upanishad, 1er Adhyâya, Shruti 3; Brihad-Aranyaka Upanishad, 5 Adhyâya, 10 Brâhmana, shruti 1, y 6 Adhyâya, 2 Brâhmana, shruti 15.]], el ser que cumple el deva-yana, al abandonar la Tierra ( Bhu, es decir, el mundo corporal o el dominio de la manifestación grosera ), es conducido primero a la luz ( archis ), por la cual es menester entender aquí el Reino del Fuego ( Tejas ), cuyo Regente es Agni, llamado también Vaishwanara, en una significación especial de este nombre. Por lo demás, es menester destacar bien que, cuando encontramos en la enumeración de estas etapas sucesivas la designación de los elementos, ésta no puede ser más que simbólica, puesto que los bhutas pertenecen todos propiamente al mundo corporal, que está representado todo entero por la Tierra ( la cual, en tanto que elemento, es Prithwi ); así pues, se trata en realidad de diferentes modalidades del estado sutil. Del Reino del Fuego, el ser es conducido a los diversos dominios de los regentes ( devatas, “deidades” ) o distribuidores del día, de la semi-lunación clara ( periodo creciente o primera mitad del mes lunar), de los seis meses de ascensión del sol hacia el norte, y finalmente del año, y todo esto debe entenderse de la correspondencia de estas divisiones del tiempo ( los “momentos” de los que habla la Bhagavad Gita ) transpuestas analógicamente a los prolongamientos extracorporales del estado humano, y no de estas divisiones mismas, que no son literalmente aplicables más que al estado corporal[[Podría ser interesante establecer la concordancia de esta descripción simbólica con las que dan otras doctrinas tradicionales ( cf. concretamente el Libro de los Muertos de los antiguos egipcios y la Pistis Sophia de los gnósticos alejandrinos, así como el Bardo-Thodol tibetano ); pero eso nos llevaría demasiado lejos. — En la tradición hindú, Ganesha, que representa el Conocimiento, es designado al mismo tiempo como el “Señor de las deidades”; su simbolismo, en relación con las divisiones temporales que acabamos de tratar, daría lugar a unos desarrollos extremadamente dignos de interés, y también a unas aproximaciones muy instructivas con antiguas tradiciones occidentales; todas estas cosas, que no pueden encontrar sitio aquí, serán quizás retomadas en alguna otra ocasión.]]. De ahí, pasa al Reino del Aire ( Vayu ), cuyo Regente ( designado por el mismo nombre ) le dirige por el lado de la Esfera del Sol ( Surya o Aditya ), a partir del límite superior de su dominio, por un pasaje comparado al núcleo de la rueda de un carro, es decir, a un eje fijo alrededor del cual se efectúa la rotación o la mutación de todas las cosas contingentes ( es menester no olvidar que Vayu es esencialmente el principio “moviente” ), mutación a la que el ser va a escapar en adelante [Esfera Sublunar]. Seguidamente pasa a la Esfera de la Luna ( Chandra o Soma ), donde no permanece como el que ha seguido el pitri-yana, sino desde donde sube a la región del relámpago ( vidyut )[[Esta palabra vidyut parece estar también en relación con la raíz vid, en razón de la conexión de la luz y de la vista; su forma está muy próxima de la de vidya: el relámpago ilumina las tinieblas; éstas son el símbolo de la ignorancia ( avidya ), y el conocimiento es una “iluminación” interior.]], por encima de la cual está el Reino del Agua Ap, cuyo Regente es Varuna [[Hacemos destacar, de pasada, que este nombre es manifiestamente idéntico al griego Ouranos, aunque algunos filólogos hayan querido, no se sabe bien por qué, contestar esta identidad; el Cielo, llamado Ouranos, es en efecto la misma cosa que las “Aguas superiores” de las que habla el Génesis, y que reencontramos aquí en el simbolismo hindú.]] ( como analógicamente, el rayo estalla por debajo de las nubes de lluvia ). Aquí se trata de las Aguas superiores o celestes, que representan el conjunto de las posibilidades informales[[Las Apsaras son las Ninfas celestes, que simbolizan también estas posibilidades informales; corresponden a las Huries del Paraíso islámico ( El-Jannah ), que, salvo en las transposiciones de las que es susceptible desde el punto de vista esotérico y que le confieren significaciones de orden más elevado, es propiamente el equivalente del Swarga hindú.]], por oposición a las Aguas inferiores, que representan el conjunto de las posibilidades formales; ya no puede tratarse de estas últimas desde que el ser ha rebasado la Esfera de la Luna, puesto que ésta es, como lo decíamos hace un momento, el medio cósmico donde se elaboran los gérmenes de toda la manifestación formal. Finalmente, el resto del viaje se efectúa por la región luminosa intermediaria ( Antariksha, de la cual hemos hablado precedentemente en la descripción de los siete miembros de Vaishwanara, pero con una aplicación algo diferente )[[Hemos dicho entonces que es el medio de elaboración de las formas, porque, en la consideración de los “tres mundos”, esta región corresponde al dominio de la manifestación sutil, y se extiende desde la Tierra hasta los Cielos; aquí, al contrario, la región intermediaria de que se trata está situada más allá de la Esfera de la Luna, y por consiguiente en lo informal, y se identifica al Swarga, si se entiende por esta palabra, no ya los cielos o los estados superiores en su conjunto, sino solamente su porción menos elevada. A propósito de esto, se destacará todavía cómo la observación de algunas relaciones jerárquicas permite la aplicación de un mismo simbolismo a diferentes grados.]], que es el Reino de Indra[[Indra, cuyo nombre significa “poderoso”, es designado también como el Regente del Swarga, lo que se explica por la identificación indicada en la nota precedente; este Swarga es un estado superior, pero no definitivo, y todavía condicionado, aunque informal.]], y que está ocupada por el Éter ( Akasha, que representa aquí el estado primordial de equilibrio indiferenciado ), hasta el Centro espiritual donde reside Prajapati, el “Señor de los seres producidos”, que es, como ya lo hemos indicado, la manifestación principial y la expresión directa de Brahma mismo en relación al ciclo total o al grado de existencia al que pertenece el estado humano, ya que éste debe considerarse todavía aquí, aunque solo en principio, como el estado donde el ser ha tomado su punto de partida, y con el que, incluso una vez salido de la forma o de la individualidad, guarda algunos lazos mientras no ha alcanzado el estado absolutamente incondicionado, es decir, mientras, para él, la “Liberación” no es plenamente efectiva.

