“Pero el que ha obtenido ( antes de la muerte, entendida siempre como la separación del cuerpo ) el verdadero Conocimiento de Brahma ( que implica, por la realización metafísica sin la que no habría más que un conocimiento imperfecto y completamente simbólico, la posesión efectiva de todos los estados de su ser ) no pasa ( en modo sucesivo ) por todos los mismos grados de retirada ( o de reabsorción de su individualidad, desde el estado de manifestación grosera al estado de manifestación sutil, con las diversas modalidades que ello conlleva, y después al estado no manifestado, donde las condiciones individuales son finalmente enteramente suprimidas ). Procede directamente ( a este último estado, e incluso más allá de éste si se considera solo como principio de la manifestación ) a la Unión ( ya realizada al menos virtualmente durante su vida corporal )[[Si la “Unión” o la “Identidad Suprema” no ha sido realizada más que virtualmente, la “Liberación” tiene lugar inmediatamente en el momento mismo de la muerte; pero esta “Liberación” puede tener lugar también durante la vida misma, si la “Unión” está desde entonces realizada plena y efectivamente; la distinción de estos dos casos se expondrá más completamente a continuación.]] con el Supremo Brahma, al que se identifica ( de una manera inmediata ), como un río ( que representa aquí la corriente de la existencia a través de todos los estados y de todas las manifestaciones ), en su desembocadura ( que es la conclusión o el término final de esa corriente ), se identifica ( por penetración íntima ) con las olas del mar ( samudra, donde la unión de las aguas simboliza la totalización de las posibilidades en el Principio Supremo ). Sus facultades vitales y los elementos de los que estaba constituido su cuerpo ( considerados todos en principio y en su esencia suprasensible )[[Puede ocurrir incluso, en algunos casos excepcionales, que la transposición de estos elementos se efectúe del tal manera que la forma corporal misma desaparezca sin dejar ningún rastro sensible, y que, en lugar de ser abandonada por el ser como ocurre de ordinario, pase así toda entera, ya sea al estado sutil, ya sea al estado no manifestado, de suerte que ahí no hay muerte hablando propiamente; a propósito de esto, hemos recordado en otra parte los ejemplos bíblicos de Henoch, de Moisés y de Elías.]], las dieciséis partes ( shodasha-kalah ) componentes de la forma humana ( es decir, los cinco tanmatras, el manas y las prana — diez facultades de sensación y de acción ), pasan completamente al estado no manifestado ( avyakta, donde, por transposición, se reencuentran todos en modo permanente, en tanto que posibilidades inmutables ), y, por lo demás, este paso no implica para el ser mismo ningún cambio ( tal como lo implican los estadios intermediarios, que, al pertenecer todavía al “devenir”, conllevan necesariamente una multiplicidad de modificaciones ). El nombre y la forma ( nama-rupa, es decir, la determinación de la manifestación individual en cuanto a su esencia y en cuanto a su substancia, como lo hemos explicado precedentemente ) cesan igualmente ( en tanto que condiciones limitativas del ser ); y, siendo “no dividido”, y por consiguiente sin las partes o los miembros que componían su forma terrestre ( en el estado manifestado, y en tanto que esta forma estaba sometida a la cantidad bajo diversos modos )[[Los modos principales de la cantidad se designan expresamente en esta fórmula bíblica: “Tú has dispuesto todas las cosas en peso, número y medida” ( Sabiduría, XI, 21 ), a la cual responde término a término ( salvo la intervención de los dos primeros ) el Mane, Theqel, Fares, ( contado, pesado, dividido ) de la visión de Baltasar ( Daniel, V, 25 a 28 ).]], está liberado de las condiciones de la existencia individual ( así como de todas las demás condiciones referentes a un estado especial y determinado de existencia cualquiera que sea, incluso supraindividual, puesto que el ser está en adelante en el estado principial, absolutamente incondicionado )”[[Prashna Upanishad, 6 Prashna, shruti 5; Mundaka Upanishad, 3er Mundaka, 2 Khanda, shruti 8. – Brahma-Sûtras, 4 Adhyâya, 2 Pâda, sûtras 8 a 16.]].
