Hasta aquí hemos considerado al Transmigrante, Parijman, sólo como el Gran Catalizador que permanece inafectado por las acciones que promueve. El Supremo Senor y Sí mismo que tiene su sede, uno y el mismo, en los corazones de todos los seres (Bhagavad Gita X.20, XIII.27), el ciudadano en toda «ciudad» (Brhadaranyaka Upanishad II.5.18; Filón, De cherubim 121), que participa en la acción no debido a alguna necesidad de su parte sino solo sacrificialmente y para mantener el proceso del mundo (Bhagavad Gita III.9, 22), en donde, por así decir jugando (Brahma Sutra Bhasya II.1.32, 33)1, permanece indiviso entre los seres divididos e indestructible entre los seres destructibles (Bhagavad Gita XIII.16, 27). Mientras él (Makha, el Sacrificio) es Uno, ellos no pueden vencer-le (Taittiriya Aranyaka V.1.3); pero en tanto que Uno, él no puede traer a sus criaturas a la vida, y debe dividirse a sí mismo (Maitri Upanishad XII.6). Ciertamente, se nos ha dicho repetidamente, que él, Prajapati, «deseó» (akamayat) ser muchos, y así, como ello aparece a nosotros, no es desinteresadamente 2 sino «con fines todavía no alcanzados y con miras a gozar de los objetos de los sentidos» por lo que él nos pone en movimiento (Maitri Upanishad II.6d). Pero esto es una empresa peligrosa, porque, aunque es su experimentador, no obstante es arrastrado por la corriente de las cualidades de la materia prima (prakrtair gunaih) que opera 3; y en tanto que el sí mismo elemental (bhutatman) y corporal (sarira)4, el sujeto conocedor frente a los objetos de percepción ostensiblemente externos, y compuesto de todos los deseos (sarvakama-maya)5, él está aturdido y no ve al munificiente [bountiful] Dador del ser y Actuador dentro de él6, «sino que concibe que “esto es yo” y “eso es mío”, y con ello se atrapa a sí mismo por sí mismo como un pájaro en la red 7 y así vaga errante (paribhramati = samsarati, samcarati) en matrices tanto buenas como malas (sadasat), vencido por los frutos de las acciones y por los pares de opuestos» (Maitri Upanishad III.2, VI.10)8.
Ciertamente, hay un correctivo (pratividhi) para este sí mismo elemental, a saber, en el estudio y dominio de la sabiduría de los Vedas y en el cumplimiento del deber propio de uno (svadharma)9 en sus etapas regulares (asrama, Maitri Upanishad IV.3). «Con el conocimiento del Brahman, con el ardor (tapas) y la contemplación (cinta = dhyana) adquiere la beatitud sempiterna, si, cuando este “hombre en el carro” (rathitah) 10 se libera de esas cosas de las cuales estaba lleno11 y por las cuales estaba vencido, entonces alcanza la conjunción con el Espíritu (Maitri Upanishad IV.4)», es decir, «siendo Brahma mismo entra en Brahma» (Brhadaranyaka Upanishad IV.4.6)12, y así «auténticamente Brahma-devenido, permanece» (Anguttara Nikaya II.211). Esa es la deificatio de Nicolás de Cusa, cuyo sine qua non es una ablatio omnis alteritatis et diversitatis13.
Dicho de otro modo, Prajapati «desea» (kam, man) devenir muchos, para «expresar (srj)» a sus hijos, y habiéndolo hecho está vaciado y cae desencordado (Brahmanas, passim). Entra «con amor (prena)» en ellos, y entonces no puede juntarse (sambhu) de nuevo, entero y completo, excepto por la operación sacrificial (Taittiriya Samhita V.5.2.1); desde sus partes disjuntadas no puede juntarse a sí mismo (samhan), y solo puede ser curado por medio de las operaciones sacrificiales de los dioses (Satapatha Brahmana I.6.3.36, etc.). Se conoce suficientemente bien, y no necesita demostración aquí, que el propósito final de esta operación, en la que el sacrificador se sacrifica a sí mismo simbólicamente, es juntar de nuevo, entero y completo, a la vez al sacrificador y a la deidad dividida, a uno y el mismo tiempo. Es evidente que la posibilidad de una regeneración simultánea tal reposa en la identidad teórica del ser real del sacrificador con el de la deidad inmanente, postulada en el dicho: «Eso eres tú». Sacrificar nuestro sí mismo es liberar al Dios dentro de nosotros.
