ANANDA COOMARASWAMY — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA
VIDE: PROFETAS, VAYUS
INSPIRAÇÃO
En el diccionario de Webster la inspiración se define como «una que califica a los hombres para recibir y comunicar la ». Esto se expresa en la palabra misma, que implica la presencia de un «espíritu» guía que se distingue del agente que está «in-spirado», aunque está «dentro» de él, pero que, ciertamente, no está inspirado si sólo está «expresándose a sí mismo». Antes de continuar, debemos despejar el campo mostrando como los autores modernos han abusado escabrosamente de la palabra «inspirar». Por ejemplo, hemos encontrado dicho que «un poeta u otro artista puede dejar que la lluvia le inspire» [[H. J. Rose, A Handbook of Greek Mythology (2ª ed., Londres, 1933), p. 11. Clement Greenberg (en The Nation, 19 de Abril de 1941, p. 481) nos dice que el «pintor moderno deriva su inspiración de los mismos materiales físicos con los que trabaja». Ambos críticos olvidan la distinción establecida entre espíritu y materia. Lo que sus afirmaciones significan en realidad es que el artista moderno puede estar excitado, pero no inspirado.]]. Un abuso tal de las palabras impide que el estudiante aprenda nunca lo que los escritores antiguos pueden haber querido decir realmente. Decimos «abuso» debido a que ni la lluvia, ni nada perceptible por los sentidos, está en nosotros; y la lluvia tampoco es un tipo de espíritu. El racionalista tiene derecho a no creer en la inspiración y a no tenerla en cuenta, como puede hacerlo muy fácilmente si está considerando el arte sólo desde el punto de vista estético (sensacional), pero no tiene ningún derecho a pretender que uno puede ser «inspirado» por una , por la que, de hecho, uno sólo puede ser «afectado», y a la que uno sólo puede «reaccionar». Por otra parte, la frase del Maestro Eckhart «inspirado por su arte» es completamente correcta, puesto que el arte es un tipo de conocimiento, no algo que pueda verse, sino afín al alma y antes del cuerpo y del mundo [[Eckhart, ed. Evans, II.211; cf. Leyes 892B]]. Nosotros podemos decir propiamente que no sólo «Amor» sino también «Arte» y «Ley» son nombres del Espíritu.
Aquí no estamos interesados en el punto de vista del racionalista, sino sólo en las fuentes de las que podemos aprender cómo se explica la operación del artista en una tradición, que debemos comprender, si queremos comprender sus productos. Aquí un hombre se considera inspirado siempre por el Santo sólo (entheos, sc. hypo tou erotos). «El Genio insufló tejer en mi corazón (enepneuse phresi daimon)», dice Penélope [[Homero, La Odisea XIX.138.]]. Hesíodo nos dice que las Musas «insuflaron en mí una voz divina (enepneusan de moi auden thespin)… y me pidieron que cantara a la raza de los Dioses bienaventurados» [[Teogonía 31-32.]]. Cristo, «a través de quien todas las cosas fueron hechas», no da testimonio de sí mismo (no se expresa a sí mismo), sino que dice «yo no hago nada por mí mismo, sino como mi Padre me enseñó, yo hablo» [[San Juan 8:28; cf. 5:19 y 30, 7:16 y 18 («El que habla por sí mismo busca su propia gloria»). Una columna en Parnassus, XIII (mayo 1941), 189, comenta sobre el desnudo femenino como la «inspiración exclusiva» de Maillol. Eso no es mera verborrea; Renoir no tenía miedo de llamar al pan pan y al vino vino cuando decía con qué pincel pintaba.]]. Dante escribe, yo soy «uno que cuando Amor (Eros) me inspira (mi spira), escucho, y lo expongo de manera tan sabia como Él dicta dentro de mí» [[Purgatorio XXIV.52-54.]]. Pues «no hay ningún hablar real que no dependa de la Verdad» [[Fedro 260E; El Banquete 201C (sobre la verdad irrefutable).]]. ¿Y quién es («¿Qué sí mismo?») quien habla la «Verdad que no puede refutarse»? No este hombre, Fulano, Dante, o Sócrates, o «yo», sino la Sindéresis, el , el Daimon de Sócrates y de Platón, «que vive en cada uno de nosotros» [[Timeo 69C, 90A.]] y «no mira por nada sino la Verdad» [[Hippias Mayor 288D-N]]. Es el «Dios mismo quien habla» cuando nosotros no estamos pensando nuestros propios pensamientos sino que somos Sus exponentes, o sacerdotes.
