Ananda Coomaraswamy — DOS CAMINOS HACIA LA MISMA CUMBRE
Heresia
La palabra “herejía” significa “opción”: el tener opiniones particulares y pensar como nos gusta. Hoy sólo podemos comprender su sentido real; hoy, cuando «el opinar libremente» se recomienda tanto, (con el requisito de que el ir debe ser al cien por cien), únicamente cuando nos damos cuenta de que el sinónimo moderno de herejía es traición». La gran herejía, y tal vez la única auténtica herejía del Cristianismo moderno a los ojos de los otros creyentes es el reclamar para sí una verdad exclusiva; pues es «traición» contra «Aquel que nunca queda sin el testimonio» y sólo se puede comparar con la negación de Cristo por Pedro; y quien diga a sus amigos paganos que «la luz que en vosotros existe son tinieblas» ofendiéndoles ofende al Padre de las luces. Según el conocido comentario de a la carta primera a los Cor.(cap. XII, v. 2) «todo lo que es verdad, sea quien quiera el que lo haya dicho, viene del Espíritu Santo» (sentencia sancionada por Santo Tomás de Aquino), se os puede preguntar: «En qué terreno os proponéis distinguir entre vuestra religión «revelada» y nuestra religión «natural»ya que, de hecho, nosotros también apelamos a un origen sobrenatural». Puede ser que a esa pregunta no le encontréis una respuesta fácil.
El apelar a una validez exclusiva no está calculado precisamente para la supervivencia del Cristianismo en un mundo dispuesto a comprobar todas las cosas. Al contrario puede dañar enormemente su prestigio en relación con otras religiones en las que prevalece una actitud muy distinta y que no se someten a la necesidad de meterse en una polémica. Como ha dicho un gran teólogo alemán: «La cultura humana (Menschheitbildung) es un todo unitario, y sus culturas separadas son los dialectos de un mismo idioma del espíritu» [[Alfred Jeremias, Altorientalische Geiteskultur, Vorwurt.]]. La querella del Cristianismo con las otras religiones parece a un oriental por lo menos como un error táctico en el conflicto ideal de las motivaciones sensatas, como hubiera sido en la última guerra para los aliados volverse contra los chinos en la batalla decisiva. Ni siquiera querrán tomar parte en esa contienda; a lo sumo dirán, como he dicho yo varias veces a mis amigos cristianos: «aunque no estéis en vuestro puesto, nosotros estamos en el nuestro». La actitud del convertido se expresa raramente pero dos veces en mi vida me he encontrado con un católico que pudiera admitir libremente que para un hindú el hacerse cristiano no era esencial para la salvación. Con todo podíamos creerlo, la Verdad o la Justicia con las que todos igualmente estamos relacionados incondicionalmente es como la tabla redonda a la que «se sienta todo el mundo cristiano y pagano» para comer el mismo pan y beber el mismo vino y en la cual «todos son iguales, el alto lo mismo que el bajo». Un destacado católico, amigo mío, en una carta habla de Srî Ramakrishna como de «otro Cristo… un doble de Cristo».
Consideremos por un momento el punto de vista expresado por los clásicos y otros no cristianos cuando hablaban de una religión diversa de la suya. Ya hemos citado a Filón, Plutarco, primero con amarga ironía atacando a los evemeritas [[Sistema que interpreta a los dioses griegos como personalidades históricas. Su nombre proviene de Evemero de Mesina, contemporáneo de Alejandro Magno que en su obra Hiera anagraphe (inscripciones sagradas), escrita como narración de un viaje, va indicando quienes fueron en su origen humano los dioses. (N del T.).]] griegos que «difunden el ateísmo en todo el mundo abandonando los dioses de nuestra fe y transformándolos todos en nombre de generales, almirantes y reyes» y de los griegos que ya no podían distinguir a Apolo (el Sol inteligible), de Helios (el Sol sensible) y sigue hasta decir: «Y no hablamos de los distintos dioses de los diversos pueblos, o de los dioses como «bárbaros» y «griegos», sino como uno común a todos, aunque denominado con nombres distintos por los diversos pueblos, de modo que de la Unica Razón (Logos) que ordena todas las cosas, o la Unica Providencia que todo vigila, han surgido las potestades menores (dioses, ángeles) que están destinadas a cuidar de todas las cosas, que obtienen en los distintos pueblos diversas denominaciones y competencias, según sus costumbres y caracteres» [[Plutarco, Isis y Osiris,67 (Moralia, 377). William Law a continuación de la cita del texto dice: “No hay una salvación para el judío y otra para el cristiano y otra tercera para el pagano. No, Dios es uno, una la humana naturaleza y uno el camino para la salvación, que es el deseo de orientar hacia Dios el alma”. De hecho, esto se refiere al “Bautismo de deseo” o”del Espíritu” como distinto del bautismo de agua que encierra una pertenencia efectiva a la comunidad cristiana y sólo modifica el dogma cristiano de extra Ecclesiam nulla salus. El problema real es el del significado exacto de la palabra “Iglesia Católica”, nosotros decimos que ello no significa ninguna religión determinada sino la comunidad o el conjunto de todos los que aman a Dios. Como dice también William Law, “El principal mal de una secta es éste: que se considera a sí misma como necesaria para la verdad y la verdad se encuentra solamente cuando se sabe que no es propiedad de la secta sino libre y universal como la divinidad de Dios y común a todas las denominaciones y pueblos como el aire y la luz de este mundo”]]. Apuleyo reconoce que la Isis egipcia (nuestra Madre Naturaleza, y Madonna, naturans, Creatrix, Deus) es adorada en todo el mundo de modos diversos y con cultos diferentes» (El asno de oro de Apuleyo).