Podemos ilustrar todavía de otro modo la tesis haciendo referencia a esos textos en los cuales se habla de la deidad inmanente como de un «ciudadano» del cuerpo político en el que, por así decir, está confinado, y del que también se libera cuando se recuerda a sí mismo y nosotros nos olvidamos de nosotros mismos. Es bien sabido que al cuerpo humano se le llama una «ciudad de Dios» (Atharva Veda Samhita X.2.28; brahmapura, passim)14; y el que como un pájaro (paksi bhutva) deviene un ciudadano en todas estas ciudades es hermenéuticamente purusa (Brhadaranyaka Upanishad II.5.18). El Hombre o la Persona Solar que así nos habita y es el Amigo de Todos es también el amado Vamadeva, el Soplo (prana), «que se establece en medio de todo lo que es 15 dadhe)… y que protege del mal a todo lo que es»16 (Aitareya Aranyaka II.2.1); y estando en la matriz es el conocedor de todos los nacimientos de los dioses (Soplos, Inteligencias, las facultades o poderes del alma) que le sirven (Rg Veda Samhita IV.27.1; Katha Upanishad V.3, etc.). Dice de sí mismo que «aunque un centenar de ciudades17 me retengan18, yo salgo velozmente con la velocidad del halcón» (Rg Veda Samhita IV.27.1)19, y que «Yo era Manu y el Sol» (Rg Veda Samhita IV.26.1; Brhadaranyaka Upanishad I.4.10, etc.)20.
«Yo “salgo velozmente”, así habló Vamadeva encarnado (garbhe… sayanah = purisayah). El Comprehensor de esto, cuando la separación del cuerpo tiene lugar, procediendo hacia arriba (urdhva utkramya) y obteniendo todos los deseos en el mundo de allá, ha devenido junto (samabhavat)21, inmortal (Aitareya Aranyaka II.5; cf. I.3.8, conclusión). Vamadeva se iguala aquí con ese «otro sí mismo» (itara atma)22 que, estando todo en acto (krtakrtyah)23 cuando «se alcanza la vejez (vayogatah), parte (praiti) y se regenera (punar jayate = samabhavat)», es decir, renace por tercera y última vez24.
El escape de este «Enano», Vamana, el superintendente de la ciudad (puram anusthaya), entronizado en el medio (madhye… asinam), y a quien los Visve Devah (los Soplos, los poderes funcionales del alma) sirven (upasate), se describe también en Katha Upanishad V.1-4, donde se pregunta, «Cuando este morador del cuerpo inmanente y desencordado se libera del cuerpo 25, ¿qué sobrevive (kim parisisyate)?» y se responde: «Eso», a saber, Brahma, el Atman — el predicado del dicho «Eso eres tú»26. Así pues, «Atman significa eso que queda si nosotros quitamos de nuestra persona todo lo que es No-sí mismo»27; nuestro fin es cambiar nuestra propia manera limitada de ser «Fulano» por la manera ilimitada de Dios de ser simplemente — «Ego, daz wort ich, ist nieman eigen denne gote alleine in si’ner einekeit»28.
Una consideración de todo lo que se ha dicho hasta aquí nos permitirá aproximarnos a un texto tal como el de Brhadaranyaka Upanishad IV.4.1-7, sin caer en el error de suponer que la «sanguijuela de tierra» [land leech] del verso 3 es un «alma» individual, y definidamente caracterizada, que pasa de un cuerpo a otro. Más bien, es el Sí mismo indiviso y jamás individualizado, que, habiéndose recordado a sí mismo ahora (cf. Bhagavad Gita II.58), y liberado de la «ignorancia» del cuerpo (con el que ya no se identifica), transmigra; este Sí mismo recordado es el Brahma que asume toda forma y cualidad de existencia, tanto buena como mala29, según sus deseos y actividades (verso 5); si está todavía apegado (saktah), todavía deseoso (kamayamanah), este Sí mismo (ayam, es decir, ayam atma) retorna (punar aiti) desde aquel mundo a este mundo; pero si es sin deseo (akama-yamanah), si se ama solamente a sí mismo (atmakamah, cf. IV.3.21), entonces «siendo Brahma mismo, entra en Brahma (brahmaiva san brahmapyeti)», entonces «el mortal deviene el inmortal» (versos 6, 7). El significado de estos pasajes es distorsionado, y se le da un sentido reencarnacionista, por todos aquellos traductores (por ejemplo Hume y Swami Madhavananda) que traducen ayam del verso 6 por «él» o «el hombre», pasando por alto que este ayam no es nada sino el ayam atma brahma del verso precedente30. La distinción no es entre un «hombre» y otro, sino entre las dos formas de Brahma-Prajapati, «mortal e inmortal»31, deseoso e indeseoso, circunscrito e incircunscrito, etc. (Satapatha Brahmana IV.7.5.2; Brhadaranyaka Upanishad II.3; Maitri Upanishad VI.36, etc.), y entre las «dos mentes, pura e impura» (Maitri Upanishad VI.34.6)32. Si tuviéramos alguna duda sobre este punto queda aclarada por las palabras de Brhadaranyaka Upanishad IV.3.35-38, «¡Aquí viene Brahma!», que no es un individuo sino Dios mismo, que viene y va cuando «nosotros» nacemos o morimos.