Original

Nous insisterons un peu plus sur le dêva-yâna, qui se rapporte à l’identification effective du centre de l’individualité210, où toutes les facultés ont été précédemment résorbées dans l’« âme vivante » (jîvâtmâ), avec le centre même de l’être total, résidence de l’Universel Brahma. Le processus dont il s’agit ne s’applique donc, nous le répétons, qu’au cas où cette identification n’a pas été réalisée pendant la vie terrestre, ni au moment même de la mort ; lorsqu’elle est accomplie, d’ailleurs, il n’y a plus d’« âme vivante » distincte du « Soi », puisque l’être est désormais sorti de la condition individuelle : cette distinction, qui n’a jamais existé qu’en mode illusoire (illusion qui est inhérente à cette condition même), cesse pour lui dès lors qu’il atteint la réalité absolue ; l’individualité disparaît avec toutes les déterminations limitatives et contingentes, et la personnalité seule demeure dans la plénitude de l’être, contenant en soi, principiellement, toutes ses possibilités à l’état permanent et non-manifesté.

Suivant le symbolisme vêdique, tel que nous le trouvons dans plusieurs textes des Upanishads211, l’être qui accomplit le dêva-yâna, ayant quitté la Terre (Bhû, c’est-à-dire le monde corporel ou le domaine de la manifestation grossière), est d’abord conduit à la lumière (archis), par laquelle il faut entendre ici le Royaume du Feu (Têjas), dont le Régent est Agni, appelé aussi Vaishwânara, dans une signification spéciale de ce nom. Il faut bien remarquer, d’ailleurs, que, quand nous rencontrons dans l’énumération de ces stades successifs la désignation des éléments, celle-ci ne peut être que symbolique, puisque les bhûtas appartiennent tous proprement au monde corporel, qui est représenté tout entier par la Terre (laquelle, en tant qu’élément, est Prithwî) ; il s’agit donc en réalité de différentes modalités de l’état subtil. Du Royaume du Feu, l’être est conduit aux divers domaines des régents (dêvatâs, « déités ») ou distributeurs du jour, de la demi-lunaison claire (période croissante ou première moitié du mois lunaire)212, des six mois d’ascension du soleil vers le nord, et enfin de l’année, tout ceci devant s’entendre de la correspondance de ces divisions du temps (les « moments » dont parle la Bhagavad-Gîtâ) transposées analogiquement dans les prolongements extra-corporels de l’état humain, et non de ces divisions elles-mêmes, qui ne sont littéralement applicables qu’à l’état corporel213. De là, il passe au Royaume de l’Air (Vâyu), dont le Régent (désigné par le même nom) le dirige du côté de la Sphère du Soleil (Sûrya ou Âditya), à partir de la limite supérieure de son domaine, par un passage comparé au moyeu de la roue d’un chariot, c’est-à-dire à un axe fixe autour duquel s’effectue la rotation ou la mutation de toutes les choses contingentes (il ne faut pas oublier que Vâyu est essentiellement le principe « mouvant »), mutation à laquelle l’être va échapper désormais214. Il passe ensuite dans la Sphère de la Lune (Chandra ou Soma), où il ne reste pas comme celui qui a suivi le pitri-yâna, mais d’où il monte à la région de l’éclair (vidyut)215, au-dessus de laquelle est le Royaume de l’Eau (Ap), dont le Régent est Varuna216 (comme analogiquement, la foudre éclate au-dessous des nuages de pluie). Il s’agit ici des Eaux supérieures ou célestes, représentant l’ensemble des possibilités informelles217, par opposition aux Eaux inférieures, qui représentent l’ensemble des possibilités formelles ; il ne peut plus être question de ces dernières dès que l’être a dépassé la Sphère de la Lune, puisque celle-ci est, comme nous le disions tout à l’heure, le milieu cosmique où s’élaborent les germes de toute la manifestation formelle. Enfin, le reste du voyage s’effectue par la région lumineuse intermédiaire (Antariksha, dont il a été parlé précédemment dans la description des sept membres de Vaishwânara, mais avec une application quelque peu différente)218, qui est le Royaume d’Indra219, et qui est occupée par l’Éther (Âkâsha, représentant ici l’état primordial d’équilibre indifférencié), jusqu’au Centre spirituel où réside Prajâpati, le « Seigneur des êtres produits », qui est, comme nous l’avons déjà indiqué, la manifestation principielle et l’expression directe de Brahma même par rapport au cycle total ou au degré d’existence auquel appartient l’état humain, car celui-ci doit être encore envisagé ici, bien qu’en principe seulement, comme étant l’état où l’être a pris son point de départ, et avec lequel, même sorti de la forme ou de l’individualité, il garde certains liens tant qu’il n’a pas atteint l’état absolument inconditionné, c’est-à-dire tant que la « Délivrance », pour lui, n’est pas pleinement effective.

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