Jahangir, el emperador musulmán de la India, al escribir de su amigo y maestro, el eremita hindú Jadrup, dice que «su Vedanta es lo mismo que nuestro Tasawwuf» y de hecho en el Norte de la India abundan un tipo de literatura religiosa en la que es difícil, sino imposible, distinguir los elementos musulmanes de los hinduistas. La diferencia de las formas de religión es innegablemente, corno observa el profesor Nicholson, «una doctrina fundamental sufí» [[R. A. Nicholson, Mystics of Islam, l914, p. 105. También dice: “Si él (el adepto de determinada religión) comprende la sentencia de Junayd: el color del agua es el color de lo que contiene el agua, no se interferirá en las creencias de los demás sino que percibirá a dios en cada forma y en cada creencia”(Ibn-al-Arabí). Nicholson, Studies in Islamic Mysticism, 1921, p. 159. Y “Desde entonces supe que no había muchos dioses para la adoración de los hombres sino un único Dios que tenía muchos nombres y muchas formas, que es representado y nombrado según las condiciones aparentes de las cosas” “Sir George Birdwood, Sva, 1915,p. 28.]]; Así cuando encontramos a un Ibn-al-‘Arabi afirmando:
Mi corazón es capaz de toda forma, es un pastizal para las gacelas y un convento para los monjes cristianos.
Y un templo de ídolos y la peregrinación de la Kaaba, y las tablas de la Torah y el libro del Corán.
Yo sigo la religión del Amor, cualquiera que sea la ruta que siga este camello, mi religión y mi fe es la verdadera religión
Es decir que tú y yo, cuyas religiones son diferentes, podemos decirnos uno al otro «la mía es la religión verdadera» y «la tuya es la religión verdadera» ya que ni uno ni otro, ni ambos somos verdaderamente religiosos por la forma de nuestra religión sino por nosotros mismos y por la gracia. Por eso dice también Saham-i-Tabriz:
Si la expresión de mi Creencia se ha encontrado en un templo de ídolos
¡Fue pecado mortal el limitar la Kaaba!
Pero la Kaaba no es una iglesia si Su huella se ha perdido
Mi Kaaba es cualquier «iglesia» en la cual se ha encontrado Su huella”. [[R. A. Nicholson, Diwani Sham-i—Tabriz, 1898, p. 238;cfr. P. 221. V. Attar en el Coloquio de los Pájaros: Pues si bien hay diferentes caminos para hacer el viaje, no hay dos pájaros(almas) que vuelen del mismo modo. Cada cual encuentra su propio camino en esta ruta del conocimiento místico, uno por el significado del mihrab, otro a través del ídolo.]]
De igual modo en el Hinduismo el poeta santo tamil, Tayumanavar, dice, por ejemplo, en el himno a Shiva:
Tú inspiraste debidamente como maestro a millones de religiones.
Tú te has mostrado en cada religión como fundamento de multitud de tratados, disertaciones, ciencias, temas convertidos en su dogma, en su meta final [[Sir Arunachalam, Studies and Translations, Colombo, 1937.]].
El Bhaktakalpadruma de Pratapa Simha sostiene que «cada hombre podría, en cuanto tú lo permites, ayudarse con la lectura de las Escrituras de su Iglesia o de las de otra» [[Traducción de Sir George Grierson, Ivas, 1908, p. 347.]].
En el Bhagavad Gita (VII, 21) Sri Krishna declara:
«Si cualquiera impulsado por el amor busca con fe, de cualquier modo que sea, adorar una forma cualquiera (de Dios), yo soy el que promueve esa fe», y (IV, 11) «Sea como sea el modo con que los hombres se acercan a Mí, les premio, ya que el sendero que eligen desde cualquier lugar es el Mío».
Tenemos la misma palabra de Cristo, que vino para llamar no a los justos sino a los pecadores (Mateo, IX, 13). ¿Qué podemos deducir de esto sino, como dice San Justino, «Dios es la Palabra de la cual todo el género humano es partícipe y por la cual los que viven conforme a la razón son cristianos aunque se les cuente entre los ateos… Sócrates y Heráclito y entre los bárbaros Abraham y otros muchos»? Así también el maestro Eckhart, el mayor de los místicos cristianos, habla de Platón (al que el musulmán Yili muestra en una visión «llamando al mundo con su luz») como un «gran sacerdote» que ha encontrado «el camino antes del nacimiento de Cristo». ¿Estaba equivocado San Agustín cuando afirmó que «lo que ahora llamamos religión cristiana no faltaba entre los antiguos desde el comienzo de la humanidad, hasta que Cristo vino en carne, después de lo cual la verdadera religión que ya existía comenzó a llamarse cristiana»? ¡Que no se hubiera retractado de estas magníficas palabras y la sangrienta historia del Cristianismo se hubiera escrito de otro modo!