Ananda Coomaraswamy — VISÃO NORMAL DA ARTE
Do Artista
El artista es de una especie tan noble, que si continúa insistiendo, y se muere de hambre en una buhardilla persiguiendo un ideal privado, no es condenado, como lo sería un trabajador, como antisocial, sino que se le considera como una persona incomprendida, y se le anima a creer que está trabajando como poco para la posteridad. El artista moderno es un tipo especial de hombre, distinguido de los otros, no ciertamente por su sabiduría, sino por su sensibilidad, a cuenta de cuya sensibilidad se le permite una licencia moral correspondiente. Aunque el artista espera ser pagado, y si es posible elevadamente pagado por su trabajo, no le agrada que se le pidan cuentas. El patrón paga al gaitero, pero no puede pedir el tono. Si el patrón rechaza el producto porque no es lo que quería, todo el mundo artístico se siente ultrajado; ¿cómo se atreve el patrón a saber lo que quiere?
El hecho de que el artista deba ser elogiado por un exhibicionismo que está condenado en otros hombres, es algo que nunca se ha explicado; y los expertos en la conducta tampoco recuerdan siempre que los niños que lloran también están expresándose a sí mismos, y que a cada ganster le mueven igualmente sus impulsos íntimos, ni por qué el artista considera al público como su felpudo. En tanto que el público es atraído hacia el exhibicionista moderno, ello no es por el arte como tal, sino esencialmente por la auto-revelación de una personalidad peculiar y generalmente anormal. El artista mismo, está emancipado de todo trabajo degradante: si todavía pinta sus propios cuadros, recurre a una reproducción mecánica si se le pide un duplicado, a una máquina de cincelar tan pronto como se encuentra frente a una pieza de piedra dura, y a una cuadrilla de albañiles contratados tan pronto como haya algo que construir. Se toma la libertad de elegir su propio tema. Que sus temas elegidos no sean ideas, sino ideales, no es tanto un fallo del artista mismo como una consecuencia del hecho de que, a pesar de sí mismo, pertenece a su época, que es una época típicamente sentimental, adicta a la superstición de los hechos, que ya no está acostumbrada, como los hombres estaban acostumbrados en la primera parte de la Edad Media y en otros tiempos normales, a pensar en términos de símbolos abstractos y de patrones significantes. Representa sobre el lienzo paisajes, desnudos, efectos de luz, o su propia alma, ya sea como son, o en versiones idealizadas y mejoradas de acuerdo con su gusto; su fuerte es el género, —una categoría casi desconocida en las artes de los periodos normales.
Es verdad que la crítica tiene mucho que decir sobre la «significación» en el arte moderno, pero nosotros no hemos dicho nunca «de qué» es toda esta significación. Por el contrario, y para citar expresamente a un profesor contemporáneo de Historia del Arte, un instructor de la juventud en uno de nuestras grandes Universidades, «Es inevitable que el artista sea ininteligible, debido a que su naturaleza sensible, inspirada por la fascinación, el pasmo, y la excitación, se expresa a sí misma en los términos profundos e intuitivos de la maravilla inefable». En otras palabras, del artista se espera y se requiere que perore de campos verdes. Cuan amargamente siente la mentalidad moderna la presencia de cualquier significado preciso en una obra de arte puede verse en algunas observaciones recientes de Mr. Keyne’s en relación con la iconografía de Blake: «Por desagradable», dice, «que pueda ser encontrar significado en cada uno de los “minúsculos detalles” de estas soberbias creaciones del genio de Blake, es imposible ignorar ahora el hecho de que tienen este significado y que el mismo Blake consideraba su interpretación como de una profunda significación».