Sete Governadores
(tabby title=”Henry Corbin”)
Otro elemento de interés que presenta la citada investigación del científico zoroastriano es el paralelismo que establece entre la hierocosmología del sufismo y ciertas concepciones taoístas. La idea de la walâyat se encuentra particularmente ensalzada y desarrollada en el sufismo de Asia central, especialmente desde Hâkim Termezî († 285/898), en el que el número de 40 abdâl es particularmente significativo; las tradiciones taoístas conocen siete regentes espirituales «localizados» en la constelación de la Osa. El Tratado del pivote de jade expone una doctrina espiritual anunciada ya en su nombre mismo, que se refiere a la Polar, «pivote del cielo que gira sobre sí mismo y arrastra en su ronda a todos los cuerpos celestes». Y esto no deja de presentar correspondencias notables con las concepciones del esoterismo sufí. En una y otra parte constatamos, en efecto, que el hierocosmos espiritual ejemplifica el mismo esquema que el cosmos de la astronomía: el mundo está dispuesto como una tienda que reposa sobre un eje central y cuatro pilares laterales (awtâd). Los personajes que ejemplifican estos últimos tienen por función girar cada noche alrededor del mundo e informar al Qotb de las situaciones que exigen su ayuda. Mejor todavía, la numerología simbólica revela una concordancia verdaderamente sorprendente entre la configuración numérica del palacio místico de Ming-Tang (la sala de luz a la vez templo y observatorio astronómico) y la disposición de las figuras de la jerarquía mística anteriormente enumeradas aquí.
(tabby title=”Ananda Coomaraswamy”)
Esta es también, tan cercana como es posible, la historia como la cuenta Hermes, Lib. I.9 sig. Allí, la «segunda Mente hizo, de fuego y de agua, Governadores (dioiketores), es decir, los Planetas, y estableció sus revoluciones. El Hombre (anthropos = purusa), el Hijo de Dios, teniendo en sí mismo la operación (energeia) de estos Governadores y conociendo su esencia, miró abajo a través del disco (solar) (harmonia), pasó a través del cráneo (kytos)1, y amó y desposó a la Naturaleza tendida abajo, que entonces dio nacimiento a «siete hombres según las naturalezas de los Governadores», y de constitución elemental; en ellos el Hombre, de ser Vida y Luz, devino alma y mente, sujeto a la mortalidad y al destino por causa del cuerpo, pero también inmortal en su forma esencial (ousiodes = svarupa); así pues, «que el hombre dotado de Mente reconozca que es inmortal, y que la causa de la muerte es el amor carnal». El texto continúa para mostrar cómo el Hombre en nosotros puede retornar por la vía que vino.2(tabbyending)
NOTAS: footnotearea
kytos, pienso, como en Timeo 45A, to tes kephales kytos, «el casco de la cabeza», y aquí con referencia especial a su coronilla, puesto que la entrada es desde arriba; como en Aranyaka II.4.3, donde el Único Mesmo, «penetrando la coronilla, entró por esa puerta», es decir, por la fontanela bregmática, que corresponde a la Puerta del Sol macrocósmica, la piedra de cierre de la bóveda (la harmonia de Hermes) del Universo, a través de la cual el Espíritu entra y sale de él. ↩
Ananda Coomaraswamy — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA — SOBRE A PSICOLOGIA TRADICIONAL E HINDU, OU MELHOR PNEUMATOLOGIA (cont. ↩