Varios comentadores de los Brahma-Sutras, para marcar todavía más claramente el carácter de esta “transformación” ( tomamos este término en su sentido estrictamente etimológico, que es el de “paso fuera de la forma” ), la comparan a la desaparición del agua con la que se riega una piedra ardiente. En efecto, esta agua se “transforma” al contacto con la piedra, al menos en ese sentido relativo de que ha perdido su forma visible ( y no toda forma, puesto que continúa perteneciendo evidentemente al orden corporal ), pero sin que se pueda decir por eso que ha sido absorbida por esa piedra, puesto que, en realidad, se ha evaporado en la atmósfera, donde permanece en un estado imperceptible a la vista[[Comentario de Ranganâtha sobre los Brahma-Sutras.]]. Del mismo modo, el ser no es “absorbido” al obtener la “Liberación”, aunque eso pueda parecer así desde el punto de vista de la manifestación, para la cual la “transformación” aparece como una “destrucción”[[Por eso es por lo que, según la interpretación más ordinaria, Shiva se considera como “destructor”, cuando en realidad es “transformador”.]]; si uno se coloca en la realidad absoluta, única que permanece para él, es al contrario dilatado más allá de todo límite, si se puede emplear una tal manera de hablar ( que traduce exactamente el simbolismo del vapor de agua extendiéndose indefinidamente en la atmósfera ), puesto que ha realizado efectivamente la plenitud de sus posibilidades.
Original
« Mais celui qui a obtenu (avant la mort, toujours entendue comme la séparation d’avec le corps) la vraie Connaissance de Brahma (impliquant, par la réalisation métaphysique sans laquelle il n’y aurait qu’une connaissance imparfaite et toute symbolique, la possession effective de tous les états de son être), ne passe pas (en mode successif) par tous les mêmes degrés de retraite (ou de résorption de son individualité, de l’état de manifestation grossière à l’état de manifestation subtile, avec les diverses modalités qu’il comporte, puis à l’état non-manifesté, où les conditions individuelles sont enfin entièrement supprimées). Il procède directement (dans ce dernier état, et même au delà de celui-ci si on le considère seulement comme principe de la manifestation) à l’Union (déjà réalisée au moins virtuellement pendant sa vie corporelle)185 avec le Suprême Brahma, auquel il est identifié (d’une façon immédiate), comme un fleuve (représentant ici le courant de l’existence à travers tous les états et toutes les manifestations), à son embouchure (qui est l’aboutissement ou le terme final de ce courant), s’identifie (par pénétration intime) avec les flots de la mer (samudra, le rassemblement des eaux, symbolisant la totalisation des possibilités dans le Principe Suprême). Ses facultés vitales et les éléments dont était constitué son corps (tous considérés en principe et dans leur essence suprasensible)186, les seize parties (shodasha-kalâh) composantes de la forme humaine (c’est-à-dire les cinq tanmâtras, le manas et les dix facultés de sensation et d’action), passent complètement à l’état non-manifesté (avyakta, où, par transposition, ils se retrouvent tous en mode permanent, en tant que possibilités immuables), ce passage n’impliquant d’ailleurs pour l’être même aucun changement (tel qu’en impliquent les stades intermédiaires, qui, appartenant encore au « devenir », comportent nécessairement une multiplicité de modifications). Le nom et la forme (nâma-rûpa, c’est-à-dire la détermination de la manifestation individuelle quant à son essence et quant à sa substance, comme nous l’avons expliqué précédemment) cessent également (en tant que conditions limitatives de l’être) ; et, étant « non-divisé », donc sans les parties ou membres qui composaient sa forme terrestre (à l’état manifesté, et en tant que cette forme était soumise à la quantité sous ses divers modes)187, il est affranchi des conditions de l’existence individuelle (ainsi que de toutes autres conditions afférentes à un état spécial et déterminé d’existence quel qu’il soit, même supra-individuel, puisque l’être est désormais dans l’état principiel, absolument inconditionné) ».Plusieurs commentateurs des Brahma-Sûtras, pour marquer encore plus nettement le caractère de cette « transformation » (nous prenons ce mot dans son sens strictement étymologique, qui est celui de « passage hors de la forme »), la comparent à la disparition de l’eau dont on a arrosé une pierre brûlante. En effet, cette eau est « transformée » au contact de la pierre, du moins en ce sens relatif qu’elle a perdu sa forme visible (et non pas toute forme, puisqu’elle continue évidemment à appartenir à l’ordre corporel), mais sans qu’on puisse dire pour cela qu’elle a été absorbée par cette pierre, puisque, en réalité, elle s’est évaporée dans l’atmosphère, où elle demeure dans un état imperceptible à la vue189. De même, l’être n’est point « absorbé » en obtenant la « Délivrance », bien que cela puisse sembler ainsi du point de vue de la manifestation, pour laquelle la « transformation » apparaît comme une « destruction »190 ; si on se place dans la réalité absolue, qui seule demeure pour lui, il est au contraire dilaté au delà de toute limite, si l’on peut employer une telle façon de parler (qui traduit exactement le symbolisme de la vapeur d’eau se répandant indéfiniment dans l’atmosphère), puisqu’il a effectivement réalisé la plénitude de ses possibilités.