Sería una antinomia aplicarme a mí mismo — a este hombre, Fulano — o a cualquier otro hombre entre otros las palabras, «Eso eres tú», o pensar de mí mismo, le moi, en los términos del «Yo» de estos versos de Swami Nirbhyananda:
Yo soy el que inclina la cabeza
Y el Uno ante quien él se inclina:
Solo Yo existo, no hay ni buscador ni buscado33 Cuando al fin realicé la Unidad, entonces conocí lo que había sido desconocido,
Que Yo había estado siempre en unión con-Tigo»34.
Cuando el pájaro-alma escapa al fin de la red del cazador (Salmos 124:7) y encuentra a su Rey, entonces la distinción aparente entre el ser inmanente y el ser transcendente se disuelve a la luz del día, y él escucha y habla con una voz que es a la vez la suya propia y la de su Rey, diciendo
Yo era el remordimiento que hacia Mí mismo empujó.
Peregrino, Peregrinaje y Senda
Era solo Mí mismo hacia Mí mismo: y Tu
Llegada Solo Mí mismo a mi propia puerta»35.
- Cf. Coomaraswamy, «Lila» y «Juego y Seriedad», 1942. Cf. Dante, Purgatorio XXVIII. 95,96:
«Per sua diffalta in pianto ed in affanno
cambio onesto riso e dolce gioco.»
y Mathnawi I.1787, 1788:
Tú pudieras jugar el juego de la adoración con-Tigo mismo,
A fin de que todos los «yos» y «tús» devengan una única vida»
Cuando, como en Maitri Upanishad II.6-III.2, hablamos de Él como teniendo fines que todavía han de ser alcanzados, nosotros concebimos también que Él está atrapado en la red y que Él ha de ser liberado de nuevo, y esto es la verdad en los términos del pensamiento humano. Pero como todo lo que pertenece a la via afirmativa esta es una verdad que ha de ser finalmente negada. Para las viae, ver Maitri Upanishad IV.6.[↩]
La red (o la tela de araña, Śvetāśvatara Upanisad VI. 10; Mundaka Upanisad 1.7; Kausitaki Brāhmana XIX.3, etc.) que él mismo ha tendido (ya eko jālavān, Śvetāśvatara Upanisad III. 1), la única y sola red que él transforma de muchos modos y «en cuyo Campo él vaga errante» (samcarati, Śvetāśvatara Upanisad V.3.7, es decir, samsarati, «transmigra» en vez de el «wieder entzieht» de Deussen o el «draws it together» de Hume).
Mientras el Solo Transmigrante está vencido por las nociones de «Esto es yo» y «Esos son otros», el Pájaro es conceptualmente un uno de muchos, y no ya «el Único Controlador de los muchos creados» (Śvetāśvatara Upanisad VI. 13). y nosotros, que estamos preeminentemente sujetos a estos engaños, hablamos de la liberación de una pluralidad de individuos, por ejemplo, «Son muchas las esencias que están presas de la necesidad, como un pájaro en la red» (Sarhyutta Nikāya 1.44).
Que «Un ser es un flujo, la acción es su pasar» (Samyutta Nikāya 1.38, cf. sadasadyonim āpadyate, Maitri Upanisad III.2) tomado junto con Milinda Pañho 72, «No hay ninguna esencia particular que se reencarne», significa que no hay ninguna individualidad constante que haga la ronda; ¿cómo podría haberla, cuando hoy nuestra personalidad es «otra» que la que era ayer (Samyutta Nikāya 11.95, 96)? No es una vida, sino el fuego de la vida lo que se transmite (Brahma Sūtra Bhāsya IV.4.15; Milinda Pañho 71; cf. Heraclito, fr. 20). El Comprehensor de la enseñanza del Buddha no se preguntará a sí mismo ¿Qué era «yo»? o ¿Qué devendré «yo»? (Samyutta Nikāya 11.26, 27).
Khacara es casi literalmente «skylark» = «alondra»; kha es analógicamente el Brahmán en tanto que el «Espacio» ilimitado (ākāśa, quintaessentia), o τόπος, como en Bruce Codex, C. A. Baynes, tr., A Coptic Gnostic Treatise (Cambridge, 1933), p. 3. Cf. Brhadāranyaka Upanisad V. 1; Chāndogya Upanisad l.9, III. 12.7-9, IV.10.4, VII.12, VIII. 1.14; y Coomaraswamy. «Kha y Otras Palabras que denotan “Cero”, en Conexión con la Metafísica India del Espacio».[↩]
La ignominia (como la de la crucifixión) es una vejación a la que el Héroe Solar puede haber condescendido en su persecución de la Psique aprisionada; y la «vacilación» de Lancelot en el Chevalier de la charrette corresponde a la reluctancia de Agni a devenir el cochero del Sacrificio (Rg Veda Samhitā X.51), a la vacilación del Buddha a «girar la meda» y al «Pase de mí este cáliz» de Cristo.[↩]