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Podemos considerar ahora, quizás con menos peligro de malentendidos, el pasaje más largo de Platón sobre la inspiración. «Es un poder divino que mueve (theia de dynamis, he… kinei)» [[Ion 533D-N Para el pasaje sobre la inspiración, ver Ion 533D-536D-N La doctrina Platónica sobre la inspiración no es «mecánica» sino «dinámica»; en una teología posterior, devino una cuestión de debate en cual de estas dos maneras el Espíritu mueve al intérprete.]] incluso al rapsoda o al crítico literario, en la medida en que él habla bien, aunque él es sólo el exponente de un exponente. El autor y exponente original, si ha de ser un imitador de realidades y no de meras apariencias, «es habitado y poseído por Dios (entheos, katekomenos)… una sustancia aérea, alada y sagrada (ieron, sánscrito brahma-); incapaz de componer nunca hasta que ha nacido nuevamente del Dios dentro de él (prin an entheos te genetai) [[Ion 533E, 534B. gignomai se usa aquí en el sentido radical de «entrar en un nuevo estado de ser». Cf. Fedro 279B, kalo genesthai tandothen, «Pueda yo nacer en la belleza interiormente», es decir, nacer de la deidad inmanente (d hen emin theio), Timeo 90D), auténtica y divina belleza (auto to theion kalon, El Banquete 211E). Los equivalentes del Nuevo Testamento son «en el Espíritu» y «nacido de nuevo del Espíritu».]], está fuera de sus propias dotes (ekphron), y su propia mente (nous) ya no está en él [[Ion 534B. «La locura que viene de Dios es superior a la cordura que es de origen humano» (Fedro 244D, 245A). Cf. Timeo 71D-72B, Leyes 719C; y [?Maitri_Upanishad] VI.34.7, «Cuando uno alcanza la dementación, eso es el último paso». El tema necesita una explicación más amplia; brevemente, lo supralógico es superior a lo lógico, y lo lógico es superior a lo ilógico.]]; pues todo hombre, mientras retiene esa propiedad es impotente para hacer (poiein) o encantar (chresmodein, sánscrito mantrakr)… Los hombres a quienes dementa, Dios los usa como sus ministros (hyperetai)… pero es el Dios [[«El Dios» es el Espíritu Immanente, el Daimon, Eros. «Él es un hacedor (poietes) tan realmente sabio (sophos) que es la causa del hacer en otros» (El Banquete 196E). La voz es «enigmática» (Timeo 72B), y la poesía, por lo tanto, es «naturalmente enigmática» (Alcibíades II 147B), de manera que en la «revelación» (la escritura, sánscrito sruti, «lo que ha sido escuchado») nosotros vemos «a través de un espejo obscuro» (hen ainigmati, I Corintios 13:12). Debido a que la adivininación es de una Verdad que no puede verse directamente (sánscrito, sakshat ) (con las facultades humanas), el decidor de la verdad debe hablar en símbolos (ya sean verbales o visuales), que son reflejos de la Verdad; es tarea nuestra comprender y usar los símbolos como soportes de contemplación y con miras a una «recordación». La contemplación es «especulación» debido a que los símbolos son cosas que se ven «a través de un espejo».]] mismo (o theos autos) el que habla, y a través de ellos nos ilumina (phthengetai)… Los autores son sólo Sus exponentes (hermenes) según la manera en la que ellos mismos son poseídos» [[Ver Ion 534, 535. Se han citado pasajes afines en las notas 82-84. Las últimas palabras se refieren a la diversidad de los dones del espíritu; ver I Corintios 12:4-11.]]. Sólo cuando retorna a sí mismo de lo que es realmente una operación sacrificial, el autor ejercita sus propios poderes de juicio; y entonces, en primer lugar, los ejercita para «juzgar los espíritus, si ellos son de Dios», y secundariamente para juzgar su obra, si está de acuerdo con la visión o la audición.
El punto más significativo que emerge de este profundo análisis de la naturaleza de la inspiración es el de la función sacerdotal o ministerial del artista. La intención original de las formas inteligibles no era entretenernos, sino literalmente «hacernos recordar». El canto no es para la aprobación del oído [[«Lo que nosotros llamamos “cantos”… son evidentemente “encantaciones”, seriamente diseñadas para producir en las almas esa armonía de la que hemos estado hablando» (Leyes 659E; cf. 665C, 656E, 660B, 668-669, 812C, República 399, 424). Tales encantaciones se llaman mantras en sánscrito.]], ni la pintura para la del ojo (aunque estos sentidos pueden ser enseñados a aprobar el esplendor de la verdad, y puede confiarse en ellos cuando han sido entrenados), sino para efectuar esa transformación de nuestro ser que es el propósito de todos los actos rituales. De hecho, las artes rituales son las más «artísticas», debido a que son las más «correctas», como deben serlo si han de ser efectivas.
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